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No me interesa ser
convencional
para ser
comprendido
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Foto
Arnold Newman. Vanity Fair.
Picasso con sus creaciones parecía
hacer suyas las palabras de su amigo, el famoso poeta Apollinaire;
a la gente: "Vuestro héroe es el aburrimiento, que
trae la desgracia". |
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"Tienes
que despertar a la gente. Revolucionar su forma de identificar
las cosas. Tienes que crear imágenes que no se acepten,
obligarles a entender que viven en un mundo muy extraño.
Un mundo que no es tranquilizador. Un mundo que no es como
ellos creen." Picasso
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Una vez, el gato de su estudio salió
de caza por los tejados y volvió con un trozo grande
de salchicha que había robado. Fernande, la compañera
de Picasso sostiene que ella lavó bien el trozo...'lo
cociné para nosotros, aunque, agradecidos, lo compartimos
con Minou'. Se ha escrito tanto sobre la pobreza de Picasso,
escribe Norman Mailer, que uno se siente tentado a pasar
de largo sino fuera porque, hasta cuando se trata de una
cuestión económica , su relación decididamente
peculiar con la vida práctica vuelve a quedar de
manifiesto. Por ejemplo, a diferencia de otros pintores,
no intentaba exponer: las críticas que había
recibido en reseñas anteriores habían herido
su autoestima; prefería que su obra fuera glosada
por amigos como Apollinaire. Se mantenía en contacto
con los marchantes pero sufría humillaciones. Sufría
frecuentes desaires de Ambriose Vollard que, a pesar de
su formidable reputación en Montmartre por haber
lanzado a Cézanne, parecía incapaz de decidir
si aprobaba o desaprobaba a este joven español cuyo
estilo no es que cambiara, sino que más bien se metamorfoseaba."
Años después vendría el reconocimiento
de ese arte que pretendió hacer, y lo logró,
una auténtica revolución: "Para tan singular
empeño era preciso sacrificar todo el cortejo ilusionista
de la pintura, es decir, todo aquello a lo que el público
estaba habituado y a partir de lo cual juzgaba un cuadro:
perspectiva, luz, matices, valores etcétera. Sin
contar el tema, claro está, que constituía
la principal piedra de toque. Es de comprender en tales
condiciones el pánico, la indignación o los
sarcasmos de ese público ante los cuadros cubistas."
"Este hombre"
André Breton escribió de Picasso, en 1928:
"¿Por qué milagro este hombre se encontró
en posesión de lo que era necesario para dar cuerpo
a lo que hasta entonces había estado reservado al
terreno de la más desbordada fantasía? ¿Qué
revolución hubo de operarse en él mismo para
que pudiese mantenerse así?, para osar acometerla
así de frente...no se puede por menos de reconocerle
a Picasso una inmensa responsabilidad. Hubiera bastado un
simple fallo de voluntad de este hombre para que la partida
en juego fuese aplazada, cuando no perdida".
"No puedo emplear recursos convencionales sólo
para darme la satisfacción de ser comprendido",
comentó el artista, ya reconocido, en una entrevista
efectuada en París por el pintor Jerome Seckler para
New Masses, el 13 de marzo de1945 *. La siguiente es una
adaptación del relato:
Nunca ha dejado de ser un enigma
"El pintor español Pablo Picasso (1881-1973)
inició en Barcelona a los catorce años sus
estudios de pintura, que más tarde continuaría
en Madrid. En 1901 se trasladó a París, donde
instaló su estudio en Montmartre. Allí se
vería influenciado por pintores como Toulouse-Lautrec
y Degas. Desarrolló su propio estilo a través
de transformaciones experimentadas a lo largo de su increíblemente
productiva carrera. Sólo en la primera década
del siglo atravesó los períodos azul, rosa
y precubista, antes de embarcarse en el cubismo, que nació
junto con el pintor francés George Braque, y que
rechazaba las formas tradicionales de representación
basadas en la perspectiva. Picasso y Braque, sin embargo,
terminarían rompiendo en 1914.
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Es el momento,
en este período de cambios y revolución,
de pintar de manera revolucionaria y no como antes.
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Durante los años
veinte, mientras seguía pintando al estilo cubista,
Picasso diseñó vestuario para los Ballets Rusos
de Diaghilev. Uno de sus cuadros más famosos, Guernica
(1937), expresaba su horror ante el bombardeo de la ciudad
vasca del mismo nombre en la Guerra Civil Española.
Fue nombrado director del Museo del Prado durante la etapa
de la República, desde 1936 a 1939, aunque estuvo ausente
de Madrid esos años. Pasó la mayor parte de
la II Guerra Mundial en París y se unió al partido
comunista tras la liberación de la ciudad. Esa toma
de posición fue la que motivó el interés
de New Masses.
A lo largo de los últimos diez años había
debatido sobre Picasso con mis amigos hasta la exasperación.
Y digo exasperación porque esencialmente se trataba
de eso. La única conclusión a la que llegábamos
era que Picasso, en sus llamados 'períodos', reflejaba
muy acertadamente las contradicciones de aquellos tiempos
turbulentos, pero se limitaba a eso, no a pintar nada capaz
de realzar nuestra comprensión de la época.
Diversos artistas y críticos que se ganan la vida poniendo
etiquetas a la gente le identificaron con una amplia variedad
de escuelas -surrealismo, clasicismo, abstracción,
exhibicionismo e incluso contorsionismo-. Pero detrás
de ese montón de cultas estupideces, esa gente nunca
explicó a Picasso. Nunca ha dejado de ser un enigma.
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Guernica
De repente se produjo el bombazo. En las últimas horas
de agonía de la España leal a la República,
Picasso pintó su Guernica, y con esta obra mural se erigió
como un poderoso y penetrante pintor de la protesta social.
Pero fue la única muestra. Con el tiempo Francia entró
en guerra, pero en los cuadros de Picasso no hubo ni atisbo
de la furiosa respuesta reflejada en el Guernica. |
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Entonces se produjo el desastre militar francés y
la humillante ocupación alemana. Circularon historias
desagradables acerca de Picasso. Que vivía bien en
París con los alemanes; que colaboraba con la Gestapo
y ésta, a cambio, le permitía seguir pintando
sin molestarle; que vendía falsificaciones a los nazis,
obras que realizaba él pero que firmaban sus discípulos.
Incluso corrió la voz de que había muerto. Desde
1940 hasta la liberación de París, Picasso continuó
siendo una figura rodeada completamente de misterio y oscuridad.
En octubre, inmediatamente después de la liberación,
se hizo pública una noticia impactante: Picasso se
había hecho miembro del Partido Comunista.
Ese mismo mes se organizó en el París liberado
una impresionante exposición de arte contemporáneo
francés. Una de las salas -compuesta por 74 cuadros
y cinco esculturas, realizados en su mayor parte durante
la ocupación- fue especialmente dedicada a Picasso.
Me sorprendió tanto su trabajo que decidí
ir a verle. Cuando llegué a su estudio me informaron,
tras un intercambio de murmullos en otra habitación,
que Picasso 'no estaba en casa'. Su secretario me dio explicaciones:
"Con tantos acontecimientos Picasso lleva dos meses
sin pintar. Ahora desea tranquilidad para ponerse a trabajar".
Finalmente un amigo me consiguió una cita. A las
11:30, una mañana de sábado, me presenté
en el estudio. Picasso ocupa los dos últimos pisos
de un edificio de cuatro plantas carente de prentensiones
y cercano al Sena. Hay que atravesar uno de los agujeros
del muro que hacen las veces de puertas, y subir tres pisos
por una estrecha escalera de paredes desnudas y escalones
de madera desgastados. El lugar ha sido su hogar y su estudio
durante los últimos ocho años. Transcurridos
unos diez minutos, Picasso bajó de la planta superior
y vino directo hacia mí. Me echó una mirada
rápida y luego clavó sus ojos en los míos.
Llevaba un traje de color gris claro, una camisa de algodón
azul con corbata y un pañuelo amarillo en el bolsillo
del pecho. Tenía las manos pequeñas pero fuertes.
Me presenté y al momento me tendió su mano.
Su sonrisa era cálida, sincera, y hablaba sin pelos
en la lengua.
Le expliqué mi interpretación de El marino,
que había tenido ocasión de admirar en el
Salón Liberación. Le dije que creía
que se trataba de un autorretrato -el traje, la red, la
mariposa roja mostraban una persona en busca de solución
para su época, intentando un mundo mejor- me escuchó
con atención y finalmente respondió.
-Sí, soy yo, pero no pretendía darle un significado
político.
Le pregunté por qué se había retratado
como un marino.
-Porque siempre llevo una camiseta de marinero ¿lo
ve?
Se desabrochó la camisa y tiró de su ropa
interior. Era blanca con rayas azules.
-Subamos un momento al estudio, dijo.
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Pablo Picasso (1881-1973).
Foto Picasso, retrato del artista joven. Alfaguara
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Pintura, no palabras
Ascendimos por una escalera hasta el estudio principal, estaba
limpio y ordenado. No tenía la apariencia caótica
del cuarto de abajo. Comenté que, debido a su nueva militancia,
se había convertido en un líder cultural y político.
Se puso serio y asintió con la cabeza.
-Sí, soy consciente de ello.
Le comenté que en Nueva York habíamos discutido
su obra con frecuencia, especialmente el Guernica. Le hablé
de lo que representaban el toro, el caballo, las manos con las
antorchas...así como del origen de los símbolos
en la mitología española. Mientras yo me explayaba
él asentía con la cabeza.
-Sí, el toro representa la brutalidad; el caballo, el
pueblo. En esos casos he recurrido al simbolismo, pero no en
los otros. Mi trabajo no es simbólico. Sólo el
Guernica lo es, pero en ese caso se trata de una alegoría.
Por eso recurrí al caballo, al toro, y demás.
Algunos definen como "surrealista" mi pintura, yo
no lo soy. Nunca he estado por fuera de la realidad. Siempre
he vivido en su esencia. Si alguien desease expresar la guerra
tal vez lo más elegante y literario sería dibujar
un arco y una flecha, porque es una imagen estéticamente
atractiva. Yo emplearía, para representar la guerra,
una ametralladora. Ahora es el momento, en este período
de cambios y revolución, de pintar de manera revolucionaria
y no como antes.
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-¿Por qué pinta de un modo tan difícil
de comprender para la gente?
Pinto así porque mi pintura es fruto de mi pensamiento.
No puedo ser convencional para darme el gusto de ser entendido.
No quiero descender a un nivel inferior. Es prácticamente
imposible explicar por qué hace uno ésto o lo
otro. Yo me expreso a través de la pintura, y no soy
capaz de hacerlo mediante palabras. No puedo dar una explicación
de por qué he hecho algo de una determinada manera.
Resulta divertido porque la gente descubre en la pintura cosas
que uno no pone en ella. Hace auténtico encaje de bolillos."
Así, haciendo ese arte sin antecedentes, se cumplía
lo que Jean Cocteau llamó "la cita de Picasso
con la eternidad".
Fuentes:
Norman Mailer, Picasso, Retrato del Artista Joven; LACMA Museum
Los Angeles; periódico El País *, adaptación
de una entrevista.
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