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Cada
ser humano es demasiado ingenioso e inteligente como
para sufrir la miseria de la pobreza. Pobreza y especie
humana simplemente no van juntas. Nos hemos acostumbrados
a convivir con estos conceptos, porque hemos creado
una forma equivocada de pensar que no permite a los
pobres conocer su propio potencial. Todo lo que tenemos
que hacer es sacar la capa dura que mantiene ocultas
sus capacidades desconocidas, incluso, para ellos. La
pobreza no es creada por la gente pobre. Entonces no
debiéramos mirarlos con una mirada de acusación.
Son las víctimas. La pobreza la ha creado el
sistema económico y social que hemos diseñado
para el mundo... Son los conceptos que desarrollamos
para entender la realidad que nos rodea, los que nos
hicieron ver las cosas de manera equivocada. Estoy totalmente
convencido desde mi experiencia al trabajar con gente
pobre, que ellos mismos pueden salir de la pobreza si
les damos las mismas o similares condiciones que damos
a otros. Los pobres pueden crear un mundo libre de pobreza,
todo lo que tenemos que hacer es liberarles de las cadenas
que pusimos en torno de ellos. En segundo lugar, hay
un sentimiento que crece en mí día a día
y es que muy poca gente se compromete seriamente para
lograr el objetivo de reducir la pobreza a la mitad
para el 2015
Muhammad
Yunus, fundador del Grameen Bank en Bangladesh, invitado
especial de la Cumbre Internacional de Microcrédito
en Medellín, organizada por la Caja de Compensación
Familiar Comfama, septiembre 17 y 18 de 2003
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Y así nos va....
Las EPS-ACES |
| Carlos Mario Ramírez R.
Gerente de la Federación de Cooperativas de Hospitales
de Colombia carlosmrr@007mundo.como |
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Duele la liquidación de ACES (Aerolíneas Centrales
de Colombia), especialmente a quienes nacimos en el eje cafetero,
nos formamos en Antioquia y nos hicimos -así sea en
parte- en Urabá. ¿Qué hubiera sido de
tan importante región en los años 80 y los 90
sin ACES? Sólo nos queda esperar que sea verdad lo
que dicen los que adoran el mercado y su invisible mano: Otra
aerolínea vendrá y seguro hasta mejor,
y que adicionalmente al mejorar las vías terrestres
y la seguridad, cada vez sean menos quienes requieran del
servicio de transporte aéreo.
Pero que lo anterior ocurra con instituciones de salud tan
importantes como es una Empresa Promotora de Salud o EPS buena,
que las hay y no pocas, debe generar preocupación y
debate no solo en el gobierno, sino en el Congreso de la República
y en todos los espacios que reúnan a aquellos que estamos
de manera ineludible ligados al sector salud.
La venta de EPS buenas -por cifras tan cuantiosas- como Cruz
Blanca el año pasado y Cafesalud en este, solo mereció
elogios para quien las adquirió, ubicándolo
como ejemplo de éxito en la gestión financiera,
que es además de admirable, casi increíble.
Pero qué desazón, frustración y tristeza
-similar a sus pares de ACES- plantean aquellos que las hicieron
con una visión de largo plazo, no como inversionistas
sino como administradores y prestadores. El modelo Cruz Blanca
era admirable: costos racionales sin sacrificar calidad y
oportunidad en el servicio; cualidades similares tenía
Cafesalud, especialmente por su sentido de pertenencia y compromiso
con la salud de los cafeteros. ¿Quién sino ella
debía manejar los subsidios para el cosechero migrante?
No puedo decir que hoy son menos buenas que antes, pero la
realidad es que con la venta adquieren otra dinámica.
Las preguntas que nos asaltan a aquellos que nos duele y pertenecemos
al sector salud, comparando las reacciones -casi anafilácticas-
por las venta de ACES y la adinamia por la de las EPS mencionadas,
es: ¿el gremio cafetero de Antioquia y en general Antioquia
la Grande, habrían sido tan apáticos -como con
Cafesalud- ante una posible venta de ACES a Avianca hace 3
años, en el evento que esta última estuviera
en condiciones de comprarla? ¿Se habría constituido
el Superintendente Emilio Archila en un héroe nacional
por su postura antimonopolio? ¿Qué Superintendencia
evalúa y aprueba en el sector salud -régimen
contributivo- la posible inconveniencia para los usuarios
de la venta de una EPS? ¿Acaso el sagrado derecho y
principio de la libre elección no amerita ningún
análisis?
Más aún: ¿Por qué las grandes
negociaciones e inversiones en el sector salud no generan
ni siquiera un debate? Solo se limita a conversaciones de
cócteles y eventos, en la simple actitud de espectadores:
Saludcoop las incorporará, dice uno. No,
todo queda en una de las adquiridas porque son Sociedades
Anónimas dice otro. Apuesto, porque tengo
buena fuente, que comprará otra más antes de
terminar el 2003, dice el tercero. Conjeturas y cábalas
que solo generan la preocupación de aquellas que ya
presienten que serán las adquiridas.
Definitivamente diez años no es nada sino todo. La
Ley 100, aceptaron tirios y troyanos, se justificaba principalmente
por la conveniencia que para el usuario representaba tener
libre elección, porque era imprescindible la competencia
y porque calificábamos como nocivo el monopolio del
Seguro Social (ISS). ¿Ahora resultará que es
benéfico? ¿Quién puede negar que la atención
de los aún afiliados a Cruz Blanca y Cafesalud, no
dependa de las decisiones de Saludcoop? Argumentos de orden
jurídico sustentarán seguramente que son 3 personas
distintas, pero: ¿cómo, con quién y dónde
se hicieron las negociaciones con los hospitales públicos
para atender a los afiliados al régimen subsidiado
de Cafesalud en abril pasado?
La gestión financiera de Saludcoop es admirable: me
quito el sombrero. Invertir más de 40 millones
de dólares en un año en la sola compra de ambas
EPS, así lo certifica, pero debe evaluarse si la compra
no afectó la oportunidad y calidad del servicio para
todos sus afiliados, y si los derechos laborales de sus antiguos
empleados se vigiló, como se promete ahora con el caso
ACES. Debo aceptar que hay diferencia: ACES se liquidará,
las EPS simplemente se vendieron, ¡pero es que en la
práctica se le parecen tanto!
Vaya pues nuestra expresión de solidaridad con los
dolientes de ACES, igualmente y así sea
tarde, con los que con la venta de Cruz Blanca y Cafesalud
perdieron su empleo o al menos las condiciones. Les queda
la satisfacción por haber hecho patria creando empresa,
ojalá así fuera todo en el sector salud, porque
aquí no hablamos de un simple viaje sino de la salud
y vida de los colombianos. O que al menos sirva el triste
caso para que a las buenas EPS e IPS no las sigan enajenado
ni liquidando... ¡Y así nos va!.
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Bioética
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Ramón Córdoba Palacio.
M D.
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| Desde
hace algunos años, el tema del consentimiento idóneo
o informado ha ocupado el interés de tratadistas de bioética
y de derecho, pues con el auge publicitario de la autonomía
del paciente se plantean situaciones que merecen la intervención
tanto de la primera como del segundo. |
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En realidad, el consentimiento idóneo -mejor que ilustrado-
consiste en solicitar autorización al paciente o a
su representante cuando éste está incapacitado
para otorgarla, para llevar a cabo las acciones diagnósticas
o terapéuticas que le propone el médico. Solicitar
este permiso es, simplemente, reconocerle su dignidad incondicional
y aceptar que, con la debida información o ilustración
sobre su estado clínico patológico, tiene el
derecho, en una relación médico-paciente adecuadamente
establecida, a decidir libre de toda presión interna
y externa sobre el cuidado de su salud, de su existencia.
Para que esta autorización o consentimiento sea válido
éticamente, debe llenar algunos requisitos que el médico
está obligado a comprobar que se cumplen, a saber:
que el paciente entendió la información adecuada
-no exhaustiva-- que le proporcionó sobre las medidas
terapéuticas, sobre los riesgos y ventajes de éstas,
sobre las consecuencias de rechazarlas; que su decisión
no obedece a presiones externas familiares, sociales, etc.;
que él como profesional fue capaz de disipar los falsos
temores y las falsas expectativas creadas por consejas o informaciones
incompletas de medios de comunicación, etc., y, muy
importante y que requiere a veces intervención profesional
especializada, si el paciente es competente para decidir,
si su capacidad de optar en relación con el cuidado
de su existencia, de su salud, no está alterada.
Una de las más frecuentes dificultades es la de la
comunicación entre el médico y el paciente,
porque el primero ha olvidado el lenguaje con el que éste,
el paciente, conoce y se expresa sobre su organismo, sus dolencias,
etc., y sólo encuentra un vocabulario técnico
que nada dice al profano, al común de las gentes. La
información que proporciona el médico debe ser
para algunos autores totalmente neutra para que no influya
en la decisión del paciente; sin embargo, si al médico
le quedan dudas fundamentadas de que por cualquier circunstancia
la decisión del paciente no es plenamente autónoma,
si está en alguna forma restringida, no sólo
es ético sino aconsejable que emplee su autoridad y
sus conocimientos para convencer, nunca para imponer, iluminando
conceptos, despejando dudas y temores para que el paciente
opte por lo que de verdad es su mayor bien. Es el llamado
paternalismo débil. No es ético que por temor
a influir en su decisión, el médico permita
que la opción del paciente sea equivocada, pero, como
dije antes, su participación debe limitarse a convencer,
a ilustrar, no a imponer ni a engañar.
En relación con el consentimiento informado en los
menores, se acepta hoy que los padres no pueden, por creencias
religiosas o por cualesquiera otras razones, exponer a sus
hijos a la muerte o a secuelas definitivas por oponerse a
un tratamiento probado, y el médico debe acudir a un
juez de familia para que tome bajo su tutela al menor y autorice
el tratamiento.
La autonomía del paciente no debe ni puede sobrepasar
y, menos aún, anular la autonomía del médico.
Éste, en el cumplimiento de su misión debe ceñir
sus actitudes y sus actuaciones a buscar siempre el verdadero
bien, total, pleno, del paciente como persona cuya dignidad
es incondicional, máxima. Su conducta debe estar inspirada
en la aplicación honesta y oportuna de sus conocimientos
y habilidades y, además, según su conciencia
adecuadamente iluminada, en el principio de que el bien que
fundamentalmente busca para el paciente, no sea tergiversado
por otros intereses o por caprichos del paciente que no pretenden
el verdadero bien y se transan por el bienestar de éste
o de quienes lo rodean. No es válida éticamente
la disculpa del profesional cuando afirma que su conducta
se debió a solicitudes del paciente.
Entre nosotros el artículo 16 de la Ley 23 de 1981
y los artículos 10, 11, 12 y 13 de su decreto reglamentario,
establecen claramente los aspectos legales al respecto, entre
otros que es el médico quien está obligado a
advertir al paciente los riesgos previstos de las acciones
que le propone al paciente y, además, que: «El
médico dejará constancia en la historia clínica
del hecho de la advertencia del riesgo previsto o de la imposibilidad
de hacerla».
Nota: Esta sección es un aporte
del Centro Colombiano de Bioética -Cecolbe-
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