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Casi tres siglos
después de aparecer la novela Robinson Crusoe del inglés
Daniel Defoe, gran ejemplo de sobrevivencia, heroísmo
y solidaridad, nuestra televisión produjo el reality
show Expedición Robinson, que al margen
de la originalidad, excelente realización y buenos
propósitos de sus gestores, generaría como sus
congéneres, polémicos efectos. El manejo de
los realities tiene amenazado al país por convivencia.
Los reality shows son un hito en la TV contra el viejo esquema
vertical de realización y producción, con formatos
interactivos que plantean participación y crean otra
forma de inversión publicitaria, con un jugoso nicho
de mercado. No obstante, su UTILIZACIÓN puede borrar
la ilusión de realidad, señalar pautas dañinas
de comportamiento y envilecer vastos segmentos de programación.
Sobre tal asunto de interés público entregamos
los conceptos de varios comunicadores sociales, ponentes en
reciente foro de Interacción- Educación y Comunicaciones,
y la Escuela Colombiana de Mercadotecnia en Medellín.
¿Debate moral o tecnológico?
El realizador del Canal Universitario
de Antioquia, Mauricio Velásquez, estudioso del impacto
de la televisión en el espectador, expresa la visión
del reality a partir de su historia: El debate en torno
del reality se fomentó desde un contexto moral: la
calificación desde ópticas sociales siempre
se ampara en el hecho de la degradación de la calidad
del ser humano. Mi pregunta ha estado encaminada a contextualizar
su aspecto formal, en tiempo y espacio, ya que el entorno
natural de este formato es el lenguaje audiovisual televisivo;
los debates morales se deben dar alrededor de las temáticas
generadas por fuera de éste, una vez acaba cada uno
de los programas o entregas de ellos.
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Y
explica: Debemos analizar uno de los aspectos fundamentales
para su éxito en términos de rating, sintonía
y audiencia: su estructura narrativa. En Estados Unidos comenzó
a fines de los años 70's, una nueva era televisiva que
proponía ocultar cámaras (hidden cameras) y realizar
shows donde se sorprendía a la gente; la reacción
natural del espectador fue creer que la televisión no
necesariamente era aquel artificio maquillado y prefabricado
en estudio, que una cámara perfectamente podía
registrar entornos naturales sin alterarlos. Ese primer encuentro
estaba avalado por las experiencias de directores de cine como
Richard Lester, que ya en sus películas proponían
estructuras similares a aquello que hoy conocemos como Documentales.
Además, la televisión real como tal, era un término
ya acuñado en la guerra de Vietnam, refiriéndose
a esas escenas que ponían a los norteamericanos contra
la pared de su propia moral.
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El
aspecto fundamental del nuevo tipo de imágenes ofrecía
características nunca antes vistas: el televidente se
sentía parte de un espectáculo y la brecha realidad-ficción
se iba acortando cada vez más. Con la aparición
de los nuevos dispositivos de videocámaras caseras, los
televidentes recortaron aun más esa brecha, pues su reproducción
instantánea era hecha a través del mismo televisor
donde veía sus programas, algo tan simple como conectar
y reconectar un cable. Sin darse cuenta, el televidente estaba
haciendo televisión. Así nacieron los Crazy Videos
o Locos Videos, conocidos en Norteamérica como American
Funniest Videos, un show televisivo donde se presentaban videos,
hasta ese entonces, caseros. La textura de la pantalla fue cambiando
y el televidente demandaba cada vez más realidad, aquella
que había fomentado su avidez por lo real. Fue entonces
que las grandes cadenas televisivas de noticias comenzaron a
aprovechar las propiedades electromagnéticas de las nuevas
cámaras, para hacer crónicas y reportajes con
características inéditas por su versatilidad y,
ante todo, por su realismo. El público evidenció
aún más la aceptación a este tipo de espectáculos
con dos eventos que cambiaron sustancialmente el panorama televisivo:
La explosión del Challenger y la persecución de
O. J. Simpson, percibidos en otro factor determinante del concepto
reality al ser registrados en vivo, y esto terminó de
validar el término 'REAL'.
El reality show como hoy lo conocemos, es un programa concurso
donde se pone a los participantes a cohabitar espacios que se
insinúan reales y a vivir situaciones cotidianas (eso
era hasta hace unos años, porque mi madre por ejemplo
cuando va a castigar a mi sobrina le dice que la va mandar a
Playa baja)... Los formatos reality de ese tipo tuvieron su
inicio con Endemol en Holanda y con Mtv Networks en EU. Sin
embargo, Big Brother, el programa de Endemol, es el reconocido
padre de estos shows; aquí vuelve a jugar aquello de
la disposición de las cámaras y sobre todo su
textura y tipo. ¿Quién no se ha fijado como se
comporta o como se ve ante una cámara de seguridad? Todos
en algún momento nos hemos visto en una de esas pantallas,
en un mercado, un banco, un centro comercial. Así parte
este primer indicio de aceptación a la propuesta narrativa,
cámaras que auscultan como lo hace cualquier Hidden Spy
Camera. |
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La construcción
de sentido debe ser en familia.
Comunicadora Jenny Tamayo
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Con
Survivor, el fenómeno de las propuestas narrativas consolidó
al televidente como posible creador de imágenes similares
a las que le proyectaban en pantalla. Las cámaras abandonaron
los trípodes, los steady cam y otros atributos técnicos
que hacían supuestamente una televisión de calidad.
Ahora las cámaras corrían con frenesí tras
un concursante, hacían reencuadres de plano sin cortes,
jugaban con el zoom y aún con el foco, los lentes se
empañaban, se empantanaban y, en general, todos los planos
se hicieron cada vez más similares a aquellos que usted
o yo podemos hacer con una cámara de $2 millones comprada
en un almacén de cadena. El secreto: ahora las cámaras
funcionan con dispositivos CCD que permiten ser transmitidas
a través de la señal televisiva, ya que sus líneas
de resolución mejoran cada vez más y más.
La televisión real es ahora real porque los creativos
así lo hicieron, usando ese tipo de planos e imágenes
que cualquier aficionado haría. La pregunta es: ¿cuál
será la respuesta de los 'profesionales' de la imagen
cuando todas sus convenciones han sido revaluadas?
Por la dignidad humana
Ana Patricia García, gerente
de programación de Teleantioquia, concibe así
el reality y la realización de Antioquia, Belleza Real:
Nosotros partimos de una televisión pública,
que respeta, que no agrede. No pretendemos manifestarnos en
contra de algún reality, la idea es que haya realities
que respeten al ser humano, su autonomía, la dignidad
humana. Ahora, ¿por qué Teleantioquia se metió
a hacer sólo un reality? Porque teníamos claro
que había una opción de democratizar el reinado
de belleza y ese fue el proceso que vivió la Corporación
de Belleza de Antioquia. Aunque económicamente no fue
rentable, se buscó el respeto a ese ser humano que estaba
participando. Por eso hasta reconvinimos al director y le dijimos
que no queríamos que las participantes se sintieran mal.
¿Qué vemos en general hoy en día con los
realities? Que se está comercializando la ambición
o la necesidad de la persona que necesita dinero, por ejemplo,
en el caso de Los Llevaos, uno ve que participan por los $300
millones y exhiben sus vidas con todas sus miserias. Estamos
de acuerdo con ellos para estimular al talento de las personas,
teniendo reglas de juego claras, sin exhibir esa competencia
y esas ruindades en las cuales por ganar, la persona maltrata
al otro, hace burla de él, es tramposa |
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Federico
Uribe, productor de Pop Stars de Caracol TV, productor y director
de Antioquia, Belleza Real, director de realización en
Cambio Extremo de RCN TV, opina: Yo los miro como un estudio
antropológico de cómo es la gente bajo presión,
tratando de alcanzar un sueño, de luchar por un anhelo
de su vida. Como cualquier otro formato de TV, hay gente que
les gusta y otras que no, uno como televidente no está
obligado a ver un programa, lo ve por curiosidad, por voyeurismo
o porque le gusta simplemente. Son formatos nuevos que dan mucho
qué hablar. No creo que en los realities -al menos en
los que he participado- atenten contra la dignidad de la persona,
primero porque la presentación es voluntaria y a quienes
clasifican se les explica muy bien y firman un contrato donde
se dice qué pasará, cómo participarán,
etc. |
Algunos
esquemas traen competencia, y al ser programas de entretenimiento,
como tales deben tener motivos para que el televidente se 'pegue'
a verlos.
Eso no significa que en ciertos realities algunos no puedan
pensar que se haya jugado con la dignidad, pero en los que yo
he estado han sido competencias transparentes desde todo punto
de vista. En el caso de Cambio Extremo, lo que se hace es proveer
la oportunidad a la gente que no tiene recursos para mejorar
aspectos físicos con los cuales la mayoría cree
que su vida no es buena. El programa lleva buenas noticias desde
el momento de la selección hasta que se entregan las
personas de nuevo a sus familias. Muchos criticarán que
es vanidad, pero yo que he estado dentro me doy cuenta de que
es lo que menos interesa, porque a muchos aspirantes nosotros
les decimos: miren, señoras o señores, ustedes
no necesitan nada, y a muchos les importa su autoestima, el
sentirse bien, que mejore su vida, más que la parte estética.
Agregó: Además, hay una veeduría
que fiscaliza que los procesos de selección sean verdaderos
y que no se juegue con las ilusiones de la gente. En un país
falto de oportunidades en todos los campos, quienes se presentan
se apegan a cualquier de ocasión, llámese reality
o concurso para salir adelante en cualquier aspecto. Son programas
que tienen reglas, sólo clasifica cierto número
de personas y la producción tiene unos parámetros
establecidos. En el caso de Caracol, hay que abonarle que apostó
a producir sus propios formatos; que le haya ido bien o mal,
es otro punto de discusión.
Apuntarle a la verdad
El periodista Miguel Jaramillo
Luján, especialista en Comunicación y Conflictos,
hizo seguimiento a los realities de la TV europea, fue corresponsal
del Canal Caracol y apoyó la realización del Desafío
2004. Este es su testimonio: Yo puse una cámara
muchas veces para el casting, pero sólo se grabó
el primer día; el resto del tiempo, filas de personas
frente a cámaras que nunca grabaron nada o grabaron cosas
degradantes que nunca las tuvieron en cuenta. Los manuales de
estilo de los realities contemplan una gran convocatoria para
que asista mucha gente, potenciales televidentes; cuando el
programa está al aire, la persona dice: 'yo participé
en el casting' y tanto ella como su familia se vuelven televidentes
cautivos. Los realities buscan personas complejas, con dificultades
sicológicas, para generar conflictos, y que cada televidente
tenga con quién identificarse de acuerdo con su personalidad.
La multinacional holandesa Endemol, principal productora de
estos programas, realiza El Rival Más Débil (España
y Londres), donde una mujer maneja concursantes que luchan por
ganar y tumbar al otro, y ella les dice frases provocadoras
para hacerlos sentir mal, como Usted dejó el cerebro
en la casa, para que se irriten, pierdan los estribos y salgan
del concurso. |
¿Cuál
será la respuesta de los profesionales
de la imagen cuando todas sus convenciones han sido revaluadas?.
Comunicador Mauricio Velásquez
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Agregó:
Nosotros vimos la ganadora del Desafío 2004 tres
meses antes de ganar, en un restaurante del municipio de El
Retiro donde se reunió con su familia a celebrar. No
obstante, tres semanas antes de terminar el concurso se hizo
consulta con llamadas de los televidentes, supuestamente para
elegir al ganador. Es un llamado a los televidentes a no caer
en el juego de un reality show, programas que buscan una rentabilidad
por su audiencia, pero no le apuntan a la verdad. Su gran reto
está en mirar a valores importantes: la honestidad, el
respeto, la integralidad en el actuar, todo lo que debe perseguir
cualquier producto en comunicaciones. En Londres se hizo un
reality en una casa donde varios hombres tenían que seducir
a una mujer y cuando le dijeron al ganador cuál era el
premio, la mujer se levantó la bata y era un travesti;
el hombre indignado demandó a la programadora pero tenía
un contrato firmado con letra menuda donde decía que
no había lugar a demandas. Gana el que más llora
o el que más lástima genera y no el más
talentoso, como ocurre en algunos realities de cantantes y actores
de RCN.
Antonio Oviedo, director de la empresa Interacción-Educación
y Comunicaciones, y coordinador del panel sobre el tema, hizo
esta reflexión: Los realities hay que mirarlos
en el contexto de lo que está pasando en la televisión
internacional; uno de los procesos experimentales asociados
surgió con El Gran Hermano en Europa, prueba piloto de
TV interactiva; la gente accedía al programa por internet,
pagaba un número específico de cámaras
y armaba su propio relato audiovisual, distinto por ejemplo
del Desafío 2006, donde hay una selección de lo
que el canal quiere mostrar. Además de la experiencia
tecnológica hay un negocio de expectativa para que la
gente haga llamadas telefónicas y esto produce miles
de millones de pesos y dólares; hay programas constructivos
y otros de puro negocio: el uso que se les da es decisivo, porque
el Desafío 2006 se puede volver un motivo de reflexión
en la familia sobre la convivencia o sólo ser algo frívolo.
Uno no puede esperar que la TV haga cosas por nosotros: uno
elige si prende el televisor; hoy para hablar con los hijos
hay que sentarse a ver los realities que a ellos les gustan,
reconvertir esa ocasión en experiencia formativa. Estos
formatos son realidad puesta en escena, pero las opciones de
TV son muy amplias y uno necesita conciencia de que toma decisiones
para meter o no el televisor en la alcoba, o si se deja usar
o no.
Por televidentes activos
Jenny Tamayo Montoya, asistente
de dirección del canal Televida, aborda los reality desde
su uso en familia: Según investigación de
la Universidad Nacional entre 2002 y 2004, la televisión
copa 96% de la audiencia, seguida de la radio con 77%. Ahora,
80% de niños y jóvenes entre 10 y 25 años
de edad que vieron al menos tres capítulos de Expedición
Robinson, Pop Stars y Protagonistas de Novela, lo hicieron acompañados,
56% de ellos por sus padres, 57% tuvieron opinión buena
de los programas, 6% muy buena, 27% regular, 6% mala y 4% muy
mala. Si se ve en familia la TV y en especial los realities,
la construcción de sentido debe ser también en
familia; el acompañamiento es vital para aprender a ver
los programas y para no confundir la realidad con el show. El
ideal propuesto en los realities es ser calculador, desleal,
pícaro y hasta perverso para ganar un lugar. Es deseable
formar televidentes activos, pues es la familia el contexto
típico donde se reciben los contenidos mediáticos. |
Un 'reality show'
interactivo no pone como eje de valores el individualismo
ni sacraliza el dinero como supremo bien del hombre.
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El
reality show en sí mismo es neutro. Su bondad deviene
de la interactividad como filosofía de realización
en términos éticos. Perniciosos son la mercantilización
disfrazada de realidad cotidiana y los antivalores que avala,
aspectos que no dependen del formato sino del entorno comunicacional
y corporativo en que se inscriben, y del contexto socio-político
que los legitima. Un reality no desmonta el autoritarismo del
mensaje televisivo si cae en nuevas manipulaciones del comportamiento,
si postula el sálvese quien pueda y manosea a las personas
con un esquema conductista. El monopolio del sentido y la domesticación
de la realidad criticados por Mattelart, no pueden servir como
patente de corso para nuevas imposturas mediáticas. Un
reality show realmente interactivo no pone como eje de valores
el individualismo ni sacraliza el dinero como supremo bien del
hombre. Y menos en una sociedad en conflicto con grandes sectores
permeados por el afán de enriquecimiento fácil
y por encima de normas éticas o jurídicas.
El Robinson Crusoe de 1719 dibuja valores más edificantes
que nuestras versiones posmodernas. Robinson salva la vida de
su criado Viernes, lo arrebata a los caníbales y a pesar
de ser también antropófago, esto dice sobre él:
...nunca hombre alguno tuvo un sirviente tan fiel, amante
y sincero como lo fue Viernes conmigo. Sin violencias, enojos
o mala intención, se mostraba profundamente adicto y
dispuesto; su afecto por mí parecía más
bien el de un hijo por su padre y me atrevo a decir que hubiera
sacrificado voluntariamente su vida para salvar la mía
en cualquier ocasión. El canibalismo en este contexto
es pauta cultural y asunto de supervivencia. En muchos realities
es maraña de provocaciones e intrigas con fin de lucro.
El manejo inadecuado de los realities afecta la salud mental
al propiciar la liberación de las energías primarias
más destructivas e innobles. En 1949 el escritor George
Orwell imaginó en su novela 1984 un mundo deshumanizado,
bajo el mando de un Partido Único y a su cabeza el Gran
Hermano (vaya, coincidencia). ¿Qué tan distinta
es la Casa Estudio del país totalitario de Ingsoc, vigilado
por telepantallas? En Colombia o España no falta un O´Brien
como el de 1984, que advierte: El hombre es un ser infinitamente
maleable. Si usted cree ser un hombre, Winston, considérese
como el último ejemplar de esa especie. ¿Qué
tanto distan nuestros cara a cara de los dos minutos de odio
que narra Orwell? ¿Qué tanto las reglas de los
realities de las tres consignas del Partido Único: La
guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia
es la fuerza? Un mundo igualmente aterrador anticipó
el estadounidense Rad Bradbury en Fahrenheit 451, donde se queman
los libros y los hombres son dominados por medios electrónicos.
Bienvenido el reality show, siempre y cuando sea televisión
interactiva democrática y humanista. Lo contrario es
crear fantasmas de libertad; el desafío más que
tecnológico es ético, como lo dijo Gonzalo Arango:
El mundo no gira alrededor de los inventores de nuevos
ruidos sino de nuevos valores. Inevitable recordar el
humor negro de Alfred Hitchcock, al concluir en 1965 su serie
de suspenso: Diez años es mucho tiempo para estar
cometiendo crímenes. No estoy seguro de cuál va
a ser el castigo, pero sospecho que voy a ser atado a una silla
y colocado frente a un aparato de televisión encendido
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