MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 241 OCTUBRE DEL AÑO 2018 ISNN 0124-4388 elpulso@sanvicentefundacion.com
L a labor que lleva a cabo el departamento de rehabilitación del Hospital San Vicente Fundación es destacable; es un trabajo de grupo, transversal, sin jerarquías, en el que participa la medicina de rehabilitación, pero también terapeutas físicos, ocupaciones y de lenguaje, enfermería, trabajo social, psicología, tiflología y optometría, disciplinas que aunque posean un saber diferente, suman miradas que permiten un abordaje integral desde la complejidad.
Los diagnósticos son producto de saberes complementarios que permiten pensar soluciones a los problemas de los pacientes, sus familias y su contexto. Para Alejandro Londoño, medico de rehabilitación del Departamento de Medicina Física y Rehabilitación, “La rehabilitación permite tener una visión panorámica del paciente, no solo identificando la dificultad que tiene a nivel fisiológico, sino también los determinantes de su contexto y su participación en el mundo, enfocándose siempre en sus expectativas, que tan plausibles son estas, y que posibilidad se tiene de cumplir esos anhelos. Cualquier intervención que planeemos, buscará como primer objetivo nunca hacer daño, mientras se trata de mejorar sus limitaciones y restricciones”.
Lograr que la persona pueda “ser” en el mundo, con sus diferencias y particularidades, es uno de los objetivos más valiosos en esta filosofía llevada a la acción. Según Londoño, “las partes vitales en la ecuación de los procesos de rehabilitación, son el contexto del paciente, el lugar de su vivienda, la topografía de su barrio, la arquitectura de su casa y ciudad, su familia, las políticas públicas de discapacidad, si el paciente padece algún tipo de segregación o de aislamiento producto de su condición”. Afirma el médico de rehabilitación que “lo que caracteriza al mundo es la diversidad, el mundo por esencia es diverso y de allí depende la vida”.
Otra labor que se realiza en rehabilitación consiste en manejar las consecuencias psicologías generadas por cualquiera que haya sido la pérdida padecida por el paciente. De este abordaje y su enfoque nace lo que el doctor Alejandro Londoño denomina como “clínica del duelo”, es decir, el conocer y nombrar aquello que se ha perdido: “no se puede uno reconciliar con lo que se percibe como condena, vergüenza o limitación”. Por lo tanto la rehabilitación es la ciencia del duelo.
Pero no solamente la rehabilitación tiene espacio para la expectativa del paciente, también existe la que tiene consigo el grupo de tratantes, quienes serán los encargados de intentar paliar las condiciones particulares, que según sea el caso, podrán ser transitorias o definitivas. La rehabilitación se trata entonces también de un encuentro de expectativas que buscan su sincronización, porque, cuando lo que se espera es desmesurado o utópico, no hay posibilidad de que se materialice el objetivo o el desenlace deseado. “La única promesa que se puede hacer en rehabilitación es la disposición permanente a intentar ayudarle al otro en su problema, y esa promesa deberá estar alineada con las expectativas y capacidades potenciales del paciente”; de allí deriva la importancia de conocer las condiciones médicas y sus pronósticos. Los terapeutas terminan convirtiéndose en un faro que pinta una luz e informan de manera clara lo que son capaces de ofrecer. Como mediadores intentan modificar al otro presentándole perspectivas distintas, que no por ser diferentes, son malas, pero siempre dentro del terreno de lo posible. El legado que consideran más importante dejarles a sus pacientes, es el cuidado de sí o auto cuidado, y es “la preocuparse de sí”, que es un principio con más de 2500 años de antigüedad.
No es posible medir la rehabilitación con parámetros ordinarios, ya que esta se mide en participación social, independencia, disminución de complicaciones en el paciente y sus cuidadores y habilidades para cada cuidar ellos de sí mismos. El paciente que está bien, no regresa, así que las victorias se dan en la integración a la vida y en la prevención de la peor de las muertes, que es la muerte social. Cuando una persona está desenvolviéndose y participando en el mundo, dentro de lo que son sus potencias y habilidades individuales, se considera un éxito en rehabilitación, “es un conjuro que funciona por fuera, la vida es por fuera del hospital”, afirma el doctor Alejandro. Finalmente, así como se van unos, llegan otros al hospital“ a vivir en el pueblo chiquito que es el área de rehabilitación, con su pileta, lavadora, cocineta, puente colgante, escaleras, rampa, texturas distintas en las que se puede caminar y no únicamente en camillas donde se llega a estirar y doblar sus extremidades, sino un espacio que simula una vivienda y la vida misma, reconociendo que las limitaciones se padecen es en la vida cotidiana y no en la asepsia de un consultorio”, tal como lo narró el médico de rehabilitación Alejandro Londoño. Por esta razón la rehabilitación del Hospital San Vicente Fundación, se construye con la ayuda de la simulación de la vida misma.
El Hospital Universitario San Vicente Fundación (en convenio con El COMITÉ de Rehabilitación) desarrollan el programa plan triángulo, donde se evalúan niños y jóvenes quienes por causa de enfermedades congénitas o adquiridas del aparato locomotor requieren procedimientos quirúrgicos y acciones de rehabilitación, que contribuyan a mejorar su autonomía, su funcionalidad y el desarrollo de sus potencialidades para lograr su integración a la comunidad.
Con este plan se realizan actividades de consulta médica especializada, evaluación por el equipo médico, cirugías reconstructivas, prescripción de ayudas ortopédicas, plan de rehabilitación, evaluación psicológica, y evaluación por trabajo social.
El Hospital Universitario de San Vicente Fundación cuenta con un equipo multidisciplinario para la rehabilitación de los pacientes ciegos y de baja visión. Para Wílmar Babativa Bejarano, Tiflólogo especialista en este tipo de rehabilitación: “la rehabilitación visual es más difícil en adultos que en niños por el impacto emocional que genera” ya que, los niños como apenas están iniciando sus procesos de desarrollo se adaptan más fácil a la rehabilitación.
Además, para el especialista Babativa son importantes las herramientas terapéuticas para la rehabilitación visual. Algunas de las herramientas mediadoras para este proceso son: el bastón blanco, la lupa de pecho y el microscopio. A través de estas ayudas el tiflólogo enumera entre las principales actividades de rehabilitación el desarrollo del tacto mediante el armado de rompecabezas, el desarrollo de una secuencia, la resolución de problemas y los trabajos de memoria. En general, el uso de las manos para ser más hábiles en el desarrollo de actividades finas.
Si bien el proceso de rehabilitación es cuestión de unos meses y requiere la buena disposición de la persona y el acompañamiento de la familia, los expertos aseguran que el sistema de salud es uno de los mayores obstáculos. “Aquí no hay una continuidad en las sesiones asignadas a los pacientes, no hay constancia en las citas”, indica Babativa.
Tel: (4) 516 74 43
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