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No todos los enfermos
están en los hospitales: hay algunos haciendo fila en
las calles para ser atendidos, otros que decidieron que ya no
quieren que los atiendan y se devuelven a morirse a sus casas
-al menos allá van a morir con la convicción de
que no serán molestados-. Pero hay otros que no los vemos,
que no los encontramos en las calles, ni haciendo fila, ni resignados
a morir en sus casas de muerte natural: están en los
libros.
Tu me diagnosticas, yo me enfermo
Claro que hay otros enfermos que sólo existen
en la imaginación. Moliere hizo una gran contribución:
El enfermo imaginario. Uno está enfermo no
solo por que va a la consulta o porque toma medicamentos prescritos.
Se puede tener la condición de enfermo porque
se quiere, y no escatimar esfuerzos para lograr el propósito.
La literatura universal ha dado a vida a tal cantidad de enfermos
que creo que los otros, los que consideramos reales, son un
pálido reflejo.
Argan es un enfermo simpático: quiere, ante todo, su
malestar. Hace todo lo posible por continuar en
su estado. Se queja de los médicos, pero no puede vivir
sin ellos. Quiere uno en su casa: por eso compromete a su hija
para que se case con uno; está dispuesto a obligarla,
si ella no quiere acceder. Además de salud, le proporcionará
dinero. Al principio de la obra, Argan se encuentra en su cuarto
contando todos los medicamentos que debe embucharse: Tres
y dos cinco, y cinco más, diez, y diez más veinte...Tres
y dos cinco . -Ítem, el día 24, una ayuda estimulante,
preparatoria y emoliente, para ablandar, humedecer y refrescar
las entrañas del señor-. Lo que más me
agrada de Fleurant, mi boticario, es su cortesía: las
entrañas del señor, seis reales-. Pero eso no
basta, amigo mío: a más de correcto, es preciso
ser razonable y no desplumar a los pacientes.
Ya sabíamos por Voltaire, de esa extraña alianza
entre saber e ignorancia: La medicina es la ciencia de
introducir medicamentos que no conoce, en un organismo del que
sabe aún menos. Alianza, que a pesar de lo avanzado
del saber, todavía sigue cometiendo algunos exabruptos:
al menos según los escritores que han hecho del saber
y largos años de práctica, un saco de donde pueden
sacar todos los rostros de la risa.
La vida de enfermo hay que vivirla a plenitud. Todos se tienen
que dar cuenta de nuestro estado. Argan lo sabe a la perfección:
viejo zorro de la enfermedad, tiene el espíritu del médico
para entender su situación. Sabe que se va a morir de
eso que no tiene, de cualquier otra cosa o de vejez crasa, pero
todos tienen que darse cuenta de su situación. Todos
a su alrededor saben que no tiene nada, pero igual terminan
creyendo, porque también se van enfermando.
Por esta razón, el enfermo debe estar distraído:
lo único que lo mantiene alejado de la muerte, según
Louis-Ferdinand Céline, es la futilidad, la insulsez
de su queja; cuando el doctor lo manda a caminar doce veces,
de un lado al otro de su cuarto, lo que más le preocupa
fue no haberle preguntado si debía hacerlo a lo largo
o a lo ancho. |
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Ya sabíamos por
Voltaire, de esa extraña
alianza entre saber e ignorancia:
La medicina es la ciencia de introducir
medicamentos que no conoce, en un
organismo del que sabe aún menos.
Alianza, que a pesar de lo avanzado
del saber, todavía sigue cometiendo
algunos exabruptos.
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Su mal es la mejor
defensa para neutralizar a los demás: cuando alguien
insinúa que el señor tiene mejor aspecto hoy que
ayer, monta en cólera, porque él siempre va de
mal en peor. No puede equivocarse, cualquier lego, en
el diagnóstico: su situación no tiene reversa.
Su condición es lamentable. La enfermedad es de una ingratitud
imposible de predecir: cuando se gana reconocimiento entre otros
enfermos, es porque no se tiene nada; cuando ese reconocimiento
es entre la familia o los amigos, es la muerte, irremediablemente,
la que termina el trabajo que los médicos dejan empezado.
Pero no todos los enfermos son Argan. Hay otros, quizás
menos avisados, pero no por eso menos enfermos, o lo que viene
al caso, no por eso menos aliviados: el paciente de José
Asunción Silva, en El mal del siglo :
- Doctor, un desaliento de la vida
que en lo íntimo de mí se arraiga y nace,
el mal del siglo...
El médico, sin analizarlo mucho, como hacen en las EPS
actualmente, lo mira: sin desprecio, sin ningún sentimiento,
como quien habla con una puerta, con una ventana o con un muro,
y le espeta:
Eso es cuestión de régimen: camine
de mañanita; duerma largo; báñese;
beba bien; coma bien; cuídese mucho:
¡Lo que usted tiene es hambre...!
No creo que ese doctor le haya recomendado comer pollo, por
aquello de la sabiduría popular que anticipa que cuando
un pobre lo come, uno de los dos debe estar muy enfermo... Además,
es preferible guardarse de los enemigos pequeños; más
aún, si vienen envueltos en plumas que no son perseguidas
por los traficantes. Aquí es preciso volver a Moliere
y oírle decir, muy bajito, al oído del paciente,
esto que posiblemente lo suma en el desconsuelo: Casi
todos los hombres mueren de sus remedios, no de sus enfermedades.
Es imposible imaginar la reacción de un sujeto que espera
aliviar sus males, o al menos hacerle el quite a su condición
perversa mediante la prescripción del doctor, y encontrar
que alguien le diga como un secreto aquello que Moliere nos
confesó.
Enfermos por todas partes
Otros enfermos no menos famosos son: Hans Castorp y
todos los personajes de La Montaña Mágica
de Thomas Mann, médicos incluidos; y Don Quijote de La
Mancha y Sancho Panza, que no supieron al final cual era su
enfermedad y si iban a sanar o no, y tampoco tuvieron médico
cerca para que los confundiera acerca de su mal.
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Claro que Don Quijote murió
teniendo indicio contundente de su patología. Cervantes
describe este trance de manera inteligente: ...porque
o ya fuese de la melancolía que le causaba el verse vencido
o ya por disposición del cielo, que así lo ordenaba,
se le arraigó una calentura que le tuvo seis días
en la cama, en los cuales fue visitado muchas veces del cura,
del bachiller y del barbero, sus amigos, sin quitársele
de la cabecera Sancho Panza, su buen escudero. Según
el manco genial si tenía cura, pero no sirvió.
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Es preciso volver
a Moliere y oírle decir,
muy bajito, al oído del paciente, esto
que posiblemente lo suma en el desconsuelo:
Casi todos los hombres mueren de sus
remedios, no de sus enfermedades. |
Flaubert, que pudo haber sido todos o,
uno de sus personajes, al menos como lo declararía alguna
vez: Madame Bovary soy yo, tenía dos personajes
deliciosos. No parecía que padeciesen algún mal,
pero ahí estaban, compitiendo por un lugar en la galería.
Bouvard et Pécuchet quieren el mundo rendido a sus pies,
por eso se dedican a la lectura masiva: estudian de todo para
no aprender nada. Eran considerados por la maledicencia universal,
un Faust à deux têtes. A Flaubert le
criticaron siempre poner en el cerebro de dos mentecatos, la
crítica al desarrollo de la ciencia y los diferentes
saberes de su época: dicen que leyó más
de 2.000 libros para contar una historia de lo que es el fracaso
humano en todas sus manifestaciones. Eso sin contar a Charles
Bovary: médico y enfermo.
¿Por que tanto enfermo
en Rusia?
En la galería de enfermos también tenemos
a Raskolnikov, joven estudiante de Crimen y castigo,
que asesina a la vieja avara: aguantaba hambre como un condenado.
Ese muy bien podría ser el personaje del poema de Silva,
ya referido. Los personajes de Los Demonios, Stephan
Trofimovitch Verkhovenski, su hijo Pierre Stepanovitch, Kirilov;
caso aparte es el personaje de Memorias del subsuelo,
del mismo Fiodor Dostoievski, que empieza confesando que es
enfermo... despreciable, y nada atractivo. Este
es uno bastante divertido.
Y hay muchos más...
Haciendo un recuento, vemos que la mayor cantidad de
enfermos en la literatura la produjeron los escritores rusos
del siglo XIX: abruma la lista de obras donde aparece al menos
un enfermo, o alguien que exulte -aunque parezca
contradictorio- enfermedad, y que sea el personaje principal:
Comencemos con El capote, de Nikolai Gogol , donde
un oscuro empleado del gobierno, al que le roban una capa que
acaba de mandar a hacerse para asistir a una fiesta, de regreso
a casa: allí comienza el remate de su tragedia; también
de Gogol, Diario de un loco, Almas muertas
y La nariz. Oblomov, de Iván
Goncharov, de cuyo personaje derivó en el idioma ruso
el término oblomovismo, que se refiere al tipo perezoso,
superfluo, incapaz de hacer nada con su vida, que todo lo pospone
pensando que más adelante lo hará mucho mejor.
Otros más: La Barraca de Chejov; Nido
de hidalgos de Iván Turgueniev; y de Dostoiesvki,
El idiota y Los hermanos Karamazov que
parecen más enfermos en la traducción de Rafael
Canssinos -Asséns-, especialmente Iván.
La lista es más larga, pero el espacio no da para hacer
una descripción detallada.
Quisiera rematar con una historia que me relataron hace poco,
que muestra cómo puede ser la relación médico
y los demás. A un cantante muy famoso que no podía
escuchar a alguien describiendo los síntomas de una enfermedad,
porque inmediatamente empezaba a padecerlos, una vez una amiga
le empezó a contar lo que le estaba ocurriendo y lo que
sentía: sed, cefalea del lóbulo frontal, mareo
y cansancio constante, hemorragia nasal, dolor en los talones
e inapetencia sexual. Inmediatamente empezó a sentir
lo mismo, cuando ella, que era médica, le dijo que era
imposible:
- Lo que yo tengo se llama Clorosis y sólo afecta
a las mujeres.
- ¡Claro! Como ustedes los médicos no le
creen a uno.... |
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| Ocioso
lector |
Cinco centurias de la historia
del país vistas desde la medicina |
La compañía farmacéutica
Tecnoquímicas entregó a la sociedad colombiana
la obra Historia de la Medicina en Colombia, una obra de alto
nivel científico y riqueza literaria compuesta por 5
tomos, con un enfoque social e interdisciplinario, que interrelaciona
la evolución de la medicina con el medio social, político
y cultural de las diversas épocas.
La obra está dirigida a todo tipo de público y
se entregará gratuitamente a centros de investigación,
sociedades médicas, clínicas, hospitales, médicos,
universidades y bibliotecas públicas y privadas en Colombia
y el exterior. Se imprimirán 15.000 ejemplares por tomo
y se publicarán entre 2008 y 2011.
Para desarrollar esta idea, se invirtieron más de $4.000
millones. Según el presidente de la compañía,
Francisco José Barberi Ospina, Historia de la Medicina
en Colombia surge por iniciativa de Tecnoquímicas, al
no existir en el país una obra que consolidara de manera
integral la información disponible sobre esta importante
profesión; por ello la compañía decide
estructurar, escribir y publicar una colección que llenara
ese vacío.
Desde 2005, participaron médicos, historiadores, sociólogos
y antropólogos, en la investigación y la producción
de los textos; son 12 los autores, en su mayoría de la
Universidad Nacional. El grupo está compuesto por 5 investigadores
principales: doctor Emilio Quevedo, director de la obra, ex
director del Centro de Historia de la Medicina de la Universidad
Nacional, donde ahora es profesor e investigador; doctores Germán
Pérez y Juan Carlos Eslava, co-investigadores; doctor
Mario Hernández, asesor científico y metodológico,
y doctor Néstor Miranda, co-investigador, de la Universidad
El Bosque. El equipo lo complementan 7 investigadores asistentes.
Para llevar a cabo el proyecto, se hizo una ardua investigación
en documentos del pasado (escritos, imágenes pintadas,
reproducciones, objetos médicos rescatados); se recurrió
al Archivo General de la Nación, archivos históricos
de varias ciudades, la sala de libros raros y curiosos de la
Biblioteca Nacional, la sala Colombia de la Biblioteca Luis
Angel Arango, los trabajos de otros médicos de años
anteriores, e historiadores, sociólogos y antropólogos
actuales; también, al Archivo de la Fundación
Rockefeller en Nueva York, y archivos y bibliotecas de universidades,
instituciones médicas y hospitales, entre otros.
La colección es una historia que muestra cómo
la medicina está vinculada a todos los procesos de desarrollo
económico, político, social y cultural del país.
Además, innova desde el punto de vista de los abordajes
metodológicos, para comprender la medicina colombiana,
producir conocimientos y enfoques nuevos desde una perspectiva
multidisciplinaria. La investigación recoge 4 grandes
períodos: El primero de los tomos, presentado en febrero
pasado en Bogotá, Barranquilla, Medellín y Cali,
es Prácticas médicas en conflicto (1492-1782):
comienza en el momento del encuentro de dos mundos y de varias
medicinas en 1492 y se cierra con la expresión de la
Ilustración española en la medicina del Nuevo
Reino de Granada y el manejo de la epidemia de viruela de 1782
en Santa Fe de Bogotá. Se presenta un proceso complejo
y dinámico de interacción entre la medicina indígena,
la negra y la española durante la Colonia. Los otros
tomos serán: Tomo II: De la medicina ilustrada a la medicina
anatomoclínica (1782-1865); Tomo III: Hacia una profesión
liberal (1865-1946); Tomo IV: De la mercantilización
a la renovación (1946-2000); y Tomo V: Diccionario biográfico
médico colombiano. |
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La edición de este año de los Premios Oscar,
estuvo plagada de temas relacionados con la salud: Cáncer,
VIH, Alzheimer, incluso una rara secuela de los infartos cerebrales.
Siete cintas de todo tipo (largometrajes de ficción,
documentales y 'cortos', tanto reales como ficticios), radiografiaron
desde difíciles enfermedades hasta discriminatorios sistemas
sanitarios. Entre todas, acumularon 12 nominaciones. Estos son
los Oscar de la salud: La escafandra y la mariposa
(síndrome del cautiverio), Lejos de ella (Alzheimer),
La familia Savages (demencia), Sicko (sanidad y sistema de salud
en Estados Unidos), Om natten (cáncer), Freeheld (cáncer
de pulmón) y Sari's Mother (sida).
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Con más de 20 actividades,
entre exposiciones temporales, series radiales, materiales
didácticos, conferencias, y talleres para niños
y docentes, en distintos lugares del país, el Ministerio
de Cultura conmemorará el bicentenario del sabio José
Celestino Mutis, precursor de los estudios de botánica
en el país. Informes: www.mincultura.gov.co .
El Ministerio de Cultura hizo
un llamado a editores, autores-editores, distribuidores y
productores de libros de carácter científico
y cultural, para que presenten sus obras a la Biblioteca Nacional
de Colombia y concursen en un proceso de compras para fortalecer
las bibliotecas públicas del país. Se pueden
presentar publicaciones editadas en 2006, 2007 y 2008. Se
reciben obras hasta el 14 de marzo. Informes: (1) 341 40 28.
Con diversas actividades se
celebrará en 2008 el centenario del nacimiento de la
francesa Simone de Beauvoir, una de las pensadoras progresistas
más destacada de la segunda mitad del siglo XX y pieza
fundamental del feminismo, movimiento que escandalizó
a la sociedad de la posguerra.
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