MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 273 JUNIO DEL AÑO 2021 ISNN 0124-4388 elpulso@sanvicentefundacion.com icono facebook icono twitter

Mejora en capitalización de las EPS: otro efecto de la pandemia

Por: Jaime Alberto Peláez Quintero, Especialista en economía de la salud, UPB.
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Son inocultables los efectos devastadores de la pandemia por el Covid-19: modificó sustancialmente las formas de vida de las personas, alteró la dinámica del ciclo económico en sus principales agregados, además de las pérdidas en aspectos vitales con más 3´434.082 de muertes en todo el mundo y 83.719 solo en Colombia donde los contagiados superan los tres millones de personas. Paradójicamente los resultados financieros de las aseguradoras en salud (debido a factores como las limitaciones en la presencialidad, prioridad de unidades funcionales y temor de contagio) resultaron ser altamente positivos, como quiera que al cierre de la vigencia fiscal los registros contables revelaron una utilidad consolidada a diciembre 31 de 2020 de $585.138 millones, donde 26 EPS (70.27%) obtuvieron ganancias, generando la mejoría en indicadores como Patrimonio Adecuado y Capital Mínimo, que muestran la solvencia y capacidad de permanencia dentro del sistema de salud.

Este comportamiento de las finanzas de las EPS hizo posible un severo cambio en la línea de tendencia al pasar de un patrimonio negativo de -$5.5 billones en 2019 a -$1.7 billones en diciembre de 2020, lo que tiene una explicación más que en una adecuada gestión en el modelo de atención o a eficiencias en gerenciamiento, a una contención y represamiento de ordenaciones, con los efectos en siniestralidad, carga de enfermedad y deterioro de los indicadores y ganancias en salud obtenidos en años anteriores, pero además, con efectos directos y colaterales sobre las estructuras económicas y en los signos vitales financieros de las mismas EPS, como lo son los indicadores de solvencia y capacidad financiera que se deben cumplir para garantizar la operación y permanencia en el sistema de salud.

Desde que se expidió el Decreto 2702 de 2014, y subsiguientes, las EPS en el consolidado siempre han revelado un indicador negativo, no obstante que se han registrado algunas mejoras atribuibles más a acciones de capitalizaciones, que a eficiencias en la ejecución y mejoras en modelos de atención y, esto se evidencia en la cantidad de EPS inmersas en medidas administrativas de la Superintendencia Nacional de Salud, además de las que han sido disueltas y liquidadas (CCF Confacundi, CCF Cartagena), lo mismo que de aquellas que están en Planes de Reorganización Institucional como las cinco EPS que solicitaron acogerse a estos planes y que se encuentran a la espera de su definición así: EPS Famisanar, EPS SOS, Nueva EPS, CAJACOPI – Atlántico, Comfasucre, Savia Salud EPS y Comfamiliar Huila.



Ante esta descapitalización el panorama es incierto en el sector y subsiste la preocupación e incertidumbre para los afiliados, habida cuenta que eventualmente pueden en cualquier momento verse deambulando o en un tránsito permanente hacia otras EPS.

Todo indica que al final se generará un proceso de decantación por descapitalización, dado el reducido mercado asegurador, situación que no es propiamente lo más adecuado para lograr un equilibrio con el resto de la cadena de agentes del sistema de salud en Colombia.

Según la gráfica anterior, es evidente que los resultados son negativos desde junio de 2015 cuando inició la medición, siendo en esa fecha el patrimonio adecuado negativo, o lo que es lo mismo, con un nivel de descapitalización de las EPS en el agregado general de -$5.3 billones. En la medición de diciembre de 2015 fue de -$5.5 billones y un neto (descontada las EPS con resultados positivos) de -$4.6 billones. A partir de allí las mejoras en el indicador se deben a capitalizaciones realizadas por los inversionistas y a cambios en las formas de cálculo y medición.

Para 2020, con lo sucedido por el Covid-19, y pese a que las EPS registraron utilidades contables, hay que recordar que el año anterior se habían producido pérdidas por -$1.7 billones, e inclusive, en los cuatro años anteriores estas se presentaron con promedios superiores al billón de pesos.

A diciembre 31 de 2020, las 17 EPS (46%) que presentaron un resultado negativo de Patrimonio Adecuado (que la suma de capital primario más secundario, que debió ser mayor que el patrimonio adecuado 8 % u 6 % de los ingresos operacionales, fue menor), se llegó a una cifra de -$6.3 billones y un neto de -$4.4 billones. Lo que quiere decir que la descapitalización se aumentó en $1 billón entre junio de 2015 y diciembre de 2020, lo que representa un aumento del 18 % aunque el neto tuvo una variación de -2.14% (entre $4.4 billones a $4.5 billones)

Lo ideal del sistema sería que vía eficiencias en los modelos de atención, la gestión del riesgo, un adecuado manejo de pool de riesgos, de cohortes y programas especiales, se logren mejoras en los costos efectivas, las cuales en combinación con nuevas aportaciones de capital, permitan superar las condiciones de insuficiencia patrimonial. Lo preocupante es que respecto a junio de 2015, por ejemplo, se aumentó el valor del defecto en el consolidado de las EPS deficitarias en $1 billón a pesar de la disminución del -2.14% en el valor neto.

Un comparativo entre diciembre de 2019 y 2020 evidencia la disminución del valor en este indicador, como consecuencia de las utilidades atípicas generadas en 2020 por la pandemia, dado que en 2019 el defecto se situó en -$8.0 billones, y en 2020 en -$6.3 billones, es decir un decremento de -$1.8 billones, con una disminución de -22.33 %. En el caso de la diferencia neta, el cambio fue de $1.8 billones, para una variación de 29.60 %.

A nivel de organizaciones, en 2020 las aseguradoras de mayor descapitalización fueron: Medimás (ambos regímenes) con -$1 billón, Asmet SAS -$881.100 millones, Emssanar (régimen subsidiado) -$789.500 millones, Savia Salud (régimen subsidiado) -$750.200 millones y Coomeva -$629.900 millones.

En cuanto al capital mínimo los resultados son un tanto diferentes y de mejor pronóstico en términos absolutos a diciembre 31 de 2020. A esa fecha el capital mínimo de las 32 EPS que consolidó la Supersalud fue de $288 mil millones, que es el resultado neto entre $3.3 billones de EPS con resultado positivo y $3 de EPS con rendimiento negativo. Este resultado es el cálculo entre un capital mínimo de $1.3 billones, un capital requerido de $409 mil millones y un deterioro de $1.9 billones. Si bien estos indicadores fueron positivos en su desempeño general en 2020, en 14 EPS son negativos, con una población de afiliados de 13´135.661, es decir que el 28.78 % de la población está en grado de incertidumbre.

Finalmente, llama la atención que solo el 28.13 % de las EPS cumplen ambos indicadores, y aun cuando la norma entró en vigor en enero de 2015, solo un poco más de la cuarta parte cumplen los márgenes de solvencia y capacidad financiera de capital mínimo y patrimonio adecuado, porcentaje mínimo si se considera que han transcurrido seis años desde su aplicación, y preocupa que aún no se tengan las previsiones adecuadas para modificar sustancialmente su comportamiento, máxime que los valores son incrementales, salvo 2020, y que mostraría una tendencia de continuar creciendo y la imposibilidad para su cumplimiento.

Estos indicadores hacen pensar en la necesidad de revisar y ajustar las acciones que permitan conjurar la crisis de sostenibilidad sectorial, con una UPC por capitación que responda a la realidad de los costos de servucción y gastos de administración, y así evitar un alto riesgo para todo el sector.

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