MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 9    No. 105 JUNIO DEL AÑO 2007    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co

Reflexión del mes

Los buenos servicios del médico
1 Da al médico, por sus servicios, los honores que merece, que también a él le creó el Señor.
2 Pues del Altísimo viene la curación, como una dádiva que del rey se recibe.
3 La ciencia del médico realza su cabeza, y ante los grandes es admirado.
4 El Señor puso en la tierra medicinas, el varón prudente no las desdeña.
5 ¿No fue el agua endulzada con un leño para que se conociera su virtud?
6 El mismo dio a los hombres la ciencia para que se gloriaran en sus maravillas.
7 Con ellas cura él y quita el sufrimiento, con ellas el farmacéutico hace mixturas.
8 Así nunca se acaban sus obras, y de él viene la paz sobre la faz de la tierra.
9 Hijo, en tu enfermedad, no seas negligente, sino ruega al Señor, que él te curará.
10 Aparta las faltas, endereza tus manos, y de todo pecado purifica el corazón.
11 Ofrece incienso y memorial de flor de harina, haz pingües ofrendas según tus medios.
12 Recurre luego al médico, pues el Señor le creó también a él, que no se aparte de tu lado, pues de él has menester.
13 Hay momentos en que en su mano está la solución,
14 pues ellos también al Señor suplicarán que les ponga en buen camino hacia el alivio y hacia la curación para salvar tu vida.
15 El que peca delante de su Hacedor ¡caiga en manos del médico!
El duelo por un muerto
16 Hijo, por un muerto lágrimas derrama como quien sufre cruelmente, entona la lamentación; según el ceremonial entierra su cadáver y no seas negligente con su sepultura.
17 Llora amargamente, date fuertes golpes de pecho, haz el duelo según su dignidad, un día o dos, para evitar murmullos; después, consuélate de la tristeza.
18 Porque de la tristeza sale la muerte, la tristeza del corazón enerva las fuerzas.
19 En la adversidad permanece también la tristeza, una vida de miseria va contra el corazón.
20 No des tu corazón a la tristeza, evítala acordándote del fin.
21 No lo olvides: no hay retorno, al muerto no le aprovechará, y te harás daño a ti mismo.
22 "Recuerda mi sentencia, que será también la tuya: a mí ayer, a ti te toca hoy."
23 Cuando un muerto reposa, deja en paz su memoria, consuélate de él, porque su espíritu ha partido.
...
Eclesiástico, Capítulo 38, Sagrada Biblia.
 
DSS, Determinantes Sociales de la Salud, es el nuevo y pomposo nombre con que han venido a rebautizar un asunto tan viejo como inveterado. Se refiere a las condiciones sociales en que viven y trabajan las personas, y que pueden afectar su salud.
Llaman entonces DSS a las condiciones de “vivienda, educación, empleo, equidad de género y acceso a servicios sanitarios básicos (agua potable, alcantarillado, recolección de desechos, etc.)”. El problema no está en esta nueva denominación (que hace además honor a la tendencia esnobista de designar los conceptos con siglas), sino en el hecho de que bautizar con términos nuevos a los problemas viejos distrae la atención sobre el asunto de fondo, pero poco aporta para solucionarlo.
Asistimos al descubrimiento del agua tibia. Fue probablemente desde los orígenes mismos de la medicina que algunos observadores perspicaces notaron que las condiciones del ambiente influían en el estado de salud de las personas. Y fue muy seguramente el sentido común de las mayorías de ciudadanos el que vino a rubricar tales descubrimientos.
Efectivamente, es incontrastable la evidencia de que las condiciones de vida afectan en gran medida la salud y la existencia de las personas. Es cierto, no basta con los buenos propósitos de las personas o del cuerpo médico y paramédico para garantizar el buen suceso de la salud de la población. Tan cierto como que sin condiciones de vida siquiera dignas, es mucho más factible enfermar y morir.
Lo que se necesita entonces es voluntad política de parte del gobierno para 'meterle' mano a los problemas viejos que están sobre-diagnosticados, pero que se perpetuarán en la medida en que la desidia y la inoperancia del Estado lo sigan permitiendo. Acabamos de asistir como espectadores impasibles a la dramática muerte por hambre de unos pequeños habitantes del Chocó. No necesitamos entonces nuevas comisiones de sabios para que realicen estudios estocásticos y concluyan luego de sesudos análisis lo que ya sabemos: que mientras las necesidades básicas permanezcan insatisfechas, nuestros compatriotas seguirán subsistiendo en condiciones miserables, cuando no muriendo de pobreza y abandono.
Entiendo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) constituyó una Comisión sobre los Determinantes Sociales de la Salud, y tengo la aspiración de que esta nueva entidad no se agote en burocracia multinacional ni en recomendaciones de Perogrullo. No es éste un juicio a priori, sino la invitación sincera a que tan notable institución pase a ejercer todo el cabildeo del que debe disponer para acometer de una buena vez verdaderos programas piloto en la solución de la crisis humanitaria que agobia a ese pariente pobre que es nuestro olvidado departamento del Chocó. Confío en que así sea. Lo demás es vana palabrería o derroche innecesario de buenas intenciones. O ambas cosas al tiempo, para acabar de empeorar.
 
Bioética
Liquidación del
ISS por mercantilismo, desgreño y falta
de ética
Ramón Córdoba Palacio, MD - elpulso@elhospital.org.co

Los medios de comunicación nos han saturado con una noticia que es más trascendental de lo que a primera vista parece: la entrega del Instituto de Seguros Sociales a manos particulares, para que sus afiliados sean explotados en su existencia, en su vida, como lo autoriza absurdamente la malhadada Ley 100. Los pacientes entrarán a conformar la larga lista de objetos, clientes, negociables en relación con su salud, es decir en relación con su integridad y con su dignidad.
Esta institución de medicina socializada, no obstante sus deficiencias y desviaciones -deshumanización, politización, etc., que critiqué en muchas oportunidades de viva voz o por escrito- merecía ser corregida, orientada a realizar el Bien completo de sus afiliados y de sus servidores, pero no a ser condenada a desaparecer para que mercaderes de la salud los exploten como objetos negociables.
Muchas veces y desde diferentes áreas se hicieron críticas serias y bien fundamentadas, denuncias graves sobre el manejo que se estaba dando al Instituto y, que sepamos -y el resultado final es la confirmación-, nunca el Estado ni las autoridades de salud realizaron un estudio a fondo ni pusieron remedio a tan graves males. No se trataba de suministrar más dinero, sino de analizar a fondo qué se hacía con éste y por qué la calidad de la atención a los pacientes era cada vez más deficiente. La superficialidad, que puede convertirse en alcahuetería o en complicidad, fue lo que predominó hasta el día de hoy. Más aún, el desgreño del Instituto se inició por el Estado mismo el día que un Presidente de la República anuncio públicamente que se reconocía la deuda que ese Estado tenía con la institución pero que no la pagaba. Horrorosa y repugnante lección de ética en el manejo del país y del patrimonio del pueblo.
Y esa política anti-ética, agravada con la mentalidad mercantilista con la que se están manejando los problemas de salud, se encuentra en la decisión de liquidar el Instituto de los Seguros Sociales, patrimonio de todos los colombianos y especialmente de los menos favorecidos económicamente, cuando lo correcto es pagar lo que se le adeuda e instituir una administración con criterio de verdadero servicio a los pacientes, una administración transparente sin vicios de politiquería ni de sucias ganancias subrepticias.
Con el cierre definitivo del Instituto, el Estado se libera en forma no ética de una obligación consagrada en la Constitución Política vigente, echa mano de la línea de menor responsabilidad, entrega el deber -ineludible deber- de cuidar de la existencia y de la salud de los colombianos a manos ansiosas de ganancias económicas, a verdaderos mercaderes de seres humanos. Y, una vez más, el Ministerio de la Protección Social (¿?) asegura que todos los afiliados serán recibidos en esas tiendas -verdaderos supermercados- llamadas EPS ó IPS en las cuales la calidad de la atención deja tanto que desear hasta el punto que el señor Procurador de la Nación hubo de denunciar los frecuentes atropellos y solicitó a quienes corresponda, entre ellos al Ministerio de la Protección Social (¿?), vigilancia en bien de los pacientes.
Los medios de comunicación muestran casi a diario la muy mediocre atención que prestan los intermediarios creados por la Ley 100 y los crecientes y exagerados réditos de sus balances comerciales.
También es corrupción, y grave, no atender oportuna y diligentemente los deberes del cargo que se desempeña.
Nota: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética -Cecolbe-

 











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