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Vianey Hurtado,
enfermera y soñadora del Pacífico
Hernando
Guzmán Paniagua - Periodista - elpulso@sanvicentefundacion.com
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Vianey Hurtado, la única
entre los habitantes de Puerto Saija (Timbiquí) que
terminó carrera académica de 5 años,
vive por dos sueños: acceso a educación superior
para sus coterráneos y ser alcaldesa para luchar por
su dignidad de seres humanos.
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En Timbiquí, una perla caucana
extraviada en el Pacífico, es tan inmenso el mar como
la violencia y la injusticia. El dolor de este pueblo de pescadores
y labriegos pobres, afiebrado por el oro y esclavo del infortunio,
reclama un alcalde o talvez una enfermera. Quizás la
Providencia le tenga reservada una mujer que sea ambas cosas.
Vianey Hurtado Rossi, la única entre los habitantes de
la vereda Puerto Saija que terminó una carrera académica
de 5 años, vive por dos sueños: acceso a la educación
superior para sus coterráneos y ser alcaldesa para luchar
por su dignidad de seres humanos.
Tercera de una familia de 6 hijos, su padre apenas pudo estudiar
hasta tercero de primaria para sostener a sus 5 hermanos menores,
pero sabía hacer de todo y se conocía la historia
nacional, cuenta Vianey: Él nos contaba de Gaitán,
de Galán, lee mucho, no le falta el noticiero. Diera
todo porque ustedes pudieran estudiar, es la única herencia
que les puedo dejar, nos decía.
Criada hasta los 16 años en Puerto Saija, a orillas del
río homónimo, tiene vocación de emprendimiento
desde chiquita: Yo vendía empanadas, turrones,
mangos que mandaba a traer de Buenaventura para venderlos frente
a la escuela, para ahorrar platica, comprar mi ropa y cositas
así. |
Era muy estudiosa,
lloraba mucho cuando tenía que llegar tarde al colegio
por hacer algún mandado. Y es brillante desde niña;
cuando en Puerto Saija sólo había hasta quinto
de primaria y su papá era inspector de policía,
fue la mejor alumna de la escuela y ganó una convocatoria
para manejar la pequeña farmacia comunitaria, a través
de unas religiosas se interesó en las cosas de la salud,
hizo curso de promotora y organizó brigadas para atender
pacientes, cuando las monjas se ausentaban.
Ejemplo de superación
Refiere la enfermera: Toda la vida en la casa
me han dicho 'La Paisa', por luchadora y echada pa' delante,
así como son aquí. Agregó: Me
dije: Yo tengo que estudiar. La hermana Rosalbina Cuero me ayudó
para venir a Medellín. No sabía cocinar, solo
hacer aseo y cuidar niños, hace 22 años me vine
a cuidar un niño en Marinilla, estudiaba por la noche,
fue terrible. Como no había teléfonos, solo podía
hablar con mi familia -que no aceptaba mi decisión- cada
4 o 5 meses, siempre lloraba y me decían: Si está
aburrida, véngase. Impulsada por su afán
de estudiar y por las religiosas, conoció a Medellín.
Estudió en el colegio San Francisco de Asís en
las instalaciones del Colegio Palermo en El Poblado, de 6 a
10 de la noche y obtuvo grado con honores. |
Yo quiero
liderar una fundación
que se llame 'Soñadores del Pacífico',
tengo el proyecto del 'Banco de Sueños'.
Vianey Hurtado Rossi
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Los profesores le
consiguieron empleo y hospedaje como aseadora, con una familia
que fue para ella una bendición. En esa casa albergaron
a su mamá enferma. Estudió inglés, teatro
en la Universidad de Antioquia, fue monitora de inglés
y personera de su colegio, en donde fue la primera en las pruebas
del Icfes. Un médico, jefe de la familia que la hospedó,
y Almacenes Éxito, la patrocinaron para un curso de auxiliar
de enfermería en el Hospital Pablo Tobón (en convenio
con el Sena). Su progreso se extendió a su familia: se
trajo a un hermano quien hoy es regente de farmacia, con la
ayuda de la Corporación Pueblo de los niños.
Y sostiene a sus padres y hermanos.
La joven timbiquireña trabajó 4 años
en Medicina Interna del Hospital Pablo Tobón Uribe: Allí
aprendí muchas cosas, me dieron tiempo para cursar un
Pre-Universitario, pasé a la Universidad de Antioquia
como a la tercera o cuarta vez, pero no me enteré, ya
estaba estudiando en la Universidad Pontificia Bolivariana con
beca de la Fundación Enrique Toro Calle e Inés
Jaramillo de Toro, obtenida gracias al apoyo de un prestigioso
médico que me quería mucho. Cuando me llamaron
de la U. de Antioquia, me pasé, sentí que la Facultad
de Enfermería era mi mundo, para mí era un sueño
estudiar en la Universidad de Antioquia, lo máximo, era
como estudiar en Harvard o en Oxford, una vez gané matrícula
de honor, fui docente de la Academia Salamandra, mi promedio
de la carrera fue 4.5, fui la mejor de mi promoción y
ocupé el puesto 14 nacional en Enfermería. |
Soy inmensamente
feliz
Recién graduada como enfermera se fue a trabajar
6 meses a Puerto Berrío, pero apenas le pagaron 2,
mientras le salía el registro. Luego estuvo en una
Unidad Renal, pero anhelaba un espacio para interactuar con
los pacientes y conocer sus expectativas. Refiere: Me
recibieron en el Hospital Universitario de San Vicente Fundación
y he sido inmensamente feliz en los 3 años y medio
que llevo en la Unidad de Cuidados Intensivos San Rafael.
Termino mi maestría en Calidad en Salud en el CES y
espero ejercerla aquí. Tengo un hijo, Matías,
nacido en Medellín, de 4 años. Soy la única
de los 2.400 habitantes de Puerto Saija que logró terminar
una carrera académica de 5 años.
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Vianey Hurtado Rossi y parte de
su familia.
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Hace más de
10 años tengo un sueño inspirado en la bondad
de la gente y en la misericordia de Dios: que los demás
habitantes tengan la misma oportunidad de estudio. Siento una
responsabilidad moral y social con mi pueblo.
En 2008, por decir cualquier fecha, los timbiquireños
sólo habían visto carros en la televisión
y, por eso, muchos niños soñaban con manejar taxi,
informaba el periodista Guillermo Gómez en City TV. Decía
que en Timbiquí no había más carro que
la volqueta municipal sin placa que recogía la basura.
A un lugareño le dio por rifar una motocicleta: a los
pocos que sabían manejarla y compraron la boleta les
devolvió la
plata. ¿Eso aquí para qué?,
dijo una señora. Lamenta Vianey Hurtado: Allá
la juventud no tiene sueños, nadie les ha dicho que pueden
soñar, los muchachos no quieren terminar el bachillerato,
¿para hacer qué? La capital Popayán está
muy lejos y no hay una institución cercana con tecnologías,
los alumnos de los 8 colegios de Timbiquí se mantienen
sentados en las esquinas, son brillantes, no tienen capacidad
económica pero sí capacidad intelectual, nadie
tiene empleo formal, excepto los maestros que trabajan con el
gobierno.
Aún tengo un sueño
Como el profeta Martin Luther King en 1963 tenía
un sueño de libertad y justicia para los millones de
negros oprimidos en Estados Unidos, Vianey Hurtado lo tiene
para su irredento Timbiquí. Con los pies firmes en la
realidad, sueña devolverle los sueños a sus coterráneos:
Un vecinito que terminó bachillerato hace 6 años
sueña con ser abogado, pero, ¿cómo? La
gente pesca y siembra plátano y coco, sólo para
el sustento diario, el oro lo explotan los del Interior, para
el pueblo no hay ganancias, ni tiene agua potable, recoge el
agua lluvia en pozos; el día que deje de llover el pueblo
se muere. El río es cada vez más sucio por la
minería, los niños enferman de parásitos,
en Puerto Saija sólo hay un centro de salud donde de
vez en cuando va un médico. Las niñas se embarazan
de 14 y 15 años, los jóvenes son padres de 16
y 17 años sin tener cómo mantener los hijos. Quiero
una Fundación que ayude a los mejores entre los 400 bachilleres
de la zona para que puedan estudiar, que salga siquiera uno
de cada familia; vemos a muchos alcaldes que no le cumplen a
la comunidad. ¿Cómo no son capaces de conseguir
becas de estudio para los muchachos? Por eso, le dije a mi papá
hace dos años: Yo voy a ser alcaldesa de mi pueblo.
Agrega: Cuando escucho lo de Antioquia la más educada,
me digo: Qué bueno un poquito de eso para Timbiquí.
Voy a trabajar por la juventud, por la educación. Ojalá
el orden público lo permita, está muy mal, hay
presencia de todos los actores armados, y la gente con este
Proceso de Paz está muy angustiada sin saber cómo
va a quedar esa zona que es muy rica y cualquiera la quiere
coger. Yo quiero liderar una fundación que se llame 'Soñadores
del Pacífico', tengo el proyecto del Banco de Sueños.
Como en los Estados Unidos de 1963, en Timbiquí y demás
zonas marginadas de Colombia en 2016, nos rehusamos a
creer que el Banco de la Justicia haya quebrado. Y necesitamos
muchas Vianey Hurtado que hagan suyas las palabras del mártir
norteamericano: No nos revolquemos en el valle de la desesperanza
(
) a pesar de las dificultades del momento, yo aún
tengo un sueño.
Informes: Fundación Soñadores del Pacífico:
Cel.: 313 70 27 765 fundaciónspcaucano@gmail.com |
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Timbiquí reclama su
derecho a la vida
Hernando
Guzmán Paniagua - Periodista - elpulso@sanvicentefundacion.com
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La violencia y la
injusticia son asesinos a sueldo en Timbiquí. A su
paso mueren las personas, los sábalos, las mojarras,
los camarones, los venados, las guaguas, los conejos y guatines,
los guayacanes y chaquiros, sin derecho a la vida, como el
agua, en esa tierra plagada de cianuro y mercurio por un ejército
de dragas y retroexcavadoras. La vida parece en huída
permanente de este municipio del Cauca, en las riberas del
río que lleva su nombre, cerca del Océano Pacífico.
Con razón, el periódico El Pueblo, decía
el 28 abril de 2013: Las comunidades negras del Pacífico
literalmente volvieron a la esclavitud. |
Un
pueblo bajo fuego
Unas 120 familias de los barrios Bella Vista, Puerto
Luz y Calle del Pueblo, han vivido en constante zozobra por
incursiones de grupos armados como las FARC y Los Rastrojos.
Se denunció la destrucción de viviendas con
los llamados 'tatucos' o morteros artesanales. Al ser de madera
65% de las casas, se vuelven más vulnerables y muchas
sucumbieron en incendios. Entre 2011, 2012 y 2013 se recrudecieron
los ataques, con unos 35 casos. La Defensoría del Pueblo
dijo que los ataques ocurren cuando los grupos ilegales quieren
sacar oro o grandes sumas de dinero. También ocurren
asesinatos, desapariciones forzadas y desplazamientos masivos. |
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La
minería, ¿una maldición?
Timbiquí parece maldito por el oro. Es mayor
la depredación que el beneficio social. Según
informe de SEMANA, la minería ilegal saca allí
cada mes un promedio de 60 kilogramos de oro, unos 720 kilos
anuales. Los jefes de los frentes 29 y 30 supervisan cuánto
oro se produce, dan los permisos de extracción, regulan
el precio que deben pagar las compradoras locales, registran
las entradas de dinero, hacen rendición de cuentas
con los habitantes, dando 14% de las ventas a los dueños
de las tierras auríferas y 2% a algunos Consejos
Comunitarios, con destino a obras sociales.
Según la Defensoría del Pueblo y el Sistema
de Alertas Tempranas, desde 2010 creció la explotación
con dragas y retroexcavadoras en las partes medias y altas
de las cuencas y los afluentes del río Timbiquí,
y con ello las disputas entre los frentes 29, 30 y 60 de
las FARC, la banda Los Rastrojos y en menor medida el ELN.
Según recientes informes de la Secretaría
de Salud Municipal y Defensoría del Pueblo, hay más
de 90 retroexcavadoras que no declaran para efectos de impuestos
y regalías.
Los habitantes son afectados por los vertimientos de combustibles,
cianuro y mercurio. Los niños, además de las
enfermedades hídricas por el consumo de aguas contaminadas,
sufren de manchas y afecciones en la piel. La gente se surte
del agua lluvia y de lejanos pozos. El fenómeno de
El Niño agudiza la escasez. Hambriento de pan, sediento
de agua y de justicia, Timbiquí sigue esperando al
Moisés que haga brotar agua de las rocas y caer maná
del cielo.
En materia de atención de salud, no hay lo mínimo
para salvar la vida a una persona. Los Determinantes Sociales
de Salud están por el suelo: no hay agua potable
ni alcantarillado, la comida es carísima, 90% de
los alimentos llega de Buenaventura. La energía eléctrica
es mala y las tarifas muy elevadas. Hay sólo un banco,
inoperante en crédito, para un pueblo con nula capacidad
de endeudamiento. La educación es deprimente; es
el no-futuro de los bachilleres. Timbiquí carece
de la enseñanza esencial: las primeras letras, las
que forman las palabras más valiosas, como pan, paz,
vida y amor.
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Medicina
en la pintura
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Ferdinand Hodler y la desintegración
de Valentine por la enfermedad
Isabel
Cristina Rueda Calle Comunicadora Corporativa - elpulso@elhospital.org.co |
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Ferdinand
Hodler (1853-1918), artista suizo, inició su carrera
a los 18 años con paisajes y realismo. Después
de sus 40 años, detalles en las figuras, sombras y elementos
del fondo dejan de ser vitales en su obra, para soltar la realidad
después de haberla dominado y adentrarse en su yo por
descubrir, sus percepciones y formas de ver al mundo.
En su obra narra su relación amorosa con Valentine Godé-Darel,
joven francesa 20 años más joven que él,
que pintaba porcelanas, era cantante de opereta y su modelo
cuando ya estaba casado y tenía 53 años. Sus esplendorosas
líneas, como solía llamar a muchas obras
en las que ella aparecía con rosas, hicieron que tuvieran
incluso una hija 5 años después de conocerse,
cuando fue diagnosticada con cáncer de ovario (en 1913).
Así, la mujer de hermoso cuerpo y cara juvenil, que Ferdinand
mostraba a todo color y con sensualidad, comenzó a verse
decaída.
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En 1914, el pintor
empezó a capturar los momentos de su sufrimiento y desgaste.
La mujer que veíamos en una posición vertical,
va cayendo a una diagonal. Ya no se ven los detalles de las
paredes ni las partes del cuerpo, como solía pintarlas
se ven brochazos que muestran la intranquilidad de la mujer
que padece acostada y casi sumergida en su almohada. La misma
intranquilidad que podría sentir el artista al ver a
su musa en caída. Refleja en los ojos de Valentine su
dolor y pena. Talvez sabe que es observada de manera diferente,
talvez piensa que la admiración y deseo de su amante
se esfuman, o talvez lo vea con dolor pero con la certeza de
que él la acompañará hasta la muerte.
En adelante, las pinturas son variadas en posición y
encuadre, sin embargo el dolor aparece en todas. En una aparece
Valentine después de una segunda cirugía. |
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Hodler usa las
mismas flores que usaba antes. Ella parece mirarlas, está
cubierta por una sábana y en la pared se ve un reloj
que mide el corto tiempo que le queda.
En enero de 1915, los dibujos y pinturas se vuelven más
fuertes. No se ve la mirada de Valentine. Está dormida
o intentándolo. Su cara, antes llena de vitalidad, muestra
sólo los huesos de sus mejillas y una nariz que parece
más prominente. En cada escena pareciera estar sola,
sin embargo está él en cada momento, pintándola
y a la vez, registrando la soledad de su sufrimiento. Él
a su vez va elaborando el duelo, la despedida de un ser que
solía estar lleno de color y que ahora pareciera reflejar
los llamados de la muerte. |
Finalmente,
la vida de Valentine se extingue en una posición totalmente
horizontal, lo que Ferdinand pinta desde un ángulo donde
el cuerpo de su amante toma líneas similares a uno de
los lagos y montañas que solía pintar, y esboza
el cielo en la pared con tres líneas azules, que había
pintado también en la muerte de otro ser querido, en
un ángulo similar.
Referencias:
Sobre el autor: https://es.wikipedia.org/wiki/Ferdinand_Hodler
Sobre exposición de él: http://whatart33.blogspot.com.co/2013/02/my-lover-is-dying-my-lover-is-dead
Foto de él en el estudio: http://artobserved.com/2013/01/new-york-ferdinand-hodler-view-to-infinity
Seguidilla de pinturas: http://jco.ascopubs.org/content/20/7/1948.full
Video de las pinturas de Valentine: www.youtube.com/watch?v=w9Eefj2g__k
Opinión sobre la pintura:
http://medhum.med.nyu.edu/view/14423
https://garev.uga.edu/spring13/silver.pdf
Obras de Hodler: www.wikiart.org/en/ferdinand-hodler/the-dying-valentine-gode-darel |
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