MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 6    NO 77  FEBRERO DEL AÑO 2005    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co

Reflexión del mes

 

“¿Quién decretó y por qué, la muerte de la imaginación radical del ser humano? ¿Quién ordenó olvidar la magia y sepultarla, al punto en que los atolondrados filósofos existencialistas se sienten atrapados entre la nada y la nada? ¿Qué nos hizo atacar tan cruelmente al chamanismo… quemar brujos y fabricar terribles manicomios? ¿Quién estableció que sólo tendríamos cinco sentidos? ¿Por qué no seis o siete o más de siete?” .
Ariel José Jaimes
Cita del libro “El Chamanismo: el otro hombre, la otra selva, el otro mundo. Entrevistas a especialistas sobre magia y la filosofía amerindia”, investigación y recopilación de Ariel José Jaimes y Andrés David Jiménez. Jaimes es antropólogo colombiano, estudioso de los límites autoimpuestos de la racionalidad occidental y de las prácticas rituales indígenas, desde la propia cosmovisión amerindia, la antropología, la arqueología, la psiquiatría y la filosofía.

 

¡Dizque reforma pensional!
Ivan Restrepo Lince Consultor internacional en Actuaría - elpulso@elhospital.org.co
Ya se tiene la primera vuelta del Acto Legislativo, con el cual el gobierno pretende la cuadratura del círculo: no se trata de adecuar los aportes y las pensiones para hacer viable la seguridad social, sino, además de pretender que cada vez menos aportantes cubran los suyos, los gobiernos dejaron de aportar, olvidaron los recursos que distrajeron, los bonos que nos “pagaron” con el BCH y lo que se perdió en la quiebra de éste.
La única novedad es que se espera que, vía cambio de la Constitución, se puedan prohibir pactos colectivos, se puedan deshacer los ya hechos y se puedan limitar expectativas desbordadas.... Esperemos a ver qué dice la Corte Constitucional.
Por lo demás, los mismos “paños de agua tibia”, que esta vez ni siquiera cuadran la Caja de este año. El Ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla dijo que había que suprimir privilegios (buena esa), pero, ¿cuáles? Que hay quienes esperan una media-pensión habiendo aportado 500 semanas apenas ¡Que conchudos! No, sólo ocurre que ESO LES OFRECIERON cuando los obligaron a afiliarse, su único pecado fue creerles a los funcionarios del gobierno... Y ÉSTOS NO PARECEN ENTENDER QUE SI LO OFRECIDO NO OBLIGA, QUE BASTA LLAMARLO “PRIVILEGIO” PARA PODER “QUITARSE” ¿PARA QUE MÁS ACUERDOS, QUE TAMPOCO SERAN HONRADOS?”
Y a ese compromiso ya vienen faltando desde 1985: la norma exigía un mínimo de 500 semanas aportadas, sin más, para aspirar al 45% del salario. Pero el ISS ante sí agregó que tendrían que aportarse antes de 1.000 semanas, que los aportes viejos no valían, que a los clientes de tiempo atrás habría que castigarlos (algo que a un ente privado no se le ocurre ni en el peor guayabo: se necesita ser funcionario para ser tan arbitrario y desacertado). Como resultado, la gran mayoría quedaron “pegados de la brocha”: cuando tenían las semanas les faltaba edad; luego al tener la edad, como el desempleo que es alto se hace general al avanzar la edad (colóquese de nuevo tras los 50 años para que vea), perdieron hasta esa esperanza.
Ahora dice el gobierno que la Pensión es ELITISTA, que muy pocos la alcanzan, lo que es cierto, pero tiene explicaciones. Primera: que el gobierno no aporta, sólo pueden pensionarse los pocos que tienen empleo tras la destrucción de empresas de Hommes y sus seguidores; segundo, que a los pocos que se pensionarían LES HICIERON TRAMPA. Además, se muestran angustiados por el número de ancianitos indigentes, los mismísimos a quienes les birlaron la pensión.
No hay solución a la vista, porque los gobiernos son incapaces de reconocer sus fracasos: los caos de CAJANAL, ISS, los 1.045 Fondos que existían antes de la Ley 100/93 declarados insolventes (excepto uno al que persiguen tratando de terminarlo), no le dicen nada a los funcionarios oficiales. Incluso se llegó a que al Actuario Jefe del Canadá (el país más avanzado y sin problemas en prestaciones), le dijo Planeación Nacional: NO GRACIAS, TENEMOS UN JOVEN QUE APRENDE CON VELOCIDAD ASOMBROSA (¿?) ¿Y ese genio también adquiere experiencia súbita y su primer pinito es un problema de cientos de billones de pesos?
La burocracia es un CÁNCER que vive para sí, sin importarle si destruye a quien lo sufre. Los Presidentes son IMPOTENTES: excepcionalmente alguno muy plantado, ante un problema externo, es capaz de mover esa mole de intrigas, intereses y nichos de poder. El actual Presidente en el caso del orden público; Lleras Restrepo cuando enfrentó al Fondo Monetario. Pero NINGUNO ha logrado nada en esta materia: se siguen cometiendo los mismos errores, la administración es tan incapaz como quiere serlo.
La solución a aquello que la organización corriente no quiere ni puede, son “fuerzas de tarea”, interdisciplinarias pero pequeñas, dotadas de PODER. No hablo del dictatorial que permita legislar al administrador; sólo poder ante la interesada inercia burocrática, que sólo un Presidente puede otorgar. Entre tanto, la misma cruel bobada que creen aliviar, con la aún peor de echarle la culpa a las víctimas.
Hace poco Hommes el destructor, preguntaba si se justificaba subir impuestos para “salvar un sistema prestacional fracasado”. El sistema como tal no fracasó, lo que ocurrió fue que él no hizo nada de lo acordado; no puede fracasar lo que no ha sido aplicado. Y no se trata de un sistema abstracto: somos 5 millones colombianos, cabezas de familia, OBLIGADOS a ahorrar en ese sistema, que perdemos los ahorros, lo ofrecido a cambio y hasta la razón de vivir. ¡Qué cómodo para esos “economistas” de otra galaxia, tratarnos como conejillos de indias en sus inhumanos experimentos! Lo digo con perdón de los verdaderos Economistas, que resultan doblemente ofendidos, en sus ahorros y en su profesión.
 
Bioética
Un concepto equívoco: “calidad de vida”

Carlos Alberto Gómez Fajardo - MD - elpulso@elhospital.org.co

Desde una perspectiva ética utilitarista puede desvirtuarse la cuestión fundamental de la dignidad de la vida de cada ser humano. En ocasiones, son los criterios pragmáticos de inspiración materialista, usados selectivamente para intentar calificar la prioridad de determinadas decisiones o procesos, tanto en los niveles “macro” de decisiones políticas en la asignación y ordenamiento de los recursos para fines de importancia colectiva, como en las situaciones concretas “micro”, de nivel personal. Es uno de los problemas vinculados a los criterios de análisis costo-eficiencia que intentan valorar el impacto, necesidad y pertinencia del uso de recursos económicos, humanos, logísticos y tecnológicos. Son los dilemas frecuentes, verbigracia, en casos como la evaluación de tratamientos de alto costo (cáncer, las Unidades de Cuidado Intensivo) y las decisiones políticas nacionales en temas como la educación de la población.
Pronto se hace evidente, en el proceso de toma de decisiones, que puede haber dos concepciones antropológicas que se encuentran en contradicción, en lo que atañe tanto a su teoría como a su praxis: por una parte, está el entendimiento (hoy muy extendido) del hombre como un sujeto “valioso” en cuanto lo es para su comunidad, para su país, teniendo en cuenta factores como edad, nivel de instrucción y capacitación, posibilidad de rehabilitación y reintegro a la vida laboral luego de eventos incapacitantes, expectativas de “vida útil”, etc. Aquella es la ética de la “calidad de vida”. Por otra parte, está la perspectiva ética fundada en el carácter intrínseco de la dignidad personal de todo ser humano, la cual defiende, con una base realista y antropológica, que todas las personas, sin distingo, merecen respeto, y éste, en primer lugar, ligado al propio valor de la vida física, requisito previo para el ejercicio de cualquier otro derecho. Todos los hombres en condición de igualdad, de dignidad y de derechos-deberes.
El peligro de los criterios utilitaristas se expresa, de modo contundente, con las políticas estatales a las que se tiene tendencia en la actualidad en diversos países (afanosamente fotocopiadas por sectores “demócratas” de la opinión local): las tendencias a eutanasia, aborto y eugenesia; la intolerancia dogmática al entendimiento del sufrimiento y del dolor; y la supresión “legal” de la vida, con diversos artificios lógicos que acuden a un deficiente concepto de la “libertad”. La libertad en minúscula, desligada de la responsabilidad.
Con frecuencia mayor de la deseable se acude a la expresión “calidad de vida”. En cada especialidad médica se da un contexto variable al término. Se llega, para cada situación patológica, a intentar cuantificar la “calidad de vida”, tratando de predecir variables como la ausencia de determinados síntomas, el progreso en procesos de rehabilitación y recuperación funcional, o el tiempo de retorno a actividades laborales. Mucho se habla de dólares. Tanto se repite el concepto, que con la mayor naturalidad y en los más variados contextos, políticos, comunicadores sociales, urbanistas, transportadores, todos y cada uno, se sienten cómodamente en el derecho incuestionable de usar el término, según sus particulares intereses y conveniencias. Casi todos hablan de algo diferente, y a aquello lo denominan, peregrinamente, “calidad de vida'. Y muchos imaginan entender algo simple.
También hablaron así quienes destinaron a la muerte selectiva a enfermos de variada índole, a ancianos, a opositores al régimen, a niños: “vidas que no merecen ser vividas...”, llegaron a argumentar, con poderosos sofismas económico-epidemiológico-clínicos y de “costo-beneficio” en sus presentaciones académicas y políticas.
Son algunos de los peligros de la pérdida de la dimensión auténticamente humana de la medicina. Es cierto que la medicina requiere ser fundamentada en una antropología correcta que entienda esta profesión, arte y ciencia, al servicio y promoción total del ser humano. Se puede perder de vista -con asombrosa facilidad, según las ideologías que la animen- que su misión tiene que ver con el Bien integral del hombre, no sólo con su “bienestar”, como lo repite constantemente la teoría economicista que se refiere sólo al “homo económicus”, según los postulados de Adam Smith, ahora imperantes por inicua ley.
Con sesudas razones la autora Maria Victoria Roqué Sánchez, en una documentada reflexión crítica sobre el concepto, titula su artículo “Calidad de vida, un mensaje cifrado” (Revista “Persona y Bioética” Años 4 y 5, No. 2 y l2, pp. 82-9l). Llama la atención sobre grandes problemas: hay más de cuarenta escalas que pretenden medirla, y existen duros contrastes entre visiones éticas diversas. Al usar estos conceptos equívocos se corre el peligro de que la sociedad sólo encuentre aceptables y tolerables determinadas condiciones y cualidades de vida. Se corre el riesgo de que se imponga entonces en la tarea de aniquilar, mediante diversos artificios y argumentaciones jurídicas, aquellas consideradas por algunos como de “calidad” inferior. En la citada referencia, además de otras preocupantes realidades, se advierte con claridad: “Si se toma la calidad de vida como condición de vida, la persona se convierte en un ser de materia biológica manipulable”. Lo que viene enseguida de aquello es un abismo de deshumanización, que ya se está viviendo.
NOTA: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética -Cecolbe-.

 











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