DELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 10    No. 130 JULIO DEL AÑO 2009    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 


Mario Benedetti: In Memoriam
“Un exiliado
lo será de por vida y de por muerte”
“Jesús y yo salvadas las distancias
somos dos habitantes del exilio
y lo somos por cautos por ilusos

Yo, oscuro y fracturado,
sin mi tierra
Él, pobre desde siempre
sin su cielo”.
Hernando Guzmán Paniagua - Periodista - elpulso@elhospital.org.co
El asma crónica, los fallos multiorgánicos y el postrer trastorno intestinal marcaron el viaje de Mario Benedetti a su último exilio, y el comienzo del “desexilio” en una eternidad tan eterna como la memoria de su nombre en las letras. “Cuando muere alguien como Mario Benedetti, no se puede hablar de una gran pérdida, sino simplemente que llega a su fin una gran trayectoria", dijo Tomás De Matos, escritor y director de la Biblioteca Nacional de Uruguay.
Partió el poeta de la ausencia siempre presente, el “militante de la vida”, el de: “Vuelvo / quiero creer que estoy volviendo / con mi mejor y mi peor historia / conozco este camino de memoria / pero igual me sorprendo / hay tanto siempre que no llega nunca / tanta osadía tanta paz dispersa / tanta luz que era sombra y viceversa / y tanta vida trunca”. Nació en 1920 en Paso de los Toros (Uruguay), sus padres, Brenno y Matilde, lo pusieron Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia , para que no quedara duda de su origen italiano. “Cuando entré al colegio ya sabía leer y escribir, aprendí casi solo. Los primeros libros que leí fueron de Julio Verne, de Emilio Salgari; ‘Dos años de vacaciones’ de Julio Verne que leí a los 7, me impresionó mucho”; así veía el niño en una bola de cristal su salto de las aventuras fantásticas a las aventuras reales con bandidos y monstruos de verdad. Cuando cumplió 80 años, ya había escrito 80 libros, y recuerda: “De chico, iba por la mañana muy temprano, como a las seis y cuarto, a un colegio alemán; Zorrilla era un hombre muy religioso, se dirigía a la dirección de un diario católico. Éramos los dos únicos habitantes del tranvía cada mañana…”.
Su poema “Tranvía de 1929” lo dedicó a China Zorrilla, nieta del vate Juan Zorrilla de San Martín. Por pobreza, suspendió los estudios secundarios. De 14 años trabajó en la Will L. Smith, S.A., de repuestos para automóviles. En 1946 casó con Luz López Alegre, eterna cómplice y testigo de dichas e infortunios, un año después de su iniciación literaria. Tras el Golpe de Estado del 27 de junio de 1973 dejó a Uruguay y vivió un exilio de 10 años en Buenos Aires, Perú, Cuba, Madrid, Palma de Mallorca y otros ámbitos; retornó a Montevideo en 1983 a iniciar su “desexilio”.
Imperio y neoliberalismo
Apóstol de identidad, decía que “a Estados Unidos lo va a derrotar su propio pueblo, sus propias carencias”. Cambio 16 le preguntó “qué le pediría a Estados Unidos”, y contestó: “Que se olvidaran de nosotros, de América Latina, porque cada vez que se acuerdan del Sur es para invadirlo o para asfixiarlo económicamente”. Dijo que el neoliberalismo “sólo beneficia en nuestros países a las clases más favorecidas que están en el poder. En América Latina los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres”. Y que la globalización es "una dictadura indiscriminada, que cada vez conduce más al suicidio de la humanidad". Defendió con denuedo a Cuba y su revolución: “Si la Revolución cubana cayera, sería algo catastrófico, no sólo para el país sino también para América Latina. Daría muchas más alas a los Estados Unidos que siempre quisieron dirigir nuestro continente”. Pero, ecuánime, sostenía: “Ni el socialismo ni el capitalismo salvaje van a conducir al Continente a un futuro más promisorio. Pienso en una fórmula mixta”. Siempre creyó que “el escritor debe mantener cierta actitud crítica hacia el poder”, pues "la conciencia es la única religión”.
“Todos sabemos que nada ni nadie
habrá de ahorrarnos el final, pero así
y todo hay que vivir como si
fuéramos inmortales".
Benedetti.
La dictadura uruguaya y su cómplice argentina siempre quisieron matarle, como a muchos amigos suyos. A ellos y a los muertos naturales cantó: "Me he ido quedando sin mis escogidos / los que me dieron vida / aliento / paso / de soledad con su llamita tenue / y el olfato para reconocer / cuánta poesía era de madera / y crecía en nosotros sin saberlo. / Me he quedado sin Proust y sin Vallejo / sin Quiroga ni Onetti ni Pessoa / ni Pavese ni Walsh ni Paco Urondo / sin Eliseo Diego sin Alberti / sin Felisberto Hernández sin Neruda / se fueron despacito en fila india".
Exilio y desexilio
“Yo tuve que exiliarme con 55 años y a esa edad es muy difícil empezar de nuevo. Se crea una especie de cóctel de nostalgias”, decía a Cambio 16, y anotaba: “En el caso de mi país, la dictadura nos dejó un legado de mezquindad y miedo. Además de muchas heridas abiertas. Los criminales deben pagar por lo que hicieron, porque si un país no salda cuentas con su pasado, va a tener dificultades para incorporarse a un futuro mejor”. Dijo José Emilio Pacheco: “Benedetti ha hecho lo imposible: tender puentes sobre los mares que nos separan, en vez de arar en ellos o escribir sobre el agua”, y que el exilio le permitió “colonizar todos los territorios arrancados por él a lo no dicho y a lo indecible. Ninguna violencia pudo arrebatarle la ciudad construida por sus palabras”: “Jesús y yo salvadas las distancias / somos dos habitantes del exilio / y lo somos por cautos por ilusos /… / compartimos los panes y desiertos / y las complicidades y los Judas / y el camello y el ojo de la aguja / y los santotomases y la espada / y hasta los mercaderes y la furia”.
En su cuento “El diecinueve”, un antiguo preso se aparece a su verdugo, el Capitán Farías y le pregunta: “¿Estoy oficialmente muerto?... Pensé: de pronto le quito un peso de la conciencia. Un muerto menos, ¿qué le parece? Aunque deben quedarle algunos otros que aún no contrajeron el vicio de resucitar”. No le cuenta cómo sobrevivió: “Parece imposible ¿verdad? Ustedes trabajaban a conciencia y con todas las garantías. Pero un vuelo es un vuelo y el mar es el mar. En el mundo hay varios mares, pero en el mar hay varios mundos”. Llorando, Farías exclama: “¡Sos un fantasma! ¡Un fantasma! ¡Eso es lo que sos!”. En el cuento “Con los delfines”, alguien escribe a su supuesta madre, lamentando la muerte de su esposo: “... me da un poco de pena saber que has quedo irremediablemente sola. Pero mucha más pena me dan mis padres verdaderos. Sé de buena fuente, como vos, que desde un avión los arrojaron al mar y que los arrojaron vivos”. Algo similar a: “País lejos de mí / que está a mi lado / país no mío que ahora es mi contorno / que simula ignorarme y me vigila / y nada solicita pero exige /… / que cuando es noche esconde la menguante / y cuando hay sol me expulsa de mi sombra”. Para Pacheco, Benedetti penetra en la mente del torturador, trata de comprender, no de justificar, “de darnos conciencia de que lo peor y lo mejor de todos los seres humanos está latente en nuestro interior”.
Mario evoca su relación con Onetti: “En Madrid vivíamos bastante cerca uno del otro, pero él no salía jamás. Me decía, vení vos aquí y yo iba a verlo. Tuve mejor relación con él en el exilio, que cuando los dos estábamos en el Uruguay”. Califica a “Geografías”, como “pavadas que uno inventa en el exilio para de algún modo convencerse de que no se está quedando sin paisaje, sin gente, sin cielo, sin país”. Y jugaba así con los compañeros de infortunio: “Uno de los dos pregunta sobre un detalle (no privado, sino público) de la lejanísima Montevideo: un edificio, un teatro, un árbol, un pájaro, una actriz, un café, un político proscrito, un general retirado, una panadería, cualquier cosa. Y el otro tiene que describir ese detalle, tiene que exprimir al máximo su memoria para extraer de ella su postalita de hace diez años, o darse por vencido…”; con una respuesta fallida, cada jugador perdía un punto. Mario inquiría, por ejemplo: “Qué café está (o estaba) en la crucial esquina de Rivera y Comercio, o cuántas puertas de entrada tiene (o tenía) la tribuna Colombes en el estadio Centenario, o dónde está (o estaba) la parada final de la línea de ómnibus 173”. Su “Parábola del exilio” es Un Padrenuestro Latinoamericano: “…Padre nuestro que estás en el exilio / casi nunca te acuerdas de los míos / de todos modos dondequiera que estés / santificado sea tu nombre / no quienes santifican en tu nombre / cerrando un ojo para no ver las uñas / sucias de la miseria…”.
El “realismo crítico” de Mario Benedetti , expresa J.M. Caballero Bonald, no es “reducción sino expansión de posibilidades, por el “subjetivo inventario de sorpresas que subyacen en la realidad” y su amor entraña “una experiencia relativa y una metáfora absoluta; desborda la intimidad y se instala alegóricamente en lo comunitario”, porque “el desamor corrompe la justicia, invalida la capacidad de ser libre”: “…En mi amor hay otras cosas / por ejemplo los sueños con que muevo la tierra / la pobre lucha que libré y libramos…”. O: “Tus manos son mi caricia / mis acordes cotidianos / te quiero porque tus manos / trabajan por la justicia / si te quiero es porque sos / mi amor mi cómplice y todo / y en la calle codo a codo / somos mucho más que dos”.
“Un tragaluz para la utopía”
Para Benedetti, la poesía fue siempre “género prioritario”, y “un tragaluz para la utopía”. Acreedor literario de toda una generación y deudor en poesía de Vallejo y de Neruda, llamó a éstos: “dos mundos que hay, en América Latina, de la poesía. Yo modestamente me inscribo en el de Vallejo, sin perjuicio de reconocer que Neruda es un gran poeta”, pero vio en Machado y en Chejov a otros ángeles tutelares. “Nunca me gustaron -dice- los poetas muy misteriosos o muy complicados”.
“En la razón
sólo entrarán las dudas
que tengan llaves”.
En poesía es “donde se aloja con mayor dinamismo esa íntima correlación entre literatura e historia”, aseveró Caballero Bonald; así, El cumpleaños de Juan Ángel, novela en verso (con más de 35 ediciones) que Mario ubicó como “un bicho raro dentro de la literatura”, derriba la antinomia entre prosa y poesía, pone a su autor como inclasificable, y paradigma de la unidad en la diversidad, por enriquecer cada género con la experiencia obtenida en los demás, observó Pacheco.
No menos singular es su relato “Más o menos hipócritas”, primer capítulo de una novela colectiva escrita con otros 9 autores. Con el haiku logró “encerrar en 17 sílabas... una sensación, una duda, una opinión, un sentimiento, un paisaje y hasta una breve anécdota...”. Ejemplos: “Patrias de náilon / no me gustan los himnos / ni las banderas” . O: “En la razón / sólo entrarán las dudas / que tengan llaves”. “Me siento cuentista -dijo a Reina Roffé- y mencionó a Quiroga, Felisberto Hernández y Onetti: “Esos sí que son grandes. Digamos que yo también escribo cuentos”. Su narrativa acude a todas las formas de relato: primera y tercera persona, monólogo interior, diálogos. Para Saramago, “el léxico de Benedetti ha ignorado deliberadamente la supuesta existencia de palabras 'poéticas' y de otras que no lo son”, y su obra es “la búsqueda persistente y lograda de un sentido, el del ser humano en el planeta, en el país, en la ciudad o en la aldea, en su casa simplemente o en la acción colectiva”.
Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza.
Para Benedetti, “el éxito siempre resulta un misterio y no es ninguna garantía de gran calidad”. Por eso, nunca persiguió premios ni distinciones. Del Reina Sofía de Poesía Hispanoamericana, dijo: “Me dejó contento, sobre todo, porque es mi poesía...”. Pero sobre un posible Nobel, expresó: “No, para qué pensar en cosas imposibles”. El modesto ser que en la Feria del Libro de Madrid anotaba con palotes los libros que firmaba y andaba con una raída maleta llena de poemas, cuentos, cartas... ganó tantísimos
premios, como el Reina Sofía (1999), Iberoamericano José Martí (2001), Internacional Menéndez Pelayo en 2005 y muchos otros, dos Doctorados Honoris Causa en Literatura y uno en Ciencias Filológicas, y es padre de más de 80 obras, algunas traducidas a 20 idiomas: 36 libros de poesía (La víspera indecible, Poemas del hoyporhoy, Quemar las naves, Rincón de haikus…), 9 novelas entre ellas Gracias por el fuego, La tregua, Primavera con una esquina rota, etc., 18 libros de cuentos (Montevideanos, La muerte y otras sorpresas, Con y sin nostalgia…), 4 dramas y al menos 16 ensayos.
Muchos poemas suyos fueron musicalizados por Serrat, Daniel Viglietti, Nacha Guevara, Soledad Bravo y Tania Libertad, entre otros cantores. Serrat, compositor de El sur también existe, dijo: “Sus versos eran contagiosos”, alabó su forma de rehacerlos como letras de canciones, y “su curiosidad, su forma de incorporar, mezclar y bajar la poesía a la calle, subirla a un escenario, acercarla a la gente, por eso es un poeta muy transversal".
En su Montevideo, capital de su “país de la cola de paja”, “la única oficina del mundo que ha alcanzado categoría de república”, en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, los testigos del velatorio verificaron que “Después de todo / la muerte es sólo un síntoma / de que hubo vida” .



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