MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 288 SEPTIEMBRE DEL AÑO 2022 ISNN 0124-4388 elpulso@sanvicentefundacion.com icono facebook icono twitter icono twitter

Hospital San Vicente Fundación y Comfama, una alianza por la cultura y la educación

Por: Redacción EL PULSO
elpulso@sanvicentefundacion.com

Hay nuevas historias que empiezan a contarse, nuevas preguntas e inquietudes entre los visitantes. Un hospital, muchas veces sinónimo de enfermedad, empieza a percibirse como vida y palabra. Tal vez con 109 años, muchos podrían decir que está viejo; sin embargo, su longevidad es como la cápsula del tiempo enterrada en la Pileta central: nos permite viajar hacia el pasado y hacia el futuro.

Ahora, sus espacios suenan a risas de niño y huelen a biblioteca. Comfama, recientemente, inauguró un colegio Cosmo School, en el antes conocido primer bloque del Hospital, y un Punto de Lectura en la Pileta central. Esta alianza se construye como “un patrimonio vivo para la ciudad”, comenta Alicia Lorena Leiva, jefe de proyectos del Hospital San Vicente Fundación Medellín.

¿Qué hace un niño aprendiendo en un hospital? ¿Qué hace un hospital aprendiendo de un niño? “Yo creo que el solo estar aquí, con su actividad, con su inocencia, ya es algo muy valioso. Me parece que le dan una alegría inmensa a los espacios que habitan”, manifiesta, Jorge Andrés Londoño Ceballos, responsable del centro de experiencias Cosmo School de San Vicente.

Los niños, los nuevos vecinos del Hospital

Se escuchan sus voces. El eco, el eco que se repite una y otra vez entre los salones. Las risas. También los gritos; no los del dolor, sino de la vida. Mientras unos dan su último suspiro en el Hospital, ellos corren y se maravillan con cada nuevo descubrimiento: la sorpresa de ver una flor florecer, del tamaño de un árbol, de los sonidos que producen las hojas de palmera al caer.

El Hospital, entonces, aprende a oler a niño; a no tomarse tan en serio el mundo que le han dejado por herencia; a recordar sus primeros años y las ganas que había por seguir creciendo; a reírse y a correr; a gritar cuando es necesario ser escuchado y a callar cuando es necesario escuchar.

Luz Inés Posada, gerente de servicios del Hospital San Vicente Fundación Medellín, reflexiona sobre la intención de Comfama y el Hospital: “Ir juntos, construir algo grande, que beneficie a toda la comunidad. ¿Sueños? Muchos sueños”.

¿Estudiar en un hospital? “Normal, yo me siento bien”, responden sin siquiera sorprenderse. Pero, si pasan por la Pileta Central, no falta quién cuestione: “¿Por qué no me puedo meter a la fuente?” y se aburren cuando la respuesta negativa no tiene explicación. Si se les presta atención, se les escucha decir: “Me duele el seno paranasal” (como si cualquier persona lo supiera), “Se me estriparon todos los órganos”, y luego vienen las historias: “Yo soñé que Emiliano era un fantasma que nos estaba persiguiendo todo el tiempo. Y… Martín era de color verde”.

“La vida estudiada a través del cuerpo humano es el marco en el cual vamos a aprender en el hospital. Queremos que nuestro conocimiento científico esté absolutamente permeado por el conocimiento del Hospital. Nos soñamos órgano a órgano, función a función”, explica Jaramillo.

El Hospital San Vicente Medellín, en su ambiente mágico, creado por los árboles y sus sombras, por su arquitectura de película, apuesta hacia lo social: un acercamiento a la educación y la cultura. Su ser no solo tiene para entregar un aporte científico, sino también un aporte humanista.

El Hospital San Vicente Fundación Medellín le abre sus puertas a los libros

La magia está en los actos que dan sentido a las palabras; así comienza “Palabras mágicas para tiempos difíciles”, el primer libro del stand del nuevo Punto de lectura San Vicente, coordinado por Comfama.

El 11 de abril, el Hospital San Vicente Fundación Medellín empezó a respirar letras, historias y autores que han dejado marca en la historia. Una biblioteca al aire libre, con más de 600 libros, se convirtió en una nueva parada en la pileta central; un espacio en que tanto empleados como visitantes y pacientes pueden prestar libros y pedir recomendaciones.

Entonces, llega una madre que pregunta qué le puede llevar a su hijo de siete años para leerle en las noches; llega quien afirma que no le gusta leer, pero está ahí parado, esperando que le muestren un libro que lo contradiga; llega un acompañante que sabe que su estadía durará más de dos días y busca una historia para pasar el rato; llega el paciente buscando una historia que sea diferente a la suya; llega un médico que pide algo muy específico: “Quiero algo que me haga feliz”.

En algunos de esos estantes está el libro ideal: tal vez en la sección infantil o en la juvenil; tal vez en los temas generales, para aprender un poquito de autocuidado, de ciencia, de salud y hasta de filosofía; o está en la lista de los que abarca la literatura: universal, clásica, latinoamericana… poemarios y antologías. Para ayudar al futuro lector en su decisión, las dos encargadas del lugar siempre preguntan por los gustos: “¿Qué es lo que más le gusta a tu hijo ver en televisión? ¿Le gustan los superhéroes? ¿Tiene curiosidad por la ciencia?”, “¿Qué es lo que buscas encontrar? ¿Qué tipo de literatura te llama la atención?”, y entre pista y pista, un libro resalta entre los demás.

Maria Isabel Raigosa, artista de circo y licenciada en Lengua Castellana, facilitadora de las bibliotecas Comfama, confiesa que, por el momento, lo que más ha gustado ha sido la autoayuda, la literatura infantil y la literatura colombiana, resonando como autor predilecto el Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez. Así, las mariposas amarillas se posan en los árboles del Hospital, un conejo blanco pregunta la hora, se baila en traje de gala presumiendo el amor… En la imaginación de algún lector.

Entre cincuenta y setenta libros adoptan diariamente a un lector; se van esperando que sus páginas revivan, que su historia no quede en el olvido. De vez en cuando, se escuchan a través de la voz de una madre, de un médico, de una enfermera. Y, en cambio, reciben risas de niños, el descanso de una larga jornada de trabajo, algunas lágrimas o el suspiro de un enfermo que llevaba tiempo sin escuchar un cuento. Las estanterías poco a poco se van quedando vacías.

Y, aunque los libros son muy buena compañía, no es lo único con lo que cuenta este espacio. Se puede ir a hacer nada, a sentarse, a poner el celular a cargar, a ver las personas pasar, a escuchar los gustos literarios de otros, a jugar ajedrez; pasatiempo que “ha gustado mucho entre los practicantes de medicina y… los niños”, menciona Raigosa. Tampoco se necesita prestar el libro: puede leer ahí mismo durante un rato y luego volver a dejarlo en su sitio. “Es un espacio para todos”, agrega.

El Punto de lectura San Vicente se plantea como un espacio permanente dentro del Hospital, donde la gente pueda ir a consultar diariamente. Por el momento, solo funciona con servicios bibliotecarios —préstamos, asesorías y tránsito de libros; es decir, que se pueden traer de otras bibliotecas Comfama en caso de que un lector esté buscando un libro en específico—; sin embargo, en el futuro se piensan realizar más actividades, como talleres de lectura y escritura, y clubs literarios.

“Cositas bellas nos han pasado”, dice Raigosa con una sonrisa en el rostro. Son sobre todo las madres las que vienen a reafirmar que el hábito de la lectura se puede desarrollar en los niños: “Tengo que llevar libros, porque ya mis hijos me reclaman todos los días por qué no les he vuelto a traer” y, entonces, esas mismas mujeres prestan entre 6 y 8 libros. Y, las personas que creían que no les gustaba leer, vuelven por uno más.

Maria Isabel Raigosa describe este espacio en una sola palabra: “maravilloso”. El último libro del stand termina con el “Soneto de lo que fue” de Mario Benedetti: “Y quedan mis preguntas sin respuestas a esta altura es muy poco lo que espero pero prosigo con tu muerte a cuestas”.


EL PULSO como un aporte a la buena calidad de la información en momentos de contingencia, pública y pone a disposición de toda la comunidad, los enlaces donde se pueden consultar de manera expedita todo lo relacionado con el Covid-19-


Dirección Comercial

Diana Cecilia Arbeláez Gómez

Tel: (4) 516 74 43

Cel: 3017547479

diana.arbelaez@sanvicentefundacion.com