MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 10    No. 118 JULIO DEL AÑO 2008    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co


Seguridad social y previsión social en Colombia
Requiescat In Pace
para un oligopolio público

Iván Darío Arroyave Zuluaga - Docente y consultor - elpulso@elhospital.org.co

Desaparición del ISS:
¿Hacia un oligopolio privado del aseguramiento en salud?
Hasta ahora, los más feroces opositores a la desaparición del Instituto de Seguros Sociales -ISS- en su labor de aseguramiento en salud y prestación de servicios, han sido quienes vieron esfumarse sus prerrogativas laborales. Este artículo va más allá, y plantea que la situación del ISS presenta desafíos azarosos para la competencia regulada de las Entidades Promotoras de Salud (EPS) del régimen contributivo y por tanto para la modulación y articulación del Sistema de Seguridad Social en Salud (SGSSS) en general.
Más allá de la conveniencia o no de la desaparición del ISS como asegurador y prestador del SGSSS, casi inobjetable si se analizan las evaluaciones de desempeño y los informes de las mismas entidades de control del Estado, habría que analizar con lupa si todos los factores que incidieron en esta problemática se debieron a problemas internos del ISS (ineficiencia administrativa y corrupción, probadas hasta el cansancio, todo hay que decirlo). Hay que tener en cuenta que el mismo gobierno que decidió darle la partida de defunción al ISS de la forma más indirecta posible, fue el que tuvo bajo su control al organismo y a su red prestadora escindida durante este último lustro.
Mírense si no, sólo tres aspectos de los que dieron al traste con el ISS: La selección de riesgos a favor de los aseguradores privados, la falta de base tecnológica para operar y la capacidad administrativa de sus funcionarios que le aplicaron los santos óleos a la entidad.
Selección de riesgos en contra del ISS
Respecto de la selección de riesgos, este es un fallo de mercado del aseguramiento en que las compañías aseguradoras en salud, para protegerse de clientes que les acarreen potenciales pérdidas, como ancianos o enfermos graves ya diagnosticados, pueden incurrir en elevados gastos de administración y en la creación de barreras a la inscripción. Estos mecanismos generan una situación de descreme de mercado (otro fallo de mercado del aseguramiento) en que las empresas de seguros intentan capturar a los consumidores de bajo riesgo y evitar a los más riesgosos. Valga anotar que en el argot de la salud en Colombia, se tiende a confundir el fallo del asegurador/prestador (selección de riesgos) con el del usuario (selección adversa, en que sólo contratan el seguro los clientes más riesgosos, autoexcluyéndose quienes tienen riesgos menores), todo por un error imperdonable de redacción del artículo 172 en la Ley 100/93.
El caso es que en Colombia se presentan sutiles formas de selección de riesgo. Por un lado lo ideológico: ¿Quién no recuerda hace 10 años la proverbial expresión de que “para las cosas pequeñas las EPS privadas son lo mejor, pero para las grandes lo mejor es el ISS?”. Como quien dice: Dejen los enfermos graves en el ISS, que de los pacientes fuertes y sanos se ocupan las EPS privadas; y así fue, por supuesto. El otro aspecto es el comercial; las EPS privadas que entraron a jugar en el SGSSS sin deudas, sin sindicatos, sin pensionados, sin historia que les hiciera de lastre, emprendieron en sus inicios una fuerte labor comercial. Sus principales objetivos debieron ser los pacientes de bajo riesgo (descreme de mercado), no los ancianos de los asilos pobres, ni los trabajadores de las zonas rurales y peligrosas (aunque todo esto sea algo arbitrario de afirmar sin evidencia).
Pero a todo esto se sumó otro aspecto interno del ISS. Las EPS privadas aprendieron con el tiempo que la contención de costos por siniestralidad no está tanto en reducir la morbilidad, sino que deben hacer control sobre las frecuencias de uso del servicio, que son las que comprometen sus ganancias pecuniarias. Aún así, para atenuar los efectos de la morbilidad, la Prevención de la Enfermedad mostró ser una herramienta eficiente, pero no tanto la Prevención Primaria y Secundaria (que ingenuamente les siguen delegando), como la Prevención Terciaria (control de secuelas y limitación del daño), en el nivel de complejidad intermedio (segundo nivel).
Un paciente enfermo, un hipertenso, un diabético, por ejemplo, no se menoscaba hasta llegar a ser paciente de alto costo (el mayor enemigo del aseguramiento en salud), si se le da manejo oportuno y de calidad: Consulta médica especializada, hospitalización, medicamentos adecuados. Hay que ver con la facilidad que muchas EPS despachan por Comité Técnico Científico anti-hipertensivos novedosos con propiedades de protector renal, incluso bajo su marca comercial: No reparan en costos ni en eso, ni en estancias hospitalarias, ni en atención especializada. Entretanto el ISS, que se venía gastando el 30% de su ingreso operativo (las Unidades de Pago por Capitación -UPC- de sus afiliados) en su carga pensional, siguió atrasando las consultas, manejando genéricos del más bajo costo (más vale llamarlos “copias”) comprados en las célebres “bajastas” (que no subastas), atendiendo sus pacientes de hospitalización en condiciones inadecuadas… Claro, ahí están representados muchos de los costosísimos tratamientos para daño renal que ponen a tambalear financieramente al sistema de salud.
En fin, eso es como tener una aseguradora de carros con casi todos los carros chocados del mercado: el sueño para la competencia. Por eso los gobiernos han venido tomando medidas para redistribuir los pacientes de alto costo (Ley 100/93 en su articulo 172, Acuerdo 217 de 2001, Acuerdos 217 y 227 de 2002, Acuerdo 245 de 2003, resolución 3186 de 2003 que ordena trasladar 2.368 pacientes del ISS a otras EPS-C y los Acuerdos 242 y 252 de 2003 que ordenan redistribuir más de $60.000 millones, casi todo al ISS).
Base tecnológica del ISS
El ISS, al iniciar el funcionamiento del SGSSS, desacató en un principio su obligación de compensar a la subcuenta del Fondo de Solidaridad y Garantía -Fosyga- y siguió operando con los recursos recaudados. El problema fue resuelto compulsando a la EPS pública a seguir el proceso establecido, pero el ISS nunca estuvo tecnológicamente a la par con las EPS privadas, ni cercanamente siquiera. El problema es que, como a cada EPS se le reconocen las UPC de acuerdo con lo reportado en su base de datos, si ésta está incompleta, la EPS-C deja de percibir ingresos operativos para la atención de los riesgos en salud. Sin embargo, para 2004, el ISS había logrado cobrar a Fosyga, en un esfuerzo titánico, 380.000 afiliados que nunca habían aparecido en sus bases de datos. Con calculadora se puede contabilizar el daño financiero que había sufrido el ISS a lo largo del tiempo. Pero, ¿por qué los últimos gobiernos nunca autorizaron una inversión masiva en tecnología en vez de seguir tirándole salvavidas al ISS? La respuesta parece inescrutable, a menos que la motivación haya estado en el difícil asunto de mantener el equilibrio financiero de la subcuenta de compensación de Fosyga conteniendo la compensación del ISS. Unas por otras, las paradójicas disyuntivas de la política.
 
¿El ISS se murió o lo mataron?
Ninguna: lo dejaron morir
Ahora bien, respecto de las 3 causales analizadas de la crisis, cabe decir que a la Nueva EPS no le heredan ninguna.
Respecto del nombramiento de funcionarios, porque la Nueva EPS será una entidad mixta con predominio particular, se regirá para asuntos laborales por el derecho privado, o sea con más flexibilidad en la contratación y supuestamente menos ineficiencia y corrupción. Esto según postulados neoliberales que el autor no comparte: La corrupción para funcionar, lo demostró Transparencia Internacional, requiere complicidad tanto del sector público como privado. El problema de Colombia no es de corrupción pública: está más bien en nuestra permisiva estructura moral, tan evidente en aspectos como la relajada respuesta colectiva a varias generaciones de narcotraficantes que asolaron al país, y que siguen siendo, aún hoy, objeto de admiración y respeto en muchos segmentos sociales.
Ante la selección de riesgos y el consecuente problema de concentración de pacientes de alto costo, el gobierno promete ponerle coto de forma definitiva según propone el artículo 19 de la Ley 1122/07 y reglado por el decreto 2699/07 (reglamentado a su vez por las resoluciones 2565 y 3215 de 2007), que estipula la creación de una Cuenta de Alto Costo, que manejará alrededor de $1 billón al año. Será administrada por las EPS para, según el Ministerio de la Protección Social, reducir el efecto de selección de riesgo para patologías de alto costo, hacer control social publicando información sobre frecuencias y costos de patologías, y que se cumplan los programas de promoción de la salud y prevención de la enfermedad a cargo de aseguradoras, mediante incentivos económicos y de prestigio.
Y frente a la capacidad de operación, se revelaron cuantiosas sumas que la Junta Directiva del ISS (marcadamente gubernamental), aprobó para actualización tecnológica. Medida sana, sin duda, pero que es inexplicable que no se haya tomado antes.
Otros temas de análisis se habrán pasado por alto en este artículo, pero en eso pueden concurrir muchos expertos e interesados. En fin, lo cierto de todo esto es que la Nueva EPS será la heredera del ISS, pero no de sus problemas. Se podría seguir especulando que todas estas medidas son parte del proceso de negociación con las cajas de compensación interesadas en el negocio, pero eso no las hace culpables de nada. Aún para una entidad sin ánimo de lucro, es natural no tener ánimo de pérdidas.
 
El oligopolio privado:
¿lo que se nos viene?
Sin pecar de alarmista, cabe preguntarse si la desaparición de los aseguradores públicos en el régimen contributivo del SGSSS, creándose un oligopolio privado, puede degenerar en poco tiempo en un fallo de mercado muy peligroso, como es el de la colusión.
La colusión
El Diccionario de la Real Academia define oligopolio como la “concentración de la oferta de un sector industrial o comercial en un reducido número de empresas”. En otros diccionarios se explica que un caso posible dentro de los oligopolios es la colusión, fenómeno también denominado “cartel” por los economistas, “cuando las empresas en el oligopolio se ponen de acuerdo para actuar coordinadamente a la hora de ofertar sus bienes y de poner sus precios, con lo que logran mayor beneficio total para cada una de ellas que cuando actúan por separado, lo que en ocasiones lleva a una situación parecida, desde el punto de vista de los consumidores, a la del monopolio”.
Para que la colusión se dé es necesario que haya barreras a la entrada de nuevos competidores. En Colombia no se registra una EPS-C nueva hace varios años, debido a las restricciones que, sensatamente se han puesto para la creación, sin suficiente soporte operacional, de estas entidades. Estas barreras son más vigorosas ahora, con la fijación de mayores condiciones de solvencia consignadas en los decretos 574 y 1698 de 2007.
Otro aspecto que contribuye a la colusión es que haya pocos competidores o que haya una posición de predominio de varios de ellos, por ej., por su participación en el mercado. En Colombia un solo holding, Saludcoop, tiene la cuarta parte de los afiliados al régimen contributivo, y entre 4 EPS-C concentran dos terceras partes del total (Saludcoop, ISS, Coomeva y Salud Total). Por otra parte, hay 25 EPS del régimen contributivo, lo que en oposición, ayuda a equilibrar las condiciones de libre competencia.
Amenaza real
La colusión es una amenaza real para los mercados de salud. El 11 de noviembre de 2005, el periódico La Nación de Chile reportaba: “Un lapidario informe en contra del actuar de [5 ISAPRES comprometidas] al momento de reducir la cobertura de planes de salud a partir de 2002 realizó la Superintendencia de Salud. El documento reafirma los argumentos presentados con anterioridad [por] el Fiscal Nacional Económico. Entre las conclusiones se advierte que los ingresos generados entre 2003 y 2004 por instituciones acusadas de colusión provienen en su mayoría de planes [de hospitalización y atención ambulatoria]. Esto echa por tierra los argumentos de las ISAPRES, que aseguran que la rentabilidad alcanzada en ese período se obtuvo a raíz del control de licencias médicas y la disminución de gastos de administración y finanzas”. Ante esta problemática, el Superintendente chileno de entonces dijo “esperar que las instituciones privadas mejoren los beneficios a sus afiliados ante la fuerte competencia que les está significando el buen desempeño que muestra el sistema de salud público” (Radio Cooperativa, octubre 27 de 2005, subrayado fuera del original).
En Colombia no es fácil llegar a esos extremos. El modelo de salud nuestro es muy distinto del chileno (a pesar de lo que algunos afirmaban al implementarse) que es fundamentalmente un modelo privado. El SGSSS es un modelo mixto regulado, con unos mecanismos de articulación y una modulación mucho más fuertes que los del país del Sur, expresados sobre todo en el Plan Obligatorio de Salud -POS-, en el ajuste de riesgo establecido por la UPC-C y en la prima diferencial por ingreso, no por riesgo. Pero aún así, de presentarse una crisis en el futuro con aseguradores de racionalidad puramente privada y gerencial, no se tendría un mecanismo de respuesta pública, que fue la esperanza del Superintendente chileno como se resalta en el subrayado nuestro. Ese puede ser un importante peligro de la ausencia de un asegurador público en el régimen contributivo, como sí lo tiene el régimen subsidiado, tras haberse fortalecido tanto a Caprecom EPS-S en los últimos años.
 
 
 







 



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