MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 16    No. 217 OCTUBRE DEL AÑO 2016    ISSN 0124-4388    elpulso@elhospital.org.co

Fundado en Medellín, el 30 de julio de 1998. Director: Juan Manuel Sierra Jones.
Comite Editorial: Alba Luz Arroyave, Jorge Andrés Hernandez, Diego José Duque, Diana Cecilia Arbeláez G., Javier Ignacio Muñoz y Gonzalo Medina. Dirección Comercial: Diana Cecilia Arbeláez. Editora: Olga Lucía Muñoz López. Asesora comercial: María Eugenia Botero.
Web master: Santiago Ospina Gómez. 10.000 ejemplares impresos


¿Cómo sobrevivimos los hospitales
si no nos pagan?

Hace rato que la existencia de los hospitales en Colombia es cuestión de mera supervivencia. En noviembre de 2004 escribía en EL PULSO el académico José Félix Patiño: “Yo simplemente le pregunto al gobierno: ¿Qué empresa puede sobrevivir si no le pagan?”.
Y en marzo de 2013, el entonces presidente de la ANDI, Luis Carlos Villegas, declaraba en EL PULSO que la poca agilidad en los pagos a las instituciones prestadoras de servicios de salud, las obligaba a aumentar su capital de trabajo para seguir atendiendo a los usuarios y cumplir compromisos con la cadena de abastecimiento, o a apalancarse financieramente con sus proveedores: “Notamos un agotamiento de ambos mecanismos, lo que podría llevar a la parálisis de servicios o abastecimientos. El hecho de que hasta hora no haya suspensión de servicios por las entidades que atienden la salud, las que en más del 90% son de naturaleza privada, no significa que no exista el problema y talvez por eso, porque se siguen atendiendo pacientes, no se ha hecho evidente la urgencia de tomar mayores decisiones”.
Hoy en 2016, tres años después, ese cuadro clínico de los hospitales en vez de mostrar signos de recuperación se ha agravado radicalmente y bordea el punto de no retorno y de amenaza de quiebra sectorial.
Es así como la crisis económica de clínicas y hospitales tiene fuertes repercusiones sociales: atienden Urgencias, pero con limitaciones de insumos y de personal asistencial; pacientes no atendidos evolucionan con mal pronóstico y se aumenta el riesgo de morir por falta de atención oportuna y de calidad; aumentan complicaciones y gravedad de las enfermedades de los pacientes; aumenta morbilidad y mortalidad por falta de atención; se atrasan pagos de nómina y prestaciones a miles de personas que laboran en el sector salud en el país; se cancelan eventos académicos por falta de recursos; disminuyen los espacios de práctica para convenios docente-asistenciales; y en últimas, se pone en grave riesgo la atención en salud de comunidades enteras, por esa falta de recursos derivada a su vez de la falta de pago a clínicas y hospitales.
Y más delicado aún: en un sector salud en crisis por falta de soluciones efectivas de largo plazo, donde las instituciones aseguradoras y especialmente las prestadoras de servicios de salud operan apenas para mantenerse dentro del sistema, llega ahora la Superintendencia Nacional de Salud cual bravo comisario del lejano Oeste norteamericano, a amenazar con fuertes sanciones a las clínicas y hospitales que les compruebe la negación o restricción de servicios a afiliados de EPS que no les pagan.
Por supuesto las reacciones de rechazo no se hicieron esperar, especialmente porque clínicas y hospitales tienen cómo demostrar que carecen de recursos para seguir apalancando el funcionamiento de las EPS y no pueden seguir ellos apalancándose en los proveedores: ya muchos los demandaron o les niegan el suministro o les despachan para el “diario” y contra pago inmediato.
Y lo más grave: siguen creciendo las deudas y la morosidad con los hospitales. Según la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas (ACHC), a diciembre de 2015 las deudas de EPS, entes territoriales, Fosyga y otras entidades del Estado con instituciones hospitalarias superó los $6.1 billones (60.9% es cartera morosa mayor a 60 días). Y cifra similar presentó la Asociación Colombiana de Empresas Sociales del Estado y Hospitales Públicos (Acesi): a junio de 2016 la deuda con estos hospitales ascendió a $6.33 billones, mientras en igual fecha de 2015 era $5.36 billones (aumentó $970.000 millones en 1 año).
Estas deudas de cartera hospitalaria no pagada son una bomba de tiempo a punto de explotar, que al parecer el gobierno aún no quiere reconocer.
Si el gobierno en vez de entregar soluciones radicales a la crisis hospitalaria llega a amenazar las instituciones con fuertes sanciones, entonces que primero les mande la fórmula mágica para sobrevivir y prestar servicios sin tener recursos y sin que le paguen por esos servicios. Una solución de alquimia… O asumir el cierre…

 



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