MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 257 FEBRERO DEL AÑO 2020 ISNN 0124-4388
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Que poco sé de ti y de tus tiempos, pues ya son materia ida, apenas resta de una vida que sucumbió al esfuerzo.
Tendré que entablar conversación con tus tejidos, pues el vibrato de tu voz ya dejó de percutir membranas. Será tu anatomía y sus signos los que me cuenten las historias, será mi imaginación la que llene los baches.
No logro ubicarte dentro de ninguna categoría. Ni hombre ni mujer, solo cuerpo. Pero, ¿no soy yo parte de esa misma especie? ¿Carne con historias, recuerdos de dolores y alegrías? Pero no, aún soy vida que se comunica con fantasmas. ¿Qué? ¿Qué me dices cuerpo? ¿Qué me adviertes? Veo tus ojos opacos, huidos, tus mejillas rígidas sin gestos. Tus hombros que se unen a la tierra y tus piernas lánguidas, descreídas, impúdicas en su postura. Tu pecho lleno, pletórico pero quieto, como quien toma una bocanada para sumergirse bajo el agua. Solo que tú, triste cuerpo ya sin vida, dejaste tu fuerza y la patada, te hiciste estatua y reemplazaste la respiración por una apnea eterna.
Veo tu abdomen cóncavo y con su dinámica paralítica, coronado por la empalizada inmóvil que forman tus costillas. Dibujan sombras en tu vientre, remedando las almenas de un castillo abandonado. Tu sexo exangüe se descuelga por la mitad de la entrepierna, se esconde apenado vuelto a sus pudores, se reconoce en la vergüenza y ansía perderse en esa grieta.
Era tu cuerpo teatro animado, pero hoy, hoy no eres más que sustancia, química que fertilizará a las estrellas y planetas. Recuerdo tus músculos plenos, preñados de vida, congestionados como grandes ubres, mientras golpeabas a la tierra en busca de sus frutos, para hoy yacer serenos en la quietud de lo infinito. ¿Dónde quedó tu carrera y por qué reemplazaste tu andar por la quiesencia? ¿Qué anticipan esas moscas que sobrevuelan tu rostro? ¿Será verdad eso que dicen; qué somos pasto de gusanos y que nuestro fin está en la democracia de los hedores mortecinos? Tus manos enérgicas y vivaces se tornaron en raíces, tubérculos, rizomas con tropismo por lo oscuro, ansiosas por volver a beber en lo profundo. Tu piel, ahora pálida y fría, buscará integrarse con el clima del submundo.
Yo hablo, escribo con una lengua arbitraria hecha de ruidos y arabescos, pero tu lengua es sincera, la pura verdad del gesto. La sinceridad del rostro que colgó su máscara. Pura honestidad.
La muerte avejenta la carne, vuelve mustia la piel, la oxida inexorablemente. No importa la edad a la que moriste, nadie escapa a la aridez del tiempo. Temo ese momento, la quietud y la corrupción.
Hallo en la memoria la utilidad de los recuerdos, el consuelo del pasado.
Será el palpitar de la tierra tu nuevo corazón, será él quien agite tu pulso. En ti solo leo un apetito fértil y las ansias de fundirte con el todo. Fuiste tú poroso y tan incompleto como yo, sufriste por eso y tu vida fue puro anhelo. Espero que ahora, amalgamado con el aire y por fin fundido con el todo, puedas descansar siendo completo.
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