MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 274 JULIO DEL AÑO 2021 ISNN 0124-4388
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En Colombia, según la base abierta del Registro Especial de Prestadores de Servicios de Salud - REPS, hasta principios del 2020 ningún departamento tenía más de dos camas de cuidado intensivo para adultos por cada 10.000 habitantes; en Antioquia esta cifra solo llegaba a 0,7/10.000 y en regiones como Amazonas, Vaupés y Guaviare el número, pre pandemia, no alcanzaba ni a una sola UCI para la atención de casos críticos.
En las unidades de cuidado crítico -que, para el Hospital, comprenden tanto cuidados especiales como intensivos- se atienden los pacientes más gravemente enfermos o con mayor riesgo de deterioro o complicación en su proceso de enfermedad, proveniente de diversas causas sea por traumas, complicaciones post operatorias o enfermedad médica grave.
En el país, la causa más frecuente de ingreso y mortalidad a las salas de cuidado crítico ha sido la enfermedad cardiovascular la cual causa en promedio 878 muertes diarias, siendo el infarto al miocardio la que encabeza la lista con 80 decesos cada día y 29 mil al año, según la Sociedad Colombiana de Cardiología y Cirugía Cardiovascular. En cuanto al trauma –la primera causa de muerte en jóvenes en el país- la tasa de incidencia es de 331,99 casos por 100.000 habitantes, de los cuales aproximadamente el 30 % muere en una unidad de cuidados intensivos. Actualmente, ambos indicadores han sido desplazados por el COVID-19 que ya supera las 110.000 muertes en poco más de un año.
En el Hospital San Vicente Fundación de Medellín, las unidades de atención en cuidado crítico funcionan como una red de “apoyo al paciente en su proceso de enfermedad grave, de apoyo al resto de actividades de la institución –procesos quirúrgicos, de diagnóstico, materno fetales, etc- y, además, como unas unidades de gestión del riesgo que buscan disminuir el riesgo de complicaciones y desenlaces adversos en los pacientes”, expone Edward Blandón Castaño, médico intensivista coordinador de cuidado de crítico adultos del Hospital.
En la institución, en concordancia con las estadísticas nacionales, los pacientes con trauma, enfermedad cardiovascular, enfermedad respiratoria y post operatorios, representan las principales causas de ingreso a UCI, sin embargo, actualmente la sepsis y el COVID-19, se ubican en los diagnósticos más frecuentes que son diariamente atendidos por un equipo de cerca de 40 médicos –médicos generales, especialistas y sub especialistas- que trabajan incansablemente por salvar la vida de sus pacientes, junto con un amplio equipo interdisciplinario que agrupa a personal de enfermería, nutrición, terapeutas respiratorios y físicos, de fonoaudiología y deglución. Todos ellos reciben el apoyo externo de otras especialidades médicas que se interconsultan y, gracias a una comunicación fluida y a procesos de manejo conjunto, logran aumentar las probabilidades de recuperación y supervivencia de los pacientes.
Antes de la pandemia, la atención de adultos en estado crítico funcionaba con 59 camas en cinco unidades de cuidado intensivo: dos para pacientes de trauma y postquirúrgicos, dos para pacientes con enfermedad médica o no quirúrgica y una para pacientes con enfermedad cardiovascular; ahora, con el incremento en el ritmo y la exigencia que ha ocasionado el Sars-CoV-2, el Hospital opera con 108 camas de UCI adultos en ocho unidades: cinco destinadas a la atención de pacientes COVID y tres a pacientes NO COVID. Por supuesto, el promedio de egresos también ha cambiado, pasando de 150 a aproximadamente 250 egresos por mes, teniendo el coronavirus un porcentaje importante en el número de pacientes, principalmente en los meses de pico de pandemia.
Según el doctor Blandón, cuando la situación se restablezca a sus flujos normales, se espera seguir en funcionamiento con cerca de 64 camas de UCI adultos, manteniendo el enfoque en la calidad y buscando, entre otras metas, reducir el promedio de estancia hospitalaria en UCI, usualmente cercano a siete días –muy buen indicador para la alta complejidad -, pero que se ha visto afectado por la estancia mayor de los pacientes con COVID.
La categorización por diagnóstico de las UCI es beneficiosa para los pacientes ya que permite que cada profesional adquiera mayor experticia y sensibilidad en el tratamiento y la detección temprana de complicaciones de enfermedades específicas, aumentando así la calidad del cuidado ofrecido.
A futuro, se considera la posibilidad de implementar una unidad de cuidado neurocrítico, especializada en el cuidado de pacientes con enfermedad neurológica grave, explica el doctor Blandón: “…ese cuidado especializado está en consonancia con la filosofía institucional, con cómo funcionamos y con el desarrollo de líneas de excelencia en el cuidado”.
Por otro lado, el Hospital San Vicente Fundación sumándose a iniciativas de prestación de un servicio más humanizado en la atención de cuidados intensivos, aplica estrategias que promuevan la implementación de programas de atención enfocados no solo en la parte clínica, sino también en la humana, lo que ha demostrado ser beneficioso en términos de resultados, mejorando aspectos como la percepción del dolor y el control de la ansiedad durante la estancia en UCI. Es así como considerando las condiciones de distanciamiento impuestas por la pandemia, herramientas como llamadas telefónicas, videollamadas y correos electrónicos, han sido útiles para fortalecer la comunicación con las familias y hacerlas partícipes en el entendimiento y recuperación de la enfermedad.
De especial valor durante la pandemia de COVID-19 ha sido la estrategia denominada Código Lila, la cual, en cabeza del área de Experiencia del Paciente, ha logrado desplegar herramientas de acompañamiento al proceso del final de la vida, en el cual la UCI se convierte en escenario en muchas ocasiones, permitiendo a las familias hacer una mejor elaboración del duelo y del proceso de despedida de sus seres queridos y mitigando el dolor.
Cuando el resultado es el contrario y “… se nos permite ver casos muy difíciles en los que, aunque la recuperación es lenta y prolongada, es muy clara; o vemos pacientes que estuvieron al borde de la muerte o que realmente murieron y los equipos de trabajo hicieron un esfuerzo para reanimarlo… y vemos que salen de las unidades despiertos, hablando y caminando a verse con sus familiares... es una gran satisfacción la que sentimos y es la razón por la que todos estos equipos vienen cada día”, concluye Blandón.
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