Cultural
Un último baile
No hay personaje más inquietante ni más injustamente tratado en toda la historia que la Muerte. Tan temida como el Yahvé o el Jehová (según las vocales que se le quieran poner) del Antiguo Testamento, aunque menos altiva y más cotidiana. Nadie sabe si la muerte es dios o diosa, si es una o son varias, si es rica o pobre ni si es de naturaleza mortal como todos nosotros. Unas veces va de harapos, otras de gala; en ocasiones se toma la molestia de venir a buscarnos, otras tantas, le basta con cortar un simple hilo. En la Edad Media la representaban como una señora muy vieja y en embarazo. Saramago hasta se da el lujo de licenciarla momentáneamente en las Intermitencias de la muerte. Entre tantas conjeturas, lo único que parece cierto es que pocos quisieran verle la cara.
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