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Las epilepsias son un amplio grupo de enfermedades en donde la alteración del sistema nervioso central produce una actividad cerebral anormal, que provoca convulsiones o periodos donde el paciente presenta unas sensaciones y comportamientos tan variados como impactantes.
Según la ONU, más de 50 millones de personas en el mundo la padecen y cerca del 80 % de los pacientes viven en países de ingresos bajos y medianos, entre ellos Colombia, donde el 1,3 % de la población tiene epilepsia según el Ministerio de Salud y Protección Social.
Durante esos episodios, muchas veces traumáticos, la calidad de vida de la persona se ve afectada por las limitaciones que conlleva el trastorno, ante todo a la hora de relacionarse, trabajar y hasta conducir. El impacto, seguido de la incomprensión que en el tiempo ha generado la epilepsia, ha producido una exclusión social hacia las personas que la sufren, y si bien es cierto que se ha avanzado frente a pensamientos antiguos – aunque no tanto – de llegarles a considerar como demonios, o por lo menos poseídos por ellos, sigue existiendo un rechazo que puede presentar una afectación en la vida de la persona.
Este rechazo social, sumado a la alta prevalencia de la enfermedad en algunas zonas de Antioquia, ha motivado a la constitución de una Clínica de Epilepsia donde un grupo multidisciplinario de especialistas y profesionales del Hospital San Vicente Fundación de Medellín: “abordan al paciente en su complejidad total, desde el punto de vista clínico, psicológico y social, para poder ayudarles en todo lo que significa la epilepsia”, como señala el doctor Andrés Zapata Cárdenas, médico especialista en medicina interna y director médico de la Unidad Funcional de Enfermedades Crónicas, Oncología y Neurociencias en el Hospital.
El equipo lo conforman el epileptólogo, dos neurocirujanos, el neuropsiquiatra, el neuropsicólogo, una psicóloga, un trabajador social y una enfermera, que son quienes se encargan de atender y evaluar los casos de los pacientes para decidir cuál es la mejor forma de tratarlos, determinar si requieren tratamiento farmacológico o intervención quirúrgica.
Para llegar allí, los pacientes son captados en consulta donde se les cuenta de la existencia de la clínica y se les invita a participar de unos grupos educativos donde se les habla de diferentes temas relacionados con la epilepsia y se les enseña a “…que conozcan bien su enfermedad, que sepan cómo son los síntomas, qué es una crisis y que pueden hacer cuando tengan una para evitar lesiones, las características y los efectos secundarios de los medicamentos que toman y también todo lo que tiene que ver con el autocuidado”, de acuerdo con Nancy Mesa, enfermera jefe del grupo.
La Clínica, que lleva funcionando casi un año, ofrece acompañamiento y evaluación de todas las áreas que conforma el equipo y dos tipos de cirugías: la estimulación del nervio vago y la estimulación cerebral profunda, que según Mesa “son dos procedimientos que se hacen de manera paliativa para pacientes que tienen muchas crisis, y los ayuda a tener una mejor calidad de vida”.
Para clasificar como apto para alguno de esos procedimientos quirúrgicos, la persona debe pasar por una serie de exámenes y por la evaluación y el acuerdo de todos los especialistas para decidir i se procede con la cirugía.
Según Diego Castaño, cirujano epileptólogo de la clínica: “la aprobación de la cirugía depende primero, que la enfermedad del paciente no se pueda controlar con medicamentos y segundo, que ese paciente cuya epilepsia es refractaria, es decir que no se controle, se pueda someter a cirugía”.
Hasta ahora, en un año de funcionamiento de la clínica, se han realizado catorce cirugías, entre muchas otras convencionales, siete de ellas han sido de resección por lobectomía, es decir, se ha extraído el área donde se está generando la crisis a nivel cerebral, cinco han sido de estimulación cerebral profunda y dos de estimulación del nervio vago.Desde el primer paciente operado el 25 de julio del año anterior, hasta la última cirugía realizada el 22 de febrero en una niña de 12 años, se han obtenido muy buenos resultados clínicos y una prevalencia cero de los episodios convulsivos.
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