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Estudio
Polifónico de Medellín - 40 años
¡Ahora, todas las voces,
la armonía, Dios...! |
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Hernando
Guzmán Paniagua - Periodista - elpulso@elhospital.org.co
¿Que 40 años no es nada? Pues ahí
está el Estudio Polifónico de Medellín,
primera agrupación sinfónico-coral de Colombia.
Por ella han pasado unos 500 coristas en 1.500 conciertos, con
cerca de 2.000 obras del repertorio universal desde el canto
llano medieval hasta el siglo XXI; una odisea de amor
a la armonía, ha vivido este patrimonio cultural de Medellín
y Antioquia.
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Alberto
Correa Cadavid, un hombre que nació en la actividad coral
y morirá en ella, padre y actual director del Estudio
Polifónico, narra así la historia: La primera
etapa fue el coro masculino de 20 integrantes (24 de mayo de
1966 - septiembre de 1968), con dos antecedentes: la Coral Tomás
Luis de Victoria, comienzo de algunos miembros antiguos del
Estudio, y la Capilla Polifónica de Coltejer. De ahí
nació el Grupo de Música Antigua de Medellín,
primera agrupación coral-instrumental de su tipo en la
ciudad, y Pro Música Antigua de Medellín; tomamos
el nombre del Estudio de Música Antigua, que nos visitó.
Con la misión de hacer música polifónica
a capella, montamos piezas de los siglos XV y XVI, Negro's Spirituals
de Estados Unidos (que nos encantaron después de oír
en Medellín la Coral y orquesta de Robert Shaw), el oficio
de Semana Santa de Tomás Luis de Victoria, algo de música
latinoamericana y villancicos. Las primeras obras montadas fueron
'Válgame señora mía' y 'Ay triste que vengo',
del Cancionero de Palacio español, ensayábamos
los sábados en Envigado y luego íbamos al parque
a comer empanadas y a mirar a las muchachas; duró dos
años largos y cerró al graduarme de médico.
Del primer coro sólo sobreviven: el ciclista Honorio
Rúa Betancur -antecesor de Cochise-, Gustavo y Mario
Yepes, Luis Alberto Restrepo, Alberto Buscató, y Gustavo
Llano. Su hermano Gabriel Llano murió al caerle un ala
de un avión de Tampa que decolaba del aeropuerto Olaya
Herrera, el piloto era el papá de Silvia Molina, oboísta
de la Filarmónica de Medellín y corista del Estudio
Polifónico.
Crece la criatura
En el 67 y 68 -prosigue- fuimos al Festival de
Música Sacra de Popayán, hacíamos ricos
intercambios con coros nacionales e internacionales, había
competencia sana y leal. Terminando mi año rural como
médico, en Barbosa (Ant.), Irma Quevedo y Consuelo Roldán,
estudiantes de Medicina en la Universidad de Antioquia, y el
maestro Pedro Nel Arango me invitaron a dirigir un coro de estudiantes
de esa facultad. Me negué, por la huelga prolongada en
la Universidad, los ensayos eran de día y el horario
no me daba. Pero me quedó la espinita, en un cuaderno
de música copié de memoria 'Válgame señora
mía' y 'Ay triste que vengo', cambié horario,
Pedro Nel daba solfeo a 100 alumnos de Medicina, Enfermería
y Odontología. Como no había fotocopiadoras, yo
escribí a mano, de noche, voz por voz, unas 30 copias.
Al día siguiente, 24 de mayo de 1971, ensayamos sin afinador,
con una flautica dulce, en la sede de la Asociación Médica
Antioqueña (AMDA). Luego nos trasladamos al Pabellón
Infantil del Hospital San Vicente de Paúl, que fue la
incubadora del Coro Mixto. |
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Adquirimos el status
de primer grupo
sinfónico-coral de Colombia, junto a la
Sinfónica Nacional, Filarmónica de Bogotá
y sinfónicas de Antioquia,
Valle y Barranquilla.
Maestro Alberto Correa.
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Mis
antiguos profesores de pediatría, entre ellos el doctor
Ramón Córdoba, jefe del Departamento, me dijeron:
'No hay problema, ésta es su casa'. Ensayamos en el auditorio
a las 6.30 p.m. y en un aula del 4º piso, durante 10 años.
El coro mixto comenzó con 40 personas, 24 mujeres y 16
hombres. En el Hospital nunca hubo problemas, muchos niños
del pabellón iban a vernos ensayar, siendo estudiante
de Medicina ayudé al doctor Córdoba a organizar
los viernes culturales de Pediatría, con los doctores
Luis Germán Arbeláez, Darío Córdoba...
Al empezar las clases nocturnas, nos trasladaron a la 'ONU'
(Ortopedia, Neurología y Urología) o al kiosco.
Fue también la época de mis prácticas de
musicoterapia, que hicimos en vivo con suicidas frustros y con
maternas.
El maestro relata la conversión del Polifónico
en coro sinfónico, en 1973: El primer montaje,
El Mesías de Haendel, duró un año y tres
meses, dábamos además 30 conciertos de polifonía
al año. La primera partitura coral de El Mesías
tardó 3 meses en llegar por barco desde Alemania y las
de orquesta 8 meses más. Por la escasez, en los festivales
intercambiábamos música con los otros coros y
a todo el que viajaba al exterior yo le pedía de 'traído'
una partitura; el coro tiene hoy cerca de 2.000 obras. El 24
de mayo de1974 lo estrenamos en el Teatro Pablo Tobón
Uribe de Medellín, lo repetimos el 5 de julio y otras
dos veces, y se convirtió en la obra básica del
Estudio Polifónico de Medellín; cerrada la Orquesta
Sinfónica de Antioquia, tuve que presentar examen para
dirigir la Orquesta de Cámara de Antioquia de Harold
Martina y la Orquesta de Cámara de la Sociedad Filarmónica
de Medellín. Cantaron una soprano de apellido Martínez
de Bogotá, Sofía Salazar, el tenor Jairo Ospina
y un bajo de apellido Arango. Luego lo cantamos en Cali, Manizales,
Bogotá y Cartagena. |
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| En Ante
la necesidad de orquesta propia, el coro creó en 1976
la Orquesta de Cámara de Medellín, que duró
hasta el 79 y es el germen de la Orquesta Filarmónica
de Medellín, nacida en 1983. El director se enorgullece
del palmarés del Coro, su repertorio cantado: Magnificat
de Bach con la Orquesta Sinfónica de Colombia, cantatas
de Bach, los Réquiem de Mozart, Fauré y Scherubini,
la Trilogía de Carl Orff, Misas en Sí Menor de
Bach, en Do Menor y Coronación de Mozart, en Re de Dvorak,
Sinfonía de los Salmos de Stravinsky, Misa Solemnis,
Novena Sinfonía y Fantasía Coral de Beethoven,
Israel en Egipto, Los Beatles y Queen Sinfónico, estreno
americano del Oratorio de Liverpool de Paul McCartney
Siendo yo director asistente de Colcultura, cantamos las temporadas
de ópera y zarzuela (Rigoletto, El Trovador, Aída,
La Bohemia, La Traviata, La Viuda Alegre, Luisa Fernanda...)
del 74 al 79, otro momento fundamental, con una nómina
de La Scala de Milán (Meliciani, Bruni, Vicente Sardinero...)
y otros grandes teatros; con la Ópera de Colombia empezó
el más grande barítono del mundo, Juan Pons, se
moría de miedo para cantar Tosca, su primera ópera,
medía 1.90 de estatura y pesaba 100 kilos, y me tocó
arrastrarlo en el Pablo Tobón Uribe. De la misma Ópera
salieron Sofía y Zoraida Salazar, Carmiña Gallo,
Marina Tafur, Manuel Contreras y los grandes cantantes colombianos.
Así adquirimos el status de primer grupo sinfónico-coral
de Colombia, junto a la Sinfónica Nacional, Filarmónica
de Bogotá y sinfónicas de Antioquia, Valle y Barranquilla.
En 1978 el coro subió a más de 100 personas, con
miembros de las universidades Nacional y de Antioquia. |
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El Pabellón
Infantil del Hospital
San Vicente de Paúl fue la incubadora
del Estudio Polifónico.
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Cuenta
Correa Cadavid que el actual gerente de Empresas Públicas
de Medellín, Federico Restrepo Posada, hizo música
con él desde el 71 ó 72, y asistía a todos
los ensayos de ópera: Una vez resolvimos cantar,
le quitamos los vestidos a dos del coro, él mide 1.90
y comandaba el grupo de campesinos en una obra, el traje le
quedaba muy estrecho, y al agacharse se le rompió y quedó
en calzoncillos en plena escena. Otra vez, en el aria de locura
de Lucía Di Lamermoor, Zoraida Salazar se arrancó
el vestido, se le olvidó que no tenía ropa debajo
y quedó desnuda en el escenario, tan bonita además
momento muy dramático. Los demás se abrazaron
y al salir en el final del aria, quedaron pegadas las parejas,
pues se les enredaron las pelucas.
Más allá de toda fatalidad
Más fuerte que la muerte es el amor, y el Polifónico
triunfó sobre la adversidad por amor a la música.
El relato de Alberto Correa es elocuente: En el 81 hicimos
el Réquiem de Mozart en Marinilla y el Domingo de Ramos
íbamos a cantarlo en Santa Fe de Antioquia; llegaron
los dos primeros buses, los otros dos no, porque chocaron contra
un camión de escalera que rodó al precipicio,
hubo 35 muertos y muchos heridos, coro y orquesta quedaron ilesos,
y ayudaron a rescatar cadáveres y lesionados. Cada vez
que cantamos ese Réquiem o el de Fauré, pasa algo
con el coro o sus familiares. Cuando fuimos en el 83 a cantar
a Fauré en el Festival de Música Sacra de Popayán,
ocurrió el terremoto. Íbamos a ensayar a las 8:00
a.m. y nos salvamos de morir unas 200 personas, al desplomarse
el techo del teatro, porque los buses no llegaron; cuando empezó
el sismo, calentábamos la voz en el seminario, todos
nos tiramos de un segundo piso al patio, caímos unos
encima de otros, sólo hubo un paro cardio-respiratorio,
y una fractura de pierna por el desplome del techo y tuvimos
que hacer una escalera humana para rescatar al niño de
Manuel Tabares, de dos años, que dormía en un
cuarto piso. A las 8:12 a.m. del Jueves Santo de 1983, fue el
terremoto. Cuando un solista polaco del Réquiem de Fauré
cantaba quando coeli movendi sunt et terra (cuando
los cielos y la tierra se muevan) en el patio del Hotel Monasterio,
vino una réplica terrible del sismo, él se arrodilló
y siguió cantando, mirando al cielo, el coro no sabía
si cantar o salir corriendo. Sin público, cantamos en
homenaje a todos los muertos de la ciudad destrozada. El día
antes del temblor llovió de 8:00 a.m. a 7:00 p.m., y
el clavicembalista Rafael Puyana me dijo al terminar su concierto
de la tarde: Maestro, ayúdeme a llevar mis clavicémbalos,
me voy de aquí porque presiento una cosa extraña....
Otro miembro del coro murió en Bogotá y
otros dos fueron asesinados en sus apartamentos en Medellín,
la semana de un Réquiem de Mozart, y la mayoría
de los papás de coristas eligen morir dos o tres días,
antes o después de esta obra. Recuerdo muy bien que tres
días después de un Réquiem, un carro nos
mató a una chica del coro. Lo curioso: Esta obra no la
buscamos, se pone sola en la programación. También
pasa en otros países: cuando la Schola Cantorum de Caracas,
por ejemplo, viajaba a España a cantar el Réquiem
de Mozart y otras obras, el avión de la fuerza aérea
venezolana cayó al mar, murieron 75 coristas.
Los logros en estos 40 años venciendo dificultades, son
rosas tan fragantes como punzantes las espinas del sendero.
Papá de la Orquesta Filarmónica de Medellín,
cómplice de temporadas de ópera y zarzuela con
Colcultura, Prolírica de Antioquia y Fundación
Arte Lírico de Bogotá, animador de actos públicos
y privados, cantor de villancicos en pueblos y barrios y de
los funerales de dos expresidentes de la República, alternante
con 70 solistas nacionales y foráneos, protagonista de
10 trabajos discográficos, la Asociación Coral
Estudio Polifónico de Medellín, con su director
Alberto Correa Cadavid, se perfila como un canto perenne que
nos recuerda el verso de Barba Jacob: Armonía,
oh profunda, oh abscóndita armonía. |
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