MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 3    NO 41   FEBRERO DEL AÑO 2002    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

El 2002 será un año difícil para el sector salud, porque además de la crisis que soporta, deberá someterse a los vaivenes electorales, la inestabilidad económica, el aumento del desempleo y la grave situación social de la población.

Adelantar una revisión de fondo a los planteamientos básicos del Sistema General de Seguridad Social en Salud, con el propósito de ir más allá de reformas puntuales que permitan resolver los temas que la aplicación de la Ley 100 dejó como vacíos en los 8 años de su vigencia, constituye el orden de prioridades frente a las perspectivas del sector salud en el país durante este 2002.
A pesar de las urgencias de la actual crisis de la salud, muchos analistas son pesimistas frente a lo que pueda resolverse con una reforma del Sistema, cuando existen factores tan determinantes como un proceso electoral en marcha, las graves presiones financieras internacionales y el conflicto armado, entre otros asuntos que seguramente desviarán la atención y el debate público.
Para Amparo Hernández, directora de Postgrados en Administración de Salud de la Universidad Javeriana, el debate tiene dos tendencias: la de quienes piden que se profundice en la Ley 100, pues no ha sido aplicada en su real dimensión, y otra totalmente opuesta, que enfoca el problema en la dependencia del modelo aplicado de aseguramiento.
"La Ley 100 fue una excelente oportunidad para crear un sistema único de salud, con el esquema del aseguramiento, que es exitoso en muchos países. Sin embargo, su lógica deja entrever bastantes dificultades, que aún bien aplicada la Ley, impiden alcanzar el ideal donde todos los colombianos tengamos acceso a los servicios de salud sin restricciones", señala.
Insiste en que el primer obstáculo partiendo del aseguramiento, se presenta cuando el acceso a la atención supone capacidad de pago de los servicios, pues dada la grave crisis económica de la última década, queda absolutamente clara la imposibilidad de garantizar a la población el derecho a la salud.
"Es urgente dar un debate público bien informado para privilegiar como objetivo fundamental la garantía del acceso a los servicios de salud de las personas", indica esta experta, quién además considera que la reforma no puede limitarse a evaluar temas como calidad, cobertura, papel del sector privado, libre competencia en el mercado, eficiencia del funcionamiento de los servicios, ineficiencia de lo público, entre otros aspectos importantes, sino que tiene que ir hacia la base del esquema de país que se quiere y desde allí cambiar la orientación de la política de salud.
"En nuestro medio y no sin razones, hay cierta idea de que lo público es malo, perverso y corrupto, pero toda la experiencia mundial muestra que detrás de los sistemas más exitosos en términos de equidad, hay una fuerte participación estatal, tanto en regulación como en prestación y financiamiento del servicio". En esta lógica, agrega que el esquema de financiamiento es una discusión fundamental, pues un modelo basado en que la gente pague, cuando las circunstancias del país y la grave situación económica muestran la incapacidad de aportar al pago de los servicios, debe orientar hacia un sistema financiado de otra manera.
"Los pobres de este país no pueden pagar siquiera el 12% del aseguramiento, luego el esquema de financiamiento va en contravía de objetivos como la equidad". Amparo Hernández agregó que si bien el debate ya comenzó, pues todos los actores del sector están sufriendo las consecuencias de la crisis del Sistema, todavía queda un camino largo antes de resolver asuntos tan importantes. "El panorama es desolador, yo creo que lo peor está por venir, sin embargo queda la esperanza de que las crisis graves generan fuertes movimientos y discusiones para avanzar".
Y continúa: "En el Congreso no está pasando nada con la reforma. En los últimos 10 años, la orientación de la política en salud no ha variado, mientras se presentan síntomas tan graves como la crisis de los hospitales públicos, que son la única garantía de grandes grupos de población para acceder a los servicios; asimismo, vemos desprotección estatal a instituciones que sin ser públicas, han cumplido una función pública muy importante como el San Juan de Dios. Igualmente, la Ley 100 cambió la relación entre los profesionales de la salud y los pacientes, privilegiando los intereses de las instituciones para que éstas últimas sean rentables, y en la misma perspectiva, la competencia sólo benefició a las EPS privadas, siendo éstos apenas algunos de los factores que muestran el deterioro de la política vigente en salud".
En resumen, afirma esta académica, hay unas tareas prioritarias como el replanteamiento de la política de focalización, que requiere revisar los criterios de medición de líneas de pobreza, que en últimas significaría mover un punto en el Sisben, para ingresar al Sistema un mayor número de población.
Cuidados intensivos
Francisco de Paula Gómez, representante de la Andi y miembro del Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud, evaluó el panorama de la salud hacia el 2002 como complejo, dado el proceso electoral, el decrecimiento económico y las propuestas de reforma a la Ley 100, permiten afirmar que el pronóstico para el sector seguirá siendo reservado en el futuro próximo.
"Estamos en un año electoral y el sector salud no está aislado de lo que sucede en las urnas. El régimen subsidiado y la atención de los vinculados tiene que ver mucho con las decisiones políticas. Por lo tanto, el ambiente político va a afectar de manera importante la prestación de servicios en estos regímenes. Infortunadamente, el país se ha politizado en extremo, y eso es bastante inconveniente porque muchas decisiones pasan por ese filtro", indicó Gómez.
Y en las perspectivas económicas, señaló: "La salud es bastante sensible, porque el crecimiento de las coberturas y la atención están anclados de manera directa al crecimiento del empleo, pues la gran plataforma del Sistema es el régimen contributivo y éste, obviamente, está apalancado en la vinculación laboral".
En el Informe del Consejo Nacional de Seguridad Social de Salud al Congreso de la República en junio pasado, existía una proyección macroeconómica de que el Sistema de Salud en el año 2001 iba a terminar compensado, pero terminó con un ejercicio deficitario. "Lo anterior permite afirmar que la perspectiva macroeconómica para salud este año es gris, porque si no rompemos la tendencia de decrecimiento y no se resuelve el problema del desempleo, difícilmente se frenará la tendencia de déficit en el sistema. Este problema se reflejará en todo: tarifas, prestación del servicio, calidad, coberturas, programas de promoción y prevención, atención médica, etc.", indicó Gómez.
"No reformar por reformar"
En las propuestas de reforma que cursan en el Congreso de la República y en las de algunos sectores y actores de la sociedad colombiana, Gómez fue enfático en señalar que no expresan ni contienen propuestas contundentes para satisfacer las necesidades del sector, sino que obedecen a intereses puntuales que en último término sólo benefician a esos pequeños grupos que las defienden.
"En el debate hay propuestas nocivas que afectan los recursos de salud, como ocurrió con la aprobada Ley de Transferencias. Todos los proyectos de reforma a la Ley 100 son fragmentarios, no toman la Ley en su contexto general. El Sistema General de Seguridad Social fue cuidadosamente planificado y se fundamentó en premisas de políticas generales de aseguramiento de salud en el mundo, así como a una revisión de la Constitución colombiana. Hoy, esas premisas no se han dado y la práctica ha dejado ver muchas cosas que eran imposibles de controlar en el estudio", agregó Gómez.
Como ejemplos, menciona que al formularse la Ley 100, las tasas de crecimiento permitían pensar en una estabilidad, las condiciones de seguridad eran otras, y la nueva Constitución ofrecía un panorama político de tranquilidad.
Sin embargo, hoy día las tasas de crecimiento están muy por debajo de lo que ni el más pesimista imaginaba, el desempleo alcanzó niveles no esperados, no se han dado los supuestos administrativos proyectados ni la eficiencia planteada, y la corrupción ha estado en sus más altos niveles, hasta el punto de que por ejemplo, en el sector subsidiado se calcula que de cada peso que sale para la atención de pacientes, finalmente sólo 23 centavos le llegan a las personas.
"Debido a las condiciones que se han dado, el Sistema tenía un nivel de flexibilidad que hoy se está rompiendo, éste ha soportado muchas cosas, pero las condiciones macroeconómicas actuales ya no lo hacen tan viable bajo los supuestos en que se planteó. Esto es sin lugar a dudas lo que tendría que motivar una reforma", argumenta el directivo de la Andi.
"Pero el Sistema no se puede reformar por reformar, existen actores que quieren reformar la Ley a toda costa porque ésta los perjudica, y ese no puede ser un criterio para reformarla. Muchas personas esgrimen criterios no técnicos ni relacionados con la realidad del país, que no buscan lo que Colombia necesita reformar frente a los vacíos de la legislación", agregó Gómez.
También mencionó los debates que se han dado y frente a los cuales aún hoy no se ha avanzado nada por las implicaciones que tienen. "Lo primero que habría que reformar es todo lo que tiene que ver con el flujo de recursos en el régimen subsidiado. Hay que simplificar la manera en que fluyen los dineros, pues hay ejemplos en este régimen que muestran como desde el momento en que sale un peso para el sector salud hasta que finalmente llega a su destino, pasan más de 520 días, entonces el sector salud es el único sector del país y diría yo del mundo, que no tiene conciencia de lo que cuesta el dinero en el tiempo. Así, el sistema de salud en el régimen subsidiado es absolutamente especulativo y se privilegia el negocio que se hace cuando se guarda el dinero", indica Gómez.
Este aspecto requiere urgente resolución aunque encuentra una enorme dificultad, pues no es un secreto que quienes controlan el régimen subsidiado son los políticos, alcaldes, secretarios de Salud, de Hacienda y en último término, los caciques electorales, quienes manejan entre 2 y 3 billones de pesos al año. Agrega Gómez, "que a la clase política no le conviene que se modifique en este sentido la Ley, pues es quitarle un apalancamiento financiero a la politiquería".
Otra gran reforma implicaría unificar regímenes especiales contenidos en la Ley 100, donde hay un millón y medio de personas que le cuestan al país más o menos la quinta parte de lo que vale todo el Sistema de Salud. Fuerzas Armadas, magisterio, Congreso de la República, universidades, periodistas, etc., tienen un tratamiento aparte muy conveniente para ellos, pero terriblemente malo para el Sistema. "Eso hay que desmontarlo, porque no pueden existir ciudadanos de primera y de segunda categoría: o llevamos los regímenes especiales a donde está todo el mundo o subimos el Sistema General de Seguridad Social a los estándares de esta minoría, lo que obviamente es imposible".
"En general las reformas que habría que hacer realmente no son mayores, salvo las citadas anteriormente. Habría que hacer ajustes operativos frente a la evasión y la elusión, ya que hoy el costo por estas situaciones se calcula en la tercera parte de lo que vale el Sistema. Eso se resolvería con una ley que permita la identificación mediante un Registro Unico de Aportantes"
"Igualmente, nuestra sociedad tiene un 20 o 21% de desempleo, mientras que un alto porcentaje de los empleados hacen parte del subempleo o el empleo informal, convirtiéndose en la población sánduche que no le paga nada al Sistema pero demanda del mismo su atención, por lo que se debería contar con mecanismos que le permitan a esta gran cantidad de colombianos entrar a aportar", agregó el directivo de la Andi.
Otro asunto por resolver sería el de riesgos profesionales, mal estructurado dentro del Sistema, pues en el pasado hacía parte de la salud y hoy funciona como un asunto aparte, con unas utilidades inmensamente grandes. "Habría que hacer unos ajustes dentro de la Ley para coordinar riesgos profesionales con la prestación del Plan Obligatorio de Salud", indicó Gómez.
En conclusión, este analista afirmó que el panorama indica que "vamos a seguir dejando progresar dificultades que pudiéramos corregir, pero lo más grave es que para este año se proyecta una pérdida del Sistema de Seguridad Social en Colombia de $16.000 millones. Si no se hacen las correcciones de fondo, se va a tener un problema muy serio".
Desde adentro
El análisis de las perspectivas del sector salud tiene otros actores, personajes que acompañan la discusión política desde el mismo centro del debate, en el Congreso de la República, donde se cuece ese plato del cual dependemos todos los colombianos.
El congresista Dieb Maloof afirmó que en el primer semestre se dará segundo debate al Proyecto de Ley 129 de 2000, donde básicamente se definirán asuntos como la regulación de la intermediación entre las EPS y las IPS, situación que ha acabado con muchas IPS privadas y públicas. "Queremos soportar una reglamentación especial para que las EPS continúen siendo EPS, y las IPS sólo sean IPS, y no como ahora, donde las EPS pueden ser IPS construyendo clínicas por todos lados".
El parlamentario señaló además que "se considera la posibilidad de libre escogencia por parte del usuario, de la IPS pública o privada y del profesional que lo atenderá"; también defendió las modificaciones a la Ley de Transferencias, pues en su concepto estos dineros que recibe el sector salud con destinación específica, no se verán sometidos a la mala utilización. Asimismo, recalcó en la creación del Centro Único de Recaudo con una Subcuenta especial de Alto Costo, porque "esto significa que vamos a tener un sistema único de información nacional".
Y concluyó Maloof: "Otros puntos son la dignidad y la remuneración de los profesionales del sector, buscando que se ajusten a la realidad y al ejercicio; la reforma a la Supersalud, para que cumpla adecuadamente su función; y el logro del respaldo estatal para sacar de la crisis a entidades como Caprecom, Cajanal y otras, con un plan de choque a corto plazo".
Por último, el diputado antioqueño Juan Alberto Toro, consideró que en las perspectivas se debe tener en cuenta el aumento de recursos para el sector salud en el 2002, por cerca de $500.000 millones, dineros que van destinados directamente a prevención y promoción en los regímenes subsidiado y vinculado, a través de las Secretarías y Seccionales de Salud. "De ahí que nos tocará trabajar en eficiencia y efectividad de esos recursos", concluyó.

 

 



Arriba

[ Editorial | Debate | Opinión | Monitoreo | Generales | Columna Jurídica | Cultural | Breves ]

COPYRIGHT © 2001 Periódico El PULSO
Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin autorización escrita de su titular
. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved