Mensaje del
Director |
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Hospital Universitario
de San Vicente Fundación:
un sueño humanista
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Desde
su fundación en 1913, el Hospital San Vicente de Paúl
adquirió por legado ser lo suficientemente grande para
albergar a todo el que lo necesitara. El sustento de este
propósito no es otro que el profundo humanismo de un
grupo de líderes visionarios que querían dar
al departamento un hospital que pudiera acoger a todo hijo
de Antioquia. |
Este
sueño que comenzó hace 100 años ha sido
una construcción continua que se ratifica en la actualidad:
ser el hospital más grande del departamento, tener
constantes logros y avances científicos y ser una institución
de puertas abiertas a la comunidad, son la realización
de este sueño humanista que compromete con la vida
a quienes lo hemos heredado.
En coherencia con ello, nuestra actual visión nos invita
a trabajar para ser reconocidos como Centro de Excelencia
en la prestación de servicios de salud de alta complejidad
y como modelo de Responsabilidad Social.
Asimismo, nuestra misión define la dirección
de nuestros esfuerzos en pro de quienes, necesitando nuestros
servicios, no pueden pagar por ellos, a la vez que reconoce
nuestro potencial para impactar positivamente a la sociedad
a través de la generación de conocimiento y
la formación del talento humano, teniendo presente
que realizar nuestra tarea con sentido humano, enfoque integral,
calidad y ética, requiere de personas idóneas
y comprometidas. |
Doctor Julio Ernesto Toro Restrepo,
director general del Hospital Universitario de San Vicente
Fundación
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Gracias al sueño
humanista de nuestros antecesores y al compromiso decidido
de todos los miembros de la institución, ha sido posible
la obtención de importantes logros y reconocimientos.
Entre los más recientes se encuentran la Acreditación
en Salud otorgada por el Icontec y el Ministerio de la Protección
Social, que avala el cumplimiento de altos estándares
de calidad para promover el mejoramiento continuo y la atención
centrada en los usuarios de los servicios de salud y su familia,
con base en los ejes de seguridad del paciente, humanización,
gestión de la tecnología y el enfoque de riesgo.
También, el puesto 24 dentro del ranking de los 40
mejores hospitales de América Latina realizado por
el equipo de América Economía Intelligence,
entre 190 instituciones de salud similares de la región;
en dicho estudio se tuvieron en cuenta 6 grandes indicadores
que conforman el índice de la calidad hospitalaria:
Seguridad y Dignidad del Paciente, Capital Humano, Capacidad,
Gestión del Conocimiento, Eficiencia y Prestigio. Dentro
del grupo de las 8 instituciones colombianas incluidas en
el ranking, el Hospital ocupó el primer lugar en prestigio
en la ciudad de Medellín y el segundo lugar en el país
después de la Fundación Santa Fe de Bogotá. |
Nuestra actual
visión nos invita
a trabajar para ser reconocidos como
Centro de Excelencia en la prestación de servicios
de salud de alta complejidad y comomodelo
de Responsabilidad Social.
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Dr. Julio Ernesto
Toro |
Estos reconocimientos
plasman en parte nuestros resultados en la dimensión
social, dentro de la cual consideramos imperativo prestar
servicios de salud de alta complejidad con altos estándares
de calidad, seguros y especialmente humanos, donde las intervenciones
se realizan en las distintas dimensiones del ser.
El respeto que profesamos por la vida, implica necesariamente
cuidar y proteger el medio ambiente en cada una de nuestras
acciones y evidenciar este compromiso desde nuestra filosofía
hasta nuestras prácticas cotidianas, e incluso, propiciando
que otros actores como proveedores, contratistas y pacientes
también hagan de éste un cometido común.
Pero cumplir nuestra misión, permanecer en el tiempo
y construir un hospital cada vez mejor y más humano,
no sería posible al margen de mantener unos niveles
económicos adecuados, entendiéndolos siempre
como medio y al ser humano como fin.
En consecuencia nuestro compromiso con la vida, precisa obtener
resultados económicos positivos y proteger el medio
ambiente, y adquiere sentido en los logros sociales que se
reflejan en beneficios para los públicos de interés.
Trabajar por la sostenibilidad, es de esta manera, hacer todo
lo que esté a nuestro alcance para continuar la Vida
dedicada a la vida. |
Julio Ernesto Toro Restrepo, MD
Director General
Hospital Universitario de San Vicente Fundación
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El Hospital es
un símbolo |
Es la generosidad cuando el mundo ya no cree en ella
Es la caridad aún cuando la gente mire de reojo
cuando se menciona
Es la valentía de persistir a estar en el presente,
cuando todo lo impide
Es tener y mantener principios cuando el mundo de hoy
cree que todo es negociable
Es la honradez cuando el mundo la reclama, pero no la
da
Es tener ilusiones aún cuando esto no lo entienda
el racionalismo
Es tener esperanza cuando ciencia y tecnología
sentencian lo contrario
Es tener solidaridad hasta para sentir y sufrir con
quienes nadie quiere, excepto para reclamar honores
Es voluntad y es vencer imposibles
En fin, es un acto de fe en el hombre
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Julio Ernesto Toro
Restrepo
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Bioética
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¡Qué
gratas remembranzas de eminentes profesores, de sinceros amigos
y compañeros guarda el en ese entonces llamado Hospital
Universitario San Vicente de Paúl, para quienes tuvimos
el privilegio de acudir a sus pabellones como estudiantes, como
internos y más tarde como jóvenes docentes! Pero,
simultáneamente y sin restarle importancia a lo anterior,
acuden a la memoria las claras y sólidas enseñanzas
teóricas y especialmente prácticas, sustentadas
con el ejemplo en su actuar y su vivir, sobre el êthos
de la medicina, la verdad de |
nuestra vocación fundada en el amor a quien padece,
en el sumo respeto por su vida y por su intrínseca
e irrenunciable dignidad por ser un miembro de la especie
humana, cualquiera sea su condición patológica,
social, racial, religiosa o política.
Allí aprendimos en forma teórica y vívida,
que el êthos de la medicina, el del médico y
el de toda institución que preste funciones de atención
al menesteroso en el campo de la salud -menesteroso es todo
ser humano porque todos necesitamos de otro ser humano que
nos preste ayuda en algún sentido- es: dignificar la
vida en general y, especialmente, la vida que puede alcanzar
la perfección (1), es decir la vida de la persona humana
que, con fundamentos antropológicos, afirmamos que
se inicia desde la concepción y se prolonga hasta la
muerte natural, sin acortamiento voluntario de esa existencia
y sin prolongación inútil de la agonía
-ortotanasia-.
Vale la pena recordar que cuando surge la medicina hipocrática,
técnica o científica, entre los siglos VI y
V antes de Cristo, el médico era un profesional
que se desplazaba de ciudad en ciudad, que rara vez fijaba
su domicilio o su consultorio en una población, y que
en ninguna de ellas existía un sitio que pudiera aparecer
como hospital.
En el año 290 d.C., con la inspiración de la
doctrina cristiana, se fundó el primer hospital, el
de San Lázaro, por San Basilio el Grande, en Cesarea
de Capadocia, institución fundada no por un grupo de
médicos sino de cristianos del común que deseaban
demostrar prácticamente su amor al prójimo,
probado por la enfermedad, considerado como hermano, como
hijo del Único Dios. Y ese sentimiento llámese
filantropía, caridad o simplemente amor, compenetraba
y compenetra el Hospital San Vicente de Paúl, el Hospital
de San Vicente Fundación, y de ello podemos dar testimonio
como médicos y como pacientes. Ese amor se expresa
con la naturalidad y la sencillez propia de la verdadera caridad,
aún en los detalles aparentemente insignificantes pero
de gran sentido humano: máxima salvaguardia de la intimidad,
la intimidad como valor metafísico (2), adecuadas relaciones
inter-personales, comprensión por los cambios de carácter
debidos a la enfermedad, el ser conocido por su nombre y no
por un número o diagnóstico, la delicadeza en
el trato interpersonal, la limpieza de la cama y la habitación
-no olvidemos que «la cama es el instrumento médico
más universal y más usado» (3)-, la intimidad
para realizar necesidades fisiológicas, la presentación
y preparación de alimentos, el adecuado silencio para
dormir y descansar, la información oportuna de procedimientos
diagnósticos y terapéuticos a que será
sometido -el consentimiento idóneo o informado-,
el respeto real por sus creencias y necesidades espirituales,
etc. La sola enumeración, aunque incompleta, nos revela
la importancia ética de cumplir con esas «cosas
pequeñas» (3).
Tampoco nuestro Hospital San Vicente de Paúl, hoy Hospital
de San Vicente Fundación, fue obra de médicos
sino de una familia, la de Don Alejandro Echavarría
Isaza, que quiso como cristiano colaborar en la mejor atención
de los enfermos del país -también fundó
el Hospital San Vicente de Paúl, en Barbosa-. Y podemos
afirmar con plena certeza, porque lo vivimos a diario en nuestra
experiencia como estudiantes y como médicos, que era
un centro de referencia de pacientes de toda la geografía
colombiana y aún de países vecinos. Y para todos
había diligente y oportuna atención sin distingos
de nacionalidad, raza, creencias religiosas o políticas,
condición social, situación patológica,
etc.
Más aún, en desarrollo de nuestra actividad
docente, en la fructífera unión Universidad
de Antioquia y Hospital San Vicente de Paúl, viajamos
a países de América Latina y Estados Unidos
a acrecentar nuestra formación médica -nunca
en mi concepto está terminada-, fuimos bien recibidos
y valorados nuestros conocimientos por ser alumnos y docentes
tanto del Hospital como de la Universidad. No me es posible
por el límite de espacio y porque otros pueden hacerlo
con mayor autoridad, enumerar cuántos verdaderos progresos
científicos surgieron en este centenario Hospital sin
perder por ello el profundo sentido humano, esencia de su
presencia como centro de atención en medicina.
Con verdadera satisfacción afirmamos que en el Hospital
San Vicente la misión fundamental del verdadero médico,
de la persona que asumió como meta de su vida la realización
del bien, se identifica con la misión esencial del
hospital como centro de curación médica, y allí
se cumple lo que Laín Entralgo enseña magistralmente:
«Curar con frecuencia; aliviar siempre; consolar acompañando,
en todo caso» (5), y enfatiza: «Como en la época
de Bérard y Gluber -más aún, como siempre-,
allá donde no puede llegar la técnica debe llegar
la misericordia» (5), no sólo como virtud cardinal
sino como esencia del quehacer médico y de todo sitio
donde se atienda al ser humano enfermo.
Notas:
1. Lipschutz, Alejandro. Tres
médicos contemporáneos. Pavlov, Freud, Schweitzer.
Buenos Aires, Lozada. 1958.
2. Laín Entralgo, Pedro. Teoría y realidad del
otro. Madrid. Alianza Editorial. 1982.
3. Herranz, Gonzalo. El hospital como organismo ético.
Persona y Bioética. Año 2, No. 2, febrero-mayo
de 1998. pp. 42 - 97.
4. López Aspitarte, Eduardo. Ética y vida. Desafíos
actuales. Segunda edición. España. Paulinas.
1990.
5. Laín Entralgo, Pedro. La relación médico-enfermo.
Historia y teoría. Madrid. Revista de Occidente, 1994.
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NOTA:
Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética
-Cecolbe-. |
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