MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 255 DICIEMBRE DEL AÑO 2019 ISNN 0124-4388 elpulso@sanvicentefundacion.com icono facebook icono twitter

Casi perfecto...

«En tiempos de cambio, quienes estén abiertos al aprendizaje se adueñarán del futuro, mientras que aquellos que creen saberlo todo estarán bien equipados para un mundo que ya no existe» (Eric Hoffer)

Por: Julián H. Ramírez Urrea, MD, MSc; Médico internista, Hospital San Vicente Fundación. Jefe del Departamento de Medicina Interna, Universidad de Antioquia.
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La búsqueda obsesiva de la asepsia en la perfección: intolerancia sistemática al error como mancha en el lienzo de la vida cotidiana que rápidamente procuramos extinguir y ocultar. Nos perdemos la felicidad buscando su ideal proveniente de los nocturnos sueños febriles de los que no queremos despertar.

Pero cuán bella es la contemplación de las estampas en aquellas situaciones imperfectas, espontáneas, naturales como el agua de nacimiento. Un beso robado, un halago por accidente, un mal paso en la pista de baile que delata nuestro deseo de bailar con ese ser especial que se sobrepuso a nuestra habilidad real; una palabra del subconsciente que revela nuestro sentir y que en ocasiones allana un mundo de posibilidades desde el otro, pues en ocasiones el error nos muestra el camino de nuestra humanidad; nos reconcilia con nosotros mismos y nos recuerda lo absurda que es la vanidad de las pretensiones cuando al fin y al cabo estamos todos condenados a muerte.

Vivimos para darnos cuenta de lo valiosas que son las situaciones fuera de libreto y la rebelión de las pequeñas cosas en el día a día. Cuando el tiempo desiste de su tiranía y el amor nos hace más indulgentes. Aprendemos a excusarnos a nosotros mismos: a pesar de todos nuestros esfuerzos, nos delata el sello indeleble de la propia caducidad material.

Los momentos más felices de la vida son casi perfectos. Improvisadas y llenas de alegría son las expresiones que disculpan nuestras falencias y nos hacen sentir que también existimos para equivocarnos y aprender. Aunque la mayoría de las situaciones de la vida permiten un margen de error procedemos como si ese bache no existiera y fuera incluso, indeseable. La ligereza de lo faltante puede condimentar nuestros planes haciéndolos mejores de lo presupuestado.

No es esta una apología del error con graves consecuencias (habrá que evitarlo a toda cosa)… este no es más que un sencillo manifiesto para no tomarnos tan en serio como aquel artista que ensayó mil veces su partitura y a pesar de todo, cuando un acorde le traiciona en su disonancia, sonríe y al final le acompaña un sonoro aplauso del público por lo magistral de su ejecución. Así es: hemos de ser indulgentes con nosotros mismos y evitar ser nuestros propios verdugos para aprender de nuestros errores. Es mejor buscar la excelencia (estado casi perfecto) que la perfección.


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