MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 6    NO 73  OCTUBRE DEL AÑO 2004    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co

Reflexión del mes

“Los grandes quedarán en el recuerdo. Pero cada uno de ellos fue grande en relación con lo que esperó. Uno fue grande esperando lo posible. Otro, esperando lo eterno. Pero quién esperó lo imposible, fue el más grande de todos”
Soren Kierkegaard (1813 - 1855). Filósofo danés, padre del existencialismo. Elabora una filosofía centrada en la existencia concreta del hombre, dominada por la angustia, la soledad y la muerte.

 

Candidatos presidenciales: Bush, Kerry y sus propuestas en salud
Ricardo Restrepo Guzmán, MD Boston, Estados Unidos elpulso@elhospital.org.co
A pocas semanas de una elección en donde el curso de los Estados Unidos, como del mundo entero, está en juego, las prioridades se pueden enmarcar en dos palabras: seguridad nacional y economía. Detrás de ellas, está un tema que amerita una importancia mayor, pero que los mismos medios no se encargan de divulgar: cómo un gobierno republicano o demócrata asumirá el problema de la salud. Esto es de suma importancia para una nación de aproximadamente 300 millones de habitantes, en donde 44 millones no tienen seguro de salud o acceso a servicios médicos, y donde cerca de 5 millones de personas han perdido sus beneficios médicos durante este último gobierno. En este país, la población hispana es la minoría predominante con 38 millones y ésta será de vital importancia para que los planes propuestos se lleven a cabo. En una nación en donde 1 de cada 7 habitantes no tiene seguro de salud y donde se gasta US$7.4 millones por hora en la guerra, se justifica una revaluación de éstas políticas.
Para analizar cada una de las campañas es importante mencionar hacia qué sectores de la salud se enfocan las propuestas. Los programas federales originados en la seguridad social como Medicare (salud para el paciente de la tercera edad) y Medicaid (salud para el más necesitado), la distribución de impuestos (taxes), los planes de cobertura, y la implementación en servicios de salud, son puntos que afectan al norteamericano común.
Bush y el plan de salud
En los últimos 4 años, Bush ha luchado por implementar cambios en el Medicare, donde el objetivo primordial es crear beneficios para la consecución de medicamentos. Este plan aprobado por el Congreso en el 2003 y que tomará efecto en el 2006, subsidiará medicamentos necesarios para población de la tercera edad, y su costo será de US$564 billones en los próximos 10 años, cifra calculada el año anterior en US$395 billones.
El gobierno Bush también está promoviendo las cuentas de ahorro médico (MSA: Medical Savings Accounts), en las cuales se propone al individuo aportar un dinero aparte en una cuenta exenta de impuestos para ayudar a trabajadores con bajo ingreso a tener recursos médicos para un futuro o pagar gastos inmediatos. Estas cuentas de ahorro médico (MSA) han estado disponibles desde enero del 2004, pero hasta este momento hay que pagar impuestos por ellas. Muchos empleadores han expresado un gran interés en esta alternativa, pues así el empleado puede decidir ser parte del mercado individual de seguros en salud sin que el empleador sea el único en ofrecerlos. El gobierno Bush niega que esto sea una forma de suprimir el compromiso del empleador con el empleado, y argumenta que se expandirá el mercado de las aseguradoras en salud, planes médicos y seguros en caso de accidente, que estarán disponibles para el trabajador norteamericano.
Bush también propone una línea de crédito para ayudar al ciudadano sin seguro de salud, a que pueda adquirir un seguro médico privado. A los individuos que ganan US$30.000 o menos se les retornará US$1.000 anualmente y con esto podrán adquirir su seguro. A las familias que ganan US$60.000 o menos les será retornado US$3.000 después de pagar sus impuestos, y así podrán tener seguro de salud para su familia.
Críticos del gobierno aseguran que estas medidas pueden solo cubrir un tercio del costo real de un seguro de salud, por lo que en consecuencia, muchas de estas familias e individuos terminarían sin este servicio. O quizás, como otros especulan, podrían utilizar este dinero para otras necesidades.
El costo del plan sería de US$90 millones en los próximos 10 años y cubriría de 2.1 a 2.4 millones más de personas en los Estados Unidos (5% de los que no tienen seguro, de acuerdo con Kenneth E. Torpe, Ph.D de la Universidad de Emory en Atlanta, quien ha seguido muy de cerca las campañas de los presidenciables y sus políticas en salud).
La agenda Bush también considera la población infantil sin seguro: el plan es financiar con US$3.2 billones los denominados programas de seguros de salud estatales en la población infantil (SCHIP, State Children's Health Insurance Programs). Cada estado se haría responsable por la salud integral de la niñez.
Bush propone limitar las demandas médicas por razones no económicas (dolor y sufrimiento infringido por negligencia médica) a US$250.000, situación que genera controversia, pues para muchos esto es un signo de “no justicia”.
Kerry y el plan de salud
A diferencia de Bush, Kerry es enemigo en considerar el mercado individual en seguros de salud para el pueblo norteamericano. El plan de Kerry es mucho más ambicioso y esencialmente lo quiere llevar a cabo revocando la protección de recorte de impuestos para los más ricos (personas con ingresos superiores a los US$200.000 anuales), implementada por el gobierno Bush.
Su propuesta costaría US$653 billones en los próximos 10 años y reduciría el número de personas sin seguro médico a 27 millones, equivalente a dos tercios de la cifra actual.
También propone el acceso a un programa de beneficios en salud con el gobierno federal, en el cual se subsidiaria al empleador y los programas estatales para reducir el número de personas sin seguro médico; sería un programa menos costoso que el sistema privado en salud. Este sistema federal cubre hoy al presidente, miembros del Congreso y empleados federales; la condición para llevar este plan a cabo, es que los empleados tengan un cubrimiento total en salud y que se implementen programas preventivos en salud en cada lugar de empleo. Con esto se reembolsaría al empleador un 75% del seguro de salud por encima del costo total de US$50.000. Muchos expertos aseguran que año tras año se dará más estabilidad al sistema de salud en las pequeñas empresas, y que cada individuo podrá obtener servicios de salud sin importar si se trata de una pequeña empresa.
Kerry también propone una expansión de los programas de seguros de salud estatales en la población infantil (SCHIP, State Children's Health Insurance Programs) y el Medicaid, en donde el gobierno federal pagaría por todos los niños que estén en el Medicaid. Cada estado se vería entonces en la posición de extender la cobertura a padres trabajadores.
Kerry argumenta que el programa creado por Bush en torno del Medicare no es suficiente para aliviar necesidades de la población de tercera edad. El plan Kerry permite al paciente la compra de medicamentos a bajo costo desde Canadá, lo que no permite el gobierno Bush. Kerry busca no cerrar la puerta a medicaciones genéricas listas para entrar en el mercado, y negociar con grandes compañías farmacéuticas mejores precios.
A diferencia de Bush, Kerry se opone a fijar un “tope” de US$ 250.000 para limitar las demandas médicas por razones no económicas. Argumenta que esta medida negaría justicia para el afectado, y a su vez ofrece un plan para disminuir las demandas por mala práctica médica, en el cual se prohíbe la demanda a menos de que un especialista determine que existe un argumento razonable para el reclamo. También se establecerían sanciones obligatorias a las demandas innecesarias.
Consecuencias del voto
Ambos planes son de una complejidad enorme, y sólo la implementación de cada uno dará la pauta para un análisis sólido. Sin embargo, el tema de la salud no puede pasar inadvertido en una de las elecciones más cruciales de los últimos tiempos. Mientras Bush se inclina por un plan individual de salud en donde el individuo tendría más control de sus decisiones en torno de las alternativas ofrecidas por el sistema, Kerry se inclina por una “socialización” de la medicina, difícil pero no imposible en un país donde la salud ha recibido el estatus de negocio.
 
Bioética
Extorsiones en el sistema de salud

Ramón Córdoba Palacio, MD - elpulso@elhospital.org.co
Cuando por cualquier razón y conscientemente se inicia un proceso de degradación, éste, como un alud, va tomando fuerza y acrecentándose hasta adquirir caracteres catastróficos. Así, infortunadamente, tenemos que registrar que al amparo de la Ley 100 ya no sólo se negocia con la existencia humana sino que, además, se extorsiona frecuentemente y con cinismo a los pacientes -clientes para ellos- y a los médicos -verdaderamente, sus esclavos-.
El Diccionario de la Real Academia Española define extorsión como: «Acción y efecto de usurpar y arrebatar por fuerza una cosa a uno». Y sobre usurpar dice el mismo diccionario: «Apoderarse de una propiedad o de un derecho que legítimamente pertenece a otro, por lo general violentamente».
La sola definición muestra lo repugnante de estas conductas, pero se hacen aún más condenables cuando lo que se arrebata es la intimidad de una persona humana o la libertad y el derecho de trabajar honestamente. Algunos altos mandos de algunas de las intermediarias comerciales creadas por la malhadada Ley 100, protegidos en su inexpugnable trinchera -inexpugnable no siempre por la claridad y lo ético de sus acciones, sino por la ineficacia de las entidades encargadas de su fiscalización- exigen perentoriamente a los médicos enviar la historia clínica de su paciente para satisfacer unos honorarios -tarifa, para ellos- ya devengados, para el pago de unas prestaciones ya cumplidas por éstos, burlando así olímpicamente lo ordenado en el Artículo 34 de la Ley 23 de 1981 y en la Constitución Política de Colombia que en el Artículo 15 proclama: «Toda persona tiene derecho a su intimidad personal y familiar y a su buen nombre, y el Estado debe respetarlos y hacerlos respetar», y el Artículo 74 que indica: «El sigilo profesional es inviolable».
Derecho a la intimidad que no es sólo un ordenamiento legal sino, y primordialmente, un derecho inherente e inalienable a la condición del ser humano, un factor indispensable para poder participar de una vida social sana, para poder convivir en comunidad, que se enseña en el hogar y reafirma el despreciado pero valioso tratado de urbanidad de Carreño. Al respecto, Vidal afirma: «Dentro del secreto confiado se admiten grados, el más importante de los cuales es el secreto profesional»; y, un poco más adelante, agrega: «En el orden de los principios, el secreto profesional tiene toda la urgencia del secreto: obliga rigurosamente y siempre en razón de la justicia». Todo lo anterior adquiere mayor compromiso si tomamos conciencia de que siempre, o casi siempre, en el secreto médico está involucrado el secreto llamado «natural», es decir, «cuando la revelación está prohibida por la propia naturaleza de la cosa que se conoce», enseña Taliercio, porque traería daño o simple disgusto, injustamente proporcionado, al dueño de lo revelado. «Ser depositario de un secreto íntimo constituye, por tanto, un don que nunca se merece. El confidente, al descubrirnos su intimidad, nos ha entregado lo más sagrado de su ser, nos hace partícipes de su riqueza interior, que sólo quiere compartir con aquella persona que considera digna de confianza». Nada de esto cuenta para quienes exigen conocer la intimidad del paciente, consignada en la historia clínica, para cubrir unos honorarios que en conciencia y legalmente deben.
No es menos grave que cuando un médico, en cumplimiento de su deber profesional y humano pretermite algunas de las disposiciones que le imponen, disposiciones arbitrarias y casi siempre injustas y lesivas de la integridad del paciente, se lo castigue o amenace con despedirlo, pues las órdenes que rigen en esos comercios de seres y vidas humanas no permiten ninguna desviación ni a derecha ni a izquierda -si se permitieran correrían peligro las ganancias económicas, su única razón de ser-. Y la extorsión y las exigencias arbitrarias, injustas y lesivas de la dignidad del ser humano-paciente, han llegado hasta a amenazar con cancelar contratos a clínicas y hospitales que conserven en su nómina médicos que tienen como principio ético primordial la existencia e integridad de quien se confía a sus cuidados, atentando así desvergonzada e impunemente no sólo contra el paciente que cayó en sus manos sino también contra el derecho al trabajo honesto que protege la Constitución Política de 1991.
Y nuestras gentes siguen engañadas con la propaganda de que es una Ley igualitaria, que protege los derechos fundamentales de todos los colombianos, entre ellos el de la salud mediante una atención honesta, oportuna y diligente. La Ley 100 con las instituciones intermediarias, cohíbe la atención médica fundada en el valor primario del paciente como ser humano, y permite ponerle precio a éste en dinero contante y sonante.
¿Hasta cuándo tendremos que soportar la displicencia de las autoridades encargadas de hacer cumplir las determinaciones de la Constitución Política, de defender la dignidad de todos los colombianos?.
Nota: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética -Cecolbe-

 











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