DELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 16    No. 210 MARZO   AÑO 2016    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

 


Vianey Hurtado,
enfermera y soñadora del Pacífico
Hernando Guzmán Paniagua - Periodista - elpulso@sanvicentefundacion.com

Vianey Hurtado, la única entre los habitantes de Puerto Saija (Timbiquí) que terminó carrera académica de 5 años, vive por dos sueños: acceso a educación superior para sus coterráneos y ser alcaldesa para luchar por su dignidad de seres humanos.
En Timbiquí, una perla caucana extraviada en el Pacífico, es tan inmenso el mar como la violencia y la injusticia. El dolor de este pueblo de pescadores y labriegos pobres, afiebrado por el oro y esclavo del infortunio, reclama un alcalde o talvez una enfermera. Quizás la Providencia le tenga reservada una mujer que sea ambas cosas. Vianey Hurtado Rossi, la única entre los habitantes de la vereda Puerto Saija que terminó una carrera académica de 5 años, vive por dos sueños: acceso a la educación superior para sus coterráneos y ser alcaldesa para luchar por su dignidad de seres humanos.
Tercera de una familia de 6 hijos, su padre apenas pudo estudiar hasta tercero de primaria para sostener a sus 5 hermanos menores, pero sabía hacer de todo y se conocía la historia nacional, cuenta Vianey: “Él nos contaba de Gaitán, de Galán, lee mucho, no le falta el noticiero. Diera todo porque ustedes pudieran estudiar, es la única herencia que les puedo dejar, nos decía”.
Criada hasta los 16 años en Puerto Saija, a orillas del río homónimo, tiene vocación de emprendimiento desde chiquita: “Yo vendía empanadas, turrones, mangos que mandaba a traer de Buenaventura para venderlos frente a la escuela, para ahorrar platica, comprar mi ropa y cositas así.
Era muy estudiosa, lloraba mucho cuando tenía que llegar tarde al colegio por hacer algún mandado”. Y es brillante desde niña; cuando en Puerto Saija sólo había hasta quinto de primaria y su papá era inspector de policía, fue la mejor alumna de la escuela y ganó una convocatoria para manejar la pequeña farmacia comunitaria, a través de unas religiosas se interesó en las cosas de la salud, hizo curso de promotora y organizó brigadas para atender pacientes, cuando las monjas se ausentaban.
Ejemplo de superación
Refiere la enfermera: “Toda la vida en la casa me han dicho 'La Paisa', por luchadora y echada pa' delante, así como son aquí”. Agregó: “Me dije: Yo tengo que estudiar. La hermana Rosalbina Cuero me ayudó para venir a Medellín. No sabía cocinar, solo hacer aseo y cuidar niños, hace 22 años me vine a cuidar un niño en Marinilla, estudiaba por la noche, fue terrible. Como no había teléfonos, solo podía hablar con mi familia -que no aceptaba mi decisión- cada 4 o 5 meses, siempre lloraba y me decían: Si está aburrida, véngase”. Impulsada por su afán de estudiar y por las religiosas, conoció a Medellín. Estudió en el colegio San Francisco de Asís en las instalaciones del Colegio Palermo en El Poblado, de 6 a 10 de la noche y obtuvo grado con honores.
“Yo quiero liderar una fundación
que se llame 'Soñadores del Pacífico',
tengo el proyecto del 'Banco de Sueños'”.
Vianey Hurtado Rossi
Los profesores le consiguieron empleo y hospedaje como aseadora, con una familia que fue para ella una bendición. En esa casa albergaron a su mamá enferma. Estudió inglés, teatro en la Universidad de Antioquia, fue monitora de inglés y personera de su colegio, en donde fue la primera en las pruebas del Icfes. Un médico, jefe de la familia que la hospedó, y Almacenes Éxito, la patrocinaron para un curso de auxiliar de enfermería en el Hospital Pablo Tobón (en convenio con el Sena). Su progreso se extendió a su familia: se trajo a un hermano quien hoy es regente de farmacia, con la ayuda de la Corporación “Pueblo de los niños”. Y sostiene a sus padres y hermanos.
La joven timbiquireña trabajó 4 años en Medicina Interna del Hospital Pablo Tobón Uribe: “Allí aprendí muchas cosas, me dieron tiempo para cursar un Pre-Universitario, pasé a la Universidad de Antioquia como a la tercera o cuarta vez, pero no me enteré, ya estaba estudiando en la Universidad Pontificia Bolivariana con beca de la Fundación Enrique Toro Calle e Inés Jaramillo de Toro, obtenida gracias al apoyo de un prestigioso médico que me quería mucho. Cuando me llamaron de la U. de Antioquia, me pasé, sentí que la Facultad de Enfermería era mi mundo, para mí era un sueño estudiar en la Universidad de Antioquia, lo máximo, era como estudiar en Harvard o en Oxford, una vez gané matrícula de honor, fui docente de la Academia Salamandra, mi promedio de la carrera fue 4.5, fui la mejor de mi promoción y ocupé el puesto 14 nacional en Enfermería”.
“Soy inmensamente feliz”
Recién graduada como enfermera se fue a trabajar 6 meses a Puerto Berrío, pero apenas le pagaron 2, mientras le salía el registro. Luego estuvo en una Unidad Renal, pero anhelaba un espacio para interactuar con los pacientes y conocer sus expectativas. Refiere: “Me recibieron en el Hospital Universitario de San Vicente Fundación y he sido inmensamente feliz en los 3 años y medio que llevo en la Unidad de Cuidados Intensivos San Rafael. Termino mi maestría en Calidad en Salud en el CES y espero ejercerla aquí. Tengo un hijo, Matías, nacido en Medellín, de 4 años. Soy la única de los 2.400 habitantes de Puerto Saija que logró terminar una carrera académica de 5 años.
Vianey Hurtado Rossi y parte de su familia.
Hace más de 10 años tengo un sueño inspirado en la bondad de la gente y en la misericordia de Dios: que los demás habitantes tengan la misma oportunidad de estudio. Siento una responsabilidad moral y social con mi pueblo”.
En 2008, por decir cualquier fecha, los timbiquireños sólo habían visto carros en la televisión y, por eso, muchos niños soñaban con manejar taxi, informaba el periodista Guillermo Gómez en City TV. Decía que en Timbiquí no había más carro que la volqueta municipal sin placa que recogía la basura. A un lugareño le dio por rifar una motocicleta: a los pocos que sabían manejarla y compraron la boleta les devolvió la
plata. “¿Eso aquí para qué?”, dijo una señora. Lamenta Vianey Hurtado: “Allá la juventud no tiene sueños, nadie les ha dicho que pueden soñar, los muchachos no quieren terminar el bachillerato, ¿para hacer qué? La capital Popayán está muy lejos y no hay una institución cercana con tecnologías, los alumnos de los 8 colegios de Timbiquí se mantienen sentados en las esquinas, son brillantes, no tienen capacidad económica pero sí capacidad intelectual, nadie tiene empleo formal, excepto los maestros que trabajan con el gobierno”.
“Aún tengo un sueño…”
Como el profeta Martin Luther King en 1963 tenía un sueño de libertad y justicia para los millones de negros oprimidos en Estados Unidos, Vianey Hurtado lo tiene para su irredento Timbiquí. Con los pies firmes en la realidad, sueña devolverle los sueños a sus coterráneos: “Un vecinito que terminó bachillerato hace 6 años sueña con ser abogado, pero, ¿cómo? La gente pesca y siembra plátano y coco, sólo para el sustento diario, el oro lo explotan los del Interior, para el pueblo no hay ganancias, ni tiene agua potable, recoge el agua lluvia en pozos; el día que deje de llover el pueblo se muere. El río es cada vez más sucio por la minería, los niños enferman de parásitos, en Puerto Saija sólo hay un centro de salud donde de vez en cuando va un médico. Las niñas se embarazan de 14 y 15 años, los jóvenes son padres de 16 y 17 años sin tener cómo mantener los hijos. Quiero una Fundación que ayude a los mejores entre los 400 bachilleres de la zona para que puedan estudiar, que salga siquiera uno de cada familia; vemos a muchos alcaldes que no le cumplen a la comunidad. ¿Cómo no son capaces de conseguir becas de estudio para los muchachos? Por eso, le dije a mi papá hace dos años: Yo voy a ser alcaldesa de mi pueblo”.
Agrega: “Cuando escucho lo de Antioquia la más educada, me digo: Qué bueno un poquito de eso para Timbiquí. Voy a trabajar por la juventud, por la educación. Ojalá el orden público lo permita, está muy mal, hay presencia de todos los actores armados, y la gente con este Proceso de Paz está muy angustiada sin saber cómo va a quedar esa zona que es muy rica y cualquiera la quiere coger. Yo quiero liderar una fundación que se llame 'Soñadores del Pacífico', tengo el proyecto del Banco de Sueños”.
Como en los Estados Unidos de 1963, en Timbiquí y demás zonas marginadas de Colombia en 2016, “nos rehusamos a creer que el Banco de la Justicia haya quebrado”. Y necesitamos muchas Vianey Hurtado que hagan suyas las palabras del mártir norteamericano: “No nos revolquemos en el valle de la desesperanza” (…) “a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño”.
Informes: “Fundación Soñadores del Pacífico”: Cel.: 313 70 27 765 fundaciónspcaucano@gmail.com
 


Timbiquí reclama su derecho a la vida
Hernando Guzmán Paniagua - Periodista - elpulso@sanvicentefundacion.com

La violencia y la injusticia son asesinos a sueldo en Timbiquí. A su paso mueren las personas, los sábalos, las mojarras, los camarones, los venados, las guaguas, los conejos y guatines, los guayacanes y chaquiros, sin derecho a la vida, como el agua, en esa tierra plagada de cianuro y mercurio por un ejército de dragas y retroexcavadoras. La vida parece en huída permanente de este municipio del Cauca, en las riberas del río que lleva su nombre, cerca del Océano Pacífico. Con razón, el periódico El Pueblo, decía el 28 abril de 2013: “Las comunidades negras del Pacífico literalmente volvieron a la esclavitud”.
Un pueblo bajo fuego
Unas 120 familias de los barrios Bella Vista, Puerto Luz y Calle del Pueblo, han vivido en constante zozobra por incursiones de grupos armados como las FARC y Los Rastrojos. Se denunció la destrucción de viviendas con los llamados 'tatucos' o morteros artesanales. Al ser de madera 65% de las casas, se vuelven más vulnerables y muchas sucumbieron en incendios. Entre 2011, 2012 y 2013 se recrudecieron los ataques, con unos 35 casos. La Defensoría del Pueblo dijo que los ataques ocurren cuando los grupos ilegales quieren sacar oro o grandes sumas de dinero. También ocurren asesinatos, desapariciones forzadas y desplazamientos masivos.
La minería, ¿una maldición?
Timbiquí parece maldito por el oro. Es mayor la depredación que el beneficio social. Según informe de SEMANA, la minería ilegal saca allí cada mes un promedio de 60 kilogramos de oro, unos 720 kilos anuales. Los jefes de los frentes 29 y 30 supervisan cuánto oro se produce, dan los permisos de extracción, regulan el precio que deben pagar las compradoras locales, registran las entradas de dinero, hacen rendición de cuentas con los habitantes, dando 14% de las ventas a los dueños de las tierras auríferas y 2% a algunos Consejos Comunitarios, con destino a obras sociales.
Según la Defensoría del Pueblo y el Sistema de Alertas Tempranas, desde 2010 creció la explotación con dragas y retroexcavadoras en las partes medias y altas de las cuencas y los afluentes del río Timbiquí, y con ello las disputas entre los frentes 29, 30 y 60 de las FARC, la banda Los Rastrojos y en menor medida el ELN. Según recientes informes de la Secretaría de Salud Municipal y Defensoría del Pueblo, hay más de 90 retroexcavadoras que no declaran para efectos de impuestos y regalías.
Los habitantes son afectados por los vertimientos de combustibles, cianuro y mercurio. Los niños, además de las enfermedades hídricas por el consumo de aguas contaminadas, sufren de manchas y afecciones en la piel. La gente se surte del agua lluvia y de lejanos pozos. El fenómeno de El Niño agudiza la escasez. Hambriento de pan, sediento de agua y de justicia, Timbiquí sigue esperando al Moisés que haga brotar agua de las rocas y caer maná del cielo.
En materia de atención de salud, no hay lo mínimo para salvar la vida a una persona. Los Determinantes Sociales de Salud están por el suelo: no hay agua potable ni alcantarillado, la comida es carísima, 90% de los alimentos llega de Buenaventura. La energía eléctrica es mala y las tarifas muy elevadas. Hay sólo un banco, inoperante en crédito, para un pueblo con nula capacidad de endeudamiento. La educación es deprimente; es el no-futuro de los bachilleres. Timbiquí carece de la enseñanza esencial: las primeras letras, las que forman las palabras más valiosas, como pan, paz, vida y amor.
 
Medicina en la pintura

Ferdinand Hodler y la desintegración
de Valentine por la enfermedad
Isabel Cristina Rueda Calle Comunicadora Corporativa - elpulso@elhospital.org.co
Ferdinand Hodler (1853-1918), artista suizo, inició su carrera a los 18 años con paisajes y realismo. Después de sus 40 años, detalles en las figuras, sombras y elementos del fondo dejan de ser vitales en su obra, para soltar la realidad después de haberla dominado y adentrarse en su yo por descubrir, sus percepciones y formas de ver al mundo.
En su obra narra su relación amorosa con Valentine Godé-Darel, joven francesa 20 años más joven que él, que pintaba porcelanas, era cantante de opereta y su modelo cuando ya estaba casado y tenía 53 años. Sus “esplendorosas líneas”, como solía llamar a muchas obras en las que ella aparecía con rosas, hicieron que tuvieran incluso una hija 5 años después de conocerse, cuando fue diagnosticada con cáncer de ovario (en 1913). Así, la mujer de hermoso cuerpo y cara juvenil, que Ferdinand mostraba a todo color y con sensualidad, comenzó a verse decaída.
En 1914, el pintor empezó a capturar los momentos de su sufrimiento y desgaste. La mujer que veíamos en una posición vertical, va cayendo a una diagonal. Ya no se ven los detalles de las paredes ni las partes del cuerpo, como solía pintarlas… se ven brochazos que muestran la intranquilidad de la mujer que padece acostada y casi sumergida en su almohada. La misma intranquilidad que podría sentir el artista al ver a su musa en caída. Refleja en los ojos de Valentine su dolor y pena. Talvez sabe que es observada de manera diferente, talvez piensa que la admiración y deseo de su amante se esfuman, o talvez lo vea con dolor pero con la certeza de que él la acompañará hasta la muerte.
En adelante, las pinturas son variadas en posición y encuadre, sin embargo el dolor aparece en todas. En una aparece Valentine después de una segunda cirugía.
Hodler usa las mismas flores que usaba antes. Ella parece mirarlas, está cubierta por una sábana y en la pared se ve un reloj que mide el corto tiempo que le queda.
En enero de 1915, los dibujos y pinturas se vuelven más fuertes. No se ve la mirada de Valentine. Está dormida o intentándolo. Su cara, antes llena de vitalidad, muestra sólo los huesos de sus mejillas y una nariz que parece más prominente. En cada escena pareciera estar sola, sin embargo está él en cada momento, pintándola y a la vez, registrando la soledad de su sufrimiento. Él a su vez va elaborando el duelo, la despedida de un ser que solía estar lleno de color y que ahora pareciera reflejar los llamados de la muerte.
Finalmente, la vida de Valentine se extingue en una posición totalmente horizontal, lo que Ferdinand pinta desde un ángulo donde el cuerpo de su amante toma líneas similares a uno de los lagos y montañas que solía pintar, y esboza el cielo en la pared con tres líneas azules, que había pintado también en la muerte de otro ser querido, en un ángulo similar.
Referencias:
Sobre el autor: https://es.wikipedia.org/wiki/Ferdinand_Hodler
Sobre exposición de él: http://whatart33.blogspot.com.co/2013/02/my-lover-is-dying-my-lover-is-dead
Foto de él en el estudio: http://artobserved.com/2013/01/new-york-ferdinand-hodler-view-to-infinity
Seguidilla de pinturas: http://jco.ascopubs.org/content/20/7/1948.full
Video de las pinturas de Valentine: www.youtube.com/watch?v=w9Eefj2g__k
Opinión sobre la pintura:
http://medhum.med.nyu.edu/view/14423
https://garev.uga.edu/spring13/silver.pdf
Obras de Hodler: www.wikiart.org/en/ferdinand-hodler/the-dying-valentine-gode-darel
 



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