MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 10    No. 114 MARZO DEL AÑO 2008    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co


Regulación de tarifas en
el sector salud en Colombia

David Bardey - Ramón Castaño - Profesores Universidad El Rosario - elpulso@elhospital.org.co

Las consecuencias de establecer pisos tarifarios merecen un análisis cuidadoso para establecer si traerán los beneficios esperados. Esta nota aborda ese análisis, y los interesados en el tema pueden profundizar en un artículo más extenso, que publicamos en la Revista de Economía Institucional (Volumen 9, No. 17, 2007).
Podría decirse que la regulación de tarifas tiene un objetivo explícito y uno implícito. El objetivo explícito es evitar la guerra de precios que lleve a que los prestadores comprometan la calidad en su afán de ofrecer precios más bajos que sus competidores. El objetivo implícito es el de permitirle a los prestadores obtener ganancias en sus operaciones, si el piso se establece de tal manera que los precios cubran los costos de producción y generen excedentes.
El establecimiento de pisos tarifarios, limita el funcionamiento normal de las relaciones entre la oferta (prestadores) y la demanda (pagadores y pacientes). Pero como el sector hospitalario no se comporta como un mercado de competencia perfecta, mal podría decirse que esta regulación impide llegar al equilibrio que se observaría en un mercado perfecto. Para efectos de este análisis se destacan dos imperfecciones: 1) el mayor poder de negociación de los terceros pagadores; y 2) la disminución en los costos promedio cuando aumentan el volumen de producción, al menos hasta ciertos niveles.
En cuanto a la primera particularidad, entre prestador y pagador existe una estructura de oligopolio bilateral, es decir, pocos oferentes en el lado de la oferta, y pocos compradores en el lado de la demanda. En estas condiciones, la competencia entre prestadores hace que los precios tiendan a converger hacia los costos marginales.
Respecto de la segunda particularidad, es necesario tener en cuenta que el costo marginal disminuye hasta cierto punto, luego empieza a incrementarse, como se muestra en la gráfica 1. En esta gráfica también se muestra la relación que existe entre los costos marginales y los costos promedio. Por ello las implicaciones de una tarifa regulada son distintas dependiendo de que el hospital produzca a un nivel en el que el costo marginal es decreciente o creciente. En la gráfica 1 se observa esta situación.
Gráfica 1
Relación entre costo marginal (CM) y costo promedio (CP)
 
Como el precio ideal en términos de eficiencia económica es aquel que refleja el costo marginal, si se estableciera un precio con este criterio tendría efectos diferentes según si el costo marginal está a la derecha o a la izquierda del punto E. Si el precio se fija a la derecha de E, se generarían excedentes, lo cual es más un asunto de decisión política que económica, pues se transferirían rentas a los prestadores. Pero si se fija a la izquierda de E, se generarían pérdidas. Por eso nuestro análisis se concentra en este caso en el cual el costo marginal es inferior al costo promedio, o sea, todo nivel de producción inferior al punto E.
Para evitar que los hospitales tengan pérdidas, la regulación óptima o de primer rango sería fijar una tarifa igual al costo marginal y reembolsarles los costos fijos. La fijación de pisos tarifarios en los que el precio es superior al costo marginal, resulta entonces en una situación diferente a la de primer rango. Pero rembolsar los costos fijos de los hospitales implica dificultades en términos de aumentar los impuestos para obtener los recaudos necesarios, por lo cual es más práctico introducir distorsiones en el sistema de precios. En consecuencia, si los pisos son cercanos a los costos promedio, podemos interpretar la regulación por pisos como una distorsión de la asignación de primer orden que permite alcanzar una situación de segundo rango. Si, como se planteó antes, los terceros pagadores tienen mayor poder de negociación, se puede predecir que los precios quedarán iguales a los pisos.
Ahora bien: un hospital es un portafolio de productos múltiples que se suman para prestar servicios a un paciente, y no todos estos servicios se comportan igual respecto del punto E. Mientras que servicios como quirófanos y algunas ayudas diagnósticas pueden producir a niveles donde CM < CP (es decir, presentan capacidad ociosa), otros como hospitalización o consulta externa pueden producir a niveles donde CM > CP. Las implicaciones de estas diferencias son claves para los servicios en que CM < CP. En los servicios de urgencias, esta baja productividad se justifica por la alta volatilidad de la demanda, de tal manera que estos servicios deben ser instalados y dotados con suficiente capacidad para responder a los picos de demanda. Por ello, la capacidad instalada muestra bajas tasas de utilización, y se cumple que CM < CP. Pero un servicio como la resonancia nuclear magnética puede mostrar un bajo nivel de utilización, cuando por tratarse de un servicio que puede ser programado, no se utiliza en su máximo potencial.
En el caso de las urgencias, que ejemplifica servicios de demanda volátil y no programable, se puede predecir que los pisos tarifarios permitirían producir con niveles bajos de ocupación porque evitarían una presión excesiva para reducir la capacidad ociosa, protegiendo la calidad de la oferta. En el caso de servicios programables sería más eficiente reorganizar la cadena productiva de servicios de salud, de modo que los servicios sub-utilizados tengan mayor utilización y exploten las economías de escala propias de cada producto. En este caso, optar por una regulación por pisos perpetuaría algunas ineficiencias en la producción de servicios hospitalarios, pues las presiones competitivas no serían suficientemente fuertes para obligar a buscar formas más eficientes de producción que lleven a la reorganización de la cadena productiva.
De otra parte, si en ambos casos los pisos tarifarios se fijan de tal modo que los hospitales cubran sus costos totales y obtengan rentas, se estimulará la entrada de nuevos prestadores y el sector hospitalario crecerá.
Proteger la calidad
Como se dijo al comienzo, la regulación por pisos reduce la competencia. Se supone que una competencia excesiva reduciría las ganancias de los hospitales y posiblemente comprometería la calidad. Aunque es posible que la calidad de los hospitales colombianos pueda mejorar, la evidencia empírica internacional no permite concluir que haya una relación clara entre competencia y calidad.
Por ejemplo, Propper y cols. y Bromme (ver referencias completas en artículo original referenciado), obtuvieron una relación negativa entre intensidad de la competencia y calidad en salud. Según esta evidencia, una reducción de las presiones competitivas gracias a los pisos tarifarios, podría llevar a un mejoramiento de la calidad de los servicios hospitalarios en Colombia. Pero también hay evidencia empírica en sentido opuesto: Gowrisankaran y Town mostraron que cuanto mayor es la competencia, más baja es la tasa de muerte de las organizaciones de mantenimiento de la salud en Estados Unidos.
En consecuencia, si los pisos de tarifas buscan reducir la competencia para garantizar la calidad, no hay certeza de lograr este objetivo. Ahora bien, es posible que otras variables del contexto propio de un país expliquen los efectos hacia un lado u otro. Una variable del contexto colombiano podría ser que la calidad y los costos de los hospitales tengan mayor varianza que la de los hospitales de países desarrollados, como consecuencia de restricciones legales y éticas más laxas, o que los estándares de nuestros hospitales mejoren ostensiblemente con mecanismos de competencia accesorios, como los rankings de instituciones. Para predecir el impacto de los pisos sobre la calidad de la atención en salud, es necesario estudiar en detalle la situación financiera de los hospitales, la naturaleza de sus restricciones presupuestales (si son duras o blandas), su case mix, las características de los mercados locales, etc.
Implementación de los pisos de tarifas
Las distorsiones generadas por la regulación por pisos obligan al gobierno a controlar las respuestas de los hospitales y los pagadores a los incentivos inherentes a dicha regulación, porque las fuerzas del mercado pueden llevar a que los actores sigan estrategias que terminen por neutralizar la norma.
Una posible reacción es que ante la mayor dificultad del pagador para controlar el gasto vía precios, se intensifique la búsqueda de mecanismos de pago prospectivos. Aunque el temor a los pagos prospectivos por sus riesgos en términos de calidad (por los incentivos que generan a las barreras de acceso, a la negación de servicios médicamente necesarios y al amordazamiento del médico), no ha sido confirmado en los países desarrollados, es posible que en los países en desarrollo sí tengan dichos efectos, pues las restricciones legales y éticas no son lo suficientemente fuertes para evitar que los pagadores y prestadores apelen a estrategias restrictivas de control de costos.
De otra parte, la regulación por pisos puede tener problemas de implementación. En efecto, el equilibrio logrado tras la regulación no es muy estable, pues se mantienen los incentivos que existían antes de aplicar la regulación: los prestadores tienen incentivos para bajar sus precios por debajo del piso para atraer más contratos. Y es muy probable que esta regulación genere colusiones entre prestadores y pagadores para eludir los pisos. Por ejemplo, los prestadores aún podrían competir ofreciendo descuentos de precios por compras en cantidades o por pronto pago. Si los actores adoptan estas estrategias, se neutralizarían totalmente los objetivos de la regulación por pisos. Aún si se contara con mecanismos de regulación para evitar la colusión vertical (entre prestador y pagador para negociar precios por debajo del piso), las debilidades en materia de vigilancia y control, y las dificultades prácticas para verificar los precios de negociación reales, limitarían el alcance de la regulación.
Ahora bien, en los servicios donde el hospital tiene mayor poder de negociación y los precios actuales sean muy superiores a los que establezca el manual de tarifas, éste no tendrá efecto alguno pues el poder de negociación del prestador sigue siendo igual.
Conclusiones
No es posible afirmar con certeza que la adopción de pisos tarifarios lleve a un mejoramiento de la calidad. Además, en servicios con capacidad ociosa, dichos pisos reducirían las presiones hacia la eficiencia de la cadena productiva. En los servicios que por la volatilidad de su demanda requieren alta capacidad instalada, la regulación por pisos podría evitar efectos negativos sobre la calidad, pero es necesario evaluar variables del contexto colombiano antes de extrapolar la evidencia internacional sobre el efecto incierto de la competencia en la calidad. En los servicios cuyo costo marginal es superior al costo de producción, un piso tarifario igual al costo marginal transferiría rentas al prestador. Al final del día, si la vigilancia y el control son débiles, es posible que las partes adopten una estrategia de colusión vertical que haga inefectiva la norma.
 
 
 
 







 



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