MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 5    NO 51   DICIEMBRE DEL AÑO 2002    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co

Perspectivas de la crisis
en el régimen contributivo

Jairo Humberto Restrepo Zea Gloria Patricia Rincón Mazo Grupo de Economía de la Salud Universidad de Antioquia, Medellín

Para comprender la problemática del régimen contributivo, es necesario aclarar dos conceptos sobre la operación de dicho régimen: por una parte, la cotización hace referencia al 12% del ingreso base de cotización -IBC- que es pagado por los empleadores y los empleados en una proporción de dos tercios y un tercio del monto de la cotización, respectivamente. Estos recursos, los cuales se configuran como un impuesto o contribución sobre la nómina que administra el Fondo de Solidaridad y Garantía -Fosyga-, constituyen la fuente financiera para sufragar los costos del Plan Obligatorio de Salud -POS- que cubre al cotizante y su grupo familiar, así como para atender los pagos de incapacidades y licencias de maternidad, los programas de promoción y prevención sobre la misma población. Además, para ayudar a financiar la afiliación de población pobre al régimen subsidiado.
Por otra parte, la compensación es el proceso por el cual el Fosyga, a través de la Subcuenta de Compensación, descuenta, del monto de las cotizaciones que son recaudadas por las Empresas Promotoras de Salud -EPS-, el monto de la Unidad de Pago por Capitación -UPC- que reconoce a éstas por cada afiliado para brindar la cobertura del POS. Si esta diferencia es positiva, las EPS deben girar al Fosyga los recursos correspondientes; si es negativa, el flujo es a la inversa. En este proceso se tiene en cuenta que, antes de efectuar la compensación, se transfiere un punto de los 12 de la cotización al régimen subsidiado (Subcuenta de Solidaridad), y otros recursos para licencias y la Subcuenta de Promoción, o sea que el equilibrio financiero resulta determinado por cerca del 10.5% del IBC (los ingresos) menos el producto de la UPC por la población afiliada (los gastos).
Las ventajas de la solidaridad
Esta manera de operar el régimen contributivo constituye una garantía para el ejercicio de la solidaridad y la eliminación o prevención de fenómenos como la selección de riesgos por parte de las EPS. En efecto, las personas se vinculan al régimen contribuyendo según su capacidad de pago (el IBC) y reciben beneficios del mismo según su necesidad (la UPC por el número de beneficiarios a cargo). Además, al diferenciar la UPC por género, edad y región, se evita que las EPS seleccionen los mejores riesgos entre la población y rechacen los de más alto riesgo.
Desequilibrio financiero y cobertura
Con estas consideraciones sobre el equilibrio financiero del régimen contributivo, se nota que la crisis financiera aparece en el año 2000, cuando la Subcuenta de Compensación arroja un saldo negativo entre el superávit de recaudos y el pago por compensación entre el Fosyga y las EPS. Entre 1996 y 1999, los saldos netos fueron positivos, lo cual permitió realizar inversiones de rendimientos financieros y conservar unas reservas para atender períodos de déficit (ver gráfica 1).

Se esperaba que el régimen contributivo continuara evolucionando bajo estas condiciones, o por lo menos, que si se presentara un déficit, éste no fuera muy prolongado o intenso. Sin embargo, el entorno macroeconómico cambió, aumentaron el desempleo y la informalidad, lo cual generó un detrimento del IBC y una reducción en el monto total de las cotizaciones, al tiempo que se presentaba un aumento en la densidad familiar.
Además del desequilibrio financiero a nivel macro, un problema muy preocupante se refiere al estancamiento de la cobertura, como proporción de la población del país, y su reducción en relación con los ocupados. En efecto, por una parte, la cobertura es apenas del 31% de la población total, con una diferencia cada vez menor con la que se tenía al momento de expedirse la Ley 100 (22%), cuando no se cubría a la familia del cotizante; por otra parte, como proporción de la población ocupada, la cobertura descendió en más de tres puntos porcentuales en los últimos dos años, lo cual muestra la discrepancia estructural entre empleo y seguridad social.
La situación financiera del régimen contributivo fue reconocida por el Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud en su informe del año 2002, al señalar que la vigencia del año 2001 ha sido "la más crítica en lo que ha transcurrido del nuevo sistema de salud" (Informe, p. 19). Si bien a diciembre 31 de 2001 el déficit de la Subcuenta de Compensación ascendió a $167.000 millones, se advierte que aún falta ajustar la compensación del ISS y Cajanal, lo cual podría incrementar esta cifra en otros $51.000 millones.
Este déficit se encuentra explicado, principalmente, por el aumento de la densidad familiar o el número de beneficiarios por cada cotizante, el cual pasó de 2.48 en 2000 a 2.51 en 2001, consolidando la tendencia creciente de los últimos años (ver cuadro 1).
Además, aunque no se menciona en el informe, es importante tener en cuenta que la crisis del empleo afecta seriamente los ingresos, dada la tendencia de los salarios a crecer por debajo de la inflación, así como a la inestabilidad del empleo, siendo más frecuentes las personas que cotizan períodos inferiores al año y con remuneraciones inferiores a la necesaria para mantener el equilibrio.

Es importante destacar que el déficit en el régimen contributivo se cubrio en los últimos tres años con los resultados positivos de los primeros años y aún se poseen recursos para sortear tal vez un año más de déficit. Además, para amortiguar la situación de 2002, se aumentó la Unidad de Pago por Capitación -UPC- en 4%, lo cual significa una reducción real de un 2%, medida catalogada por el Consejo como una "decisión responsable" (Informe, p. 2), y se redujo la asignación de recursos para la cuenta de promoción y prevención del 0.5% al 0.16% del ingreso base de cotización. Estas dos medidas reportan un ahorro de cerca de $ 180.000 millones.
Futuro financiero del régimen
Con el objetivo de determinar las condiciones futuras, se plantearon algunos escenarios sencillos (ver cuadro 2), diferenciados por la variación en el crecimiento económico, manteniendo una densidad familiar constante de 2.5 y con un supuesto muy conservador de que por cada punto porcentual que crezca la economía, el número de cotizantes aumenta 0.6%, valor determinado por la elasticidad empleo-PIB de los últimos años. A partir de estos valores, se construye el panorama general sobre cobertura y equilibrio financiero.
Un primer escenario positivo, con un crecimiento económico de 5% anual, una variación de 3% en los cotizantes y 1% en el IBC, implicaría un aumento de cerca de un millón de cotizantes entre 2000 y 2006. Bajo este escenario, la recuperación del equilibrio financiero del régimen se presentaría en el año 2003. Considerando la estabilidad del escenario, se prevén saldos positivos importantes que permitirían incrementos en la densidad familiar o aumentos en los contenidos o la calidad del POS.
En el segundo escenario se supone un crecimiento económico intermedio de 3% anual, un crecimiento de los cotizantes de 1.85% y de 0.5% para el IBC. En este caso, el aumento de los cotizantes es solo de medio millón entre 2000 y 2006. Bajo estas condiciones, la recuperación del equilibrio financiero no se vislumbra hasta el último año, por lo que sería necesario realizar ajustes en los gastos, por ejemplo mediante una reducción real de la UPC de 1% durante los tres primeros años, o un control sobre la densidad familiar de modo que baje hasta un nivel de 2.46. Otras soluciones, con efectos secundarios negativos, serían el aumento de los pagos compartidos y del porcentaje de cotización.
Finalmente estaría un escenario negativo, con un crecimiento económico de 1%, un aumento de los cotizantes de 0.6% anual y un IBC constante. En este caso, los cotizantes aumentarían sólo en 184.333, la cobertura bajaría hasta el 28% y se mantendría un déficit estructural cercano a los $100.000 millones durante los seis años. Serían necesarios, entonces, cambios más drásticos que los sugeridos en el escenario anterior.
Conclusión
Este ejercicio ilustra el dilema que enfrenta Colombia para sostener el régimen contributivo: o se busca mantener el equilibrio financiero, a costa incluso de una reducción en la cobertura y de una mayor exclusión social, o se busca conservar y aumentar la cobertura combinando fuentes de financiamiento y, en últimas, modificando la fuente de financiamiento. Como lo muestra el Decreto 1703 de agosto pasado, el cual será analizado en una próximo edición de El Pulso, predomina el interés por el equilibrio financiero y se presume que el régimen está albergando a personas que están evadiendo o eludiendo, como es el caso de los beneficiarios adicionales de un cotizante, quienes pagan el valor correspondiente a la UPC (es decir, no implican desequilibrio para el sistema). Sorprende, por ejemplo, que se establezca el pago de dos UPC para las mujeres de 15 a 44 años y de tres UPC para los hombres en el mismo grupo de edad. No hay argumentos técnicos para una medida como éstas y parece, como sucedió con el Decreto 47 de 2000, que el sistema se regulase a partir de una simple casuística y sin consideración por los efectos sociales y las incoherencias de política que pueda tener una medida como ésta.
Referencias:
Grupo de Economía de la Salud GES-. Observatorio de la Seguridad Social No. 4.
http://agustinianos.udea.edu.co/economia/ges.
Restrepo, Jairo y Salazar, Verónica (2002). "El seguro obligatorio de salud en Colombia: evolución y determinantes de la cobertura". Coyuntura Social, No. 26, Bogotá D.C., mayo, págs. 121-149.
 
 







 



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