MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 15    No. 174  MARZO DEL AÑO 2013    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co

 

Reflexión del mes
“Sin padres, sin infancia, sin pasado alguno, no nos queda otra posibilidad que afrontar lo que somos, el relato que llevamos para siempre”.
“Los ideales son la única forma de saber que estamos vivos”.
“El fútbol tiene la significación de una guerra sin muertos, pero con conflicto. Con drama, reflexión e ironía. Y amalgama a la familia, cosa que no consigue la política”.
“Aunque quede ridículo que lo diga (con simplicidad), uno siempre anda buscando los orígenes: ¡nuestra identidad!”.
“Quizás lo único que me propongo al escribir es quitarle a la literatura cierta solemnidad que tiene. Tengo poca relación con la crítica. Me importan los lectores, divertirme escribiendo y abrir un mundo que mezcle la aventura con la política y el humor".
Osvaldo Soriano (Argentina, 1943-1997) Periodista y escritor. Fue futbolista y co-fundador del diario Página/12 (1987). En 1973 publica Triste, solitario y final. En 1976 tras el golpe de Estado se trasladó a Bélgica y París hasta 1984. En Europa publicó No habrá más penas ni olvido (1978), llevada al cine por Héctor Olivera; Cuarteles de invierno (1980), mejor novela extranjera de 1981 en Italia y llevada dos veces al cine. Estas novelas y A sus plantas rendido un león, fueron publicadas en 20 países y traducidas a 15 idiomas.
Yo decidí no ser médico, sino abogado. Sin embargo, prefería leer historias clínicas a los archivos judiciales; me aprendía de memoria las normas de salud y en cambio las demás no; me apasionaba investigando los errores médicos, en lugar de dedicarme a gacetas judiciales, y empleaba incontables horas aprendiendo conceptos y procedimientos médicos. Mis compañeros siempre percibieron esa inclinación mía y la aprovecharon, porque siempre me encomendaban los problemas que tenían sus clientes con las atenciones médicas y las EPS.
En una ocasión, a mi oficina entró mi compañero, el Dr. Gorki, y mirándome fijo a los ojos me dijo: “Le pido un favorcito.
El padre de mi clienta está hospitalizado y necesita remitirlo a otro hospital pero se lo niegan. Ayúdele. Haga lo que sea, pero hágame quedar muy bien…ya le mando pasar a mi clienta”. Se trataba de una mujer madura, elegante, educada y parca, que me dijo:
- Mi papá necesita una cirugía cardiaca en un hospital de nivel 4, pero ahora está en un hospital de nivel 2… y encontré uno particular donde le hacen la cirugía, pero no me lo quieren remitir ni darle de alta dizque porque puede recaer… ¿Qué me propone Usted?
- Un “Habeas Corpus”, le dije.
- ¿Eso qué es?
- Es una demanda breve, que se resuelve de un día para otro; y consiste en que el Juez obliga al hospital a remitir al paciente, le respondí sin querer profundizar en el tema, pero fue suficiente para que a ella se le iluminara el rostro.
- Mmm… Si Usted me hubiera propuesto una tutela, seguro que lo insulto, porque eso ya lo hice y hasta le pagué a un abogado para eso, pero la perdí porque el juez dijo que el hospital no le estaba negando nada y por eso no había vulneración de derechos, porque le estaban dando tratamiento médico. ¡Pero Usted me da esperanza!
Era obvio que no sabía de qué se trataba un Habeas Corpus (1), y menos que nunca había sido usado en el área de salud para remitir un paciente, pues fue concebida para usarse en el área del derecho penal como una acción jurídica para recobrar la libertad del ciudadano arrestado sin causa legal. Volvió a entrar el Dr. Gorki, comentando: “Veo que le gustó la asesoría, doña Alba, le dije que él era el único que le podía ayudar”. Y preguntó:
- ¿Y qué le recomendaste?
- Un “Habeas Corpus”.
- ¿Seguro? -mirándome desconcertado.
- Sí.
Sin más palabras, mi compañero despidió a su clienta, prometiéndole que él mismo se haría cargo del asunto. Cuando quedamos a solas me pidió justificar mi sugerencia.
- Pues creo que lo mejor para remitir a un paciente que está retenido contra su voluntad es el “Habeas Corpus” porque…
- ¿Retención ilegal? Dijo interrumpiéndome. Explique eso.
- Él no quiere estar en ese hospital, y contra su voluntad permanece allí, porque los funcionarios del hospital no le dan salida…
Y de nuevo me interrumpe:
- ¡Pero ese es un hospital privado!... Entonces el personal que labora allí son trabajadores particulares y no funcionarios públicos.
- Pero se les trata como tales por razón de la funcionalidad, ¡porque la salud es una función pública del Estado! Y todo el dinero que mueve el sistema de salud es público, incluyendo el que se usó para contratar los servicios del hospital.
De inmediato lanzó una carcajada y me dijo extasiado y sin dejar de reír:
- ¡Es la cosa más loca que he escuchado!… pero es coherente. Escriba la demanda que yo la presento. Me dio la orden y luego pensó en voz alta… Me imagino la cara del juez cuando le presente eso…ja.
Efectivamente así fue. Cuando esa tarde radicó el Habeas Corpus, el juez se negaba a recibirle la demanda porque no encontraba afinidad entre el problema del paciente y la acción legal, pese a las explicaciones. Entonces mi compañero le pidió al juez la negación por escrito o que lo demandaría por prevaricato si no le recibía el Habeas Corpus.
- Usted sabe que si niego el “Habeas Corpus” también prevarico, porque esa demanda reúne todos los requisitos, -dijo mientras le ponía el sello de recibido a los documentos. Pero también es cierto que le admitió los papeles, porque sabía que el Dr. Gorki era capaz de cumplir su promesa, pues no sería el primer juez que demandaba.
Al día siguiente, muy temprano, el juez penal estaba en la puerta del hospital preguntando por el paciente. Se presentó acompañado por dos policías, el secretario de despacho y una máquina de escribir. Todos los empleados y pacientes del hospital pensaban que la presencia de la comisión judicial se debía al trámite de una orden de captura contra algún paciente, o porque se encontraba hospitalizado algún presidiario. Pero no. Habían venido para tomar la declaración del padre de la clienta de mi compañero y que resolviera un cuestionario con preguntas como: “Manifieste si Usted se encuentra en este sitio retenido contra su voluntad”… ”Manifieste si a Usted se le impide salir de este sitio”…”Manifieste si Usted es obligado a permanecer aquí por algún empleado de este hospital”… y otras preguntas más por el estilo, a las que el paciente respondió positivamente. Entonces ya sin dudas sobre la intención del paciente de querer irse del hospital, y la decisión de éste en retenerlo -a pesar de estar estable en su salud-, la comisión judicial se dirigió a la oficina del director del hospital, en compañía de mi compañero y su clienta. Estando todos en la oficina, el secretario de despacho leyó el interrogatorio que respondiera el paciente, y luego el juez penal le pide al director que exponga las razones para retenerlo.
- ¡Es inaudito que estén haciendo esto! -exclamó enojado el director. A este paciente se le ha brindado la mejor atención… ¡qué ingratitud! Aquí no lo estamos secuestrando, pero no le damos salida porque no ha recuperado la salud, o sea, si lo “re-te-ne-mos” es por su propio bien.
- ¡Dirá: por el bien suyo! -puntualizó sarcásticamente el Dr. Gorki, y luego pidió la palabra para explicar su comentario: Lo único que está haciendo el hospital es cobrando hotelería por el paciente, pero por él no está haciendo nada, porque aquí nunca va a recuperar su salud… Está claro en la historia clínica que él necesita una cirugía cardíaca que sólo la hace un hospital de nivel 4, y su hospital es de nivel 2. Solicito señor juez que, ahora que el paciente está estable, sea remitido al hospital de nivel 4 donde ya tiene programada la cirugía cardíaca que necesita.
- ¡Ninguno de Ustedes tiene autoridad para remitir al paciente… ni el abogado… ni siquiera el juez… nadie! -gritó ofendido el director, y luego en un tono más calmado, se dirigió a todos con autoridad. Según el Juramento Hipocrático, “sólo el médico puede tomar decisiones sobre los pacientes”.
- Ni Usted… -dijo el Dr. Gorki- ¿O acaso para ese tratamiento de sostenimiento, Usted tiene el consentimiento informado firmado por el paciente?
- No lo necesitamos -replicó el director.
- Les aclaro señores -intervino el juez, poniendo orden-, que la regla que cita el director, o sea el Juramento Hipocrático que tiene más de dos mil años, Colombia lo retoma en la Ley 23 de 1981 o Ley de Ética Médica (2); allí se exige la voluntad del paciente para cualquier procedimiento médico, en concordancia con la norma que cita el ... abogado en su demanda, o sea el artículo primero del Código de Nüremberg (3), acogida por todos los países del mundo, incluyendo Colombia, y que obliga a aplicar únicamente tratamiento médicos aprobados científicamente para las enfermedades, para que no se experimente con los pacientes con otros tratamientos sin el consentimiento de éstos. -Luego se dirigió al director- Le repito la pregunta: ¿Tiene el consentimiento informado firmado por el paciente?
- Nosotros sabemos lo que hacemos -respondió, evadiendo la pregunta- y seguimos todos los protocolos médicos.
- ¡El único protocolo médico a seguir en este caso es la orden médica para cirugía cardiaca! -replicó el Dr. Gorki-, ¡y cualquier otro tratamiento es experimentar con el paciente!
- ¡Nosotros no estamos experimentando con nadie! -increpó indignado el director-.
- ¿Y cómo se llama ese tratamiento de mantener estabilizado al paciente hasta que aguante… porque ese tratamiento no lo cura, sólo lo va a sostener por unos días… cuántos doctor? -dijo con ironía el Dr. Gorki.
- Esto no es matemática; se nota su desconocimiento sobre la medicina -atinó a responder el director-.
- Lo que sí sabe con precisión, es cuánto cobra por cada día que sobrevive el paciente, ¡porque esas sumas de hotelería si las hacen, cierto! -dijo continuando el sarcasmo, el Dr. Gorki.
- ¡Usted nos insulta! Lo voy a demandar por difamación -amenazó el director.
- Y yo por homicidio, si se muere el paciente por su “experimento de mercadotecnia”…
En ese momento, mi compañero es interrumpido por el juez, en un intento por poner orden a la diligencia judicial.
- ¡Cálmense todos! Y Usted señor director, presente el consentimiento del paciente, o en su defecto realice las acciones pertinentes para darle continuidad a la cirugía cardíaca, que es lo determinado por el médico tratante. O sea, cumpla con la remisión al hospital de nivel 4 que ya está contactado.
- Con todo el respeto que Usted se merece señor juez, le insisto en que ni Usted ni nadie, tiene la autoridad para obligarme a remitir un paciente.
Las palabras del director sonaron como un reto, que el juez respondió:
- Le recuerdo que soy autoridad judicial por ser juez de la república y como tal intervengo con toda la facultad cuando ante mí denuncian una retención ilegal de un ciudadano, como en este caso que lo pude probar con el interrogatorio, y del cual Usted es causante, y como tal es mi deber arrestarle.
De inmediato los dos agentes de policía se dirigen hacia el director con la intención de detenerlo. Y en ese movimiento dejan sonar el metal de las esposas que retumbó en el silencio que se produjo en la oficina tras la orden del juez.
- Usted no puede hacerme esto, y mucho menos Usted mismo remitir al paciente… -exclamó desesperado el director, mientras veía acercarse a los agentes.
- Eso último es cierto. -Atinó el juez, y luego continuó dando órdenes-. Señor secretario, comuníquese con el Instituto de Medicina Legal para que de inmediato envíen un médico que haga un peritazgo al estado de salud del paciente y dictamine concepto acerca de la orden para cirugía cardíaca y remisión a clínica de nivel 4, para cumplir la orden médica.
Luego de esto, el director comprende que no lo necesitan para remitir al paciente, y que también es inminente su arresto; entonces, para presionar algún arreglo acude a la conciencia de la familiar del paciente: - “Doña Alba: Usted no me puede hacer esto… nosotros que le dimos la mejor atención a su padre…”.
- Y nuestra intención no es hacerle ningún daño…-le dijo el Dr. Gorki con aire pacificador-. Nosotros sólo buscamos la remisión del paciente, eso es todo. Conciliemos.
Finalmente, el director accedió a remitir el paciente y nosotros a retirar la demanda, cosa que tranquilizó al juez, porque desde el principio no quería recibir la demanda. Sin embargo luego le agradeció a mi compañero por haberle llevado el caso, porque lo sacó de la monotonía del despacho y sintió que salvó una vida.
Paradójicamente, la clienta no quedó contenta con el trabajo, por el contrario, se negó a pagar los honorarios porque según ella la hicimos avergonzar ente el director y los médicos del hospital. Pero al Dr. Gorki nada lo desalentaba, y este caso lo hacía sentir mejor abogado, según me confesó:
- Ahora entiendo porque Usted se obsesiona con estos casos, a pesar de la ingratitud de los clientes. Es muy gratificante saber que uno está salvando vidas, no sólo ganando demandas. Desde el principio el vértigo se siente porque iniciamos con una propuesta loca, como el “Habeas Corpus” para remitir al paciente; y es muy excitante el debate porque son temas nuevos para todos: jueces, clientes, contraparte, médicos. Pero la verdad yo tenía la ventaja porque usted me anticipó los argumentos del médico, y él repitió cada idea que me dijiste que iba a usar para justificar su negación a remitir. Y en otra cosa que acertaste, fue en la actitud de la clienta. ¡Qué ingrata!
- Es que la gente todavía respeta más a los médicos, que a la vida, -le dije 6
Notas
1. Constitución Política de Colombia, artículo 30. Reglamentado por la Ley 1095 de 2006. “Quien estuviere privado de su libertad, y creyere estarlo ilegalmente, tiene derecho a invocar ante cualquier autoridad judicial, en todo tiempo, por sí o por interpuesta persona, el Habeas Corpus, el cual debe resolverse en el término de 36 horas”.
2. Ley 23 de 1981, Artículo 15. El médico no expondrá a su paciente a riesgos injustificados. Pedirá su consentimiento para aplicar los tratamientos médicos y quirúrgicos que considere indispensables y que pueden afectarlo física o síquicamente, salvo en los casos en que ello no fuere posible, y le explicará al paciente o a sus responsables de tales consecuencias anticipadamente.
3. Código de Nüremberg, artículo 1. Es absolutamente esencial el consentimiento voluntario del sujeto humano. Esto significa que la persona implicada debe tener capacidad legal para dar consentimiento; su situación debe ser tal que pueda ser capaz de ejercer una elección libre, sin intervención de cualquier elemento de fuerza, fraude, engaño, coacción u otra forma de constreñimiento o coerción; debe tener suficiente conocimiento y comprensión de los elementos implicados que le capaciten para hacer una decisión razonable e ilustrada.
El drama de la maternidad y
la niñez en Colombia... ¡Un cuento de terror!

Juan Guillermo Londoño Cardona MD - Gineco-obstetra, Profesor jubilado, Universidad de Antioquia
En un lejano país llamado Colombia, donde sus pobladores sufren de un mal llamado apatía, hace ya casi 20 años apareció otra terrible enfermedad llamada Ley 100, al parecer inducida por el interés de algunos en los dineros que los pobladores destinaban a curar los males que afectaban su salud.
Cuando este engendro sale de su casa paterna en el Senado de la República, se vale de todas las mañas aprendidas y elimina a todos aquellos personajes de la vida nacional que
podrían oponerse a sus maléficos planes: desaparece a salud pública, encarcela a investigación, desaparece a vigilancia epidemiológica y desconoce a educación médica.
Con el camino despejado, inicia entonces una gira por todo el territorio nacional, dejando a su paso una estela de enfermedad y muerte; sus víctimas son principalmente personas vulnerables como mujeres, niños y ancianos.
A su paso por pueblos y ciudades, el panorama de la salud de las mujeres y niños colombianos empezó a deteriorarse hasta llegar a cifras preocupantes que difícilmente se podrán revertir: Altas razones de mortalidad materna y perinatal; 90% de muertes maternas evitables; 21% de adolescentes embarazadas; muerte de niños por desnutrición y diarrea; cifras de sífilis gestacional y congénita similares a las de países desarrollados en la era pre-antibiótica, es decir como las de Estados Unidos hace 60 años; tasas de transmisión materno-fetal del virus del sida que duplican y triplican las de países responsables en salud pública; cada año 250 a 300.000 admisiones por aborto inseguro a consecuencia
de barreras impuestas a las mujeres para acceder a un derecho ganado en franca lid en 2006 con la promulgación de la Sentencia C-355 de la Corte Constitucional para acceder a la terminación del embarazo en circunstancias especiales, que les garantizaran el derecho a vivir ante condiciones que amenazaran su vida y su salud…
A los síntomas de deterioro de esa grave enfermedad, se sumó otro más grave que requería intervención inmediata para evitar males mayores a los que ya padecían los colombianos. Hace ya casi dos años, Ley 100 inició un cierre sistemático de camas en servicios obstétricos y de neonatos, con afectación significativa de la oportunidad de atención a mujeres en trabajo de parto y niños enfermos. A la fecha ha cerrado más de 600 camas de estos servicios en el país, muchas de ellas en Antioquia, con el argumento de que no son rentables económicamente, o por incumplir requisitos absurdos y onerosos del sistema de habilitación exigido por la Dirección Seccional de Salud de Antioquia.
Hace casi dos años, Ley 100
inició un cierre sistemático de camas obstétricas y
de neonatos:ha cerrado más de 600 camas en el país, muchas
en Antioquia, porque no son rentables económicamente
o por incumplir requisitos absurdos
de habilitación.
Esta situación fue denunciada ampliamente por la Sociedad Colombiana de Pediatría y otras voces aisladas, pero no ha pasado nada. Los colombianos se preguntan entonces: ¿Cuántas muertes se requieran para que los responsables saquen tiempo y se ocupen por la salud de lo más preciado de la sociedad colombiana: las madres y los niños?
… Cuentan quienes estuvieron presentes, que el parto de este engendro llamado Ley 100 fue múltiple y bastante traumático, que no había médico y fue atendido por un economista. A sus otros hermanos gemelos los conocen muy bien los colombianos, pero vale la pena recordarlos: el más famoso se llama PASEO DE LA MUERTE: ha asesinado a maternas y niños en todo el país, Impunidad lo protegió y Superintendencia nunca lo quiso llamar a indagatoria. Otro bastante ambicioso e insaciable se llama CORRUPCIÓN, desfalcó y quebró el sistema y sigue libre, pues le dieron algunas EPS por cárcel con comodidades como canchas de golf, polo y gimnasios. Una hermana llamada DESIDIA contagió a la mayoría de los funcionarios de salud de entidades públicas y privadas, y lo sigue haciendo, y dicen los doctores que no hay cura para ella, pues desarrolló inmunidad al parecer de carácter irreversible, debido la ingesta de una poderosa sustancia llamada procuradurina de depósito. Ahora RENTABILIDAD, otra hermana, se dedicó a cerrar camas en servicios de obstetricia y neonatología, y espera que su hermano PASEO DE LA MUERTE empiece su trabajo en compañía de PRODUCTIVIDAD, otra de ellas que mira sólo eso y le importa un bledo la salud y la vida de las mujeres y niños colombianos.
Una de las hermanas llamada HABILITACIÓN durante años guardó un bajo perfil, pero últimamente sacó las uñas y se ensañó en servicios de maternidad y pediatría; es exigente de lo absurdo y caprichosa en lo costoso; no le gusta que los servicios de cuidados neonatales estén cerca de las salas de parto ni que las salas de cirugía ginecológica estén cerca de las de maternidad, simplemente porque no le gusta y entonces las cierra, y también le importa un bledo que las cirugías de las mujeres se atrasen o no se realicen y que los niños se mueran.
Ante todas estas fechorías, SUPERINTEN-DENTE, quien supuestamente debería ser el poderoso de los hermanos, no dice nada. Se afirma que como consecuencia de un trauma en el parto quedó ciego y mudo y al parecer tampoco le salieron dientes, por eso no muerde, no oye, no habla ni opina sobre lo que está ocurriendo. Sus hermanos no quieren que se alivie. No lo afiliaron a salud por temor a que recobre la visión, el oído y le salgan dientes y de pronto muerda a alguna EPS y se disminuya el botín.
Ante semejante hecatombe y ante el miedo intenso por el regreso inminente de PASEO DE LA MUERTE recargado, algunos colombianos empezaron a despertar; las sociedades científicas se desperezaron, recordaron su verdadera misión y empezaron a reunirse, a citar a sus asociados, sacaron comunicados, organizaron marchas de protesta, por fin se unieron y empezaron a trabajar en equipo. Llamaron a las asociaciones de mujeres, a los llamados usuarios o mejor afectados o contagiados por esa terrible enfermedad llamada Ley 100, buscaron algunos políticos que no estuvieran muy contaminados por ella y consultaron a sectores de la academia que todavía no estuvieran muy comprometidos por sus efectos adversos.
Hoy todos estos colombianos esperan que los hijos de la Ley 100 y quienes la manejan como MINSALUD, secretarias de salud municipales y direcciones seccionales de salud, también despierten y busquen curas y medidas de contingencia para evitar más filas de espera eternas en IPS, más muertes de mujeres gestantes y niños por causas evitables, más desesperanza para un pueblo que no aguanta más corrupción, más guerra, más politiquería ni más desidia de los responsables de la salud de los colombianos.
El final de este cuento todavía no se conoce. Quisiera que tuviera un final feliz. Sólo espero que los responsables de este desastre no tengan muy afectado el cerebro y menos el corazón por este mal, y por fin decidan parar esta catástrofe que los deja muy mal parados ante las mujeres y los niños colombianos, pero mucho peor ante la historia
  Bioética
Responsabilidad de medios de comunicación: ¿prensa amarilla o formación de la conciencia popular?
Ramón Córdoba Palacio. MD. - elpulso@elhospital.org.co
Causa verdadera sorpresa y verdadera lástima mirar en los sitios de venta de periódicos y revistas de la ciudad el alto porcentaje de “prensa amarilla”, sensacionalista, patrocinada y editada en instituciones otrora modelos de cumplimiento de uno de sus deberes primordiales, el de formación de la conciencia popular en lo justo, en lo ético, en lo noble en cuanto a comportamiento humano. Infortunadamente la venta de estos papeluchos sobrepasa en mucho el de la prensa no “amarilla”.
¿Han pensado los editores, los patrocinadores y aún los anunciadores el mal que se produce en la sociedad con estas publicaciones? El asesinato, el robo, la extorsión, etc., descritos con detalles morbosos, con coloridos atractivos, se hace tan cotidiano que el común de las gentes no reacciona moralmente sino que lo tolera cuando no es que la exalta.
Cuántos niños, jóvenes y aún adultos con una deficiente formación ética y moral buscarán en el crimen la manera de sentirse parte de una sociedad que les ofrece muy poco como miembros suyos, que para nada se ocupa de la dignidad intrínseca de su existencia, que no pocas veces sólo los explota en los más ruines oficios, que nunca les brindó posibilidad de educación, etc., sentirán que al menos en el delito serán reconocidos, serán “personajes”, la comunidad los distinguirá por su nombre, por su fotografía, por el relato minucioso de su acción, quizás durante varios días y en varios periódicos. ¿Desde cuándo la ética del periodista, del comunicador, es desmoralizar la comunidad en vez de orientarla en la búsqueda del bien hacer, de la formación de hábitos éticos de con-vivencia, del progreso moral en el sentido de evitar toda conducta delictiva? ¿Necesitará la prensa tradicional que se ganó la estimación y el respeto de la sociedad por su honestidad y por la defensa del bien entendido como conducta correcta, respetuosa de la vida y de los bienes ajenos, esos dineros ganados con la deshonestidad y la siembra consciente del mal social?
En su defensa podrán objetar que relatan hechos reales de la vida social y que callarlos es mojigatería, que su publicación tiene como finalidad educar mostrando la maldad para que se evite, se le ponga un límite, etc. Son argumentos inaceptables: en primer lugar, el bien no se enseña exaltando el mal, describiendo éste con coloridos que lo hacen atrayente y sin mencionar siquiera el bien que pretenden revelar; en segundo lugar, la decencia, el comportamiento honesto, se enseña describiéndolo como es, con vocablos comprensibles para el común de las gentes, en forma de que cada quien se sienta atraído, iluminado, por la presencia de tales ideales por convicción, no por imposición.
Sí, es tan noble y delicada la función social del periodismo que no cumplirla exactamente, fielmente, es convertirla en instrumento de corrupción.
NOTA: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética -Cecolbe-.
 

Maestro, ¿qué es eterno?

La reformitis de los sistemas de salud en Colombia. Recuerdo, pequeño saltamontes, que a mí me tocó el médico familiar, eso sí era atención. Después crearon el Seguro Social que lo dañaron a punta de burocracia, corrupción y politiquería. Luego lo quebraron para decir que no servía. Después, el embeleco de la Ley 100 y nos montaron en la vaca-loca con las EPS, después la ajustaron con la Ley 1122 que no ha funcionado en lo bueno pero sí en lo malo, y después Uribe con su emergencia social que gracias a Dios se la tumbaron. Ahora la Ley 1438 que no la han podido reglamentar y ahí andan encarretados con la ley ordinaria y la ley estatutaria... Muchas reformas y poca salud. Como dice Pedro Picapiedra, ¿qué inventarán después?

 
 











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