MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 15    No. 176  MAYO DEL AÑO 2013    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co
Mensaje del Director
 

Hospital Universitario
de San Vicente Fundación:
un sueño humanista

Desde su fundación en 1913, el Hospital San Vicente de Paúl adquirió por legado ser lo suficientemente grande para albergar a todo el que lo necesitara. El sustento de este propósito no es otro que el profundo humanismo de un grupo de líderes visionarios que querían dar al departamento un hospital que pudiera acoger a todo hijo de Antioquia.
Este sueño que comenzó hace 100 años ha sido una construcción continua que se ratifica en la actualidad: ser el hospital más grande del departamento, tener constantes logros y avances científicos y ser una institución de puertas abiertas a la comunidad, son la realización de este sueño humanista que compromete con la vida a quienes lo hemos heredado.
En coherencia con ello, nuestra actual visión nos invita a trabajar para ser reconocidos como Centro de Excelencia en la prestación de servicios de salud de alta complejidad y como modelo de Responsabilidad Social.
Asimismo, nuestra misión define la dirección de nuestros esfuerzos en pro de quienes, necesitando nuestros servicios, no pueden pagar por ellos, a la vez que reconoce nuestro potencial para impactar positivamente a la sociedad a través de la generación de conocimiento y la formación del talento humano, teniendo presente que realizar nuestra tarea con sentido humano, enfoque integral, calidad y ética, requiere de personas idóneas y comprometidas.
Doctor Julio Ernesto Toro Restrepo, director general del Hospital Universitario de San Vicente Fundación
Gracias al sueño humanista de nuestros antecesores y al compromiso decidido de todos los miembros de la institución, ha sido posible la obtención de importantes logros y reconocimientos. Entre los más recientes se encuentran la Acreditación en Salud otorgada por el Icontec y el Ministerio de la Protección Social, que avala el cumplimiento de altos estándares de calidad para promover el mejoramiento continuo y la atención centrada en los usuarios de los servicios de salud y su familia, con base en los ejes de seguridad del paciente, humanización, gestión de la tecnología y el enfoque de riesgo. También, el puesto 24 dentro del ranking de los 40 mejores hospitales de América Latina realizado por el equipo de América Economía Intelligence, entre 190 instituciones de salud similares de la región; en dicho estudio se tuvieron en cuenta 6 grandes indicadores que conforman el índice de la calidad hospitalaria: Seguridad y Dignidad del Paciente, Capital Humano, Capacidad, Gestión del Conocimiento, Eficiencia y Prestigio. Dentro del grupo de las 8 instituciones colombianas incluidas en el ranking, el Hospital ocupó el primer lugar en prestigio en la ciudad de Medellín y el segundo lugar en el país después de la Fundación Santa Fe de Bogotá.
“Nuestra actual visión nos invita
a trabajar para ser reconocidos como
Centro de Excelencia en la prestación de servicios
de salud de alta complejidad y comomodelo
de Responsabilidad Social”.
Dr. Julio Ernesto Toro
Estos reconocimientos plasman en parte nuestros resultados en la dimensión social, dentro de la cual consideramos imperativo prestar servicios de salud de alta complejidad con altos estándares de calidad, seguros y especialmente humanos, donde las intervenciones se realizan en las distintas dimensiones del ser.
El respeto que profesamos por la vida, implica necesariamente cuidar y proteger el medio ambiente en cada una de nuestras acciones y evidenciar este compromiso desde nuestra filosofía hasta nuestras prácticas cotidianas, e incluso, propiciando que otros actores como proveedores, contratistas y pacientes también hagan de éste un cometido común.
Pero cumplir nuestra misión, permanecer en el tiempo y construir un hospital cada vez mejor y más humano, no sería posible al margen de mantener unos niveles económicos adecuados, entendiéndolos siempre como medio y al ser humano como fin.
En consecuencia nuestro compromiso con la vida, precisa obtener resultados económicos positivos y proteger el medio ambiente, y adquiere sentido en los logros sociales que se reflejan en beneficios para los públicos de interés. Trabajar por la sostenibilidad, es de esta manera, hacer todo lo que esté a nuestro alcance para continuar la Vida dedicada a la vida.
Julio Ernesto Toro Restrepo, MD
Director General
Hospital Universitario de San Vicente Fundación
 
El Hospital es un símbolo

Es la generosidad cuando el mundo ya no cree en ella

Es la caridad aún cuando la gente mire de reojo cuando se menciona

Es la valentía de persistir a estar en el presente, cuando todo lo impide

Es tener y mantener principios cuando el mundo de hoy cree que todo es negociable

Es la honradez cuando el mundo la reclama, pero no la da

Es tener ilusiones aún cuando esto no lo entienda el racionalismo

Es tener esperanza cuando ciencia y tecnología sentencian lo contrario

Es tener solidaridad hasta para sentir y sufrir con quienes nadie quiere, excepto para reclamar honores

Es voluntad y es vencer imposibles

En fin, es un acto de fe en el hombre

Julio Ernesto Toro Restrepo
  Bioética
Hospital San Vicente:
dignificación de la vida
desde la ética médica y el amor
Ramón Córdoba Palacio, MD - elpulso@elhospital.org.co
¡Qué gratas remembranzas de eminentes profesores, de sinceros amigos y compañeros guarda el en ese entonces llamado Hospital Universitario San Vicente de Paúl, para quienes tuvimos el privilegio de acudir a sus pabellones como estudiantes, como internos y más tarde como jóvenes docentes! Pero, simultáneamente y sin restarle importancia a lo anterior, acuden a la memoria las claras y sólidas enseñanzas teóricas y especialmente prácticas, sustentadas con el ejemplo en su actuar y su vivir, sobre el êthos de la medicina, la verdad de

nuestra vocación fundada en el amor a quien padece, en el sumo respeto por su vida y por su intrínseca e irrenunciable dignidad por ser un miembro de la especie humana, cualquiera sea su condición patológica, social, racial, religiosa o política.
Allí aprendimos en forma teórica y vívida, que el êthos de la medicina, el del médico y el de toda institución que preste funciones de atención al menesteroso en el campo de la salud -menesteroso es todo ser humano porque todos necesitamos de otro ser humano que nos preste ayuda en algún sentido- es: dignificar la vida en general y, especialmente, la vida que puede alcanzar la perfección (1), es decir la vida de la persona humana que, con fundamentos antropológicos, afirmamos que se inicia desde la concepción y se prolonga hasta la muerte natural, sin acortamiento voluntario de esa existencia y sin prolongación inútil de la agonía -ortotanasia-.
Vale la pena recordar que cuando surge la medicina hipocrática, técnica o científica, entre los siglos VI y V antes de Cristo, el médico era un “profesional” que se desplazaba de ciudad en ciudad, que rara vez fijaba su domicilio o su consultorio en una población, y que en ninguna de ellas existía un sitio que pudiera aparecer como “hospital”.
En el año 290 d.C., con la inspiración de la doctrina cristiana, se fundó el primer hospital, el de San Lázaro, por San Basilio el Grande, en Cesarea de Capadocia, institución fundada no por un grupo de médicos sino de cristianos del común que deseaban demostrar prácticamente su amor al prójimo, probado por la enfermedad, considerado como hermano, como hijo del Único Dios. Y ese sentimiento llámese filantropía, caridad o simplemente amor, compenetraba y compenetra el Hospital San Vicente de Paúl, el Hospital de San Vicente Fundación, y de ello podemos dar testimonio como médicos y como pacientes. Ese amor se expresa con la naturalidad y la sencillez propia de la verdadera caridad, aún en los detalles aparentemente insignificantes pero de gran sentido humano: máxima salvaguardia de la intimidad, la intimidad como valor metafísico (2), adecuadas relaciones inter-personales, comprensión por los cambios de carácter debidos a la enfermedad, el ser conocido por su nombre y no por un número o diagnóstico, la delicadeza en el trato interpersonal, la limpieza de la cama y la habitación -no olvidemos que «la cama es el instrumento médico más universal y más usado» (3)-, la intimidad para realizar necesidades fisiológicas, la presentación y preparación de alimentos, el adecuado silencio para dormir y descansar, la información oportuna de procedimientos diagnósticos y terapéuticos a que será sometido -el “consentimiento idóneo o informado”-, el respeto real por sus creencias y necesidades espirituales, etc. La sola enumeración, aunque incompleta, nos revela la importancia ética de cumplir con esas «cosas pequeñas» (3).
Tampoco nuestro Hospital San Vicente de Paúl, hoy Hospital de San Vicente Fundación, fue obra de médicos sino de una familia, la de Don Alejandro Echavarría Isaza, que quiso como cristiano colaborar en la mejor atención de los enfermos del país -también fundó el Hospital San Vicente de Paúl, en Barbosa-. Y podemos afirmar con plena certeza, porque lo vivimos a diario en nuestra experiencia como estudiantes y como médicos, que era un centro de referencia de pacientes de toda la geografía colombiana y aún de países vecinos. Y para todos había diligente y oportuna atención sin distingos de nacionalidad, raza, creencias religiosas o políticas, condición social, situación patológica, etc.
Más aún, en desarrollo de nuestra actividad docente, en la fructífera unión Universidad de Antioquia y Hospital San Vicente de Paúl, viajamos a países de América Latina y Estados Unidos a acrecentar nuestra formación médica -nunca en mi concepto está terminada-, fuimos bien recibidos y valorados nuestros conocimientos por ser alumnos y docentes tanto del Hospital como de la Universidad. No me es posible por el límite de espacio y porque otros pueden hacerlo con mayor autoridad, enumerar cuántos verdaderos progresos científicos surgieron en este centenario Hospital sin perder por ello el profundo sentido humano, esencia de su presencia como centro de atención en medicina.
Con verdadera satisfacción afirmamos que en el Hospital San Vicente la misión fundamental del verdadero médico, de la persona que asumió como meta de su vida la realización del bien, se identifica con la misión esencial del hospital como centro de curación médica, y allí se cumple lo que Laín Entralgo enseña magistralmente: «Curar con frecuencia; aliviar siempre; consolar acompañando, en todo caso» (5), y enfatiza: «Como en la época de Bérard y Gluber -más aún, como siempre-, allá donde no puede llegar la técnica debe llegar la misericordia» (5), no sólo como virtud cardinal sino como esencia del quehacer médico y de todo sitio donde se atienda al ser humano enfermo.

Notas:
1. Lipschutz, Alejandro. Tres médicos contemporáneos. Pavlov, Freud, Schweitzer. Buenos Aires, Lozada. 1958.
2. Laín Entralgo, Pedro. Teoría y realidad del otro. Madrid. Alianza Editorial. 1982.
3. Herranz, Gonzalo. El hospital como organismo ético. Persona y Bioética. Año 2, No. 2, febrero-mayo de 1998. pp. 42 - 97.
4. López Aspitarte, Eduardo. Ética y vida. Desafíos actuales. Segunda edición. España. Paulinas. 1990.
5. Laín Entralgo, Pedro. La relación médico-enfermo. Historia y teoría. Madrid. Revista de Occidente, 1994.

NOTA: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética -Cecolbe-.
 

 
 











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