El
tejemaneje del régimen
subsidiado
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La satisfacción y el agradecimiento que puedan sentir
los pacientes con el actual sistema de seguridad social se debe,
en mayor proporción, a los servicios que ellos reciben
de las entidades asistenciales (IPS). Ellas son las que han respondido
abriendo la puerta cuando los enfermos, urgentes o no, tocan allí;
las clínicas y hospitales son las que han superado a favor
de los enfermos las talanqueras del Plan Obligatorio de Salud
(POS) y han sido también ellas las que han permanecido
con los enfermos en sus salas y habitaciones cuando más
de una Empresa Promotora de Salud (EPS) y Administradora de Régimen
Subsidiado (ARS), han dejado de responder a las obligaciones que
con ellos tienen contraídas. Esto lo hemos visto así.
No con poca frecuencia hemos advertido sobre el proceder de algunas
entidades, no todas por fortuna, que han ignorado al enfermo;
incluso se ha advertido en casos particulares de ARS, ya bien
conocidos y comentados en este medio, que finalmente por la razón
o por la fuerza, han tenido que abandonar su negocio.
La idea que iluminó a algunos en los albores de la Ley
100 de crear una ARS y esperar a que el dinero les llegara como
caído del cielo, ya se vio que no funciona; el argumento
comentado entre telones de que los pacientes que se afiliaran
a una entidad de estas no demandarían servicios, quedó
rebatido por la realidad; la hipótesis de que todos los
enfermos serían de primer nivel, máximo de segundo
y si acaso uno que otro de tercero, quedó doblegada ante
la contundencia de las facturas, total que todos aquellos que
hicieron cábalas ayudadas por su desorganización,
su desgreño y la juventud del sistema, maltrataron un componente
que prometía ser importante en el esquema original de la
Ley 100; pero no obstante los traspiés, la herramienta,
es decir la figura de ARS, en el contexto de la ley, sigue siendo
útil y no se debe dejar desalentar, mientras le va llegando
el momento a la idea de El Pulso, de identificación única
y pagador único.
La posibilidad que se viene ventilando en el sentido de que sean
las cajas de compensación quienes tengan bajo su manto
este importante componente del sistema como lo es el régimen
subsidiado, crea una atmósfera de tranquilidad y optimismo
frente al tema cuestionado de la tarea de algunas ARS.
En general, las cajas cuando anuncian su tarea, la han sustentado
con hechos; no son inexpertas en los asuntos de salud y tienen
una población importante en este campo, que ha sido testigo
de sus acciones y beneficios.
También está sobre la mesa la idea de la participación
del sector cooperativo en el manejo del régimen subsidiado.
Este sector también tiene fortalezas importantes y un campo
de acción nada despreciable.
Lo que si es claro es la necesidad de eliminar de un tajo el entuerto
que hay en torno del régimen subsidiado: todas las señas
de corrupción, la afiliación fraudulenta y complaciente,
y el vericueto de las cuentas y el manejo amañado del dinero,
que al final del proceso, no se sabe dónde va a parar.
Vemos con muy buenos ojos que se atienda el asunto del comportamiento
del régimen subsidiado y su manejo, y nos alegraría
que se pusiera en manos de sectores de comprobada seriedad e indiscutible
juicio, que además revierten a la comunidad los beneficios
de toda índole que puedan lograr en la potencialización
de los servicios que hoy ofrece.
La satisfacción que sienten los pacientes es posterior
a su atención, cuando sus dolencias y sus angustias quedan
aliviadas; la cara amable del sistema en esas condiciones es dada
fundamentalmente por las IPS; para estas entidades y fundamentalmente
para los pacientes del régimen subsidiado, todo sería
más ágil y más amble si quienes maneja su
afiliación y llevan adelante los programas de autorizaciones
de asistencia, promoción y prevención, fueran entidades
de comprobada solvencia y ajenas al repelente tejemaneje que se
ha creado en el régimen subsidiado, que es imperativo corregir.