MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 257 FEBRERO DEL AÑO 2020 ISNN 0124-4388 elpulso@sanvicentefundacion.com icono facebook icono twitter

Cadena de perdón

“Cuando la muerte es ya ineludible, la forma de morir es importante” (autor desconocido)

Por: Julián H. Ramírez Urrea, MD, MSc. Médico internista, Hospital Universitario San Vicente Fundación. Jefe del Departamento de Medicina Interna, Universidad de Antioquia.
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En una ocasión tuve la oportunidad de acompañar a un paciente que llevaba varios días en etapa terminal. Conocíamos de su mal pronóstico debido a su enfermedad y según los signos clínicos que tenía, se esperaba que supuestamente falleciera en las próximas horas.

Las horas se convirtieron en días. Algunos miembros de la familia del paciente se turnaban todas las noches para acompañarle en el momento final pero ese desenlace parecía esquivo. Los médicos y enfermeras que atendíamos al paciente nos mirábamos sin atrevernos a hacer ninguna pregunta aunque la expresión de nuestros rostros delataba una incógnita. Aunque el deterioro del enfermo era cada vez más evidente e incluso había pérdida de la conciencia parecía que algo lo mantenía atascado en su trance de morir.

La experiencia ha enseñado a los médicos que están interesados en acompañar a los pacientes hasta el final de sus vidas que es importante explorar otros fenómenos no fácilmente explicables por la ciencia. Ni siquiera con todo lo que sabemos y con los ingentes recursos tecnológicos disponibles podemos saber el momento exacto en que se producirá la consumación de la muerte: el paso del tiempo parece estar suspendido.

Lo que sí parece ser cierto es que muchas personas en trance agónico parecen sentir que tienen deudas pendientes y ello puede provocarles sufrimiento. En muchos casos es aconsejable invitar a distintos miembros de la familia u otras personas con las que haya tenido contacto el paciente – si es posible – para que le ofrezcan al enfermo el regalo del perdón y ello parece desatar los últimos nudos para poder volar. Así puedo atestiguarlo.

Sin embargo, lo especial del caso que les contaré es que el paciente había declarado que no quería tener visitas ni compañía de muchas personas que él sabía que había ofendido en vida. Por eso, al proponer a los parientes más cercanos del enfermo la necesidad del regalo del perdón como una valiosa ayuda, me miraron con tristeza y me dijeron que eso no iba a ser posible por la última voluntad del paciente.

En vista de esa situación y con la familia del paciente desolada por la largueza del proceso, les propuse un ejercicio similar al que se practica con la oración: hacer una cadena de perdón. Les expliqué que regalar perdón era primordial para aquel que lo otorgaba - con el perdón también aplica que es mucho mejor dar que recibir: los efectos sobre la salud mental son notables - y planearon llamar a los miembros de la familia con los que el paciente había tenido mayores conflictos para que a una hora específica de la noche, cada uno en su propio hogar y simultáneamente, ofrecieran un perdón sin reservas.

Pocas horas más tarde, el paciente falleció… ¡qué coincidencia! – o ¡qué casualidad! - . Quizá no lo entendamos con los ojos de la razón. Pero tengo la certeza que esa noche la cadena de perdón liberó el alma de muchas personas que sufrían y posiblemente, así como creemos en el poder de la oración a distancia - como aquellas que he aprendido hacer por mis hijos cada noche o como el anhelo de bendición y prosperidad que tenemos hacia aquellos que están lejos de nosotros - también creo que esa intención de varias personas al mismo tiempo le ofrecieron la paz y seguridad que tanto necesitaba el agonizante para partir.


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