MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 7    NO 92  MAYO DEL AÑO 2006    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co

 

Reflexión del mes

“Cuando alguien asume un cargo público debe considerarse a sí mismo como propiedad pública”.

Thomas Jefferson (Estados Unidos, 1743-1826). Tercer presidente de su país, consideraba que todos los hombres eran igualmente libres e independientes y tenían derecho a la vida, la libertad, los medios de adquirir propiedades y la obtención de la felicidad y la seguridad. Se argumenta que formaba parte de una corriente del liberalismo anticapitalista; es considerado por algunos como precursor del anarquismo.

No más ética médica
Diego Andrés Rosselli Cock, MD - Neurólogo, académico e historiador - Publicado en Portafolio el 5 de abril de 2006 elpulso@elhospital.org.co
El concepto de ética ha estado ligado al de medicina desde la antigua Grecia. En Nuremberg, Helsinki y, más recientemente en Santiago y Tel Aviv, la Asociación Médica Mundial ha cambiado una frase aquí y agregado una cláusula allá, a los preceptos hipocráticos centrados alrededor del primum non nocere (ante todo no hacer daño). Tal vez por esa larga existencia, nadie se ha detenido a cuestionar la existencia misma del paradigma ético.
Debemos aceptar que la medicina ha sufrido varios cambios drásticos en el último siglo. Algunos descubrimientos como la anestesia, los beneficios de la higiene quirúrgica, los antibióticos y los psicofármacos, hicieron del siglo XX una época de gloria y de inusitado optimismo. Pero la Edad de Oro de la medicina ha terminado. El nuevo siglo se abrió con importantes augurios de un rápido declinar del ejercicio médico. La creciente oferta de profesionales, por elementales reglas del mercado, reducirá cada vez más los ingresos y empobrecerá a la profesión. Después de todo, se estima que la mitad de los 50.000 nuevos médicos colombianos que se graduarán en los diez años venideros difícilmente podrán ser acogidos por el sistema, y se verán obligados a diversificar su ejercicio profesional, a ser creativos en su manera de competir o, simplemente, a desempeñarse en algo distinto a aquello para lo cual fueron formados.
Los sistemas de salud cambiaron para siempre. De un ejercicio independiente, en lo que toda la vida fue un ejemplo de profesión liberal, el médico pasó a ser primero, parte de una nómina empresarial y luego, más grave aún, ha entrado al sector informal de la economía: pagado al destajo, sin derecho a incapacidad, vacaciones ni prestaciones.
Sí, es cierto que la expectativa de vida hoy es unos 20 años mayor que la de hace medio siglo. Sin embargo, no es por los antibióticos, ni los rayos X, ni la cirugía. No es por los hospitales ni por esos pocos medicamentos aparentemente milagrosos. Es por mayor acceso al agua potable, mejor nutrición, mayor salubridad tanto urbana como rural y, sobre todo, mayor cobertura educativa. En comparaciones internacionales, uno de los mejores predictores del nivel de salud de un pueblo es el grado de igualdad de sus habitantes. Es un hecho: mientras mayor sea la brecha entre ricos y pobres más baja será la expectativa de vida y más alta la mortalidad infantil, por no hablar del resentimiento social y su papel en la felicidad.
En resumen, la salud del pueblo no está en manos de sus médicos. Está en las de sus legisladores que, si de veras lo desearan, podrían reducir la desigualdad. Está en manos de los medios de comunicación, que son más importantes que los médicos para determinar los estilos de vida de la comunidad. Está en manos de los publicistas que pueden manipular mejor el comportamiento de la gente (y de mucha más gente) que los consejos en privado de un médico desmotivado.
Ahora, ¿por qué se nos exige a los médicos una entrega altruista y un comportamiento 'ético' que no se considera necesario en los verdaderos protagonistas? No me imagino a los banqueros suizos, ni a las juntas de accionistas de las grandes multinacionales, deteniéndose a analizar las minucias éticas de ésta o aquélla inversión, más allá de los límites legales interpretados, claro está, con la mayor laxitud. Nos piden que asesoremos a nuestros pacientes fumadores sobre los efectos nocivos del tabaco, en intervenciones cuyo beneficio es (y repito el término de los economistas) apenas 'marginal', mientras que apenas sí cuestionan a las grandes mafias tabacaleras y su bien diseñada estrategia para reclutar niños y adolescentes en su macabro negocio. Publicistas, abogados, comunicadores, comerciantes, administradores, por no hablar de los políticos, juegan con otras reglas cuya razón de ser son los rendimientos económicos.
Cómo es de triste pagar impuestos cuando uno cree ser el único que lo hace. Qué tonto se siente el ciudadano de bien cuando es el único en detenerse en un semáforo en rojo que nadie más respeta; qué inútil es dar un rodeo en el carro para respetar una flecha que nadie más parece ver.
Colegas, somos por formación un grupo apegado a las tradiciones. Pero aceptemos la nueva realidad y entremos de lleno en el siglo XXI jugando las reglas de la 'globalización': en el planeta en que nacieres haz lo que vieres. Aceptemos con conformismo sumiso esa filosofía neoliberal que permea nuestro sistema de salud y nos orienta hacia ese mismo capitalismo salvaje de nuestros intermediarios. Si somos apenas 'marginales', no nos demos unas ínfulas que no tenemos y acojamos un nuevo precepto: primum pecuniae, primero las ganancias. ¡Al traste con lo demás!.
 
Bioética
Decisión horripilante frente al aborto

Ramón Córdoba Palacio, MD elpulso@elhospital.org.co

No pasaría de ridícula, si no fuera por las horrendas consecuencias que puede traer, la respuesta de la Academia Nacional de Medicina a la Corte Constitucional, según comunicación del 17 de febrero de 2006. Y es ridícula porque no cabe en ninguna mente humana, y con mayor razón si tiene formación médica, que un grupo de doctores recomiende como solución a un problema de “salud pública”, eliminar seres humanos.
Veintinueve doctores, 29 académicos, ignorando el êthos de la acción médica, la inspiración que desde tiempos inmemoriales ha orientado el quehacer del médico, decide que ante un problema de salud pública -el “aborto inseguro” como lo denominan- la solución es matar seres humanos, personas humanas que en nada participaron en la situación que vive la madre. Y con cinismo hablan del “manejo ético de la mujer gestante” como si el término “mujer gestante” no implicara el cuidado del ser que crece en sus entrañas. La ética que inspiró al primer hombre que realizó frente a la necesidad de su semejante un acto médico fue la ética del “bien”: contribuir al bien de éste, al bien pleno, según su leal saber y entender. Pero ahora que disponemos de mayores recursos científicos y técnicos al servicio de nuestros pacientes, madre e hijo en el caso que nos ocupa, un grupo de doctores -me resisto a llamarlos médicos-, proclaman como solución a un problema de salud pública suprimir la vida de personas, de seres humanos y, además, considerar el valor incondicional de la vida humana por debajo del dinero, de “buena parte de los recursos destinados a la salud”.
Si aceptamos en términos generales los conceptos de estos 29 académicos y los aplicamos a los múltiples problemas de salud pública que azotan a Colombia y a otros países, ¿qué será de los tuberculosos, de los enfermos de sida, de los enfermos de paludismo? La ingente cantidad de dinero y de esfuerzos humanos en la lucha infructuosa contra el paludismo podría encontrar en la solución propuesta por los citados académicos algo efectivo: matar a los palúdicos es más económico, pues al exterminar a los enfermos los mosquitos no tienen forma de difundir el plasmodio que se encuentra en la sangre de aquéllos; la muerte de los tuberculosos bacilíferos suprimirá muchos focos de contagio y el dinero invertido en el tratamiento podrá dedicarse a campañas de higiene, etc. ¿Qué pensar de estas soluciones prácticas pero inhumanas que se aparten del espíritu médico y se acercan, casi se confunden con las aplicadas en la era de los verdugos nazis? También en ese régimen político se pensó que era más económico y tranquilizador matar a los enfermos mentales y, posteriormente, a las personas que no satisfacían las normas de “pureza de la raza” propuesta por el Estado, que se consideró amo de los seres humanos bajo su jurisdicción.
En la mayoría de los pueblos llamados primitivos en los que se practicaban sacrificios humanos, éstos no se realizaban por mano del “sanador”, así fuera al mismo tiempo médico y sacerdote, sino por otro que hoy llamaríamos verdugo. Y es que repugna que quien por vocación -o por “designio de los dioses” en algunos pueblos primitivos- debe realizarse a sí mismo llevando a cabo el sentimiento de ayuda, el bien pleno del paciente, sea el que lo elimina, trastocando así el imperativo de su misión. Y no es cuestión de norma religiosa católica como se argumenta hoy en día, pues entre el siglo V y el siglo IV antes de Cristo ya los asclepíadas griegos se comprometían bajo juramento a no proporcionar a “ninguna mujer pesario abortivo”. Sin embargo, 29 miembros de la Academia Nacional de Medicina pretenden que es labor del médico suprimir la vida de seres humanos en vez de cuidarlos como enseña el êthos de la profesión.
Pero en la respuesta de la Academia Nacional de Medicina a la Corte Constitucional hay un argumento que muestra claramente la pobreza de criterio con la que fue concebida: «Las circunstancias a que se hace mención han sido tenidas en cuenta en las legislaciones de un número grande de países, con el respectivo aval de sus organizaciones sanitarias». Es la aplicación por parte de un grupo de universitarios doctorados del viejo pero sabio refrán que muestra la incapacidad de trazarse criterios propios: «¿Para dónde vas, Vicente? Para donde va la gente».
Por último, y haciendo uso de la libertad de duda, me pregunto si tras esta decisión horripilante no se ocultará el deseo de acrecentar los ingresos económicos personales: se pueden hacer abortos sin ocultarse por temor a la ley y cobrando buen dinero porque ya son “seguros”.
Nota: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética -Cecolbe-.

 











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