MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 299 AGOSTO DEL AÑO 2023 ISNN 0124-4388
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El 70 % del sector salud a nivel mundial es representado por mujeres, cifra que asciende a un 80 % en Colombia. Más allá de un porcentaje, pensemos en lo que traduce este dato. En el fondo, existen importantes diferencias de género, tales como una brecha salarial que llega al 12,8 % para todos los niveles educativos. Además, de otros informes consultados a ONU Colombia en unión con ONU Mujeres, se desglosa que solo el 25 % de los cargos directivos de las empresas del sector salud tienen participación femenina.
Desde el campo de la educación, el Ministerio de Salud y Protección Social en Colombia señaló que más del 65 % de estudiantes de Medicina son mujeres. A partir de esa información, podemos entonces empezar a preguntarnos si las entidades educativas unen esfuerzos con sus estudiantes y el sector laboral, para lograr una participación equitativa de mujeres en la formación y estudios de esta ciencia.
Si bien no solo es responsabilidad de las universidades, estas son un eje central. Son el espacio en donde las estudiantes depositan su confianza y esperan poder tener un ambiente seguro a nivel académico y personal. En la actualidad, lo que sabemos es que aún queda mucho trabajo por hacer, pues hay estudios que demuestran la desmotivación de mujeres por acceder a la ciencia desde edad temprana, según el Pew Research Center. Un dato a tener en cuenta, por ejemplo, es que el 37 % de las personas que ocupan cargos de investigación son mujeres, determinado en el informe Women in Science de la UNESCO.
Desde una mirada amplia, en las instituciones sanitarias y educativas, las desigualdades no solo están estrechamente relacionadas con el género, sino también con la raza, religión, orientación sexual, condición social y económica, entre otros. Pero es nuestra responsabilidad hacer un llamado a la equidad en las entidades de salud y universidades donde se brinden estos programas, con el fin de erradicar estas desigualdades.
En algunos países de América Latina y el Caribe, un ejemplo claro de la señal de ayuda fue el presentado durante la emergencia sanitaria a raíz de la pandemia generada por la COVID-19, pues se vio reflejado que las mujeres son mayoría en el sector salud y del cuidado, con una campaña a través de medios de comunicación y redes sociales llamada #CuidarEsTrabajo. Fue apoyada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Internacional del Trabajo (OIT), entre otras. Esta protesta también nos dejó claro que, pese a los esfuerzos, las mujeres estuvieron en la primera línea con diferencias abismales en las condiciones y reconocimiento de su trabajo. En consecuencia, las vimos en una mayor exposición a los riesgos físicos y emocionales.
En el sector de la salud, ONU Mujeres nos explica que como en casi todos los sectores, las mujeres tienen a cargo mayores responsabilidades en el hogar y el cuidado, siendo, además, un trabajo no remunerado. Lo que nos lleva a pensar en la necesidad urgente de que las cargas sean equilibradas. Si esto en el hogar mejora, se beneficiarán en el plano laboral, pues estas cargas no serían transferidas en temas de capacidad y acceso al trabajo.
Existe relación directa por una difícil y lamentable razón: para ellas es menos posible acceder y gestionar bien sus labores, si no tienen disponibilidad de tiempo y están agotadas mental, emocional, psicológica y físicamente, a raíz del desequilibrio de cargas, la cero atención a sus derechos y los actos de violencia. En palabras del director de la OIT para América Latina y el Caribe, Vinícius Carvalho, “la frustración, la presión económica y el estrés pueden ser detonadores de violencia, con más riesgos para las mujeres trabajadoras. Además de ser una grave violación de derechos, la violencia tiene impactos negativos sobre el empleo, condiciones de trabajo y productividad”.
Por ejemplo, en Argentina las mujeres destinan más del doble de horas por día a las tareas de cuidado: 6,4 horas por día frente a 3,4 horas de los varones. Adicionalmente, fue “una carga de cuidado que se multiplicó por las medidas de aislamiento social, teniendo que hacer frente al cuidado no solo de niñas y niños, sino también de personas dependientes, familiares, enfermos y personas adultas mayores”, destacó la ONU en 2020.
Para empezar, vamos a devolvernos a la segunda cifra del inicio. ¿Conocíamos desde antes que el Talento Humano en Salud colombiano se ha convertido en uno de los campos con mayor presencia femenina? El primer paso es conocer que son más de 655 000 mujeres, según cifras de la Dirección de Desarrollo del Talento Humano en Salud del Ministerio. Es importante saberlo, con el fin de participar en los cimientos de un sector salud en donde las mujeres no tengan que enfrentarse a barreras profesionales, educativas, de liderazgo y salariales.
Dichos cimientos se construyen desde las políticas y estrategias de la no discriminación hacia las mujeres, pasando por la implementación de la cero violencia, hasta llegar a la ejecución de acciones conjuntas con las empresas, entidades educativas y el Estado contra sesgos estructurales y normas formales e informales con trasfondo discriminatorio.
Lo anterior se logra con acciones pequeñas pero impactantes en la vida de ellas, tales como la de escuchar y atender a los reportes de violencia y discriminación. De igual forma, si cambiamos los estereotipos de género que declaran que solo por ser mujeres, su vida transcurre en extensas jornadas entre el hogar y el trabajo que parecen nunca terminar.
Si hablamos a mayor escala, el deber ser es que cambie el escenario y equitativamente sean representadas en esos cargos directivos, en los que actualmente solo conforman un 25 % y contar con normas institucionales que permitan, por un lado, reconocer la problemática y por otro, reducir las barreras. En este punto es importante decir que las entidades pueden tomar de referencia una suma de tratados, convenios internacionales, leyes, normas y resoluciones expedidas con el fin de decir: ¡Basta a la violencia y al acoso laboral y académico hacia las mujeres!
Es un reto de todos ayudar a que cambien estas estadísticas, porque tenemos muchas señales de alerta como la descrita por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y Mpodera, movimiento que trabaja por la equidad de género en el sector salud: de cada mil mujeres con formación universitaria en el sector salud, solo el 48,3 % tiene estudios de especialización, mientras que esta relación para los hombres es de 189,8 %, lo que, en el mediano y largo plazo, resulta en mayores ingresos y estabilidad laboral para el género masculino.
Para finalizar, es importante destacar el maravilloso trabajo de mujeres como Nubia Muñoz, referente colombiana nominada al Premio Nobel de Medicina por su investigación del cáncer, y como el de muchas científicas colombianas destacadas en temas de género e investigación, pues crean el precedente para animar a otras mujeres a luchar contra los sesgos de género en la educación y el mercado laboral.
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