MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 5    NO 47   AGOSTO DEL AÑO 2002    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co
Fundado en Medellín, el 30 de julio de 1998. Director: Julio Ernesto Toro Restrepo. Comite Editorial: Alberto Uribe Correa, Augusto Escobar Mesa, Juan Guillermo Maya Salinas, Javier Ignacio Muñoz. Editora: Albaluz Arroyave Zuluaga. Dirección Comercial: Diana Cecilia Arbeláez.
El tejemaneje del régimen
subsidiado

La satisfacción y el agradecimiento que puedan sentir los pacientes con el actual sistema de seguridad social se debe, en mayor proporción, a los servicios que ellos reciben de las entidades asistenciales (IPS). Ellas son las que han respondido abriendo la puerta cuando los enfermos, urgentes o no, tocan allí; las clínicas y hospitales son las que han superado a favor de los enfermos las talanqueras del Plan Obligatorio de Salud (POS) y han sido también ellas las que han permanecido con los enfermos en sus salas y habitaciones cuando más de una Empresa Promotora de Salud (EPS) y Administradora de Régimen Subsidiado (ARS), han dejado de responder a las obligaciones que con ellos tienen contraídas. Esto lo hemos visto así.
No con poca frecuencia hemos advertido sobre el proceder de algunas entidades, no todas por fortuna, que han ignorado al enfermo; incluso se ha advertido en casos particulares de ARS, ya bien conocidos y comentados en este medio, que finalmente por la razón o por la fuerza, han tenido que abandonar su negocio.
La idea que iluminó a algunos en los albores de la Ley 100 de crear una ARS y esperar a que el dinero les llegara como caído del cielo, ya se vio que no funciona; el argumento comentado entre telones de que los pacientes que se afiliaran a una entidad de estas no demandarían servicios, quedó rebatido por la realidad; la hipótesis de que todos los enfermos serían de primer nivel, máximo de segundo y si acaso uno que otro de tercero, quedó doblegada ante la contundencia de las facturas, total que todos aquellos que hicieron cábalas ayudadas por su desorganización, su desgreño y la juventud del sistema, maltrataron un componente que prometía ser importante en el esquema original de la Ley 100; pero no obstante los traspiés, la herramienta, es decir la figura de ARS, en el contexto de la ley, sigue siendo útil y no se debe dejar desalentar, mientras le va llegando el momento a la idea de El Pulso, de identificación única y pagador único.
La posibilidad que se viene ventilando en el sentido de que sean las cajas de compensación quienes tengan bajo su manto este importante componente del sistema como lo es el régimen subsidiado, crea una atmósfera de tranquilidad y optimismo frente al tema cuestionado de la tarea de algunas ARS.
En general, las cajas cuando anuncian su tarea, la han sustentado con hechos; no son inexpertas en los asuntos de salud y tienen una población importante en este campo, que ha sido testigo de sus acciones y beneficios.
También está sobre la mesa la idea de la participación del sector cooperativo en el manejo del régimen subsidiado. Este sector también tiene fortalezas importantes y un campo de acción nada despreciable.
Lo que si es claro es la necesidad de eliminar de un tajo el entuerto que hay en torno del régimen subsidiado: todas las señas de corrupción, la afiliación fraudulenta y complaciente, y el vericueto de las cuentas y el manejo amañado del dinero, que al final del proceso, no se sabe dónde va a parar.
Vemos con muy buenos ojos que se atienda el asunto del comportamiento del régimen subsidiado y su manejo, y nos alegraría que se pusiera en manos de sectores de comprobada seriedad e indiscutible juicio, que además revierten a la comunidad los beneficios de toda índole que puedan lograr en la potencialización de los servicios que hoy ofrece.
La satisfacción que sienten los pacientes es posterior a su atención, cuando sus dolencias y sus angustias quedan aliviadas; la cara amable del sistema en esas condiciones es dada fundamentalmente por las IPS; para estas entidades y fundamentalmente para los pacientes del régimen subsidiado, todo sería más ágil y más amble si quienes maneja su afiliación y llevan adelante los programas de autorizaciones de asistencia, promoción y prevención, fueran entidades de comprobada solvencia y ajenas al repelente tejemaneje que se ha creado en el régimen subsidiado, que es imperativo corregir.

 




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