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| Reflexión
del mes |
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En
efecto, la palabra sirve, sobre todo, para vivir".
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| Émile
Benveniste (Alepo, 1902 - París, 1976) Lingüista
francés. Su obra, centrada en la indoeuropeística
y la sintaxis general, es una de las más fértiles
de la escuela francesa, cuyos resultados fructificaron en
una teoría de la enunciación en el estructuralismo.
En la semántica elaboró una obra pionera en
el estudio de los aspectos extralingüísticos.
Sus estudios más notables: Orígenes de
la formación de los nombres en indoeuropeo (1935),
El vocabulario de las instituciones indoeuropeas
(1969) y dos volúmenes de Problemas de lingüística
general (1966 y 1974), título capital de la lingüística
moderna.
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Referendo contra
el aborto:
otro atropello a la vida
y derechos de las mujeres
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El derecho al aborto
es una demanda por justicia en una democracia laica.
Es prioritariamente una cuestión de derechos humanos
y de salud pública
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El 23 de agosto de 2013 apareció
en el diario El Espectador una noticia sobre un
potencial referendo contra la sentencia C-355 de 2006 que
despenalizó el aborto en Colombia en tres circunstancias
especiales. El argumento del grupo de mujeres que proponen
semejante atropello contra la vida y salud de las mujeres
es paradójicamente, la defensa de la vida.
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Cuando se examinan
de manera cuidadosa las escalofriantes cifras del aborto inseguro
en Colombia, uno se pregunta: ¿Quienes son realmente
los defensores de la vida? ¿Quiénes defienden
el aborto y por tanto los derechos de las mujeres? ¿O
quiénes se oponen a que las mujeres ejerzan la opción
dada por la Corte Constitucional y por tanto hagan valer unos
derechos ganados tras décadas de lucha?
El aborto inseguro es un asunto de Derechos Humanos, de salud
pública y una de las expresiones más injustas
de inequidad contra las mujeres; igualmente es un asunto de
género, pues quienes brindan su vida y su salud en
el proceso de dar vida, son precisamente las mujeres, no los
hombres. |
Hace ya varios años una
partera aymara del alto Perú, expresó al respecto:
Las mujeres dan vida caminado en los andamios de la
muerte. Nada más cierto si miramos las alarmantes
cifras de mortalidad materna en los países en desarrollo:
mientras Noruega tiene una muerte materna por 100.000 nacidos
vivos, Colombia tiene 80, y la cuarta causa de muerte materna
en nuestro país es precisamente el aborto inseguro.
Colombia tiene la tasa más alta de aborto inseguro
de América Latina con 39 abortos por cada 1.000 mujeres
en edad reproductiva, contra 32 abortos por 1.000 mujeres
en edad reproductiva en el resto del continente. Se calcula
que en el año 2008 ocurrieron en Colombia 400.000 abortos
inducidos, de los cuales solamente 322 fueron procedimientos
legales o interrupciones del embarazo practicadas en instituciones
de salud; esto indica que a pesar de la sentencia de la Corte
Constitucional, el número de abortos seguros representan
sólo el 0,08 % del total de abortos practicados en
Colombia. |
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Las barreras impuestas
por médicos, instituciones, iglesia, entes rectores
de salud y ministerio público, obligan a las mujeres
a buscar terminar los embarazos con métodos que ponen
en riesgo su salud y su vida, por fuera del sistema de salud,
con las consecuencias funestas que un aborto inseguro trae,
como la alta tasa de complicaciones reportada para nuestro
país de 33%, principalmente hemorragia grave y sepsis
que requieren atención médica; esa tasa de complicaciones
alcanza el 53% en las mujeres pobres del medio rural. Sin
embargo, aproximadamente una quinta parte del total de mujeres
con complicaciones post-aborto, no reciben atención
médica
En Colombia los abortos se presentan en todos los estratos
sociales, pero la gran diferencia está en que las mujeres
pobres, las marginadas, las que viven en medio rural y las
desplazadas, tienen que recurrir a personas empíricas
y pagan con su salud y su vida la terminación de un
embarazo no deseado producto de la violencia que a diario
se ejerce contra ellas, o cuando el feto viene con una malformación
incompatible con la vida. Las mujeres de estratos socioeconómicos
altos también se practican abortos, pero su poder adquisitivo
les permite pagar un médico particular que les garantiza
un aborto seguro.
Muchas personas se oponen al aborto hasta que lo necesitan:
la sentencia de la Corte molesta sus conciencias, hasta que
una familiar cercana es víctima de violación
o su vida corre peligro a causa del embarazo. |
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Colombia tiene la tasa
más alta de
aborto inseguro de América Latina con 39 abortos
por cada 1.000 mujeres en edad reproductiva,
contra 32 abortos por 1.000 mujeres en
edad reproductiva en el resto
del continente.
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El aborto inseguro es subdesarrollo, es pobreza, es injusticia,
es inequidad: ¿Será que a eso le apuestan
las defensoras del referendo contra el aborto seguro en
Colombia? Parece que para este grupo de personas es mejor
cerrar los ojos y ponerle una cortina a su conciencia, para
obligar a miles de colombianas pobres a exponer su vida
cuando las circunstancias las obligan a terminar un embarazo
no deseado, para no dejar una familia abandonada y unos
niños a merced de los violentos.
Oponerse a la sentencia que despenalizó el aborto
en Colombia, es tan anacrónico como pretender hoy
echar para atrás el derecho de las mujeres al voto.
Oponerse al libre ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos,
es oponerse y negar la dignidad de las mujeres, pues es
precisamente la dignidad, esa condición inherente
al ser humano, lo que fundamenta los Derechos Humanos y
los derechos sexuales y reproductivos como Derechos Humanos
básicos.
La democracia busca fundamentalmente garantizar los derechos
de las minorías, y son precisamente esos derechos
los que pretenden desconocer quienes se sienten incómodos
por la opción dada por la Corte Constitucional a
esos miles de mujeres que cada año exponen su vida
al verse obligadas a recurrir a procedimientos peligrosos,
para terminar una gestación producto de la violencia
sexual ejercida por grupos de todos los colores que toman
a las mujeres como trofeo de guerra.
Cuando se defiende la vida no solo hay que defender el hecho
de estar vivo, hay que defender el derecho a una vida digna
y a un proyecto de vida que garantice un futuro mejor para
la sociedad y la familia
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Bioética
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La
arrogancia, como la define el Diccionario de la Lengua Española
en su vigésima segunda edición, 1. adj.
Altanero, soberbio, no es cualidad que dignifique a quien
la ostenta, sino que en el ejercicio de algunas profesiones
que tienen como misión esencial el contribuir al bien
pleno de quien requiere su ayuda, se convierte en verdadero
peligro -inclusive mortal- para quien de buena fe confía
en el profesional arrogante. |
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Toda acción humana debe éticamente hacer el
bien a quien la recibe, pero como lo afirmé antes,
algunas profesiones por la esencia intrínseca de su
misión se convierten en trampas de muerte cruel si
carecen de la suficiente humildad y admiten como regla de
conducta la arrogancia, la soberbia. Dentro de esas profesiones
debo citar la medicina en primer lugar, la de enfermería
en general o antropología del cuidar, la
de confesor u orientador espiritual -cualquiera sea la fe
que profese-, la del abogado, la del psicólogo, la
del docente o maestro, porque tienen como substrato, como
materia prima por decirlo de alguna manera, la persona humana
con su dignidad intrínseca, irrenunciable, su libertad,
cualesquiera sean las circunstancias que se presenten en el
momento de actuar.
El Diario de Veracruz nos trae un episodio escalofriante:
un video en el que un profesional de la medicina, no me atrevo
a llamarlo médico, Andrey Votyakov, golpea hasta producirle
la muerte a su paciente cardíaco, además indefenso
porque estaba atado en cama de cuidados intensivos.
Como explicación, el agresor dijo que estaba
estresado y agotado después de un turno de 24 horas.
Tan pronto como entré en la habitación
con mi equipo, empezó a llamarme de manera despectiva.
Habíamos pasado mucho tiempo con su complicado caso
para ayudarle a recuperarse y no dijo una sola palabra de
agradecimiento, se justificó el doctor.
No es honesto juzgar a Andrey Votyakov sin conocer a fondo
-incluyendo un examen clínico psiquiátrico-,
las circunstancias que rodearon su muy infortunada acción,
pero podemos analizar ésta como ejemplo de lo que calificamos
como arrogancia médica.
Es arrogancia médica el pensar que por el cumplimiento
de nuestro deber el paciente -que damos por sentado está
siempre en situación de estrés- deba darnos
su agradecimiento, más aún cuando nuestra intervención
profesional puede crear para él incomodidad, dolor
físico y emocional, separación de su entorno
familiar, etc. El cumplimiento del deber tiene en sí,
su propia compensación: la satisfacción de haber
contribuido honestamente al mejor bien de quien recibe nuestra
acción y el bien de quien la ejecuta porque promueve
su perfección humana.
Arrogancia médica es el aferrarse al concepto personal
y desatender opiniones de colegas o de personas no médicas,
que pueden abrir horizontes para real beneficio del paciente.
Arrogancia médica es considerarse árbitro para
decidir quién vive y quién debe ser asesinado
como en el caso del aborto y la eutanasia, prefiriendo ceñirse
a una determinación legal -cuando no todo lo legal
es ético-, e ignorar que el primer derecho humano es
el derecho a la vida, derecho inalienable e irrenunciable
que obligatoriamente debemos defender para nuestra propia
seguridad, la de los seres queridos y la estabilidad del Estado.
Sí, sin duda, la arrogancia médica es el peor
mal que lacera la honestidad de nuestra profesión.
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| NOTA:
Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética
-Cecolbe-. |
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Maestro, ¿qué es eterno?
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La
voracidad guerrerista de las potencias militares en contra
de la soberanía y dignidad de los pueblos del mundo.
Estados Unidos se robó la mitad de Méjico, le
quitó Panamá a Colombia y ha matado a miles
de personas inocentes en Argelia, Argentina, Nicaragua, Japón,
Paraguay, Hawai, Chile, Grenada, Haití, República
Dominicana, China, Corea, Vietnam, Irán, Irak, Guatemala,
Líbano, Somalia, Yugoeslavia, etc., etc., y hoy quiere
invadir a Siria. Japón se metió en China, los
chinos de Mao en el sagrado Tibet, la Unión Soviética
y Hitler en medio Europa. ¡Qué horror!
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