MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 281 FEBRERO DEL AÑO 2022 ISNN 0124-4388 elpulso@sanvicentefundacion.com icono facebook icono twitter icono twitter

Un año para estar atentos

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Decir que este será un año crucial para la salud de los colombianos puede parecer una frase de cajón, o una tradición, como la del gobierno de expedir a finales de cada año normas que pocos leen de manera inmediata y de las cuales los interesados van enterándose con el transcurso de las semanas. Pero esta vez, no es así, 2022 será especialmente importante por lo menos para el sector de la salud.

Lo primero es recordar que en marzo llegamos a dos años de detectado el primer caso de COVID-19 en Colombia, y uno de haber iniciado el Plan Nacional de Vacunación como la estrategia central contra la pandemia, y que ha sido calificada, por cierto, por el gobierno nacional, como la mayor gesta de la salud pública en el país en las últimas décadas. La verdad es que por diferentes razones, que amerita investigar en los meses siguientes, Colombia ha sido uno de los países más afectados en el mundo según las estadísticas globales, donde muchas veces y en varios ítems aparecimos entre los 10 países con mayor cantidad de casos, o de muertes.

Para febrero el cuarto pico de la pandemia, impulsado por la variante ómicrom, ha comenzado a ceder por fortuna, pero no puede ser entendido aún como el momento para relajar las medidas de auto protección como el uso del tapa bocas, porque no se puede olvidar que estamos ante la presencia de un virus hasta hace dos años desconocido, que puede seguir variando, sobre el que apenas estamos investigando, y lo más importante, que todavía causa miles de contagios y muertes que no pueden ser subvaloradas. Así las cosas, 2022 será un año para profundizar la lucha contra el COVID, hay que acelerar la vacunación masiva y llegar a las zonas más alejadas con el fin de lograr mejores resultados en el esfuerzo de inmunización total de los colombianos.

Otras especificidades del 2022 lo hacen un año especial. Hay elecciones para congreso y presidencia. Hasta el momento ha brillado por su ausencia el tema de la salud en las campañas. Este hecho puede ser entendible en la medida que hasta ahora los precandidatos a la presidencia han centrado sus esfuerzos en ganar el apoyo de sus colectividades y alianzas para ganar en consultas internas la postulación definitiva, sin embargo, en sus discursos es poco lo que se habla de salud más allá de algunas generalidades, habrá que esperar hasta después de marzo para conocer planes de gobierno y propuestas concretas.

En el caso de los candidatos al congreso, en esta oportunidad se resalta la poca participación de profesionales de la salud como aspirantes, y si bien los hay, no lo es en las proporciones de ocasiones anteriores. Esto tal vez muestre cierto desánimo o sensación de incapacidad para materializar las propuestas de reforma una vez posesionados, o simplemente una inercia frente al estado de las cosas que hace pensar que es innecesario emprender una carrera costosa para llegar al legislativo, aunque esta última opción es poco probable porque siempre subsiste el atractivo de las mieles del poder que atraen como imán.

El asunto en este caso, es que tanto quien llegue a la presidencia como los nuevos legisladores, deberán afrontar una reforma al sistema de salud luego del intento fallido de 2021. La necesidad radica en que es evidente que la pandemia desnudó falencias en el sistema de salud, la mayoría señaladas desde años atrás, pero que ahora con la cercanía de su ocurrencia deben entrar a solucionarse. El problema a su vez, se encuentra en qué tan afines serán las visiones, intereses y estrategias que adopten el nuevo ejecutivo y el congreso, ya que en esta oportunidad el abanico de candidatos a una y otra elección es tan variado que difícilmente se puede pensar en mayorías absolutas o consensos sobre un tema tan fundamental para el país como es la salud.

2022 también es un año de suma importancia frente al futuro de muchas EPS en el país, y por ende de prestadores y proveedores del sector. Acabamos de presenciar la orden de liquidar a Coomeva, entre otras razones, por una crisis que arrastraba desde hace años y que se reflejaba en sus pésimos indicadores, pero en situación similar se encuentran otras aseguradoras en salud, y la Superintendencia Nacional de Salud ha señalado, y mostrado, su interés por depurarlas.

En este caso se abre una gran pregunta: ¿qué pasará con la deuda acumulada que dichas entidades tienen con los prestadores? Este asunto es mayor en la medida que la depuración no puede llevar a mayores pérdidas para las IPS que durante años han fungido como apalancadoras de las obligaciones de las EPS frente a sus afiliados. Subsisten deudas en el sistema de instituciones como Saludcoop o Cafesalud, liquidadas hace tiempo. Ya se ha mencionado que es probable que la totalidad de la deuda de Coomeva no pueda ser honrada y esto obscurece el panorama de hospitales y clínicas, y cuando se piensa, y se sostiene, que el sistema SGSSS debe funcionar de forma armónica, no es aceptable que los problemas de uno de los actores arrastre a los demás, y menos cuando estos son quienes en la práctica realmente atienden a las personas.


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