MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 16    No. 203  AGOSTO DEL AÑO 2015    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co

 

Reflexión del mes

“El arte de vencer
se aprende en las derrotas”.
Simón Bolívar (1783-1830). Militar y político venezolano..
Peligros de la pertinencia mal entendida para postgrados médico-quirúrgicos en Colombia
Ricardo Posada Saldarriaga, MD Jefe División de Postgrados Clínicos, Facultad de Medicina, Universidad CES
Apartes reproducidos y ajustados con autorización del editor y el autor, de la revista CES, Medicina. Volumen 28, No. 2 de julio - diciembre de 2014.
Los postgrados médico-quirúrgico están en peligro de desaparecer bajo la nueva reglamentación para obtención de registro calificado. Antes el registro lo otorgaba únicamente el Ministerio de Educación, luego de cumplir las condiciones de calidad exigidas en el decreto 1295 de 2010, dentro de los cuales uno de los más importantes era la justificación y denominación del programa, que expresaban la importancia o pertinencia del postgrado para el país y el mundo.
Hoy la situación cambió, poniendo en riesgo el desarrollo y creación de programas novedosos que jalonarán el desarrollo científico, académico e investigativo de especialidades médicas. Con el acuerdo 1786 de 2014 sobre la creación por el Ministerio de Salud del Comité para conceptuar sobre pertinencia de nuevos programas académicos de educación superior en salud, aumentaron trámites, requisitos y burocracia para aprobación de nuevos programas y renovación de registros calificados de programas existentes. Y es necesario el aval de dos ministerios y no solo del de Educación.
Estas son las preocupaciones que deben mover a las universidades del país alrededor de esta situación, Surgen varias preguntas: ¿Qué es pertinencia? ¿Qué tipo de pertinencia evalúa este Comité? ¿Sólo es importante la pertinencia epidemiológica? ¿Es importante el desarrollo científico y académico en nuestro país? ¿Solo debemos crear programas prioritarios de acuerdo con la situación en salud de Colombia? O, ¿es importante crear especializaciones que propendan por el desarrollo y avance científico, tecnológico e investigativo? ¿Es importante que Colombia siga siendo líder en formación de especialistas y sub-especia-listas en América Latina?
para evitar tener un futuro con sólo 5 o 6 especialidades básicas, con el atraso que esto implica para el avance y desarrollo científico y académico de Colombia.
En nuestro concepto existen varias formas de mirar la “pertinencia” de un programa de especialización médico-quirúrgica, a los que llamaremos “tipos de pertinencia” para mayor claridad y los denominaremos así: Pertinencia epidemiológica, Pertinencia formativa, Pertinencia académica y Pertinencia científica. Describiré como concebimos cada una:
- Pertinencia Epidemiológica: Esta es la que realmente contempla el acuerdo 1786 de 2014 y podríamos asegurar que es prácticamente la única que el acuerdo evalúa para el otorgamiento del registro calificado a nuevos programas de especialización médico-quirúrgica. Negar la importancia de la pertinencia epidemiológica sería absurdo. Pero no estamos de acuerdo en que ésta sea la única pertinencia que tengamos en cuenta como ente formador de especialistas médicos.
- Pertinencia formativa o vocacional: Un buen número de médicos quiere continuar su formación académica a niveles más avanzados, como segundas y terceras especializaciones; como universidad debemos brindarles posibilidad de avanzar en su formación académica, su desarrollo personal y profesional, y su búsqueda de conocimiento específico y especializado. No tener segundas y terceras especialidades no impedirá que busquen en otros países la oportunidad de realizarlos con los riesgos que acarrea, como formarse en programas de dudosa calidad y fuga de cerebros al extranjero.
- Pertinencia académica: El desarrollo de segundas y terceras especializaciones es importante para el desarrollo académico de los programas de especialización básica. Si recordamos la historia, la medicina interna, la pediatría, la gineco-obstetricia, la cirugía y la radiología, entre otras, sólo lograron su desarrollo pleno como especialidades médico-quirúrgicas, con el desarrollo de las sub-especialidades.
Es así como la pediatría pasó de ser una rama de la medicina, en la que se concebía al pediatra como médico general de niños, a una especialidad plena cuando se desarrollaron programas de Neumología pediátrica, Gastroenterología pediátrica, Cuidado intensivo Pediátrico, Infectología pediátrica, por mencionar solo algunas posibles especializaciones. El desarrollo de estas segundas especializaciones posicionó a la pediatría como una especialización reconocida mundialmente y le dio mayor desarrollo académico y científico.
- Pertinencia científica: El Ministerio de Educación, Colciencias y otros entes estatales insisten en la importancia del avance científico del país, como herramienta fundamental para salir del subdesarrollo. Para lograr esto es necesario buscar opciones para alcanzar investigación de avanzada, innovación tecnológica y profesional, y el desarrollo del conocimiento profundo y avanzado en todas las áreas del saber.
Para lograrlo en áreas de la salud, es necesario el desarrollo de especializaciones de avanzada (segundas y terceras). Por tanto, negar la apertura de estos programas con base solo en que no son pertinentes desde el punto de vista epidemiológico, es negar el desarrollo científico del país y dejarlo en posición inferior respecto de otros países.
En el país hablamos de clusters de salud, para ofrecer a otros países atención de enfermedades de alta complejidad y alto costo. Negar la formación sub-especializada a los médicos, es dar al traste con esta iniciativa estatal.
Los nuevos programas de especialización
médico-quirúrgicadeben cumplir condiciones de calidad de los
postgrados y su pertinencia, pero no solo la pertinencia
epidemiológica o de necesidades asistenciales de la población,
sino también la pertinencia formativa o vocacional,
la científica y la académica.
Podríamos resumir diciendo que en principio estamos de acuerdo con la filosofía general de esta nueva norma. Pensamos, al igual que el Ministerio de Salud, que es lógico y entendible que el país y sus entes educativos se preocupen en primer lugar de solucionar y mejorar las condiciones de salud de la población y promover la formación en áreas deficitarias, siendo la prioridad de las universidades. Pero también pensamos que el abrir programas de especialidades y sub-especialidades novedosas y altamente especializadas, es necesario para el avance científico, investigativo, tecnológico y humano de nuestra nación. La innovación es necesaria para avanzar en el concierto de las naciones y para llegar al desarrollo de nuestro país.
Si actualmente las políticas públicas en Colombia hacen énfasis en ciencia, tecnología e innovación, en avances tecnológicos, en desarrollo científico e investigativo, no suena lógico entonces que estemos cortando las alas a las universidades para la creación de especializaciones de alta complejidad y especificidad, y a la creación de segundas y terceras especializaciones en el área de salud.
Colombia ha sido líder en América Latina en salud y en formación de recurso humano especializado, y con esta nueva norma ponemos en peligro el liderazgo en formación del talento humano en salud en el país y el desarrollo de una medicina más compleja y avanzada, que finalmente redundará en beneficio de nuestra población. Reconocemos la importancia de los entes de control y vigilancia de los Ministerios de Educación y de Salud para garantizar la calidad de nuevos programas de especialización médico-quirúrgica y el cumplimiento de las condiciones de calidad de los postgrados y su pertinencia, pero no solo la pertinencia epidemiológica, sino también la pertinencia formativa, la científica y la académica. Éstas 4 pertinencias se deben considerar al decidir si otorgar o no registro calificado a un programa novedoso y de avanzada. De lo contrario, frenaremos el desarrollo de la medicina colombiana .
 
Pronóstico reservado
para el sistema de salud del país

José Ignacio Zapata Sánchez, MD Director del Instituto de Ortopedia Infantil Roosevelt, Bogotá
El sistema de salud tiene un cuadro muy delicado, sus sistemas primarios están fallando y el deterioro de la funcionalidad de cada uno de ellos, y de su interconectividad, es cada vez mayor. El médico, en este caso el gobierno, parece no tener claros ni los síntomas, ni el diagnóstico, ni la manera de tratarlo. En resumen, un paciente agonizante y sin médico de cabecera lo mínimo que se puede decir es que tiene en este momento un pronóstico reservado, muy reservado.
Con autorización del autor, reproducimos este artículo de Opinión publicado en el diario “Portafolio” el pasado 6 de julio.
Entre más pacientes se atienden sin un sustento y apoyo económico establecido, más difícil es la proyección de estabilidad de las entidades que prestan los servicios. De nada sirve prestar el servicio a todo el mundo si eso significa que en el mediano plazo el hospital se va a cerrar.
El sistema de salud en Colombia está agonizando y, lo peor, no tiene un médico de cabecera.
Después de los incontables anuncios y aparentes avances legislativos en torno al sistema de salud durante los últimos años, es tiempo de hacer un análisis de la situación real del sector.
Tres actitudes y situaciones relacionadas con los actores del sistema ejemplifican la evidente distorsión que actualmente existe entre la versión oficial y la realidad del sector, y el consecuente desequilibrio y distanciamiento entre las partes.
Primero, el gobierno actual, llamado a ser el responsable de establecer los caminos de fortalecimiento del sistema, parece que ha interiorizado tanto sus anuncios y sus propuestas de reforma que piensa que ya cumplió, que la situación está bien.
La implementación oportuna de muchos de los temas incluidos en la Ley Estatutaria brilla por su ausencia. Por lo tanto, las situaciones críticas del pasado aún están vigentes y, lo que es peor, se han generado nuevas zonas grises y nuevos vacíos que profundizan en muchos casos la ya complicada situación.
Segundo, los operadores del sistema, las EPS, están aumentando cada vez más su posición dominante.
Antes de encontrar una manera de trabajar de la mano y en conjunto con los hospitales y las clínicas, están inmersos en garantizar su propia sostenibilidad, ignorando por completo la de otros actores del sistema.
La indiferencia e incluso en algunos casos la indolencia, en relación con el cumplimiento de los compromisos de pago con los hospitales y clínicas es ahora la actitud más común.
En tercer lugar, los hospitales y clínicas, que somos quienes recibimos y atendemos a los pacientes, nos enfrentamos a una situación cada vez más compleja.
Los cambios del sistema, implementados a medias, han generado que el flujo de pacientes aumente, en particular los que sustentan sus solicitudes de atención por vía judicial, sin que para esto medie ningún tipo de racionalidad económica.
Evidentemente todos los pacientes deben ser atendidos, pero entre más pacientes se atienden sin un sustento y apoyo económico establecido, más difícil y oscura es la proyección de estabilidad de las entidades que prestan los servicios.
De nada sirve atender a todo el mundo ya, si eso significa que en el mediano plazo no se va a poder atender a nadie.
El sistema de salud en Colombia
está agonizando y, lo peor, no tiene
un médico de cabecera.
No es fácil saber que atender pacientes, que es nuestra razón de ser y lo que nos motiva, también se convierte paulatinamente en la principal razón de nuestra inviabilidad económica hacia el futuro.
El ejemplo más claro de los contrasentidos que actualmente vive el sector es el que enfrentamos los hospitales y clínicas cuando el Ministerio de Salud exige la atención para todos los pacientes, aduciendo que la salud es un servicio público y universal.
Lo paradójico es que, al intentar, como es nuestra responsabilidad, recuperar los recursos invertidos en esos servicios y no lograrlo vía EPS, muchas de ellas en liquidación, el Ministerio se lava las manos argumentando que las deudas entre clínicas y EPS hacen parte de un contrato privado.
Este tipo de incoherencias son las que tienen actualmente al sistema en una situación más difícil que ninguna otra que haya tenido en los últimos 20 años.
El sistema de salud tiene un cuadro muy delicado, sus sistemas primarios están fallando y el deterioro de la funcionalidad de cada uno de ellos, y de su interconectividad, es cada vez mayor.
El médico, en este caso el gobierno, parece no tener claros ni los síntomas, ni el diagnóstico, ni la manera de tratarlo.
En resumen, un paciente agonizante y sin médico de cabecera lo mínimo que se puede decir es que tiene en este momento un pronóstico reservado, muy reservado.
 
En el San Vicente, primero el paciente
Elbacé Restrepo - Columnista del diario “El Colombiano”
Artículo de “Opinión” publicado en “El Colombiano” el pasado 19 de julio.
Hace unos días nos sacudieron las noticias sobre las dificultades financieras del Hospital Universitario San Vicente de Paúl. Si bien no es la primera ni será la última entidad que sufre por falta de plata, saber que uno de nuestros grandes referentes en salud no tiene ni con qué pagar la cuenta de los servicios públicos, duele en el alma.
Más allá de las cifras, de los enredos del sistema, de la burocracia que todo lo ralentiza, del Fosyga, del Ministerio, de la crisis, de las reformas y de las EPS que no pagan, unas porque no tienen con qué y otras por la incurable corrupción, busqué voces que me hablaran sin el signo $ de intermediario. Y encontré tantas que me encarté para publicarlas todas. De modo que apliqué el tin, marín, de do pingüé... y tomé solamente dos testimonios, que transcribo a continuación:
Ángela, paciente de cancerología en franca mejoría y recuperación, con voz entrecortada y lágrimas en los ojos: “A mí me hablan del San Vicente y se me ilumina todo, es como una luz de vida. El Hospital tiene mucha calidad humana, el trato es maravilloso y, por más aterrador que sea el diagnóstico, en las manos de los médicos y de las enfermeras uno siente que hay esperanza de vida, confianza, sabiduría y seguridad”.
Una empleada del Hospital, que pide reserva de su nombre: “Sé de un niño que requiere un tratamiento para un cáncer ocular y como el Hospital es el único que tiene este servicio en Latinoamérica, lo recibió y lo está atendiendo sin abonar un peso. La cuenta ya llega a 100 millones, que la familia nunca podrá pagar, pero, ¿cómo dejar que el niño pierda sus ojos o muera? ¡Ni riesgos!”.
El Hospital Universitario San Vicente de Paúl es un joven de 100 años que ha tenido dificultades, todas económicas, por una razón fácil de entender: Primero atiende y después cobra. Primero el paciente, luego el dinero. Primero la salud, después la factura. Así, la subsistencia es un reto diario que obliga a innovar y adaptarse, siempre protegiendo el legado de los fundadores: Dar salud a las personas de menos recursos económicos. Cada año el Hospital, incluyendo la Policlínica y el pabellón infantil, subsidia la atención a pacientes sin recursos por más de $4.000 millones. Y súmele, o mejor réstele, los $250.000 millones que se demoran casi un año en pagarle los acreedores.
No obstante trabajar con la cutícula, los empleados tienen un fondo para ayudarles a los familiares que llegan de pueblos alejados a acompañar a su paciente enfermo pero no tienen dónde quedarse, ni comida, ni plata para el bus. ¡Me da escalofrío tanta belleza!
¿Cómo sigue el Hospital de pie, recibiendo pacientes y estudiantes, protegiendo el trabajo de su personal y abonando a sus proveedores? Esa es la magia de las crisis cuando se asumen con entereza, levantando la cabeza, exigiendo sus derechos y dando mucho a quienes más lo necesitan.
Pero la solidaridad del Hospital, si bien estira, tiene un punto de quiebre. Si la ley de la compensación y la justicia existen, es hora de que el sistema de salud, la burocracia, el Fosyga, el Ministerio y las EPS tomen la chequera y le giren un hálito de vida a nuestro querido Hospittal Universitario San Vicente de Paúl, uno de los mejores de Latinoamérica que Medellín, Antioquia y Colombia no pueden darse el lujo de dejar morir.
 
El impuesto a la naranjada
Julio Ernesto Toro Restrepo, MD Presidente de San Vicente Fundación
Artículo de Opinión publicado en el diario “El Colombiano” el 14 de julio de 2015.
El momento amargo que vive la salud en Colombia quiere el Gobierno endulzarlo poniéndoles impuesto a las bebidas azucaradas. Simple.
El mal del sistema de salud viene de años atrás: desde hace más de 20, desde el mismísimo diseño de la Ley 100 de 1993.
Hoy se ve con claridad lo que en aquel entonces no fue admitido: la mediación de intereses económicos en lo que hasta entonces era solo un derecho a secas, es inconveniente.
La salud en ese entonces no era un derecho fundamental como hoy lo es, luego los motivos para la exigencia de servicios hoy por hoy por parte de la gente están suficientemente amparados nada menos que por una Ley Estatutaria. La intermediación en este nuevo contexto se percibe por el público como un obstáculo para que en la práctica se obtengan sus derechos. Y a más derechos, más demanda de servicio y por supuesto, más costos.
Todo lo preocupante se ve
agravado con la amenaza que tienen las
clínicas y hospitales del país de tener que cerrar
servicios, lo cual genera además de una
insatisfacción de la necesidad,
desempleo calificado.
Por otra parte, hay en el sector una evidente escasez de flujo de efectivo. ¿Por qué? Porque de por sí, y como consecuencia de lo uno y lo otro, ciertamente la Unidad de Pago por Capitación (UPC) no alcanza. Hay que admitir que los cálculos de la UPC hoy no dan bien.
Estas dos vertientes (un derecho fundamental intermediado y el poco dinero circulante), pueden dar al traste con una de las mejores medicinas de América Latina. En el ranking realizado por la revista “América Economía”, Colombia tiene 8 instituciones entre las 23 primeras (Antioquia, 3).
Todo lo preocupante se ve agravado con la amenaza que tienen las clínicas y hospitales del país de tener que cerrar servicios, lo cual genera además de una insatisfacción de la necesidad, desempleo calificado.
En serio, el tema de la salud hay que revisarlo a fondo y con urgencia, porque la fuente de la problemática actual está en: 1) Elementos de su esencia, y 2) En el contexto, que hoy es otro.
No le creo al impuesto a la naranjada.
 
  Bioética
Honorarios o jornal justos
Ramón Córdoba Palacio, MD
La justicia es, según el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española, «una de las cuatro virtudes cardinales, que inclina a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece». Antropológicamente es un derecho natural, es entregar oportunamente, «a su tiempo y sazón», es decir, sin retener arbitrariamente lo que ya pertenece a la persona que cumplió con su deber; esa retención arbitraria, caprichosa, egoísta, constituye: «Tomar para sí lo ajeno, o hurtar de cualquier modo que sea» (1), es decir, robar.

Sí, todo sufrimiento moral o físico que experimente dicha persona recae humanamente, aunque no siempre legalmente, sobre quien así obra, sobre quien así viola la sana convivencia humana. Infortunada y vergonzosamente son entidades de carácter religioso las que dan el mal ejemplo; cuántos jóvenes abandonan su fe al comprobar que se predica una conducta, pero se practica lo contrario.
La inmensa mayoría de seres humanos trabajamos para cubrir la necesidad de alimento, vestido, techo, etc., de nuestra familia, para asegurar un futuro más fácil, con menos preocupaciones económicas y sociales, para acrecentar honradamente el patrimonio de nuestros herederos, para cumplir la enseñanza del Génesis 3, 19: «Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado» (2). Muy pocas personas en el mundo no necesitan trabajar por ninguna de las razones expuestas pero lo hacen por hábito adquirido o, inclusive, porque nada es más tedioso que no hacer nada; el “trabajo” es una necesidad intrínseca del ser humano mentalmente sano.
Aquellos que calificamos de “perezosos” y “vagos” están ocupados en descubrir cómo evitar el trabajo y hacer más productivo el fruto de su mendicidad, cómo y dónde dormir sin que nadie los moleste, ni su propia conciencia; cómo asegurar su futuro inmediato y a largo plazo, conservando lo que para él es valioso patrimonio cultural personal.
Reflexionemos si de verdad quisiéramos tener todo a mano sin ningún esfuerzo o si éste, el esfuerzo, es una necesidad intrínseca de nuestro ser racional.
Insisto: retener sin causa justa y grave el jornal u honorarios honradamente devengados, es una manera de robar a la persona que los adquirió con el cumplimiento de su deber. El buen orden de la contabilidad no puede predominar sobre el derecho de la persona a recibir sus honorarios o su jornal en el momento mismo de cumplir su obligación.
1. Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española (RAE).
2. Biblia de Jerusalén. Bruxelles (Belgium). Desclée de Brouwer.1967. 3, 19. p. 14.

NOTA: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética -Cecolbe-.
 

Maestro, ¿qué es eterno?

La bancarrota de los hospitales en Colombia. Hay plata para todo, menos para la salud de la gente. Se gastan miles de millones en armas para la guerra, en carros nuevos y en sueldos astronómicos para los congresistas, en burocracia, se roban el presupuesto público, desvían miles de millones de la salud para organizaciones raras, las EPS no pagan a los hospitales y nadie las castiga… ¡Qué horror, pequeño saltamontes!

 
 











Arriba

[ Editorial | Debate | Opinión | Monitoreo | Generales | Cultural | Breves ]

COPYRIGHT © 2001 Periódico El PULSO
Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin autorización escrita de su titular
. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved