MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 10    No. 109 OCTUBRE DEL AÑO 2007    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co

Reflexión del mes

A veces creo que hay vida en otros planetas, y a veces creo que no. En cualquiera de los dos casos, la conclusión es asombrosa.
La ausencia de prueba no es prueba de ausencia.

Carl Sagan (1934 -1996).
Popular astrónomo y divulgador científico de Estados Unidos, pionero en campos como la exobiología y promotor del proyecto SETI (literalmente, Búsqueda de inteligencia extraterrestre). Conocido por el gran público por la serie para la televisión “Cosmos: Un viaje personal”, presentada por él mismo y escrita junto con su tercera y última esposa, la científica Ann Druyan. Fue titular de la cátedra de astronomía y ciencias del espacio de la Universidad de Cornell en Estados Unidos.

"Si buscas resultados
distintos, no hagas
siempre lo mismo”.

Albert Einstein

Cuáles son los elementos que soportan la creación y desarrollo de un Sistema de la Protección Social y cuáles validan un Ministerio del ramo como cabeza de sector, son aspectos poco profundizados por la opinión pública y la academia.
De la enfermedad al bienestar: La protección social
La relativa “autosuficiencia” de las familias de economía agropecuaria y artesanal, fue rota por la industrialización y la urbanización, las cuales traen nuevos “riesgos” y dependencia del salario, con las consecuencias previsibles sobre la gestión autónoma. Los Fondos parroquiales aparecen como primeras estrategias informales de mitigación, los cuales buscaban, la seguridad de consumo no sólo en servicios para la enfermedad, sino en alimentos. Siguen luego, estrategias más “estructuradas” como las provenientes de organizaciones de la sociedad civil e inician su operación los Talleres de Artes y Oficios, los hospitales, la vivienda “filantrópica”, los programas para niños en situaciones especiales de vulneración de derechos, entre otros. Esta Asistencia privada cede su predominio a la Asistencia pública, la cual se consolida en organizaciones fiscales que proveen bienes o servicios con un abordaje de la pobreza desde sus consecuencias.
La industria, por la oferta limitada en cantidad y calidad, es llevada a constituir programas de protección social (PS) dirigida a población “laboral”, para mantener, mejorar, reproducir e incrementar su mano de obra: se presenta lo que Alejandro Gaviria considera el predominio de “los subsidios a la clase media urbana en expansión” (1950 a 1980), la cual es sucedida en los años 80 por el desmonte de los subsidios, buscando que la Política Social de los países latinoamericanos se subordine a la realidad fiscal.
En los 90, el mismo autor ubica la aparición de las Redes de seguridad social focalizadas, y en los años 2000, se da el énfasis en la creación de oportunidades para los más pobres. Es en este contexto y marco estratégico en los cuales se crean el Sistema de Protección Social -SPS- y el Ministerio de la Protección Social -MPS- (2002).
Estos momentos de la política social latinoamericana constituyen la manifestación de un proceso de avance en solidaridad y equidad: de la focalización de los recursos de la sociedad solo en la clase trabajadora, se va hacia la Protección Social -PS- exenta de límites impuestos por la contratación laboral tradicional, y se incrementan las vías e intensidad de la solidaridad entre personas, grupos socio-económicos, géneros, grupos etáreos y regiones, y se presenta extensión de coberturas y extensión en profundidad en la PS, aportando nuevas “prestaciones” (nuevos riesgos considerados), todo esto cada vez más lejano de la sola connotación de asistencia pública o privada.
Del concepto a la acción: De Alma-Ata y Ottawa a Djakarta y Bangkok
Paralelamente y de manera especial a partir de Alma-Ata (1978), con su Meta SPS-2000, la estrategia de Atención Primaria en Salud -APS- y su concepto positivo y propositivo de la “salud”, el sector internacionalmente ha venido en proyección definitiva hacia el concepto de salud de la Organización Mundial de la Salud -OMS-. En este sentido, las Asambleas Internacionales a partir de la cumplida en Ottawa (1986), fueron dedicadas al tema “Promoción de la salud” y aumentaron en forma intensa el ámbito de los condicionantes de la salud, y así, de los sectores comprometidos en su mantenimiento y mejoramiento, hasta llegar a plantearse en Djakarta (1997) que “la pobreza es la mayor amenaza para la salud”.
En Colombia, el Sistema Nacional de Salud -sosteniendo su carácter asistencial y de medidas de prevención muy dependientes del concepto "enfermedad"- fue progresivamente incluido en la “Seguridad social” (Sistema General de Seguridad Social en Salud del Sistema de Seguridad Social Integral, Ley 100/93) y más actualmente en la “Protección social” (Sistema de Protección Social -SPS-, Ley 789/02). Esta inclusión en la Protección Social fortalece y pone al sector salud en su mejor momento de acercar a la realidad planteamientos suyos como el “completo bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de enfermedad” (Concepto oficial de “salud” de la OMS, 1946).
De igual manera y proviniendo de otros sectores, la Seguridad Alimentaria y Nutricional más allá que la simple complementación o suplementación alimentarias se presenta más alcanzable, como también el concepto de Protección Integral del Sistema Nacional de Bienestar Familiar, el cual, en forma resumida, podría expresarse como la garantía de “todos los derechos a todos los niños”. Los anteriores son conceptos que sólo en el entorno de un Sistema y un “mecanismo” de Protección social, pueden ser progresivamente una realidad. Mecanismos previos mostraron su incapacidad de logarlos.
La “Teoría de la implementación” (J.C. Cortázar y otros autores), y con ella el diseño de mecanismos, asume a las instituciones como unos de ellos, útiles en los procesos de implementación de políticas y programas sociales. Por lo anterior, organizaciones como los Ministerios han sido útiles en los procesos de implementación y de especialización de sectores como la salud y el trabajo.
Implementar y desarrollar el Sistema de Protección Social es no sólo una competencia del Ministerio nuevo (decreto 205/03), sino que implica, según esta norma, “la identificación e implementación, (…), de estrategias de reducción, mitigación y superación (frente a riesgos) que puedan provenir de fuentes naturales y ambientales, sociales, económicas y relacionadas con el mercado de trabajo, ciclo vital y la salud, en el marco de las competencias asignadas al Ministerio”. Para ello incorpora en el SPS, “…el Sistema Nacional de Bienestar Familiar, el Sistema de Seguridad Social Integral y los específicamente asignados al Ministerio”, y entre estos últimos, los Sistemas de formación para el trabajo y el Sistema del subsidio familiar.
Estos procesos, se dan “promoviendo la articulación de las acciones” de los corresponsables de la ejecución y resultados del SPS, lo cual trasciende y supera los procesos y “competencias” de los antiguos ministerios y los sistemas que conformaron el MPS y el SPS, pues esto requiere definir “políticas para coordinar a los organismos del Estado (…) con las entidades privadas o entes especializados, para evitar duplicidades y optimizar la oferta y demanda de servicios”. Esto debe hacerlo el MPS, “además de las funciones que las disposiciones legales vigentes hayan asignado a los Ministerios de Trabajo y Seguridad Social y de Salud”. Estas últimas, entre ellas las de salud, no sólo permanecen diferenciadas, sino con igual especialización y con ubicación en instancias que les permiten dar cumplimiento a lo establecido por la Declaración de Djakarta, en el sentido de que “existe una obvia necesidad de cruzar los límites tradicionales dentro del sector público”, y que “en la práctica, esto exige la creación de nuevas alianzas estratégicas para la salud en pie de igualdad entre los diferentes sectores de todos los niveles de gobierno de las sociedades”, alianzas que están en la base de la PS.
De igual manera se abren otras posibilidades para el sector salud: la creación de condiciones más favorables para la visión positiva de la salud (OMS), perspectiva que ya tiene el Plan Nacional de Salud Pública 2007-2010, y con esto el llevar el Sistema General de Seguridad Social en Salud en dirección a la Promoción de la salud y, específicamente, al impulso de las Cartas y Declaraciones y la participación en el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Solo así es posible la aplicación del concepto de “aseguramiento” (Ley 1122/07), basado en la completa administración del riesgo y no sólo en la afiliación y las medidas de superación de siniestros.
Colofón
Evaluar la pertinencia de un Ministerio de la Protección Social sin atender sus razones conceptuales, históricas y de funciones específicas como sector, como sistema administrativo y como ministerio, llevaría a tomar decisiones sobre la base del análisis de otros sectores. La Protección social no se agota en la protección laboral y menos en la protección pensional, y los ingresos no provienen de manera única del “empleo” sino del trabajo en general, y todo trabajo puede ser sujeto de protección debida. Es, por lo menos, una limitación conceptual y práctica pensar que el Sistema General de la Seguridad Social en Salud y el Sistema General de Seguridad Social en Riesgos Profesionales no hacen parte de la Protección social y que pueden ser manejados con una visión desde la “salud pública”, y que la “protección integral” de los niños y los adolescentes puede darse en ese marco de “salud pública” y no de la Protección social.
 
  Bioética
El investigador desorientado
Carlos A. Gómez Fajardo, MD - elpulso@elhospital.org.co

El desconocimiento de las grandes declaraciones y compromisos internacionales sobre temas fundamentales en el campo de la bioética es amplio entre los diversos sectores de la sociedad.
Esto es obvio entre las capas sociales más extensas, cuya opinión suele repetir simplemente lo que indiquen la farándula del momento y la publicidad “light”, pero parece existir menos justificación racional para que el fenómeno afecte, de modo serio, a los ámbitos universitarios, de los que se esperaría estuvieran en constante contacto con el conocimiento cierto y con los grandes principios que rigen la búsqueda del saber.
Existen interesantes artículos sobre una realidad que a la vez habla de los defectos académicos en los procesos de formación de los profesionales, concentrados excesivamente en los aspectos técnicos de sus parcelas de conocimiento relacionadas con la práctica cada vez más restringida y especializada de las profesiones de la salud, como si se hubiesen dejado de lado las inquietudes y los fundamentos racionales y humanísticos que deben subyacer a toda formación médica. Los resultados de un estudio de origen mejicano merecen ser tenidos en consideración, especialmente por los educadores médicos: RevInvestClin 2004; 56(4):522-527: www.imbiomed.com.mx.
Hallazgos de la citada referencia: muchos ignoran en qué consistió el Código de Nuremberg sobre la experimentación médica; muchos ignoran los contenidos generales de las declaraciones de Helsinki sobre experimentación biomédica en seres humanos, y de Lisboa, sobre los derechos de los pacientes. Esto tiene sabor paradójico: no son infrecuentes los casos de clínicos, quienes además de desconocer durante años lo anterior, apenas vienen a enterarse de la existencia de textos como la Ley 23 (en Colombia el Código de ética médica), cuando se ven envueltos en procesos ante los diversos tribunales por casos de responsabilidad ética, civil, penal o administrativa. Aún así, de modo lamentable, el interés parece enfocarse a lo que concierne al ámbito económico-jurídico del caso individual, omitiendo aún el alcance bioético racional del tema.
Es un problema global; hay documentados informes que comprueban la pobre base de información de que suelen disponer las personas en diversos niveles educativos. La ignorancia sobre los Códigos y Declaraciones internacionales afecta a estudiantes en fase de internado (pregrado), como también a investigadores de años de experiencia y gran recorrido académico, incluidos profesores de sus respectivas disciplinas.
Los conocimientos fragmentarios sobre temas de bioética quizás hablen de una alerta para preocupación de la sociedad y de sus universidades, sobre el cumplimiento del papel de formar profesionales al servicio de los conciudadanos. Quizás se corre el peligro de obtener apenas tecnólogos en determinados campos, o empresarios que buscan obtener rápidas y voluminosas ganancias monetarias mediante el ejercicio de sus habilidades y saberes, desconectados del ethos y del sentido de la responsabilidad social propio de los mismos artes, oficios y profesiones.
Pareciera que si la vocación se hubiese reducido a un proceso de adiestramiento para cumplir con imperativos como la facturación y el acomodamiento sumiso a un sistema normativo y jurídico, obsesivamente enfocado en el mal entendido de la salud como una actividad comercial de prestación y compra-venta de servicios y de tecnología.
Se suscitan preguntas hondas sobre la idoneidad profesional. El acto médico -cada acto clínico individual en realidad comporta una actitud de investigación y de compromiso por la veracidad y la coherencia de los hallazgos- y el acto clínico investigativo, imponen además, el evidente compromiso con el respeto que debería existir en el investigador en ámbitos de estudios que involucran a poblaciones. El conocimiento y el respeto por las Declaraciones de alcance universal necesariamente denota una relación de actitud personal entre quienes han adquirido -y continúan incesantemente en el proceso- la “teckne iatrike”, el saber hacer y saber el por qué de ese quehacer. El paciente, el otro ser humano, es aquel el sujeto y objetivo de la medicina, es aquel cuya biografía lo ubica en condición de fragilidad y de máximo requerimiento de respeto a su integridad y su dignidad por parte de quien lo asiste; a él se refieren Nuremberg, Helsinki y Lisboa.
Nota: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética -Cecolbe-

 











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