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Cristina Toro, actriz
y escritora
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Algo
desconocido me persuade
Ana
C. Ochoa, Periodista, Medellín elpulso@elhospital.org.co |
Es el encanto que llega y "asalta... te lame con su carcajada,
con su desparpajo, te arrebata la cordura, se instala en tu
muralla, hace jabón tus municiones...". Ese encanto
"no lo conceden las hadas ni las tonadas del presagio,
no es fruto de los augurios ni las premoniciones. Nadie te
lo va a regalar". Cristina Toro (Medellín,1960),
actriz y escritora, voz que no habíamos sospechado
y que amenaza los jardines falsos de la poetadumbre con su
gracia de "fiera merodeante". Ahí está,
además, con el tono que permite hacer invitaciones
prohibidas para que sean aceptadas, invitaciones a vagar por
los caminos de su errancia, de sus viajes al "pozo traicionero"
de la memoria; o a la ciudad, "taza ennegrecida";
o al pasado, "a eso que fuimos cuando no concebíamos
el hastío". Ahí están sus historias
y la "percusión de la sangre; su brío de
mujer que espera; su cuerpo que participa de la hecatombe
de las transformaciones y aquella belleza muy sutil que se
cuela en la desgracia". Con sinceridad avanza o resbala,
no se exhibe con ademanes preciocistas ni corteja la originalidad
con trucos.
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Cristina
Toro, actriz y escritora, Medellín 1960
Foto Juan Fernando Ospina
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Al contrario, nos
pone en guardia frente a las letras, "las imprecisas",
las que poco dicen del espasmo, del latido. Con mano sin guante
ella toma apuntes y casi labra, en formas de justa brevedad,
los fragmentos de su ilusión o de su asco. Y siempre
la oscilación como movimiento, allí la fuerza,
más allá la fragilidad, el miedo y esa manera
suya de rastrearse porque está perdida. "Yo, la
extraviada, la que perdió el mendrugo de su rastro".
"Me busco en el afuera", cuenta Cristina, "invento
jolgorios que sacudan el llanto, pero sé muy bien:
el fragor es otra manera de languidecer".
Los libros
A veces, tal vez por el azar concurrente del que hablaba Lezama
Lima, coincide con aquellos escritores que "dicen su
secreto pero callan su misterio" y hay cantos ajenos
que la acompañan, como el de Saramago. Ella habla de
sus lecturas, de sus hábitos regulares con la poesía,
de las voces femeninas que le gustan como la de Alejandra
Pizarnik. Tal vez sabe, como ella, que las verdaderas celebraciones
ocurren en el cuerpo y en los sueños. Por ese camino
se llega a su último libro "La humedad del fuego":
"Al borde de la distancia te espero, en un rincón
de mi nuca, bajo la sortija de mi pelo, en mis aristas, en
mis vértices, en mis caminos sin asfalto..." Tiene
cuatro libros publicados por "Ediciones la Pluma del
Águila", otro proyecto del Águila Descalza,
una sociedad sin ánimo de lucro fundada con el reconocido
autor y actor de teatro Carlos Mario Aguirre, cuya obra teatral,
extensa y muy interesante, piensan también divulgar.
Son muchos los proyectos. Y los libros, y hasta la posible
creación de una biblioteca pública, están
entre los planes. Y claro, "sería más fácil
conseguir un puesto en las Empresas Públicas o algo
así: madrugar, saludar al jefe, a la secretaria, al
mensajero, esperar la quincena, pagar el arriendo, los clubes,
las tarjetas de crédito, ahorrar... dar cuotas iniciales
hasta jubilarse un día. Cuidar entonces los achaques,
la artritis o el colesterol... pero qué pereza. Además
ya me cogió el día".
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"Nosotros, los oficiantes de
las libertades, los incendiarios del amo, nos sorprendemos
de pronto aferrados a esos que fuimos cuando no concebíamos
el hastío" Cristina Toro |
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Cristina
nos contó la historia en la antigua Casa de El Águila
Descalza, en el Barrio Prado de Medellín. "En los
primeros años, Carlos Mario y yo salíamos de la
retreta en el parque Bolívar y caminábamos por
aquí. Teníamos apenas la plata del pasaje en el
bolsillo, pero soñábamos con esta hermosa casa.
Bella por fuera, extraña por dentro, imponente en su
exterior, con fachada premiada como la más bella de Medellín
en 1919, pero pobre en su interior, con su arquitectura casi
campesina". Hoy está restaurada y hace parte de
un proyecto de recuperación del sector. La casa, que
cuenta con un teatro que tiene capacidad para 500 personas,
es también sitio nocturno de reunión y no es raro
encontrar a Cristina cantando con su voz plena un tango.
Los años dedicados al teatro, los estudios de administración
de empresas, la música, el famoso País Paisa,
la avalancha del público y la crónica social con
el presidente Betancur aplaudiendo en primera fila, las 70 noches
seguidas de lleno total en el Teatro Metropolitano en 1987,
las giras exitosas... todas esas son historias conocidas. Pero
mientras eso ocurría, la cronista urbana, la investigadora
del teatro, la escritora, hacía su oficio sin ambición
ni turbulencia. En1983, el periódico El Mundo publicó
parte de su investigación sobre el teatro en la historia
de Medellín; luego en 1988, con El Colombiano, un trabajo
sobre el mismo tema recibiría el Premio Simón
Bolívar. Desde entonces ya se sentía su destreza
de narradora con sus historias de esta provincia colonial, en
la que el nacimiento de unos gatos deformes alteraban el letargo.
En 1994 apareció su primer libro de poemas: "Cosas
de mujeres". Según el escritor Juan José
Hoyos, "con la lectura de estos poemas bellos y azarosos,
uno se convence de que las Amazonas, después de tantos
siglos, todavía existen. Y también aman y también
sufren." Luego aparecieron: "Telón de fondo"
en 1999, "Apuntes de errancia" en el 2000 y "La
humedad del fuego" en el 2001, dedicado "al amor,
ese misterio". Muchas crónicas de la ciudad permanecen
inéditas. Amigos como Víctor Gaviria y Juan Diego
Mejía han alentado esos ejercicios que aún no
forman una obra, como dice ella. "Falta edad, trabajo".
El teatro desplaza otros proyectos, aunque ahora perfila lo
que, posiblemente, será su primera novela.
"La red es mi escenario, la maraña mi rumbo de cabellera
en desorden", escribe ella. Para Borges es curioso lo que,
si corre con fortuna, consigue un escritor: "No la sencillez,
que no es nada, sino la modesta y secreta complejidad".
¿Qué vendrá de Cristina Toro? Decepcionados
estarán sin duda los catadores de estrépitos,
rebuscamientos aparatosos y bisutería verbal. Desde ya
se anuncia la voz llana y fuerte de aquella mujer errante que
se baja en silencio de los escenarios y deja ver que en lo suyo
habitan con naturalidad el misterio y, tal vez, los ángeles
que el arte atrapa en pleno vuelo como creía el maestro
Alejandro Obregón. Ella confiesa, y le creemos: "voces
lejanas me susurran historias, algo desconocido me persuade. |
Laderas
Para Víctor Gaviria
(Fragmento)
"La ciudad humeante
como una taza ennegrecida
se abandona a la tarde.
La náusea del río se
desliza
por su lecho áspero,
se pavonea
como el ciego orgullo
de la prosperidad,
deja su rastro de escombros
a lo largo de la antigua villa.
Atentos, desde su palco,
los habitantes de las laderas
ven pasar el despojo del agua.
Por callejones de lodo
transitan sus sombras
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desordenadas en la noche.
Bailan la estridencia del abandono.
Abajo Medellín.
La luz titila en la distancia.
Arriba ellos, miran
sin que nadie lo sepa (...)
Existen sólo para su miedo.
Son los hijos del pánico.
Nacieron huyendo de la muerte.
Tras la premonición
vendrá la certeza.
El aviso de la suerte.
Mientras el barrio llora
un 'pelaíto' menos,
en la acera, al acecho,
nuevos 'pelaos' esperan su turno
para seguir el rastro
de los que ya no son
Cristina Toro
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No me gusta García Márquez |
Encontramos una fuerte nota sobre
García Márquez aparecida el 22 de julio de 1973,
en la revista italiana Tempo, escrita nada más ni nada
menos que por el escritor y creador de cine Pier Paolo Pasolini
(1922-1975). No es fácil para los escritores convivir
con la crítica, sobre todo cuando es hecha por personas
reconocidas. Arduo oficio el del escritor.
(Fragmento) |
Pier Paolo Pasolini. Península
Editores. |
"Otro lugar común (al parecer) es considerar
que Cien años de Soledad de Gabriel García Márquez
es una obra maestra. Esto me parece sencillamente ridículo.
Se trata de la novela de un escenógrafo o de un utilero,
escrita con gran vitalidad y profusión del tradicional
manierismo barroco latinoamericano, casi para uso de alguna
gran casa cinematográfica norteamericana (si todavía
existiesen). Los personajes son todos unos mecanismos inventados
-en ocasiones con espléndida habilidad- por un guionista:
poseen todos los tics demagógicos destinados al éxito
espectacular. El autor -mucho más inteligente que sus
críticos- parece tenerlo claro: 'Hasta entonces nunca
se le había ocurrido -dice en la única ocasión
metalinguística de su novela- pensar en la literatura
como en el mejor juguete que se hubiese inventado para burlarse
de la gente'. Indudablemente García Márquez
es un fascinante burlador, tanto es así que todos los
bobos han caído en la celada. Pero le faltan las cualidades
de la gran mistificación(...), las cualidades que posee,
por ejemplo, Borges (o, en medida mucho menor, Tomasi di Lampedusa,
si Cien años de Soledad recuerda un poco El gatopardo,
también por los equívocos que ha provocado en
el pantano del mundo que decreta los éxitos literarios)".
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1961 fue la fecha de publicación
en Norteamérica de la última novela del Nóbel
John Steinbeck, pero sólo ahora aparece en español:
"El invierno de mi desazón" (El Aleph, Barcelona).
Una radiografía de la inmoralidad mediada por el dinero.
Después de ella sólo publicó diarios
y libros de viaje.
1frase bastó para que fuera despedido el presidente
del famoso Institute of Contemporary Art de Londres, Ivan
Massow. Este escribió, y le costó muy caro,
que "el arte conceptual es indulgente consigo mismo.
Una porquería sin mérito".
2 escritores fueron excluidos
de la antología poética que reúne a 100
de los más importantes poetas españoles y latinoamericanos
del siglo XX: el colombiano Alvaro Mutis y el uruguayo Mario
Benedetti, de quien los antologistas no vacilaron en decir:
"Buena parte de su obra no nos interesa". Mutis
con el Premio Cervantes sigue fresco..

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30 años del suicidio
de la escritora argentina Alejandra Pizarnik (1936-1962)
-brillante o kitsch según la corte- se cumplen este
año con la incógnita de sus diarios, aún
enredados en su edición por la salida de la controvertida
Esther Tusquets de la Editorial Lumen, en España.
Parece que son una bomba.
2 sitios web recomendados.
La nueva página de la Editorial Universidad de Antioquia:
www.editorialudea.com y, para los amantes de la cultura
clásica, www.culturaclásica.com, con opciones
didácticas y de actualización sobre nuevos
hallazgos e investigaciones acerca del mundo grecorromano.
158 Madison Avenue en Nueva
York, es el lugar legendario del arte Pop. Allí quedaba
la Factory de Andy Warhol, comprada por el artista en 1980
y habitada por él hasta su muerte en 1987. Fue puesta
en venta por un precio superior a 7 millones de dólares.
Había sido comprada en el año 80 por US$900.000.
10 importantes tiendas de
souvenirs de museo, al estilo de las del MOMA en Nueva York,
fueron cerradas por quiebra en los Estados Unidos luego
de que el turismo se viniera al piso por los hechos del
11 de septiembre. El concepto creado por la firma K Mart
en 1989, tiene réplicas modestas pero novedosas.
En Colombia, el Museo Nacional y el Museo de Antioquia hacen
malabares para resistir.
4 escritores, entre ellos
el hijo de Alvaro Mutis, Santiago Mutis, han editado en
el barrio La Soledad, de Bogotá, una maravillosa
revista de temas culturales: "Conversaciones desde
la Soledad". ¿Naufragará por problemas
económicos? "País de gerentes e industriales",
decía Fernando González. "En la zona
industrial el aire huele a chocolate y es veneno",
advierte Santiago Mutis.
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