MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 286 JULIO DEL AÑO 2022 ISNN 0124-4388
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Antes de la pandemia, la salud mental venía pidiendo a gritos que le pusieran más atención, pero como tantos temas en Colombia, se fue dejando en el olvido. Ahora, con el COVID-19 llegando a su fin, o por lo menos eso intenta, la salud mental ya no solo clama a gritos que se le preste atención, sino que ahora se revuelca desesperadamente; y si fuera un grifo de agua, ya tendría el vaso más que rebosado.
Hay animalistas, feministas, ambientalistas, un sinnúmero de grupos activistas de diversos temas que por supuesto le hacen bien a la sociedad, pero… ¿Quiénes son los activistas en salud mental? ¿Quiénes la promueven? ¿Quiénes se atreven a tomársela en serio y a priorizarla en la agenda pública? El gobierno nacional y todas las administraciones municipales deben ahora centrar sus esfuerzos en mejorar las condiciones de salud mental de los colombianos.
A propósito de condiciones y cifras, el pasado 9 de junio, el concejal de Medellín Daniel Duque citó un debate de control político acerca de las condiciones de salud mental de los niños, niñas, adolescentes de las instituciones educativas y de las mujeres de Medellín, no solo con el objetivo de evidenciar lo delicado y olvidado que está el tema, sino también de demostrar que el Programa Entorno Escolar Protector no cuenta con el capital humano para atender correctamente las necesidades de la comunidad educativa y el tiempo de la vinculación es insuficiente.
Otro objetivo del debate fue exigir a la administración una atención articulada, integral, continua y permanente de la salud mental de la comunidad educativa y las mujeres de Medellín, sin dejar de lado los demás grupos de especial protección constitucional. “Todos en algún momento, hemos necesitado ayuda, nuestra tarea es garantizar que la salud mental no sea un privilegio, sino un derecho que se materialice de verdad”, expresó el concejal Daniel Duque Velásquez.
Según la OMS, la salud mental es un estado de bienestar, en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, trabajar de forma productiva y fructífera, y es capaz de hacer una contribución a su comunidad. Sin embargo, este objetivo está completamente desorbitado no solo en Medellín, sino en Colombia.
En el debate llevado a cabo en el Concejo de Medellín, se mostraron algunas cifras que son la muestra de que la pandemia dejó graves afectaciones en la salud mental, por ejemplo, según datos de la Personería de Medellín, las conductas suicidas de la población escolar aumentaron en un 243% entre el 2020 y 2021, las principales causas son las dinámicas familiares que generan alto nivel de estrés, especialmente los conflictos de pareja, la violencia basada en la orientación sexual y la identidad de género. El mayor número de casos se presentan en Castilla, Robledo, Belén y La Candelaria.
Entre el 2020 y el 2021, se presentaron en Medellín 840 ideaciones suicidas, 336 intentos suicidas y 24 suicidios en la población escolar, según la plataforma del Programa Entorno Escolar Protector.
Por otro lado, las cifras para la población femenina son todavía más desalentadoras, de acuerdo con la encuesta de Percepción Ciudadana, una de cada tres mujeres de Medellin consideró que su salud mental fue regular en 2021, y se estima que un factor clave en la afectación a esta problemática es la sobrecarga de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado. Y, es que las mujeres dedican en promedio 31 horas semanales a estas labores, mientras que los hombres, promedian 10 horas, según el DANE.
Los datos siguen clamando atención, y esta vez dejan entrever una enorme brecha. De acuerdo con Forensis, Instituto Nacional de Medicina Legal, en Medellín las mujeres se intentan suicidar en mayor proporción que los hombres, por ejemplo, en el 2021 hubo una tasa de suicidios de 2,94 mujeres por cada 100 mil habitantes, esto es el doble que la de Bogotá (1,44 por cada 100 mil), dos y media veces más alta que la de Barranquilla (1,18 por cada 100 mil) y 55 % más alta que la Cali (1,89 por cada 100 mil). Adicionalmente, se presentaron ocho casos de suicidios en mujeres menores de 18 años en 2019 (20 % del total), en 2020 fueron seis casos (25 %) y en el 2021 se registraron 10 casos (25 %).
Con las cifras anteriores se logra entender cómo están las condiciones de salud mental de la población estudiantil y las mujeres de Medellín, ahora… ¿Cómo está la salud mental en Colombia? Es claro que la pandemia detonó una crisis emocional; el encierro, el cambio abrupto de rutina, la ausencia de la atención médica presencial, el miedo, las pérdidas y otros factores más, fueron el estallido para muchos colombianos.
Entre el 1 de enero del 2020 y el 30 de junio del 2021, hubo al menos 3 672 suicidios en el país, según cifras del DANE; de estos, 2 714 ocurrieron en el 2020 y 958 en el primer semestre del 2021, lo que significa que cada día de la pandemia siete personas se quitaron la vida.
Sabemos bien que la salud mental no se limita a la situación de mayor riesgo que es el suicidio, sino también en graves enfermedades como depresión, ansiedad, pánico; de acuerdo a una nota estadística hecha por el DANE, la sensación de preocupación y el estado de ánimo empeoraron coincidencialmente con los picos de la pandemia. Por ejemplo, las personas de 10 a 24 y de 25 a 54 años, manifestaron sentimientos de preocupación o nerviosismo, cansancio, dolores de cabeza o estomacales, tristeza, soledad y dificultad para dormir en mayor proporción.
Nuevamente, las cifras del DANE vuelven a mostrar a las mujeres como las más afectadas a causa del COVID-19, esto se reflejó en junio del año pasado, donde el 28,5 % reportó haberse sentido sola, estresada, preocupada o deprimida, frente al 23,2 % registrado por los hombres; además, la autoridad estadística señala que la crisis económica desbordada por efecto de la pandemia, afectó seriamente la estabilidad emocional de las personas y fue más agresiva con las mujeres, pues una de cada cuatro se declaró sobrecargada por las labores domésticas y laborales.
En el debate realizado en Medellín, el concejal Daniel Duque evidenció la difícil situación por la que atraviesan niños, niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres, principalmente, en sus hogares. En cuanto a la población joven, la administración tiene al menos tres programas relacionados con la atención de la salud mental: el programa de salud pública juvenil, el proyecto de prevención de consumos problemáticos y el programa juventud que teje vida.
“Esta pluralidad de programas deberían estar articulados en función de un propósito común: mejorar las condiciones de los jóvenes y, en particular, su salud mental. Sin embargo, existen hallazgos que nos demuestran que no hay una real articulación de la institución en este propósito común”, afirma Daniel Duque.
Por supuesto que sentirse mal en algún momento también es normal, pero como se dijo en el debate: lo que no es normal es cuando naturalizamos el insomnio, la irritación, la tristeza inacabable, la preocupación excesiva y un sinnúmero de síntomas que indican que nuestra salud mental no está bien. Es claro que se han aumentado las problemáticas asociadas a la salud mental, y que afecta principalmente, a jóvenes y mujeres. Este contexto exige mejorar la intervención pública a través de iniciativas con enfoque poblacional y de género, articuladas, oportunas, constantes e integrales.
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