DELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 14    No. 170  NOVIEMBRE DEL AÑO 2012    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

 

2012:
¿Apocalipsis ahora, principio del fin?”
Hernando Guzmán Paniagua - Periodista - elpulso@elhospital.org.co
En El Apocalipsis, los últimos 7 ángeles destruyen la vida en la Tierra por orden de Dios: "Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba la ira de Dios". Exposición "Apocalipsis 2012", Museo U de A. Foto: Rodrigo Peláez
“Y así, algún día caerán las poderosas murallas del poderoso universo rodeadas por completo por las fuerzas hostiles y afrontarán la degeneración y se convertirán en ruinas”, decía Lucrecio. Nostradamus, hace más de 500 años predecía: “Grande será de sangre la efusión…” y anunciaba un cataclismo para 2012; los mayas hasta le pusieron fecha al apocalipsis: 21 de diciembre de este año. Desde el principio, el hombre ha imaginado el fin. ¿Cuándo vendrá? ¿Perecerá el hombre por acabar el mundo, o el mundo se acabará por no tener hombres que lo habiten?
Más de uno le ha extendido partida de defunción al mundo. Así como las 5 grandes extinciones masivas que ha sufrido la Tierra no tuvieron predicciones conocidas, más de una “profecía” ha resultado falsa alarma. El ingeniero civil Harold Camping, de 90 años de edad, estudió por 54 años la Biblia para predecir que en 1994 volvería Jesús a la tierra. Como Cristo lo hiciese quedar mal, corrigió el error y pospuso el juicio final para el período del 21 de mayo al 21 de octubre de 2011, cuando habría el mayor terremoto de la historia, y dijo: “Las tumbas se abrirán y los restos de las personas que murieron como verdaderos creyentes y seguidores de Dios resucitarán y se irán al cielo.
Los cuerpos de los que no se salvarán serán lanzados sobre estiércol y arena, y sus restos se desintegrarán de la vergüenza ante los ojos de Dios; serán comidos por los gusanos y los animales”. Más atinados en sus profecías pre-científicas, los mayas registraron 4 destrucciones en las cuales los hombres son devorados sucesivamente por jaguares, por un huracán, por una erupción volcánica y por un diluvio.
En el Calendario del Largo Conteo Maya, el 21 de diciembre de 2012 será el fin de la actual civilización humana, sin calamidad global, pero con una nueva conciencia cósmica y espiritual.
Su “purificación de la Tierra" pasa por el declive de un mundo de odio y materialismo desde el sábado 22 de diciembre de 2012, por la aparición de un gran anillo de fuego, eclipse total de sol el 11 de agosto de 1999, la alineación de varios planetas del sistema solar en puntos zodiacales, por un caos climático sin precedentes debido al aumento de la radiación solar y a las acciones humanas autodestructivas, por un derretimiento de los polos, ya visto en el reciente desprendimiento de un bloque de hielo polar del tamaño del estado de Tlaxcala (Méjico), y la postrera llegada de un cometa que amenazará la existencia del hombre.
Códice maya de Madrid. Fxposición "Apocalipsis 2012", Museo U de A. Foto: Rodrigo Peláez
Se dice que muchos códices mayas con predicciones y cálculos astronómicos, escritos en el siglo XVI a la llegada de los españoles a la península de Yucatán, fueron destruidos por órdenes de Fray Diego de Landa en julio de 1562. Fray Bartolomé de las Casas lamentó: “Estos libros fueron vistos por nuestros clérigos, y yo aún pude ver restos quemados por los monjes, aparentemente porque ellos pensaron que podrían dañar a los indígenas en materia de religión, ya que se encontraban al inicio de su conversión”.
 
Apocalipsis: ¿pasado, presente o futuro?
. La mayoría de interpretaciones históricas del Apocalipsis, sitúan su redacción en tiempos de Nerón, y creen que la mayor parte de sus profecías se cumplió en el año 70 después de Cristo, durante la guerra judía, el sitio y la destrucción de Jerusalén. Se señala la caída del imperio romano en manos de los bárbaros como su más clara realización. Para otros, éste fue escrito en 90 d.C. y su cumplimiento está por venir.
Otros interpretan a la “Bestia”
como un superpoder mundial totalitario que
dominaría mentes, Estados y culturas.
Juan lo escribió en medio de la persecución del imperialismo romano contra los cristianos. Por ello pone a Cristo como “rey de reyes y señor de señores” y fustiga con el nombre de “La Bestia“ al emperador romano y con él a todos los tiranos del mundo, predice la destrucción del poder opresor y de Jerusalén en la batalla final de Armagedón, entre las fuerzas del bien y del mal, y al fin de la cual se abrirá el cielo, Jesucristo aparecerá triunfante para salvar a su pueblo y restaurará su reino en una Nueva Jerusalén. Otros interpretan a la “Bestia” como un superpoder mundial totalitario que dominaría mentes, Estados y culturas.
 
Un mundo con muchos finales
La exposición “2012 Apocalipsis”, del Museo de la Universidad de Antioquia, dirigida por el profesor Fernando León Valencia, muestra las 5 extinciones globales que ha vivido el planeta Tierra.
Primera, hace 440 millones de años, muere 95% de las especies marinas por enfriamiento global. Segunda, hace 370 millones de años, muere 70% de las especies vivas, por impacto de un asteroide o por un cambio climático. Tercera, hace 250 millones de años, un vulcanismo masivo o un meteorito, liberó gases tóxicos y mató a 90% de las especies vivas. Cuarta, hace 210 millones de años, por actividad volcánica masiva muere 23% de los reptiles e invertebrados.
Quinta, hace 65 millones de años, un asteroide levantó una gigantesca nube de polvo que ocultó el sol, mató a los dinosaurios y a 17% de las familias de seres vivos.
¿Habrá una sexta extinción?
Los científicos prevén varias formas en que el mundo desaparecería: por una destrucción del campo magnético que protege al planeta, previsible en un lapso de 2.000 años; por una glaciación debida al cambio de la distancia de la tierra al sol; por calentamiento global que acabaría con la capa de ozono; por un Big Rip: materia y energía del universo se expanden hasta disolverse; por el efecto contrario: Big Crunch: el universo se comprime hasta destruirse; o por un improbable Big Bounce: combinación de expansión y compresión. En estas posibilidades cabe una expansión gradual del sol, el cual en un lapso de 500 millones de años se volvería una gigante roja, luego se expandiría hasta volverse una enana blanca y finalmente un agujero negro que devoraría la tierra y sus vecindades.
¿Cómo será peor: en el agujero negro, en la guerra de la serpiente Gokcihr del mazdeísmo, que desciende a la tierra en un rayo para aniquilar a los seres malignos, en el gran terremoto islámico con oscurecimiento del sol y empañamiento de los astros (como en el Apocalipsis de Juan), en un universo destruido por el fuego mítico hinduista y devuelto por un diluvio al océano primigenio, o en la batalla final entre dioses, gigantes y demás seres de la mitología nórdica? ¿Será cierto, como dicen las escrituras hindúes, que todos los seres mortales estamos destinados a pasar a través de 4 grandes épocas en cada ciclo de creación y destrucción? Tres de ellas ya habrían pasado: Satya Yuga, era dorada, llena de paz y de iluminación espiritual; la edad plateada o Treta Yuga, más corta y menos armoniosa; Dwapara Yuga o edad de bronce, en donde lo espiritual cede ante lo material; y la cuarta: Kali Yuga o edad de la obscuridad, la guerra, el sufrimiento y el colapso de la civilización, que vivimos hoy.
 
Se sobredimensionó
el fin del mundo, dice la ciencia
“Cuando se habla del fin del mundo y se piensa en la magnitud de lo que ello sería, la posibilidad de que ocurra es muy bajita”, declaró a EL PULSO el físico Jorge Iván Zuluaga, coordinador del pregrado en Astronomía de la Universidad de Antioquia y expositor de conferencias sobre las teorías del fin del mundo.
“El vaticinio de que el 21 de diciembre, por ejemplo, caiga un meteorito u ocurra una erupción volcánica, no tiene en cuenta la magnitud de esos eventos, que si bien son masivos y pueden ser desastrosos, no tienen el poder de destruir todo el planeta ni de acabar con toda la humanidad”, argumentó el catedrático.
“Ninguna predicción sobre el fin del mundo en los últimos 2.000 años coincidió con un evento catastrófico, pues predecir el futuro es muy complicado, cuando a duras penas la física y la astronomía con sus métodos cuantitativos se acercan a la predicción”. Físico Jorge Iván Zuluaga.
El físico expresó: “Los eventos naturales que vemos son más cercanos a la realidad que los escenarios apocalípticos que nos pintan las historias de la cultura popular y aún así, las escalas de tiempo son mayores que las consideradas de centenares o miles de años, no ocurren de la noche a la mañana. Hay escenarios que la ciencia conoce y pueden desencadenarse por efectos antropogénicos o naturales, pero aunque un posible cambio climático pueda deteriorar la calidad de vida de la humanidad y disminuir en forma considerable la biodiversidad, no amenaza en verdad la vida ni a la tierra ni al hombre, porque la vida tiene una inmensa capacidad de adaptación; es posible que lo que haya que cambiar es la manera como habitamos el planeta”.
Y explicó: “Hay cambios que incluso han ocurrido en el pasado, algunos muy severos como una glaciación que puede desencadenarse, pero las posibilidades reales son impredecibles. La idea de un fin del mundo está dentro de nuestros genes, forma parte de la naturaleza humana, la cual nos permite ser conscientes del futuro y de nuestras propias limitaciones en el tiempo; por eso es difícil acabar con eso, predicciones del fin del mundo las hay desde el principio de la civilización. Debemos incrementar el acceso a información más precisa sobre la real dimensión de los eventos, para poder entenderlos y tranquilizarnos, pero siempre habrá gente que siga consumiendo esa información, así se le entreguen alternativas aterrizadas”.
Agregó que ninguna predicción sobre el fin del mundo en los últimos 2.000 años ha coincidido con un evento catastrófico, pues predecir el futuro es muy complicado, cuando a duras penas la física y la astronomía con sus métodos cuantitativos se acercan a la predicción.
Advirtió el físico: “Tenemos que entender que la biosfera de la Tierra es un sistema complejo, con un equilibrio muy delicado, que no depende de volcanes ni del sol ni del interior de la tierra, sino de la propia vida. Como no sabemos exactamente lo que mantiene ese equilibrio, no podemos actuar irresponsablemente, buscando beneficios de los que se puede prescindir, sin saber si tocaremos los elementos que lo mantienen. Si esa extensión verde inmensa de la selva amazónica será una de las fuentes fundamentales de desequilibrio, el hombre tiene que pensar que por prudencia no debe tocarla, ante la mínima sospecha de su vulnerabilidad”.
“La biosfera de la Tierra es un sistema con un equilibrio muy delicado, que no depende de volcanes ni del sol ni del interior de la tierra, sino de la propia vida. Como no sabemos qué mantiene ese equilibrio, no podemos actuar irresponsablemente”. Físico Jorge Iván Zuluaga
Finalmente, dijo que pueden ocurrir renacimientos espirituales, pero no obedecen a ciclos, a periodicidades como las observadas en el cielo, sino a fenómenos que emergen en ciertas crisis de la historia humana: “En la Segunda Guerra Mundial la humanidad reflexionó sobre la manera en que estaba haciendo las cosas, se crearon hechos positivos, la economía estuvo un poco mejor; al descubrir el agujero en la capa de ozono, la gente se volvió más consciente en sentido ambiental, se incrementó la educación, etc., pero no son momentos cíclicos ni predecibles. Por eso, dudo mucho de que los mayas hayan sido capaces hace siglos de predecir cualquiera de los eventos ocurridos en los últimos años. Es más bien un asunto cultural, un deseo inconsciente de los seres humanos de poder tener el control de cosas que son incontrolables e impredecibles”.
El fin del hombre: ¿Quién nos salvará de nosotros?
“Puede que estemos a punto de entrar en un futuro post-humano”, dice Francis Fukuyama en su libro “El fin del Hombre”, donde advierte: “El mundo podrá acabarse o no acabarse y es también responsabilidad nuestra, pero si hay algo más vulnerable que la tierra, que el universo y que la vida es la dignidad humana, hoy más amenazada que la capa de ozono o el campo magnético. En una carrera tecnológica que nos deshumaniza, estamos demasiado preocupados por un posible fin del mundo, pero del todo distraídos y confiados ante un real y visible fin del hombre”.
En Estados Unidos, dice Fukuyama, aumentó la expectativa de vida de 48.3 años en hombres y 46.3 en mujeres en 1990, a 74.2 y 79.9 respectivamente en el año 2000, la biotecnología humana ya venció los atajos hacia la inmortalidad: genoma humano, células madres, clonación, ”bebés de diseño”… ¿y qué? El científico citado señala que con todos estos avances, “la relación de las personas con la muerte también cambiará. (…) ¿Se aferrará (la gente) con desesperación a la vida que la biotecnología le ofrece? ¿O quizá la perspectiva de una vida interminable y vacía parecerá sencillamente insoportable?”. Cabe recordar, por ejemplo, la experiencia de ese modo de vida al parecer “perfecto”, ya planteado en “Un mundo feliz”, de Aldous Huxley.
En fin, podemos elucubrar sobre todas las formas posibles del fin del mundo y sobre la manera de librarnos de cataclismos, glaciaciones, guerras e invasiones extraterrestres… pero, ¿quién podrá librarnos de nosotros mismos?.
 
Ocioso lector
 
Fin del mundo, ceguera total
Hernando Guzmán Paniagua - Periodista - elpulso@elhospital.org.co
Con su novela de ciencia-ficción “El día de los trífidos”, el cuentista británico John Wyndham predice en 1951 las consecuencias de una biotecnología deshumanizada. Un cometa enceguece a las personas y las deja a merced de una planta carnívora, en una alegoría de la ceguera moral del hombre. Leamos algunos extractos:
“Sólo por accidente no asistí al fin del mundo; bueno, el mundo que había conocido durante treinta años.
A casi todos los sobrevivientes les pasó lo mismo. Está en la naturaleza de las cosas que haya siempre un buen número de enfermos en los hospitales: la ley de los promedios había decidido la semana anterior que yo fuese una de esas personas”. (…) Las descripciones llegadas desde todos los puntos del Pacífico hablaban de una noche iluminada por meteoros verdes, «a veces en lluvias tan apretadas que el cielo parece caer sobre nosotros». Y así fue, si uno lo piensa. (…)
Estoy ciego. Sí, lo estoy. Ciego como un topo. Todos están ciegos como topos. ¿Vio las estrellas verdes? -No. --admití. -No las ha visto; no está ciego. Todos las vieron --el hombre hizo un amplio y expresivo ademán--, y todos están ciegos. Cometa de...
(…) Se han publicado numerosas teorías sobre la repentina aparición de los trífidos. La mayoría no tiene sentido. Indudablemente, esas teorías no nacieron, como suponen algunas almas cándidas, por generación espontánea. Muy pocos aceptaron la hipótesis de que eran algo así como una visita de muestra, presagios de algo peor si el mundo no seguía la buena senda y mejoraba su conducta. No podía admitirse tampoco que sus semillas hubiesen llegado hasta nosotros flotando a través del espacio como especímenes de las horribles formas que podía asumir la vida en mundos menos favorecidos... Espero, por lo menos, que no tengan ese origen (…) De cuando en cuando había un aterrorizado florecimiento de debates ante el rumor de que, además de satélites con cargas atómicas, había otros con enfermedades vegetales, enfermedades del ganado, polvos radiactivos, virus e infecciones; no sólo las ya conocidas, sino también otras nuevas, desarrolladas recientemente en los laboratorios (…)
La gente se sorprendió, y hasta se disgustó un poco, cuando supo que la especie era carnívora y que las moscas y los otros insectos que caían en el cáliz eran digeridos por aquella sustancia pegajosa (…) El descubrimiento de que el enroscado extremo del tallo podía estirarse hasta alcanzar una longitud de tres metros y descargar además bastante veneno como para matar a un hombre si llegaba a tocarle la piel, fue de veras alarmante”.
 



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