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Reflexión
del mes
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La
fe no significa
que no tengas dudas
Barack Hussein Obama (1961). Primer afro-americano en
ser elegido presidente de los Estados Unidos.

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Es imposible cerrar este año sin un análisis
del significado para el mundo de la elección de Barack
Hussein Obama como presidente de los Estados Unidos. Su padre
africano perteneció a la etnia Luo y nació en
la provincia Nyanza de Kenia. Su madre de Wichita, Kansas,
era proveniente de una familia tradicional americana. Ambos
se conocieron en la Universidad de Hawai en Manoa, y en 1961
nació quien hoy es el presidente electo de Estados
Unidos. Sus padres se separaron cuando el tenía dos
años. El padre de Obama fue aceptado en la Universidad
de Harvard donde concluyó sus estudios doctorales y
luego regresó a su natal Kenia. Allí murió
en un accidente de tránsito poco antes de un planeado
reencuentro con su hijo en 1982. En 1967, Obama junto a su
madre y padrastro de origen indonesio, comenzó a descubrir
el significado de la diversidad cultural. Años después,
este aprendizaje lo llevaría a valorar y respetar las
complejidades de género, raza y nivel socioeconómico
en su carrera política.
A la edad de 10 años, la madre de Obama decidió
enviarlo a vivir a Hawai con sus abuelos maternos; en la escuela,
Obama comenzó a reconocer su origen afro-americano
como parte de su identidad multi-racial y las implicaciones
de esta herencia. Su carácter y su formación
continuaron desarrollándose en el Occidental College
de Los Angeles y en la Universidad de Columbia en Nueva York,
donde se graduó en Ciencias políticas en 1983.
Trabajó unos años en una compañía
de negocios internacionales y con la comunidad de bajos recursos
en la ciudad de Chicago; esta experiencia lo llevó
a iniciar sus estudios de derecho en la Universidad de Harvard
en 1988, y en 1990 fue elegido primer editor afro-americano
de Harvard Law Review, organización estudiantil cuyo
objetivo principal es la publicación de una revista
especializada en temas legales. Se graduó con honores
en 1991, iniciando pronto su carrera política con el
partido demócrata.
Entre 1997-2004 fue elegido legislador del Estado de Illinois.
Allí puso en práctica sus ideales: promovió
los derechos civiles del ciudadano, impulsó la creación
de programas de educación para la población
mas necesitada, defendió el respeto por los derechos
humanos de personas condenadas a muerte, y propuso subsidios
para la clase obrera, entre otras iniciativas. En las elecciones
de 2004, Obama fue elegido senador por el Estado de Illinois
en la Cámara alta de los Estados Unidos, tomando posesión
en 2005. Se convirtió entonces en el quinto senador
afro-americano en la historia de los Estados Unidos y el tercero
en ser elegido popularmente.
Después de los ataques del 9/11, Obama fue uno de los
más claros oponentes al gobierno de Bush y a sus políticas
beligerantes en Irak. Tuvo la suficiente visión para
darse cuenta de que esta guerra propagaría el odio
extremista hacia Estados Unidos por parte del mundo árabe,
específicamente de Al-Qaeda. Además, defendió
los intereses de los damnificados por el Huracán Katrina,
cuestionó la violación de derechos humanos en
Guantánamo e Irak, y promovió la protección
de la biodiversidad y la exploración de otras fuentes
de energía. En 2008 fue elegido para representar al
partido demócrata en las elecciones presidenciales;
como candidato, continuó su compromiso con la clase
media y de bajos recursos, sin olvidar su tarea con la comunidad
internacional. Dentro de sus prioridades mantuvo la búsqueda
de un equilibrio fiscal a nivel de la nación, la resolución
de conflictos, y la promoción y acceso a la salud por
parte del ciudadano común.
Hoy este ciudadano perseverante y convencido de sus ideales
es el presidente electo de Estados Unidos, aunque muchos incrédulos
del mundo aseguraron que su color sería un gran obstáculo
para regir los destinos de este país. Estos escépticos
no tuvieron en cuenta las capacidades, la inteligencia y el
conocimiento de un estadounidense que logró encontrar
su misión de vida gracias a su herencia diversa, las
vivencias internacionales que caracterizaron su niñez
y adolescencia, y su convicción de trabajo con la comunidad.
En Colombia, el considerar a Obama implicaba un NO al TLC
y un rechazo a la política uribista. Esta postura se
debió en gran parte a los medios y a la falta de un
criterio global, en compartir los planes y la verdadera agenda
política del gobierno que lideraría Obama, políticas
que a largo y mediano plazo tendrán un efecto positivo
en toda nuestra región y en el mundo. Como bien se
pudo observar en la contienda electoral, Obama no permitirá
la inmediatez política y la acción unilateral
durante su gobierno, a menos que sea necesario, ni se dejará
llevar por el poder imperialista de la nación que gobernará.
Es un ciudadano del mundo y así lo ha confirmado desde
el inicio de su carrera política.
El perfil de este hombre hace posible que las minorías
de todos los países del mundo crean que se puede llegar
donde se quiere, independientemente de que un grupo o persona
se definan como inamovibles. La capacidad oratoria de Obama
se basa en sus vivencias dentro y fuera de su país,
como en dificultades personales, familiares y laborales que
le enseñaron a pensar antes de actuar; todos estos
elementos son piezas esenciales de su plataforma política.
El fundamento de sus ideas está íntimamente
ligado a su experiencia racial, cultural y familiar. Su tono
pausado al expresar sus ideas, sin insultar o ridiculizar
al oponente, hacen que el ciudadano común se dé
cuenta que es posible liderar con inteligencia y respeto hacia
los demás. El Tío Sam quizá será
ahora caricaturizado sin sombrero de copa, sin color y barbas
de anglosajón. Se espera que extienda su mano, vaya
con los colores del mundo entero y esté rasurado a
la perfección.
Estados Unidos es un país diverso y la dimensión
del fenómeno Obama se confirma con el voto popular:
El 66% de hispanos, 43% de blancos y 95% de afro-americanos
lo eligieron por encima de cualquier predicción. En
muchos medios norteamericanos se le tilda de socialista, como
si esto fuera un pecado capital, sin tener en cuenta que precisamente
su visión social le permitió retomar las raíces
fundamentales y cimientos de este país que se enorgullece
de su democracia.
Una gran pesadilla está llegando a su fin. Esperamos
empezar pronto a recuperar el tiempo perdido, los derechos
humanos, la estabilidad de la economía y el NO a una
guerra decidida por pocos; estos serán los puntos de
partida para que el gobierno de Barack Hussein Obama, ponga
orden en la Casa Blanca. El egocentrismo que justificó
la defensa de una democracia a través de una guerra
en Irak, pasando por encima de las Naciones Unidas y de los
más básicos principios de respeto por el ser
humano, no podrán ser olvidados, pues marcaron un oscuro
inicio al siglo XXI.
La reconstrucción tomará tiempo, y la recuperación
de la credibilidad depende de que Barack Hussein Obama demuestre
que sus ideales se puedan transformar en realidad. La población
del mundo espera que la inteligencia prime sobre la irracionalidad
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Bioética
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Niños
desprotegidos
por algunos filósofos
Carlos
A. Gómez Fajardo, MD - elpulso@elhospital.org.co |
Es bueno que a cambio de los rutinarios análisis economicistas
o pseudos-jurídicos acerca de lo que es la situación
de salud de la Nación, se escuchen voces de preocupación
por los menos favorecidos en un sistema que ha querido ser
reducido a escenario mercantil y de puja de poderes. Los enfermos,
los desprotegidos y los niños constituyen poblaciones
a las que se debe dirigir la práctica efectiva de la
solidaridad, dentro del sentido humano de la profesión
médica que está relacionado con el acto de ayuda
a aquellos que lo necesitan. Ayuda en el sentido de la promoción
del bien y de la dignificación de cada ser humano
Los peligros amenazan a los niños no sólo desde
las conocidísimas circunstancias de la injusticia social,
el desmoronamiento de la estructura familiar, la desigualdad
en las oportunidades de acceso y calidad de la educación
primaria y a niveles básicos de asistencia sanitaria
y nutricional. Se considera que las tasas de mortalidad materna
o infantil son crudos indicadores de los niveles globales
de subdesarrollo de una Nación.
Hay otro peligro en contra de los niños: son algunos
filósofos. Aunque la sociedad no se percate fácilmente
de ello, por ahí están, en medio del maremágnum
post-moderno de algo amorfo y omnipresente, la opinión
pública. Uno de ellos es el utilitarista neo-marxista
Peter Singer. El conocido australiano, en medio de escenarios
de tono académico y grandes éxitos comerciales-editoriales,
sostiene tesis de alcances muy preocupantes, combinando en
ellas de modo hábil, verdades parciales y sofismas
manifiestos.
Afirma por ejemplo que es inaceptable, el estado actual de
injusticia en la distribución de los recursos. Esta
poderosa verdad quizás sea contrastada por pocos; pero
cuando el mismo autor se expresa sobre determinados enfermos
de este modo: sustancia humana sin raciocinio,
entonces ya las cosas parecen complicarse. Según Singer,
la eutanasia y el infanticidio tienen sentido, pues en la
especie humana hay algunos individuos que son persona y otros
que no lo son. Y eso porque a él mismo le parece,
que así son las cosas.
Incurre en una arbitrariedad muy similar a la de Chervenak
y McCullough, entusiastas promotores del aborto eugenésico,
quienes sostienen que hay fetos que son pacientes y
otros que no lo son. Por eso para esos autores, tiene
licitud ética el uso de la tecnología diagnóstica
prenatal de modo activo para descubrir, seleccionar y eliminar
oportunamente a aquellos que en su particular modo de entender
el uso de la tecnociencia, no merecen vivir. Bajo tal sustrato
argumental se encuentra la ideología utilitarista de
Bentham con su proclama de la cuantificación de la
calidad de vida, de algunos de quienes se estima
valen menos que otros miembros de la misma especie
humana. Jeremy Bentham (1748-1832) quiso reducir el tema de
la ética a estos imperativos: máximo placer,
máxima utilidad, mínimo dolor. Todo vale mientras
haya un buen equilibrio en los resultados subjetivos: la moral
del cálculo de utilidad.
Esta parece apenas una disquisición de carácter
académico, pero en realidad se trata de tomar nota
sobre las escalofriantes contradicciones en que incurre uno
de los bioeticistas más influyentes del momento, quien
se autoproclama defensor de unos derechos de los
animales y otras entidades vivas -es un activista vegetariano
que introduce recetas de esos coloridos manjares en medio
de sus textos académicos- pero que al mismo tiempo
es promotor de la muerte selectiva de seres humanos en condiciones
particulares de fragilidad. Y además, como es un buen
profesional del ámbito intelectual contemporáneo,
se considera con la suficiente autoridad para cambiar el ethos
de la medicina. De todos modos, sabemos que es algo ya intentado
por Binding y Hoche hace unos 90 años y establecido
después por el sistema sanitario nazi como norma obligatoria
en los años 30. Uno de los derivados macabros de esta
filosofía está re-editado ahora en Holanda,
con el Protocolo de Groninguen, que propone la
eutanasia neonatal aplicada por pediatras.
¿Habrá seres humanos más desprotegidos
que los que son enfocados por el utilitarismo bajo los razonamientos
éticos de Peter Singer y del binomio Chervenak-McCullough?
Con filósofos de esa envergadura van a quedar pocos
diferentes, pues se aplicará la muerte deliberada de
los niños más enfermos y desprotegidos como
un hipotético y muy cuestionable criterio de igualdad
y justicia.
Nota: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano
de Bioética -Cecolbe-
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