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Reflexión del mes
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"Sí; el hombre
es el animal que usa relojes. Mi maestro paró el suyo
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morir, convencido de que en la vida eterna a que aspiraba
no había de servirle de mucho, y en la Nada, donde
acaso iba a sumergirse, de mucho menos todavía. Convencido
también -y esto era lo que más le entristecía-
de que el hombre no hubiera inventado el reloj, si no creyera
en la muerte".
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Juan
de Mairena (fragmento)
5Antonio
Machado (1875-1939). Poeta y prosista español, perteneciente
al movimiento literario Generación del 98.
Miembro electo de la Real Academia Española en 1927,
nunca llegó a leer su discurso. De talante izquierdista
y firme defensor de la República, se ve obligado a
abandonar Madrid tras estallar la Guerra Civil, primero a
Valencia para más tarde exiliarse en Francia, en Colliure,
donde muere en 1939.
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¿Esterilización:
¿Tratamiento médico
para la pobreza? |
| Ramón
Córdoba Palacio, MD - elpulso@elhospital.org.co |
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Aparecen en Colombia personajes de relieve social por el papel
que desempeñan, con actitudes pintorescas, demasiado
pintorescas, tan extravagantes que podrían despertar
simpatía si no fuera por el tremendo desconocimiento
de la dignidad de la persona humana inherente a sus acciones,
por el atropello al orden lógico de una inteligencia
racional. Y, sin embargo, sus ocurrencias, por la manera de
presentarlas y por el eco que le hacen medios de comunicación
de masas que posan de serios, causan expectación o asombro.
Los pintorescos personajes, aparecen como verdaderos libertadores,
como redentores |
de nuestro
pueblo que padece condiciones infrahumanas. Soluciones perversas,
que posan de avances humanitarios.
Así, recientemente un Alcalde y un Ministro, de
cuyos nombres no quiero acordarme, decidieron que la mejor
manera de combatir la pobreza no es educando a quienes por cualquier
circunstancia la padecen para que encuentren caminos y puedan
superarla, no es abriendo de verdad fuentes de trabajo, no es
dignificar su existencia ofreciéndoles condiciones de
progreso, sino sometiéndolos a la esterilización.
¿En qué texto de medicina encontrarían
tan extravagante tratamiento?
Se esteriliza no a la pobreza sino a la mujer o al hombre pobre
como se esteriliza un animal cuya descendencia no nos es útil
ni agradable. Por esterilizar a cientos o miles de personas
no puede argüirse que se está esterilizando
la pobreza y que ésta desaparecerá. No por cierto;
desaparecerá sí el ser humano pobre a quien se
le está negando el derecho de pertenecer a la sociedad
y de ser protegido y formado por el Estado sin sufrir mutilaciones,
aunque éstas aparentemente sean aceptadas voluntariamente.
Detengámonos un poco en la tan cacareada solicitud o
sometimiento voluntario a la cirugía esterilizante. Ésta,
la cirugía liberadora de la pobreza, se ofrece a personas
colmadas de angustias vitales, con poca o ninguna preparación
académica, atraídas por las voces de su alcalde
y de un adusto Ministro llamado de la Pro-tección Social,
con el señuelo y despliegue publicitario que muestra
a las personas esterilizadas como héroes o heroínas,
con el apoyo que en Colombia nos deslumbra por falta de análisis
serio, de organizaciones internacionales, especialmente estadounidenses,
practicantes de un neoliberalismo radical, de un capitalismo
salvaje. Desde el punto de vista ético, ¿podemos
afirmar que su consentimiento a la mutilación que se
les ofrece gratuitamente -quizás lo único que
las autoridades competentes les han ofrecido sin exigirles alguna
aparente contraprestación-, es libre, es idóneo?
Parece, sin lugar a dudas, que sería más noble,
más dignificante para estas personas, para el Alcalde
y para el Ministro comprometido en estas campañas, dedicar
estos dineros, estos esfuerzos, en ofrecer soluciones de vivienda,
educación primaria, valores humanos, verdadera comprensión
y no sólo tolerancia a quienes padecen la pobreza, la
indigencia no sólo material sino la más de las
veces, espiritual. La solución propuesta es una forma
solapada de limpieza social selectiva, menos sangrienta pero
no menos cruel e inhumana que la que se practicó en otras
épocas y aún se practica, contra los llamados
desechables.
Dios nos libre de que estos dos pintorescos personajes, u otros
que deseen competir con ellos en eficacia y justicia, agobiados
por el progreso incontenible de los robos, no decidan que la
mejor manera de luchar contra este flagelo es cortar las manos
a los ladrones y raponeros y así impedirles
efectuar sus malos hábitos o, más impactante quizás
y de más resonancia para las autoridades, cortarles las
piernas, pues así la policía los encontraría
fácilmente y los pondría a buen recaudo ya que
no tienen mayores posibilidades de fuga y la recuperación
de lo robado aumentaría vertiginosamente. La diferencia
está, argumentarán algunos, en que en este supuesto
caso los implicados no se someterían voluntariamente
a su mutilación. Lo que hace inaceptable desde el punto
de vista ético la mutilación no es el consentimiento
de quien la padece, sino el suprimir un órgano o una
función que no está enfermo, que está en
sí mismo sano y cuyo cercenamiento no es necesaria para
la salud total del cuerpo.
No son las trompas de Falopio ni los cordones espermáticos
los directos responsables del número de hijos que la
mujer o el hombre procreen y mucho menos de la pobreza que sufren,
como no son las manos ni las piernas las responsables de los
robos. Ya desde los inicios de la medicina científica
o hipocrática se enseñaba que el médico
está autorizado a actuar sobre el órgano enfermo,
siempre teniendo presente el principio llamado de totalidad,
pero que no tienen justificación ética para mutilar,
por ninguna razón, a las personas humanas.
¿Será que cuándo el mundo conmemora los
sesenta años del holocausto judío, nuestros pintorescos
personajes han olvidado la lección?. |
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Bioética
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Libertad, uno de los grandes
temas
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Carlos
Alberto Gómez Fajardo, MD - elpulso@elhospital.org.co
CPara el estudioso de la disciplina de la Bioética,
la lectura de la clásica Etica de José
Luis L. Aranguren (2ª. edición, Revista de Occidente,
Madrid, 1959), proporciona muchas enseñanzas y elementos
constructivos para la reflexión, además de una
exposición ordenada de los grandes temas de la ética.
Hay dos de ellos que pueden destacarse por su importancia:
el problema Antropológico y el problema de la Libertad.
Casi sobraría aclarar que dependiendo de la respuesta
al problema antropológico (la definición del
Hombre), vienen variadísimas y graves consecuencias,
aplicables a los problemas concretos planteados por la realidad
biotecnológica del siglo XXI.
Se ha hablado de homo sapiens, de homo ludens,
de homo económicus, también de hombre
lobo para el hombre. Para el materialismo escéptico
y pesimista, el hombre puede ser reducido a una especie de
organismo (un ratón hipercomplejo), que
reacciona de determinado y fatal modo ante un medio más
o menos hostil. La libertad, llegarán algunos a imaginar,
es una función de intrincadas conexiones sinápticas
o de inescrutables circuitos cerebrales reverberantes. No
falta el que afirma todavía que el alma es una reacción
química. Para otros, un mero producto evolutivo del
azar y necesidad, carente en lo absoluto de un
sentido o explicación últimos. No pocos argumentan
que se trata de un sujeto cuyo ser se reduce a producir y
consumir bienes y servicios, o a un depósito de instintos
y pulsiones de un primate muy evolucionado; o simplemente,
de un resultante de la cultura, en visión esta última,
que no deja de contener una obstinada tautología.
Por fortuna, emergen también opciones menos pesimistas,
con soporte conceptual, sobre el hombre y su libertad. El
ser humano, cuya entidad no se reduce a su condición
meramente corporal (yo no tengo un cuerpo, soy un cuerpo),
el hombre viajero por la existencia, abierto al misterio fundamental,
de Marcel; el que se va construyendo proyecto- día
a día de Ortega, el hombre abierto a los otros, a la
solidaridad, a la generosidad y al amor, a las dimensiones
de la trascendencia y el misterio. A la risa, a la esperanza,
al servicio a los demás. El hombre, ser para el encuentro.
Quizás las opuestas visiones sobre los problemas Antropológico
y de la Libertad, esquemáticamente puedan resumirse
en la oposición dualismo mecanicista (cartesianismo),
versus la visión unitaria propia de las tradiciones
griega (homérica) y judaica-cristiana. Este problema
también ha sido tratado de modo riguroso por autores
como Joseph Gevaert (El problema del Hombre).
Pues bien. El hombre es constitutivamente moral porque
es constitutivamente libre; el fin de la ética
y la política, para Aristóteles, es la felicidad,
la vida perfecta y suficiente: Vivir Bien. Y no
vivir, hay que dejarlo en claro, de cualquier manera.
No deja de tener actualidad esta afirmación milenaria,
ante la actuante diversidad de modelos, con diferentes niveles
de liviandad, de subjetivismo e incluso de absurdo, oscilantes
ante modas comerciales, académicas, literarias, ideológicas.
Más ahora, que con la sofística argumentación
del pluralismo, se pretende otorgar respetabilidad a cualquier
postura, así sea aquella de los que buscan disfrutar
de la adrenalina alimentando fieras o lanzándose
en paracaídas porque sí, porque así se
sienten felices. Y porque así lo han decidido
libremente, ignorando (deliberadamente) que sus
conductas simplemente han sido impuestas por la tiranía
de un programa de televisión de moda.
El hombre tiene por fuerza, que hacerse su vida. Por necesidad,
forzosidad por su propia estructura sico-biológica
diría Zubiri, es libre...
Cada acto libre lo hace protagonista activo de su destino.
El intemporal ejemplo de autenticidad (filosofía como
existencia) de Sócrates, es recordado oportunamente
por Aranguren: El destino de Sócrates ha sido,
sin duda, el acontecimiento más importante de la vida
filosófica, de la historia de la filosofía como
existencia.... El inquietante ateniense es el ejemplo
del hombre que prefiere, que actúa de modo libre, deliberado.
Con conocimiento de su circunstancia opta por una forma de
vivir. Opta y asume las consecuencias de su acción,
pues no vacila en entenderse como libre y a la vez, responsable.
Lo otro es retórica. Y no pocas veces, ejercicio habilidoso
del sofisma, disfrazado (en nuestra era de hermenéuticas),
de interpretación y de discursos más
o menos académicos o esotéricos.
En torno de la Libertad, cuántas manipulaciones, tergiversaciones
y reducciones a caricatura de la misma, no se han sufrido
a lo largo de siglos, muy especialmente después del
de las luces. Cuántas tragedias no han
tenido lugar, cuánta sangre ha corrido por los patíbulos,
por los campos de exterminio o por los archipiélagos
Gulag.
El discurso racional sobre los diversos problemas de la ética
debe basarse en un sustrato conceptual sobre la Libertad.
A ella no puede dejar de estar vinculada la Responsabilidad
inherente a cada acción auténticamente humana.
Estos son sustratos lógicos previos al afrontamiento
racional de las variables posturas ante los problemas bioéticos
contemporáneos. Son los problemas del homo éticus.
Nota:
Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de
Bioética -Cecolbe-.
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