MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 8    NO 103 ABRIL DEL AÑO 2007    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

Kapuscinski,
el reportero
que siempre caminó
descalzo
Hernando Guzmán Paniagua - Periodista - elpulso@elhospital.org.co
“Para ejercer el periodismo, hay que ser buenos seres humanos”, dijo Ryszard Kapuscinski, el periodista que se puso los primeros zapatos a los 9 años y que “toda su vida caminó descalzo”, como lo pintó la BBC de Londres. El valiente polaco que esgrimió su pluma como arma de paz en los 5 continentes, no salió del ojo del huracán, sobrevivió a 17 guerras y revoluciones, informó desde el frente en 12 ocasiones, vio matanzas durante 30 años y fue condenado a muerte 4 veces. Por algo diría: “Es erróneo escribir sobre alguien con quien no se ha compartido al menos un poco de su vida”. La revista Press lo distinguió en 1999 con el título de Periodista del Siglo.
Murió el pasado 23 de enero en Varsovia, había nacido en 1932 en Pinsk, entonces parte de Polonia y luego anexada a Bielorrusia. Su infancia, en medio de la ocupación soviética y de la Segunda Guerra Mundial, signó al corresponsal de guerra con blindaje humanista y al redactor que trasciende su oficio. En el libro Los Cínicos no sirven para este oficio señaló: “Todo periodista es un historiador, lo que él hace es investigar, explorar, describir la historia en su desarrollo”; y privilegió el “conocimiento directo, físico, emotivo, olfativo, sin filtros ni escudos protectores”. Su carrera comenzó a los 17 años en la revista Hoy y Mañana, se graduó como Licenciado en Historia, fue corresponsal de la Agencia Polaca de Prensa desde 1958 hasta 1981 y brilló también como colaborador de New York Times, Times, Franckfurter Allgemeine Zeitung, entre muchos medios.
“Todo periodista es un historiador:
lo que él hace es investigar, explorar,
describir la historia en su desarrollo”
En 2005 fue distinguido como Doctor Honoris Causa por la Universidad Catalana Ramón Llull. Escribió 20 libros, vertidos a igual número de idiomas e inclasificables, pues “unen la rigurosidad del reportero con la belleza y la profundidad del escritor de ficción”, en alusión de la BBC. Sobresalen El Sha o la desmesura del poder (1987) sobre los excesos del Sha Rheza Pahlevi y la revolución islámica de 1979; El Emperador (1989) sobre el monarca etíope Haile Selassie; La Guerra del fútbol (1992) sobre el conflicto entre Honduras y El Salvador que empezó con un partido de balompié; Imperio (1993), crónica de los campos de represión soviéticos y la caída del régimen comunista; Ébano (2000), radiografía de la descolonización en África; y Lapidarium IV, de carácter conceptual. Recibió diversos premios y distinciones, entre ellos el Príncipe de Asturias (2003), Goethe de Hamburgo, Prix de L´Astrolabe (Francia) y A. Jurzykowsky (Nueva York); varias veces fue nominado al Nóbel de Literatura.
El periodista como historiador
Kapuscinski, para Fernando Savater el “gran humanista”, viajó a la India con un libro de Heródoto, a quien siempre vio como el primer reportero; su libro Viajes con Heródoto, mezcla reportaje, estudio etnográfico-antropológico y crónica de viajes. Los cínicos y Los 5 Sentidos del Periodista, libro-taller de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano que él dirigió, compendian una ética de renovada vigencia. Esos 5 sentidos son estar, ver, oír, compartir y pensar. Sitúa a los intelectuales como “perros vigías frente a la manipulación de los medios” y les asigna el papel de “decir lo que no se dice, señalar lo que no se señala, hablar sobre la parte de la realidad que probablemente no llegue a la película de éxito masivo”.
Odia los acartonados géneros periodísticos; en vez de decidir en cuál género encuadra un texto, sólo piensa en escribir bien; a su formato lo llamó reportaje personal, por la presencialidad del autor.
Al periodista le exigió siempre tres principios inquebrantables: conciencia de la labor social de la información, respeto hacia el otro y formación. Congruente con este perfil, expresó: “Tener una sabiduría y una intuición de historiador, es una cualidad fundamental para todo periodista”. Dijo que el mal periodismo sólo dice el qué mientras que el bueno señala el por qué, las causas y precedentes. Por eso, para el escritor Juan Miguel Reyes, “sus historias nunca son tendenciosas, pero tampoco son indiferentes”, pues el carácter anti-ideológico del autor “no minó su compromiso con los pobres y los oprimidos”.
La recíproca admiración entre Ryszard y Gabriel García Márquez, ajena al vano y mutuo elogio, confirma el paralelismo de dos escritores del signo Piscis unidos en la enseñanza de la dimensión ética del periodismo. Kapuscinski viajó a Méjico en 1970 con la ilusión de conocer a Gabo. Ryszard fue director del taller de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, creado por Gabo. Este señala a Kapucinski como “maestro”. En la revista Cambio (2002), Ryszard escribió La Grandeza del Reportero, que empieza así: “En mi país, Polonia, Gabriel García Márquez es un mito. Desde hace años tiene vastas filas de admiradores y sus libros se venden en grandes cantidades”, atribuyó su popularidad al “profundo humanismo de su literatura” y lo puso ante sus alumnos como ejemplo del gran reportero.
Hombre sin fronteras
“La mía no es una vocación sino una misión”, declaró Kapucinski, para quien el sentido de su vida era romper barreras fronterizas. Este trotamundos anduvo todo el orbe y testificó la descolonización del Tercer Mundo, sobre todo en África desde Angola hasta Zaire, hoy República Democrática del Congo; el golpe militar en Chile; la marcha zapatista en Chiapas... En la posguerra, vio globalizarse la economía y descentrarse el poder hacia la vida cotidiana. Su odisea revive al activista de 16 años que manifestaba en “una lucha común contra el colonialismo”. En Los Cínicos concluyó: “Caídas las grandes ideologías unificadoras y, a su manera, totalitarias, y en crisis todos los sistemas de valores y de referencia apropiados para aplicar universalmente, nos queda, en efecto, la diversidad, la convivencia de opuestos, la contigüidad de lo incompatible”. En El Sha postula: “Dentro de una gota hay un universo entero. Lo particular nos dice más que lo general; nos resulta más asequible”. Se identifica con el antropólogo Levi-Strauss, investigando en plena selva tropical africana los microcosmos humanos olvidados por la historia. Allí aprendió que “El Tercer Mundo no es un término geográfico y ni siquiera racial sino un concepto existencial”.
“La guerra es la última fase del fracaso
en la comunicación humana”
El cronista Juan Varela lo llama hombre sin fronteras. Para él no hay atajos al futuro, la historia llegó a su “Momento Pragmático”, al fin de las ideologías; sobre ello anota: “La gente trata de hacer lo que funciona, lo que puede”. Menciona cómo a falta de un banco central en África Occidental, los nativos de Malí, Senegal, Camerún y Ghana comercian con monedas de zonas distintas basadas en el franco o en la libra inglesa, sin autoridad cambiaria. “Ahora las fronteras son una posibilidad de paz, aún en tiempos de guerra. Lo vi recientemente en Liberia. Los ejércitos de dos caudillos -niños con pistolas- dejaban sus armas, en el límite que marcaba su zona, para cruzar al otro lado e intercambiar entre sí Coca-Cola y algunas verduras”. En Ébano, ganador del Premio Viareggio, máximo galardón de las letras en Italia, tras la lectura de 200 obras sobre África, plasmó el nacimiento de las jóvenes repúblicas y los dramas correlativos del hambre, el desplazamiento, las matanzas y la injusticia. En crónica de New Perspectives Quaterly (Los Ángeles, 1998) pregunta: “¿Cuál es la causa del analfabetismo en África?: Es la falta de lápices”, y refiere que “cuando viajaba a los lugares remotos, con frecuencia era rodeado por los niños cuando llegaba a una aldea. No me pedían comida a pesar de tener hambre, o plata. Querían un lápiz para poder escribir en el colegio”. Cuenta también que una aldea hizo fiesta el día que le regaló una lámpara de pilas. Y al visitar una familia que dormía hacinada en el suelo de dos chozas cerca del lago Victoria en Uganda, esto relata: “Cuando vi allí los utensilios hechos de barro y tres grandes piedras puestas en triángulo para el fuego de cocinar, tuve la sensación de haber estado allí antes. Reflexionando sobre esto, entendí que cuando era estudiante universitario aprendiendo arqueología, vi una cocina tal como ésta en ilustraciones sobre la vida humana hace 5.000 años”
“...y todo por la guerra”
En entrevista a Julio Villanueva Chang (La Nación, Méjico 2001), Ryszard confesó: “Comencé a leer muy tarde, a escribir muy tarde, a estudiar muy tarde, y todo por la guerra”. Otra vez dijo: “La guerra es la última fase del fracaso en la comunicación humana” y agregó que empieza antes de las bombas, con el lenguaje del odio. Testimonio de la huída de su natal Pinsk tras la invasión rusa, a una aldea muy pobre, sin libros. Quien vivió en carne propia el horror de la guerra, habla con tono profético sobre las perspectivas de la humanidad ante la globalización del conflicto: “Hoy todas las consignas belicosas son negativas, porque, independientemente de que estemos gozando de la paz, estamos sentados sobre un barril de pólvora. Eso significa que podemos triunfar solamente si actuamos con calma, buena voluntad y un espíritu dialogante”. Recuerda que somos ya 6.000 millones de personas en el planeta, cada año aumenta en 80 millones la población, y de ellos 65 millones son pobres.
Para Juan Miguel Reyes, “la relación ambigua, violenta e irónica entre el poder y la vida cotidiana será hilo conductor de la carrera periodística de Kapuscinski”. Ante un mundo multicultural y multirreligioso, no ve camino distinto a la coexistencia, y señala sobre los grandes focos de tensión mundial: “Hasta el 11 de septiembre, Occidente se sentía muy satisfecho con su desarrollo, aunque era un desarrollo contaminado por un virus mortal, el desigual reparto de los frutos del avance tecnológico”. Distingue las guerras de ejército contra ejército, donde moría un civil por cada 7 militares como en la Segunda Guerra Mundial, de las actuales donde muere un soldado por 8 civiles, la mayoría mujeres y niños. Plantea que los 1.300 millones de musulmanes que hay en el mundo son 15% de su población, hay 20 millones de islamistas norteamericanos y 20 millones en Europa, lo cual significa que lo que llamábamos civilización cristiana hoy debemos llamarla cristiano-musulmana, y mira así el futuro de la agresión a Irak: “Las organizaciones terroristas surgieron en el Islam de la lucha contra las Cruzadas. Se trata, pues, de una tradición de 900 años. ¿Pueden los bombardeos destruir esas organizaciones si forman parte del tejido social islámico?”.
El gran legado de Ryszard Kapuscinski fue la universalidad, dijo la escritora mejicana Elena Poniatowska. Ese ser maravilloso que escribía a mano y no corregía, que nunca tuvo computador ni e-mail, dio esta lección de escritura: “Yo nunca sé cómo voy a escribir un libro; más bien busco la primera palabra, y cuando la tengo, escribo la primera oración; y cuando la tengo escribo la segunda, y entonces la tercera, y así”. El que sobrevivió a 4 condenas de muerte, al fusilamiento en el Congo y otros países, a morir quemado en Nigeria donde lo rociaron con gasolina, a una ponzoñosa serpiente, a la malaria, a un accidente, al hambre y al frío, diría: “La certeza de la muerte anestesia el cuerpo”. La vida de Kapuscinski da como clave de sobrevivencia global, el entendimiento pacífico.
 
 

La ópera está cumpliendo 400 años. Desde el Orfeo de Monteverdi (Mantua-1607) hasta óperas sobre política y terrorismo como una sobre el 11 de septiembre, pasando por óperas rock como Tommy y Jesucristo Superestrella, desde Mozart y Rossini hasta Philip Glass, se han representado unas 30 mil piezas melodramáticas.
Un proyecto de acuerdo radicado en el Concejo de Bogotá propone crear el Festival de Música Folclórica Colombiana. Se realizaría en julio de cada año en la Capital, en los géneros musicales de bambuco, porro y vallenato.
Saber Escribir se titula un libro editado por el Instituto Cervantes de Madrid. Contiene pautas gramaticales y ortográficas, técnicas para mejorar la escritura en distintos géneros, revisión y corrección de textos para personas de distintas profesiones u oficios.

 

Facsímil del primer número de El Espectador, fundado en Medellín por Don Fidel Cano y que cumplió 120 años el pasado 22 de marzo. Para quienes aprendimos tantas lecciones en sus páginas, esto es una fiesta de guardar.



Arriba

[ Editorial | Debate | Opinión | Monitoreo | Generales | Columna Jurídica | Cultural | Breves ]

COPYRIGHT © 2001 Periódico El PULSO
Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin autorización escrita de su titular
. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved