DELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 10    No. 132 SEPTIEMBRE DEL AÑO 2009    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 


Semblanza de un
maestro de la fotografía
Pablo Guerrero...
...y “el campo, crisol de la naturalidad”
Hernando Guzmán Paniagua - Periodista - elpulso@elhospital.org.co
“Estas imágenes quedan como constancia de mi permanencia profunda y emocionante durante 50 años en esta tierra antioqueña, de prodigioso caudal de inspiración”, dijo el maestro Pablo Guerrero sobre la exposición “El campo, crisol de naturalidad”, que exhibió la Biblioteca Pública Piloto de Medellín. No fue una muestra más, sino compendio de su obra fotográfica que abarca más de 5 décadas, peregrinaje por la imagen que arranca con los primeros balbuceos infantiles:
“A los 8 o 9 años tuve la primera cámara; con una Kodak de cajón o de fuelle fotografié al perro, al gato, al canario, al loro y a mis hermanitos menores”. Es un artista que tiene la propia luz como pincel, la cámara como paleta y el papel emulsionado como lienzo.
“El campo, crisol de la naturalidad”, no es una simple “retrospectiva”, es summa fotográfica, sustrato de una obra artística integral, imágenes congeladas de la Antioquia campesina de ayer, de hoy y de siempre, 35 fotografías en 4 ejes temáticos: el trabajo, el subtema de la arriería, hogar-lúdica-paisaje y retratos, con el común denominador del hombre rural, protagonista de una realidad y de una historia. En la fotografía Faena diaria, sentimos la aspereza de la cabuya, en Cosecheros olemos el aroma de las frutas y recibimos el quemante sol en la piel. En Labranza, nos provoca el exhuberante maíz tierno, en El trapiche la densa humareda huele a miel caliente de caña, El sembrador es un posible homenaje al cuadro homónimo de Millet, El Pan nuestro nos ofrece la parva recién horneada. Tratado de arriería son Arreglando las cargas; Trajín cotidiano; Destino, el pueblo; y Arriería: allí, los bultos, la mulera, la cantina de leche, los tablones del aserrío, la recua en marcha y el arriero, como Deus et machina. El retrato Juancho de arriería resume en un rostro toda una situación social. Los otros retratos son: Carmencita, preciosa imagen captada en Sonsón en 1955; Al calor del fogón, una niña junto a la típica cocina de tierra con las arepas calientes, Enamorado y De buena estampa, son otros ejemplos del género, de gran factura técnica.
“La exposición 'El campo, crisol de naturalidad',
es resultado de un sentimiento, toda la vida me
ha impresionado el ser humano. Y he seguido su
actividad, pues donde hay presencia humana,
hay vida, hay sentimiento, movimiento.
La presencia del campesino es más
abiertamente pura, sin contaminación, silvestre,
una actitud bellísima del ser humano”.
Pablo Guerrero.
MuLas demás fotografías ilustran la simbiosis del campesino y su familia con el paisaje rural; ejemplos: A orillas del Tonusco, Contemplación y Horizontes, tomada ésta última en La Ceja (Antioquia), síntesis de la exposición, versión fotográfica del óleo homónimo de Francisco Antonio Cano. De ella, Pablo Guerrero señala: “Son mundo paralelos; cuando la hice, la obra homónima del maestro Cano no tenía la difusión ni el relieve que adquirió luego, después se dijo que todo buen antioqueño debía conservar una reproducción de esa pintura. Son unos niños que van por el campo, a un cielo, a una lejanía, a un horizonte indeterminado; es el futuro de los niños que no saben qué serán… tal vez, por lo menos, buenos campesinos, buenos ciudadanos”.
La Sus fotos de hogar-familia-paisaje hablan con la elocuencia de los trigales de Van Gogh, y de sus Campesinos comiendo patatas. En La casa labriega, los cuadros en la pared son espejos del entorno, tan reveladores como Dominical, Bajando de la montaña (recuerda El trapiche de Emilio Murillo): caminos de herradura, el campesino de ruana terciada que parece dialogar con la enramada, la casa de bahareque, el tejar. Camino del pueblo bien puede ser la versión paisa de Campesinos camino del mercado de Gainsborough; Cerca del cielo vincula los mundos infantil y adulto. El paraíso perdido de la lúdica aflora en Fraternidad, Coloquio, Juegos de niños, Los amigos fieles, y Plática; las ruedas de la vieja carreta son testigos de una tierna escena en Infancia, sobre la cual dice Guerrero: “Ahí está la mente del niño, limpia, pura, natural. La foto estuvo inédita durante 50 años; si se hubiera publicado en su momento, habría sido todo un escándalo…”.
El hombre en primer plano
“La muestra -dice su autor- es resultado de un sentimiento, toda la vida me ha impresionado el ser humano. Y he seguido su actividad, pues donde hay presencia humana, hay vida, hay sentimiento, movimiento. La presencia del campesino es más abiertamente pura, sin contaminación, silvestre, una actitud bellísima del ser humano, diferente a los citadinos que somos requete-vestidos, requete-pintados, requete-camuflados, casi nos volvemos otros”.
El fotógrafo rememora su niñez: “Tuve unos compañeritos de estudio, uno de ellos de Villa de Leyva, me invitaba al campo, que en Boyacá y en Cundinamarca es precioso, y en esos trajines, desde la niñez, me fascinaba ir a los mercados, a los caminos, ver a los campesinos con atuendos distintos de los nuestros, con la caneca o el bulto al hombro. Y no puedo desconocer que soy amante de los libros, y encontré personajes universales como un Millet, un Gauguin y un Van Gogh caracterizados, sublimizados por esa reverencia permanente a las gentes humildes y del campo, y guardando los términos comparativos, puedo decir que opté por esa línea, con paisajes de la región antioqueña: La Ceja, Sonsón, Granada, Santa fe de Antioquia… municipios que representan la Antioquia andina; quizás porque el altiplano cundiboyacense me marcó, respondo a ese aire. Y como amante de la literatura, me acompañan Carrasquilla, Efe Gómez, Epifanio, Gregorio Gutiérrez, de todos he sacado ejemplos de lo que ya también siento”.
“Soy amante de los libros, y encontré
personajes universales como un Millet,
un Gauguin y un Van Gogh caracterizados,
sublimizados por esa reverencia permanente
a las gentes humildes y del campo, y guardando
los términos comparativos, puedo decir que
opté por esa línea, con paisajes de
la región antioqueña”.
Pablo Guerrero.
Guerrero no improvisa: “Si uno prepara la escena, y hace que el campesino se peine y pose, destruye su esencia; lo que persigo es detenerme en esos momentos absolutamente propios de ellos. Tengo el “sentido de la pre-visualización, para no irrumpir a tomar cincuenta mil fotos a ver qué me sale, sino ver cuáles son los detalles que conforman lo que quiero representar. Yo obturo mi cámara cuando se reúne una serie de circunstancias: el ambiente, la luz, las sombras, para definir cómo conforman el relieve, cómo dibuja la luz, cómo se forma el sentido tridimensional del área del campo. Yo voy al campo, camino y camino, busco y busco, y donde hallo, obturo. Entro a una casa campesina y si no me echan los perros, me sigo, pregunto si tienen perros, cómo los tratan, cómo viven… mucho después, tomo las fotografías. Su sentido natural es producto de todas esas observaciones, y el fruto de unos 50 años; hay fotografías como Carmencita, esa niña despeinada que si hoy viviera tendría mínimo 60 años, y en esa imagen conserva un rostro límpido, fresco, lindo, juvenil; desde que llegué a Antioquia en 1953, me enamoraron sus gentes. También hay fotos recientes como Juancho de arriería, compañera de Esfuerzo de arriería, premiadas en 1994, en el Primer Salón Internacional de Fotografía de la Universidad Pontificia Bolivariana”.
 
Guerrero internacional
De su larguísimo historial de reconocimientos, premios y distinciones, Guerrero valora de manera especial el primer gran triunfo internacional: Medalla de Plata en Color, y de Bronce en Blanco y Negro en la V Bienal Americana de Fotografía -FIAP-, Sao Paulo 1970, que lo animó a trabajar con más ahínco; Medalla de Bronce en la Bienal Deportiva Fotosport en Reus-Tarragona (Cataluña-España) 1974 por “Alegría de vivir”; título de Artista FIAP, 1985, de la Féderation Internationale de L`Art Fotographic (Bélgica) como “homenaje a sus esfuerzos, a su trabajo, a su técnica y al dominio del arte fotográfico”; múltiples distinciones del Club Fotográfico Medellín; Premio Ilford Latinoamericano de Fotografía en Blanco y Negro al Mejor Fotógrafo,1995, Bogotá; Primer Premio del XXII Salón Iberoamericano de Arte Fotográfico Universidad Pontificia Bolivariana 60 años “Las imágenes de América Latina”; Medalla de Plata por su obra “Tizo” en la V Convención Americana de Fotografía, con exposición y publicación en el catálogo “50 Aniversario FIAP”, Barcelona; ingreso al patrimonio de la Federación en el Musée de L` Elysée en Lausanne (Suiza); Medalla de Bronce en VI Bienal Internacional Aqueducte 2000 e incorporación de sus obras al Museo Internacional de la Fotografía Club Cerdanyola del Vallés (Cataluña-España), entre muchas preseas.
Su hijo, el doctor Juan Pablo Guerrero destacó el recorrido profesional del maestro, desde la fotografía experimental, la foto-serigrafía, el fotograbado metálico y el pictorialismo, hasta la fotografía digital, de la cual dice: “Siempre ha incursionado en tendencias renovadoras, y explorado nuevas técnicas, asumiendo el uso de las convencionales y creando estilos diferentes con las más antiguas inventadas por el hombre”. Y agrega: “He sido testigo de que se ha dejado seducir por las montañas de Antioquia, los portones de madera, los patios centrales empedrados, las cerraduras y aldabas antiguas, las iglesias, la luz y las sombras y muchas otras cosas, pero lo más importante, se ha interesado por el ser humano cotidiano”. Resalta, entre otras grandes obras, el foto-mural cerámico Alegría de vivir, en el área de Pediatría del Hospital Universitario San Vicente de Paúl de Medellín, que recrea el mundo infantil y “no podía estar en lugar diferente a El Hospital, que en sus 96 años de historia ha dado Una vida entera por la vida”.
“La presencia del hombre que,
como producto de la creación de Dios,
da viveza y alegría al campo, es
expresión y es semejanza de
aire libre, de libertad”.

Pablo Guerrero.
La casa de Pablo Guerrero es galería fotográfica, pinacoteca y museo, cada detalle ornamental o práctico revela su fina sensibilidad. Entre muchas obras pictóricas, están las propias; sobre esta faceta, anota el Maestro: “Todo parte del sentimiento por el arte, que se expresa en la fotografía básicamente, la actividad que escogí para vivir; pero aparte de los matices de distracción, el aliciente de haber sido allegado a los grandes maestros de la pintura y las artes plásticas en Antioquia: Pedro Nel Gómez, Jorge Cárdenas, Rafael Sáenz,
Eladio Vélez, Aníbal Gil, Carlos Correa, Francisco Valderrama, Alberto Elías Vélez… me despertó la inquietud por garabatear la pintura. Francisco Madrid y yo fuimos compañeros en una asociación de artes plásticas de Medellín, lo vi pintando y me fui emocionando. De todos tomé una inquietud, y sin pretensiones, he ido haciendo calladamente una serie considerable de obras que permanecen inéditas y ocultas, óleos, acuarelas, plumillas y me detengo un poco en el grabado, donde tengo una serie de bastante consideración, a partir del principio de mi fotografía que llevo a un cliché para copiarlo en lámina metálica y seguir el proceso de fotograbado”.
Gran retratista, por su lente han pasado unos 200 artistas, entre ellos, los grandes de la plástica en Antioquia antes mencionados: Manuel Mejía Vallejo, quien tuvo cierto contacto con la pintura; Carlos Vieco Ortiz por pura casualidad, y el músico Rodolfo Pérez González. Guerrero declara: “Me ha gustado mucho el retrato, pero no se trata de poner un aviso de 'se hacen retratos'; es fotografiar a los personajes que yo quiero retratar, por ejemplo a Rosana Mejía, a Débora Arango que al principio no me recibió porque no sabía quién era yo, después sí pude sentarme a manteles con ella -eso ya fue una gran conquista-, y hacerle unos retratos, así como tomarme una copa de vino italiano con el maestro Pedro Nel Gómez.
Un día fui donde él, sin decir quién era, quedé prendado de su obra y me dijo: ´venite, ya te dije que vengás cuando querás´. Volví muchas veces y un día me reclamó: ´Guerrero: ¿Vos dizque sos fotógrafo? A mí no me vengás con eso, nunca has traído una cámara´. Pero yo lo hacía por respeto y porque estaba conociendo al personaje, sus gestos, su entorno. Sólo cuatro o cinco años después, Pedro Nel vino a conocer los retratos que le hice”.
El gran fotógrafo dice que ajeno a egoísmos, nunca ha obrado al impulso de otros artistas, sólo al suyo: “Ello no significa que no reconozca a grandes personajes de la fotografía en Colombia como Leo Matiz, el más universal de los fotógrafos colombianos, y a muchos otros valores. En Bogotá los hay muy valiosos, y en Antioquia un Jorge Obando, Benjamín de la Calle, Melitón Rodríguez, grandes precursores y virtuosos de la fotografía”.
Y concluye: “Este arte no solamente es hacer click y ya, sino una serie de valoraciones y sentimientos que determinan el carácter de lo que uno quiere expresar en el arte”. Y recalca su credo estético y filosófico: “Dondequiera que haya un ser humano presente habrá vivacidad, movimiento, expresión, y un escenario propicio se encuentra en el campo, crisol de la naturalidad y sencillez de sus pobladores”. Esa fe de Pablo Guerrero en “la presencia del hombre que, como producto de la creación de Dios, da viveza y alegría al campo, es expresión y es semejanza de aire libre, de libertad”, hace pensar que no estaba tan loco José Arcadio Buendía, cuando intentó hacer el daguerrotipo de Dios.
 



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