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León De Greiff:
Aquel
auditor de cuentas que sería nuestro más genial
poeta
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Reconocido
como uno de los grandes poetas de América, este hombre
de gran formación intelectual renunció a todo
por su estoico menosprecio de las vanidades humanas y vivió
una vida austera, de trabajo técnico y de ejemplar
bohemia. Apartes de un perfil escrito en 1956, para "Sucesos",
por su amigo, el periodista y político Juan Lozano
y Lozano.
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En una "redada" de policía
que hubo en Bogotá en años pasados, cayó,
entre otras muchas personas, León De Greiff, quien
se hallaba departiendo con otros literatos y poetas alrededor
de una de las mesillas del célebre "Café
Automático". Conducidos en carros radiopatrullas
a la inspección de la calle cuarenta, allí
fueron todos requisados, aligerados de los papeles que llevaban
en los bolsillos, y provisionalmente mandados a los calabozos,
mientras en las oficinas se examinaban con detenimiento
aquellos papeles, en averiguación de posibles planes
subversivos. Una vez terminada la minuciosa inspección,
casi todos los detenidos fueron puestos en libertad. Pero
León se quedó adentro, como sujeto a todas
luces peligroso. El investigador había leído
y releído los papeles del poeta y, como no entendiera
una palabra, había exclamado con un lampo de triunfo
en los ojos: "!Esta es la clave secreta! !Aquí
está la clave de los revolucionarios!".
Se trataba, desde luego, de algunos de los poemas manuscritos
de León De Greiff y no le faltaba completamente la
razón a aquel celoso servidor del orden. León
De Greiff es, en el ámbito de la poesía castellana,
el inventor y guardián de la clave de una revolución
(...) En 1915, siendo todavía estudiante adolescente,
León De Greiff había empezado a publicar en
la pequeña revista "Panida", que él
y un grupo de amigos sostenían en Medellín,
poemas de una misteriosa y embrujadora esencia lírica,
que no se parecían en nada a nada de lo anteriormente
escrito en castellano. Que, en primer lugar, aparecían
totalmente desligados de las pautas que Rubén Darío
y los principales magnates del modernismo americano tenían
indiscutiblemente impuestas a la poesía continental,
y a la peninsular, de las dos primeras décadas del
siglo XX. "Panida", se repite, es publicación
de 1915; y para entonces no existían señas
de Neruda, ni de García Lorca, ni de Alberti. León
De Greiff fue el primero en escribir, sin influencia ni
preanuncio de nadie, poesía de concepción,
de sensación, principios, ritmo y estilo diferentes
de aquellos con que Darío había renovado total
y genialmente, la lírica española.
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Desde sus primerísimos poemas De Greiff se presenta
con todas las características propias y generales que
han hecho de él un maestro inconfundible, y que confieren
una unidad superior a todas las estaciones de su itinerario.
El aparece, en primer término, como el conquistador y
dispensador de un universo lexicográfico que amplía
la capacidad de expresión poética de nuestro idioma,
en forma que no sospechó jamás ningún poeta
anterior, inclusive Góngora, con base en cuya obra se
han compilado gruesos diccionarios. Pocos son los benedictinos
filológicos que conozcan o hayan conocido más
a fondo la lengua castellana que León De Greiff; y, desde
luego, ninguno con su sensación artística. Sus
arcaísmos son de la más pura cepa; sus neologismos
son de inobjetable abolengo; y lo que hay de lenguaje corriente
en su poesía, es de tal exactitud de significado, que
cobra un nuevo sentido sorprendente (...) |
Las
posibilidades de expresión de matices que el dominio
de la filología concede a la intuición, a la ideación
y a al emoción poéticas, constituyen para León
De Greiff ingente privilegio dentro de los poetas de la lengua.
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Juego
mi vida
La ideación general de la poesía de De Greiff,
su orientación espiritual y humana, es análogamente
original y privativa. El "caso" de la poesía
de Byron, es el del sujeto que recorre desesperadamente el
mundo para huir de si mismo. El "caso" de la poesía,
y de la entera obra intelectual de Goethe, es el del individuo
que aspira al dominio jupiterino de la serenidad mental sobre
todos los valores de la vida: el amor, la religión,
la sociedad, la política, la ciencia, el arte. El "caso"
de la obra literaria de France es el de la piedad sarcásticamente
analítica por todas las manifestaciones de la vanidad,
de la estupidez, de la codicia, del extravío y del
dolor de los hombres. Esas notas permanentes y características
de aquellos tres artistas, recordados aquí al azar,
son las que dan unidad resplandeciente a sus vidas y a sus
obras; las que las individualizan en el vasto mundo de la
inteligencia y de la sensibilidad; las que hacen que las consideremos
como puntos cardinales de la conciencia humana, en cuanto
todos, en nuestras pequeñas vidas, sufrimos problemas
de conciencia universales (...) y nosotros encontramos que
no hay sino unas pocas salidas para el problema del espíritu,
y que son ciertos individuos magistrales los que las han encontrado
y señalado por la magia superior del arte. Así
León De Greiff representa un "caso" de entidad
universal, expuesto y resuelto en términos apasionantes
de belleza imperecedera (...) El caso de León De Greiff
es el de quien, persuadido de la inutilidad de los destinos
humanos, está dispuesto a jugar su vida contra cualquier
cosa, y preferiblemente contra las que representen una fantasía,
una emoción, un capricho, una curiosidad.
Sobre los procedimientos poéticos de León De
Greiff podría escribirse un voluminoso tratado. El
ha creado por sí y para sí una propia retórica,
cuyas leyes se ocuparán más tarde en dilucidar
y establecer los académicos. Esa facultad suya de entretejer
en la nueva entidad de una trenza a la vez undosa y compacta,
el lirismo, la cultura y el sarcasmo; esa capacidad suya para
erigir mitos, o sea valores universales extraídos de
la propia experiencia vivida del mundo o de la lectura: Stepansky,
Heraldo, Judas el Oscuro, Beremundo el Lelo, Dinarzada, Ligeia...
y de presentárnoslos como figuras de un valor simbólico
irresistible. Ese tipo de asociación suya, exclusivamente
suya, que se establece por sonidos musicales, por recuerdos
eruditos, por experiencias propias y ajenas. Esa construcción
del poema sobre bases musicales antes que sobre fundamentos
literarios, en transposición de artes que se resuelven
en una transfiguración alucinante. La factura misma
del verso, que puede ser muchas veces la clásica perfecta,
y aún hecha resaltar por el sabio empleo de los metros
y las combinaciones desusadas; pero que generalmente consiste,
no por la imitación casuística sino por el tipo
general, en una suerte de prosa rítmica como la que
emplearon -con tan opuesta ideación poética-
Walt Whitman, Paul Claudel...Todo ello, y muchas características
más, podría señalarse en León
De Greiff como contribuciones originales y geniales a la creación
de un mundo nuevo de la poesía.
El hecho de que este hombre digno y hosco, absolutamente incapaz
de escribir una carta o de intentar un cumplido, tenga tan
vasto núcleo de fanáticos en Colombia y de que
en España y en toda la América se le considere
como a un máximo maestro, nos dice que él ha
hecho de su lenguaje un lenguaje universal.
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Oírlo en una
incidental discusión con geólogos, con profesores
de estrategia militar, con conocedores del francés
o del inglés anteclásicos, con astrónomos,
es tener la entrevisión aterradora de mundos desconocidos.
Sin contar que es, con su hermano Otto, el mayor experto
en música que haya existido en Colombia.
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Vida de austeridad y "ejemplar
bohemia"
Los De Greiff son una de las familias nobles de Suecia,
y de alta figuración en su historia cortesana, militar,
eclesiástica y política, lo mismo que los
Faxe, apellido de la esposa de Don Carlos Segismundo De
Greiff, el primero de los de su nombre que llegó
a Colombia en los albores de la república. Este Carlos
Segismundo, hombre de excepcionales condiciones, era militar
y montero mayor del palacio del rey, cuando cualquier circunstancia
lo hizo llegar a nuestras playas, en algún negocio
de minas.
Y León De Greiff, que por su linaje, por su influencia
política refleja y por su poesía, habría
podido elegir una vida fácil y agradable, lo ha renunciado
a todo, por su estoico menosprecio de las vanidades humanas
y ha vivido una vida de pobreza, de contrariedad, de trabajo
técnico y de ejemplar bohemia. Jamás, ni en
los momentos oscuros, se ha quejado de nada ni de nadie;
jamás se propició con ninguno; jamás
se plegó a recortar, en vista de cualquier ventaja,
un repliegue de su personalidad. Noble, generoso, leal,
a la vez que hosco y orgulloso ha dado de si al mundo y
a Colombia su poesía; y de nadie se a prestado a
recibir jamás nada. Su mundo ha sido el de unos pocos
amigos que lo admiran y que conocen la grandeza de su corazón
y la inflexibilidad de su carácter, tallado en piedra
tan dura como resplandeciente. Alto hercúleo, rojizo,
con su barba característica, con sus bolsillos desbordantes
de papeles, con su traje deshilachado...en las horas que,
a través de la vida, le ha dejado libre su trabajo
de estadígrafo y auditor de cuentas, en el que es
un "as" y el más cumplido de los empleados,
ha vivido en los cafés, en donde es a la vez la estampa
más popular y más lejana. Los cafés
que él frecuenta -atrás el célebre
Windsor, hoy el no menos célebre Automático-,
se acreditan por la sola virtud de su presencia. Las gentes
quieren ir al café del maestro; y gentes de fuera
de Bogotá acuden allí para mirarlo solamente,
porque el es extraordinariamente poco comunicativo. En sus
habitaciones privadas, los libros y los discos se apilan
por montoneras y él tiene que hacerse campo cada
noche para hallar y desembarazar su cama.
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En sus habitaciones
privadas, los libros y los discos se apilan por montoneras
y tiene que hacerse campo cada noche para hallar y desembarazar
su cama.
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León De Greiff,
por último, es la mayor ilustración de Colombia,
en donde existen hombres como Sanín Cano, como López
de Mesa, como el P. Félix Restrepo, como Eduardo Santos,
como Nicolás Gómez Dávila... que son
fenómenos del conocimiento. Su interés se refiere
a todas las regiones de la cultura antigua y moderna, en las
que tiene no simple formación comprensiva, sino pasmosa
erudición que parece especializada en muchos campos.
Y él, por lo demás, rehuye hablar de cosas intelectuales.
Pero oírlo en una incidental discusión con geólogos,
con profesores de estrategia militar, con conocedores del
francés o del inglés anteclásicos, con
astrónomos, es tener la entrevisión aterradora
de mundos desconocidos. Sin contar que es, con su hermano
Otto, el mayor experto en música que haya existido
en Colombia, sin que toque ningún instrumento. No ya
como poeta magno, sino como formación intelectual y
como personalidad humana, León De Greiff es uno de
los seres más extraordinarios y excelentes con que
pueda toparse uno en la vida.
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