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En picada, vacunación
en Colombia en los últimos años
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Nicolás
Gutiérrez Periodista, Medellín
No es para alarmar, es simplemente para
prevenir: Si en Colombia no se tiene en cuenta el problema generado
en Haití y República Dominicana donde las bajas
coberturas de vacunación, acumuladas por años,
permitieron que el polivirus vacunal tipo 1 derivara en cepas
neurovirulentas ( parecidas al poliovirus salvaje ), vamos a
sufrir brotes como los 18 de polio paralítica que se
presentaron recientemente en esos países latinoamericanos. |
En Colombia, la vacunación
descendió vertiginosamente desde 1997 y apenas se notó
una mejoría el año pasado pero no la suficiente
para igualar las antiguas coberturas; es posible que la última
jornada permita alcanzar mayores porcentajes, aunque los registros
hechos hasta septiembre de esta anualidad, dejan abierta la
duda.
Si bien el modelo colombiano de vacunación fue ejemplar,
en los últimos años el descenso de la cobertura
ponen al país por debajo en América Latina,
hasta el punto de que países como Perú lo superan
ampliamente.
¿Quienes son los responsables?
Existe una sumatoria de elementos que dieron al traste con
la cobertura inmunológica. Mientras que en el "Informe
Colombia " (Ministerio de Salud- OPS, 1999), se señalaba
a la descentralización administrativa de la salud y
su aplicación en los municipios como la culpable de
las bajas coberturas, hay quienes controvierten esa posición
debido a que las cifras muestran que fueron las localidades
con mayor porcentaje de Necesidades Básicas Insatisfechas
- NBI - las que presentaron el gran descenso de la cobertura,
las que presentaron el gran descenso de la cobertura.
Esos municipios, por lo general, no han recibido la autonomía
en el manejo de los recursos para la salud, lo cual desvirtúa
la apreciación. Ahora bien, el mismo informe expresa
que desde 1997, con la aparición de los actores creados
por la reforma de la salud, se presentan problemas que afectan
las coberturas. Eso parece indicar que las EPS y las ARS se
confundieron con la nueva estructura, y su responsabilidad
frente a la prevención quedó en el aire.
Pero los conceptos de algunos expertos apuntan a que hay otras
situaciones por analizar, tanto en la gestión administrativa
central como en la parte técnica, por ejemplo en la
promoción y en la propia aplicación del método
de vacunaciones. Ellos admiten que los presupuestos del Ministerio
de Salud bajaron al mismo ritmo de la situación financiera
del país, aún cuando la población mantiene
su crecimiento. Así se evidenció entre 1998
y el año 2000, cuando en muchos departamentos escasearon
los biológicos y sólo fueron entregados para
las jornadas especiales.
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Cuadro
de cobertura en Colombia
de las 5 principales vacunas, 1995 - 2000.
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* Nd: no hay datos.
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Precisamente,
esas jornadas especiales son de gran importancia pero no más
que las campañas permanentes, olvidadas por las EPS y
las ARS, y hasta dejadas a un lado por las ESES e IPS. En ese
sentido, manifiesta el exviceministro de Salud David Bersh,
existió bajo interés en actividades de prevención
por parte de las aseguradoras a los regímenes. La prueba
de ello son las bajas ejecuciones presupuestales en el rubro
para prevención.
Esos actores se dedicaron, francamente, más a la parte
asistencial. Por fortuna ahora el Ministerio le hace un seguimiento
a las actividades de protección específica y detección
temprana de cada EPS y le pide razón de lo que hace y
no de lo que invierte o deja de gastar. Para fortuna adicional,
la medida tiene gran aceptación entre las Instituciones
Prestadoras de los servicios de Salud, destacó el ex
viceministro Bersh.
Sobre el mismo tema, el miembro de la OPS, Luis Carlos Ochoa
Ochoa, expresó que en Colombia se hace mucho énfasis,
como en otras partes del mundo, en la asistencia médica
que permite la facturación y la subsistencia de las entidades.
El ex viceministro de Salud David Bersh pone también
en discusión algunos puntos más sobre la caída
de las coberturas de vacunación en el país. Al
bajo interés de los actores de la salud por la prevención,
se suma la falta de buenas campañas educativas. Las EPS
y las ARS tienen la obligación de inducir la demanda
y eso implica motivar; esto se ha hecho apenas parcialmente.
La educación de los padres es fundamental para sostener
buenos índices de cobertura. A ellos hay que hacerles
entender que son el motor de los programas de vacunación
y que las consecuencias económicas y las secuelas físicas
y psíquicas de un hijo enfermo por algo que se pudo prevenir
con una vacuna sencilla, gratuita, son enormes.
En eso coinciden los dos expertos. También coinciden
Bersh y Ochoa, en que la respuesta de los alcaldes es pobre
en lo referente a la prevención, con algunas excepciones,
porque no le dan la importancia suficiente a la promoción
con los recursos del PAB. Está claro que si en una localidad
no se insiste en la información acerca del lugar, la
fecha y la hora de las jornadas de vacunación, que ojalá
fueran permanentes, no asistirán los padres con sus hijos.
Esa es una responsabilidad de los alcaldes y las autoridades
locales de salud. Como ese problema de difusión, existen
también otras barreras técnicas que no permiten
ampliar la cobertura de vacunación. El subsecretario
de Planeación en Salud de Medellín, Antonio Abad,
considera que el modelo de regímenes de aseguramiento
presenta problemas para identificar la población. Las
bases de datos del régimen contributivo y del régimen
subsidiado presentan dificultades, y más aún,
las bases de información del personal Vinculado.
Llevar una historia clínica completa y un esquema de
vacunación sin distorsiones, sin tener bases de datos
actualizadas, es imposible, más cuando la población
de vinculados crece ostensiblemente con el desplazamiento que
a diario se presenta en nuestro país, por las condiciones
de orden público.
Sugiere el subsecretario de Salud de Medellín, que se
debe concertar un modelo que permita a la población de
cero a 5 años, tener esquemas de vacunación completa
a pesar de la movilidad de los grupos poblacionales. Se debe
evitar en adelante la repetición de las dosis a los niños,
caso usual, y recuperar la información fiel para las
estadísticas de la cobertura. Podría ser necesario,
incluso, volver a los sistemas antiguos, costosos pero confiables,
como el barrido casa por casa en los niveles uno y dos del SISBEN
o en los estratos sociales menores, para asegurar la mejor cobertura
de la inmunización, puntualizó el funcionario
de la Secretaría de Salud de Medellín.
Algunos directores de hospitales consultados por EL PULSO, también
relacionaron problemas técnicos que no permiten ampliar
las coberturas de vacunación y por ende, prevenir enfermedades.
Entre otros puntos admitieron que los programas de promoción
y prevención se ven afectados por el modelo impuesto,
que deja la subsistencia de las IPS supeditada a la facturación.
Así, es evidente que en oportunidades se nieguen, indolentemente,
los servicios de vacunación, porque los niños
no están inscritos en un régimen de aseguramiento
o simplemente porque los padres no tiene con qué pagar
los elementos utilizados, como es el caso de una jeringa cuando
la vacunación se solicita por fuera de las jornadas especiales.
Inclusive, en algunas IPS ponen horarios restrictivos y discriminatorios
para la vacunación permanente, a los cuales no pueden
atender los asalariados o quienes laboran tiempo completo. Ellos
no obtienen permisos para llevar a los niños a vacunar
o simplemente no se dan por enterados del sistema que allí
opera.
En ese sentido hay acciones por destacar. Vale la pena reseñar
la organización y la unión de las EPS en Bogotá,
donde se vacunaron recientemente los niños y las mujeres
en edad fértil, sin distinguir a cuál entidad
estaban inscritos. Lo importante fue el trabajo conjunto de
prevención y la importancia que se le dio a la gente.
Hay otros errores para enmendar, porque hacen parte de la sumatoria
de elementos que inciden en la baja cobertura. Por mala costumbre
del colombiano, muchos dejan para última hora su presencia
en las jornadas especiales. Lamentablemente se quedan sin atención
muchos niños porque no alcanzan a llegar en la fila o
simplemente los padres renuncian a continuar allí, muchas
veces a la intemperie, y dejan la vacunación para cualquier
otro día, con la consabida despreocupación posterior.
La barrera notoria allí es la falta de personas que puedan
atender rápidamente la demanda de vacunas, no sólo
en el instante final, sino durante toda la jornada.
Esa falta de recursos humanos se presenta porque ahora no se
permiten los voluntarios que apliquen los biológicos.
El Sistema Obligatorio de Garantía de la Calidad, importante
desde todo punto de vista, sólo permite que sea un auxiliar
de enfermería capacitado y debidamente autorizado, quien
intervenga en la aplicación de la dosis. |
Antioquia
fue modelo nacional
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Un departamento que siempre fue modelo de
cobertura comenzó a hundirse, en ese sentido, desde
1997. Penosamente cayó la vacunación Antipolio
del 92 al 82%, entre 1996 y 1999. Tan sólo se notó
una mejoría en el 2000, cuando la cobertura de inmunización
contra la polio subió al 85%.
Algo parecido ocurrió con la vacunación contra
el sarampión, que estaba en 116% y bajó al 95%,
índices más aceptables pero no óptimos,
si se compara con los obtenidos anteriormente.
Las estadísticas tomadas hasta septiembre del presente
año muestran que aproximadamente el 60% de los menores
de Antioquia están protegidos contra polio, tuberculosis
meningea, difteria, tosferina, tétanos y hepatitis
B. Sólo el 33% de esos niños están vacunados
contra enfermedades causadas por Haemophilus Influenza tipo
B, y el 66 por ciento de los niños se encuentran protegidos
contra sarampión, rubéola y parotiditis. Los
datos revelan que Antioquia, un departamento modelo, decayó
en la cobertura hasta convertir a su población en vulnerable.
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Tener bajas coberturas
se convierte en atentado contra la salud nacional, pero permitir
que haya municipios con apenas 20% en inmunizaciones es casi
criminal. Es hora de que nos pellizquemos, porque la prevención
no es un lujo sino una necesidad, y todos, desde el gobierno
nacional hasta los padres de familia, cargamos con esa responsabilidad.
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La vergüenza |
Es de conocimiento que en algunas localidades
del país las condiciones de transporte son críticas.
En esas zonas rurales hay que hacer recorridos amplios, que
duran hasta días, para que los encargados de la vacunación
lleguen o para que los interesados accedan a ese mecanismo de
prevención de enfermedades. Eso dificulta la cobertura
en municipios de los Llanos Orientales, Chocó y Antioquia,
entre otros, pero no puede ser considerado punto de diferencia
con la cobertura de antes de 1997, porque las dificultades de
transporte fueron hasta peores en los años en que la
cobertura fue superior. En consecuencia, en ese aspecto no hay
disculpa para la caída de la vacunación en sitios
apartados.
Diferente es lo que ocurre donde las condiciones de orden público
no favorecen la movilización de los pobladores que tienen
conciencia de la necesidad de la vacunación, como tampoco
se favorece el transporte y movilización del personal
de salud que efectúa la inmunoprevención. Por
esta razón se puede salvar la responsabilidad de las
autoridades locales, valga decir los alcaldes, y de las encargadas
de la salud a todo nivel, aunque no se puede dejar de lamentar
la situación que pone en riesgo a la población
por fuera del conflicto nacional.
Lo más triste es que existen municipios de nuestro territorio
que no tienen ni el problema del transporte ni son afectados
directamente por la violencia. En diferentes partes, como en
algunos departamentos de los antiguos territorios nacionales
y aún en otros del centro y occidente del país,
han bajado las coberturas de vacunación, tanto que sus
indicadores van desde 60 hasta 20%.
Con todo lo anotado hasta ahora y quizás otros puntos
que faltan por sumar, como el crecimiento de la población
y los recortes presupuestales; las desviaciones de los recursos
de la salud por corrupción o desconocimiento de las normas
y otros más que no examinaremos no por falta de importancia,
quedamos con las puertas abiertas a las epidemias. Estar por
debajo del 95 por ciento de cobertura en vacunación es
un riesgo de salud pública que el país no puede
ignorar. |
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