DELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 16    No. 205 OCTUBRE    AÑO 2015    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

 


En busca de la cuna
de la literatura infantil
Hernando Guzmán Paniagua - Periodista - elpulso@elhospital.org.co

Para los niños, mientras más animación tengan los objetos, mucho más rica la literatura; en su mundo, todas las cosas tienen vida. El animar todos los objetos es procedimiento muy apropiado en literatura infantil, pero esto no es el contenido, es la forma en que viene. Los contenidos son las preguntas esenciales del hombre”.
Luis Fernando Macías
Así como todo niño nace algún día y en alguna parte, la literatura infantil ve la luz en cualquier cuna. Tal fue una de las inquietudes de la 9º Fiesta del Libro y la Cultura “Leer la vida” (Medellín, sepbre. 11-20/15). En uno de sus conversatorios el escritor Luis Fernando Macías interrogó a sus colegas Irene Vasco, Paula Bombara y María del Sol Peralta por el nacimiento, crecimiento y desarrollo de sus hijos literarios, y ello generó más de una sorpresa.
María del Sol Peralta, escritora, editora y música colombiana nacida en Maracaibo (Venezuela), reveló el origen de “Tomatina curatodo”: “En la editorial dije: Ustedes se van a reír, pero mi libro es un 'Sex and the City' para niños. Es mi autobiografía, ahí están mis amores, el niño que canta es mi hijo mayor, el gitano de quien se enamora ella es mi esposo en la vida real, mi exmarido es un poquito de todos los personajes y muchos del cuento son de mi banda de música. Nació de la influencia de 'Strega nona' de Tomie de Paola, libro que adoro, yo pudiera ser su protagonista. Me atrajo el hecho histórico de que antes las mujeres eran quienes curaban, con plantas medicinales y escuchando a la gente; mi trabajo de promoción de lectura se basa en la escucha: para contar, escuchar”.
“La literatura infantil es literatura, no importa
que sea para niños; tiene que tratar los temas
fundamentales de la humanidad, revelarnos quiénes
somos como seres humanos, nuestros deseos, dudas
existenciales, angustias, todo lo que somos.
La gran diferencia es el tratamiento,
la forma de presentarlo”.
Irene Vasco
La argentina Paula Bombara contó el difícil parto de “La chica pájaro”: “En 2012, yendo con mis hijos por la calle, vi una pelea entre adolescentes y me quedé paralizada, sólo supe decirle a mis hijos que así no se tenían que tratar. La parálisis me dejó mal, empecé a investigar, a obtener estadísticas, me levanté un día con una voz muy fuerte, y empecé a escribir 'La chica pájaro'. El tema de la violencia contra niños y mujeres es tan común como la vida, he estado atenta a la historia argentina, a trabajos de la gran psicóloga Eva Giberti y las crónicas de un importante diario argentino sobre estos casos de violencia. La publicación coincidió con el movimiento político 'Ni una menos', que motivó una marcha de millones de personas el pasado 3 de junio; mi novela salió 15 días antes y tomaba ese espíritu de ayudarnos, hacer visible el problema y cambiar el modo de tratarnos. Lo que escribí 3 años antes, yo lo vi ahí en la gente”. La bioquímica agregó: “Ya el texto es de los jóvenes y lectores en general, siempre los libros sorprenden y abren ventanas”.
“Las sombras de la escalera”
La escritora y editora colombiana Irene Vasco, madre de María del Sol Peralta, refirió la génesis de su novela “Las sombras de la escalera”: “Es referencia a un niño de Tolú. Cuando los niños me preguntan en los colegios, '¿cuánto te demoras en hacer un libro', les cuento la historia para que sepan lo difícil que es; yo no quería hacer un libro de fantasmas ni de muertos sino chistoso, y andaba jugando con una idea de mi hija María del Sol, quien era profesora de un jardín infantil. Varios padres le dijeron que sus hijos querían perder el año para repetirlo con ella. Decidí escribir la historia de un niño que se enamora de su profesora, y todo lo que tiene que hacer para perder el año. Pero el libro no se dejaba escribir, sólo tenía la idea y un libro no es mera idea. Yo acababa de cerrar la librería y pasaba por un momento difícil, llena de deudas. El libro se volvió una historia oscura, de muerte, pero con su dosis de humor. A un niño le cae una maldición en Semana Santa porque al papá le salió el fantasma de un difunto, y empieza a morir, en la casa hay fantasmas que no se sabe si son buenos o malos, y piensa: ¿Quién me va a enterrar? ¿Dónde, en el cementerio de Tolú que es de edificios o en el de Bogotá que es como un jardín? ¿Llorarán muchos por mí? ¿Yo también seré fantasma y me veré desnudo?
Lo mandé al Fondo de Cultura Económica de Méjico y el editor dijo. 'Yo quiero esta historia'. Cinco veces lo escribí, una vez por año, de la primera línea a la última. Roal Dahl me inspiró en algún momento. Yo adiviné la frase: 'Abuelo: muérete conmigo porque a mí me da miedo morirme solo'”.
Sobre su experiencia en los talleres literarios con la comunidad, Irene Vasco señala y justifica el cúmulo de escollos para llegar a lugares remotos de Colombia: “Viajamos a caballo, en moto, en bote… adonde haya que formar ciudadanos; pero para que haya ciudadanos, tiene que haber lectores”.
¿Cómo escribir para niños?
¿Qué hace que una literatura sea o no infantil? Ante esta pregunta de Luis Fernando Macías, Irene Vasco dijo: “La literatura infantil es literatura, no importa que sea para niños; tiene que tratar los temas fundamentales de la humanidad, revelarnos quiénes somos como seres humanos, nuestros deseos, dudas existenciales, angustias, todo lo que somos. La gran diferencia es el tratamiento, la forma de presentarlo. Debe de tener, al igual que las letras para adultos, un contenido poético, un lenguaje y una estructura, encontrar la conexión, dependiendo de la edad a la que uno se dirija”.
Paula Bombara conceptuó: “Las preguntas que a uno lo acompañen, son las mismas que nos hacen reconocer como somos, las que nos siguen atravesando y reconocemos en distintas circunstancias. Es cuestión de buscar la circunstancia en que nos hacíamos esas preguntas a determinada edad”.
“La actitud de un escritor es decir verdades:
cuando se dicen, son para todos, desde el niño hasta el adulto.
Hay lenguajes más apropiados para los niños por los
temas y la forma de tratarlos”.
Luis Fernando Macías
María del Sol Peralta expresó: “Todos los temas están desde que nacemos, siempre nos acompañan, son nuestras primeras estructuras narrativas: la muerte, el olvido, el miedo, la amistad, el amor... Se reflejan en la tradición oral, en las rondas, en los juegos, en las canciones. La literatura infantil y juvenil tiene caminos difíciles, cuando uno piensa una novela para jóvenes hay muchas variantes. En mi caso que combino música con literatura, tengo que saber bien las estructuras narrativas para meter dentro de una estructura lineal, música y personajes sin saltarme tiempos, muy pendiente de a quién le estoy escribiendo. Así, ellos aprenden, como en la Fiesta del Libro, a 'leer la vida', no sólo a leer letras, a leer de muchas formas a la vez”.
“Todas las cosas están vivas”
Luis Fernando Macías, novelista, cuentista, editor y promotor de lectura, declaró a EL PULSO: “La actitud de un escritor es decir verdades: cuando se dicen, son para todos, desde el niño hasta el adulto. Hay lenguajes más apropiados para los niños por los temas y la forma de tratarlos. Pero, en realidad, el sentido profundo de los textos siempre es lo mismo. Para niños es más exigente por ser verdades esenciales que tocan con lo más hondo que es lo mítico y lo poético. Para adultos es mucho más sencillo porque es hablar con el lenguaje de cada cual, pero las preguntas y lo que se dice son del orden de lo verdadero; si no lo son, es literatura sin sentido”. Y anotó: “Los temas dependen de cada escritor, no hay una fórmula, cada quien tiene sus tendencias, afinidades y gustos. Para los niños, mientras más animación tengan los objetos, mucho más rica la literatura; en su mundo, todas las cosas tienen vida. El animar todos los objetos es un procedimiento muy apropiado en la literatura infantil, pero esto no es el contenido, es la forma en que viene. Los contenidos son las preguntas esenciales del hombre”.
 
“El Principito”
o el sentido mágico de la vida
“El Principito” de Antoine de Saint-Exupéry, es un doctorado en muchas lecciones sobre el verdadero sentido de la vida. Código de alta filosofía, decálogo ético de primer orden, en sus páginas Sócrates retoma la inscripción del templo de Apolo en Delfos: “Conócete a ti mismo”, para seguir enseñando la ética de la virtud y de la justicia. Tal es el alcance de las palabras del rey en la obra: “Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo, que juzgar a los otros. Si consigues juzgarte rectamente es que eres un verdadero sabio”. La sabiduría antigua renueva aquí sus postulados, en la diatriba contra la dictadura de una racionalidad cartesiana mal entendida.
La sentencia del pequeño protagonista: “Lo esencial es invisible para los ojos”, nos remite al problema del ser como tal, y satiriza el afán posesivo y utilitarista del hombre.
En este contexto, El Principito ilustra la disyuntiva entre el ser y el poseer, entre una riqueza concebida en cifras y otra contenida en la belleza y en los atributos esenciales del ser. Las rosas, el cordero, las estrellas y otros objetos simbólicos y la misma figura del niño, develan la grandeza de las pequeñas cosas. La antinomia niñez- adultez trasciende la simple diferencia cronológica para situarse como alegoría de dos mundos diferentes, de dos maneras de percibir la realidad. Ahí la edad de la inocencia es el verdadero estado de gracia, en contraposición con el universo racional de la adultez, convertido en sinrazón de la razón por obra y gracia del principio de utilidad. Esa disyuntiva es una tensión entre magia y conocimiento académico, entre esencia y apariencia, entre belleza esencial y brillo banal de falsos valores, entre el apego enfermizo y el amor real como sabiduría del alma, entre las imposturas de la “realidad” y la fuerza poderosa de los sueños.
La novela es un decantado discurso ecológico. El mundo en su inmensidad es a la vez un pequeño recinto, el planeta-casa del Principito, en donde apenas caben sus juguetes y es objeto, por tanto, de sumo cuidado. El regreso del niño a su planeta, tras el viaje por arrevesados mundos (incluso nuestra Tierra), revela que sólo el suyo es vivible y amable. En rara paradoja, un mundo a la vez diminuto y gigante: pequeño como una cajita, pero de extensión infinita, porque sus límites son los mismos de la fantasía infantil.
Jesús y Buda
Dice El Principito: “A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: '¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?'. Pero en cambio preguntan: '¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?'. Solamente con estos detalles creen conocerle. Si les decimos a las personas mayores: 'He visto una casa preciosa de ladrillo rosa, con geranios en las ventanas y palomas en el tejado', jamás llegarán a imaginarse cómo es esa casa. Es preciso decirles: 'He visto una casa que vale cien mil pesos'. Entonces exclaman entusiasmados: '¡Oh, qué preciosa es!'”. Así reivindica Saint-Exupéry al ser como principio esencial contrapuesto al poseer.
La sentencia “Lo esencial es invisible
paralos ojos” nos remite al problema del ser como tal, y
satiriza el afán posesivo y utilitarista del hombre. “El Principito”
ilustra la disyuntiva entre el ser y el poseer, entre una
riqueza concebida en cifras y otra contenida en la
belleza y en los atributos esenciales del ser.
Con ello recoge la herencia de grandes maestros espirituales de la humanidad. Buda aconseja no aspirar a las posesiones, especie de lastre del alma. Jesús enseña: “¿De qué le sirve a un hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se destruye o se pierde?” (Lucas 9: 25). En su análisis de la obra de Gabriel Marcel, el profesor de Filosofía, César Figueroa, señala: “El que posee algo intenta por todos los medios mantener, conservar y aumentar la cosa poseída. De todos modos la cosa poseída se desgasta y puede escapar y eso la convierte en centro de temores y ansiedades. Y en el apego de las cosas, el 'yo' se aniquila. La realidad deja de ser vida, misterio y alegría creadora, y se transforma en una vorágine de objetos que absorben a quien los quiere poseer”.
Tener y ser
La relación que hace El Principito de las personas mayores en la tierra expresa cuántos de ellos viven de falsedades, de cosas ajenas al ser: “¡La Tierra no es un planeta cualquiera! Se cuentan en él ciento once reyes (sin olvidar, naturalmente, los reyes negros), siete mil geógrafos, novecientos mil hombres de negocios, siete millones y medio de borrachos, trescientos once millones de vanidosos, es decir, alrededor de dos mil millones de personas mayores”.
Esto es motivo de reflexión para el filósofo y psicólogo social Erich Fromm (1900-1980) en su obra “Tener y ser”. En entrevista declaró: “Diré primero que lo que puedo tener es lo que puedo perder. En otras palabras, si mi sentido de identidad está basado en lo que tengo, en mis posesiones, si puedo decir 'soy lo que tengo', entonces la pregunta que surge es: '¿Quién soy yo si pierdo lo que tengo?' (…) Si yo siento que soy lo que tengo, y ya no tengo nada, entonces, 'yo no soy'. Y ese sentido de identidad, que está basado en el ser, es completamente diferente porque nunca se le puede quitar eso, excepto que uno se vuelva loco, o bajo circunstancias peculiares, yo siento, veo, amo, estoy triste (…) Así pues, la persona cuyo sentido de identidad está basado en lo que es, es decir, en la ejecución de sus facultades internas, potencialidades en el mundo…, no tiene la ansiedad de perderse a sí mismo porque se le quite algo, está realmente libre de ese peligro”.
Anota Fromm que su concepto de “Tener y ser” proviene de Carlos Marx, a quien citó: “Cuanto menos eres y cuanto menos expresas tu vida, más tienes y más alienada es tu vida. Todo lo que el economista toma de ti, en el sentido de vida y de humanidad, te lo devuelve en forma de dinero y de riqueza”. Esto es, para Fromm, la expresión más clara de ser y tener, “dos fundamentos absolutamente opuestos (…) La cuestión para Marx es: ¿Qué es superior, las cosas o la vida?”.
En medio de una atroz guerra mundial, un niño fulgura como príncipe de paz, amor y armonía. ¿Cuántos principitos se necesitan en el mundo lacerado por la guerra, para hacer de la tierra un planeta tan chiquito y manejable como una caja de juguetes, y tan inmenso como nuestros sueños?.
 
Medicina en la pintura

“La batalla de Solferino”
motivó a fundar la Cruz Roja

Isabel Cristina Rueda Calle Comunicadora Corporativa - elpulso@elhospital.org.co
De la batalla de Solferino surgió la motivación para crear la Cruz Roja o Luna Roja. En 1859 en Solferino se vivía una tensión entre las tropas de Austria que se apoderaron del norte de Italia y la alianza Franco-Sarda que buscaba derrotarlas para unificar Italia. Henry Dunant, hombre de negocios, necesitaba permiso del gobierno francés para usar una fuente de agua y moler maíz; al parecer solo le podía ayudar Napoleón III, quien estaba en Italia.

Dunant llegó a Castiglioni -en Solferino- el 24 de junio, día en que las tropas de Francia y Cerdeña se enfrentaron con las de Austria, en la batalla más sangrienta por la unificación de Italia. A Castiglioni llegó la mayor parte de los heridos.
Entre varias pinturas, ésta de autor desconocido refleja el sentimiento de Dunant al entrar a la iglesia donde 500 heridos fueron abandonados para morir. La armada francesa tenía 3 médicos y 6 asistentes para sus 120.000 hombres, de los cuales 12.512 fueron heridos y 9.000 enviados a Castiglione donde estaba Dunant, junto a miles de heridos austriacos. Cada una de las 9 personas de salud habría atendido 1.000 heridos, sólo de su bando. Dunant no era doctor, pero olvidó su propósito inicial y usó su dinero para comprar agua a los sedientos, lavó sus heridas, compró comida, sábanas y pidió a su personal conseguir personas de la comunidad que lo ayudaran a atender los heridos, sin importar el bando.
Esta obra se enfocó más en la tragedia humana a partir del realismo. La iluminación no indica muy bien la hora, pero podría ser la madrugada. Pareciera que la luz amarilla proviniera de 2 soles: uno en el fondo de las montañas y otro que marca el centro de atención en el primer plano, donde hay austriacos con camisones blancos, jóvenes heridos a quienes atendieron Dunant y mujeres de Castiglione, sin distingo de nacionalidad, demostrando igual benevolencia con todos estos extranjeros.
Napoleón se distingue por su traje francés y su caballo blanco. En el centro, un camino demarca la composición diagonal: si en la cercanía no se ven bien las personas, hacia las montañas no se aprecia un camino más alentador, por la penumbra. Se confunden en la oscuridad, franceses, cerdeños y austriacos. Los cuerpos abatidos, hombres agotados, carretillas destrozadas, indican que todos en el enfrentamiento sufren pérdidas.
Luego Dunant publicó el libro “Recuerdo de Solferino”, carta abierta a ministros, generales y soberanos, y protagonistas de esa guerra: Napoleón III, al emperador de Austria, Víctor Emmanuel de Italia, entre otros, con lo cual logró que se sentaran bases para crear una institución que sin importar los bandos protegiera a los heridos de guerra: La Cruz Roja6
Referencias:
Historia de Solferino
- www.herodote.net/24_juin_1859
- www.historytoday.com/richard-cavendish/founding-red-cross
http://nl.wikipedia.org/wiki/Slag_bij_Solferino
Libro “El recuerdo de Solferino”: www.icrc.org/spa/assets
Foto de obra por artista desconocido:
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/4/40/Yvon_Bataille_de_Solferino

 



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