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La verdadera
Emergencia Social
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Es muy posible que si cada uno de los colombianos hace
lo que le corresponde, las dificultades e inconvenientes
del diario vivir serían mucho menores; la vida tendría
menos sinsabores y los problemas, que se reducirían
muchísimo, se solucionarían más fácilmente
y de manera menos agria y traumática. Ahora bien,
si en nuestro sector, la salud, cada persona hubiera hecho
lo que le correspondía hacer, no estaríamos
ahora en asunto tan complejo y de tantas implicaciones como
lo es la "Emergencia Social".
Todos quieren tomar más de lo que les toca; todos
quieren obtener más beneficios que a los que tienen
derecho; todos quieren sacar partido y lucrarse, en desmedro,
claro está, de los conciudadanos y de los enfermos.
El verdadero mensaje de haber tenido que declarar la Emergencia
Social por parte del gobierno nacional, es que se hizo mal
uso de una masa inmensa de dinero del sector y con ello
se puso en riesgo a quien requiere atención y servicios,
es decir, a los enfermos.
Hay que rebatir con hechos, la idea, la triste idea de que
nadie hace nada bien. Miremos y reflexionemos sobre el alcance
que puedan tener nuestras acciones hechas con ligereza o
con egoísmo, y pongamos por delante nuestro sentido
de solidaridad y nuestro más ajustado concepto de
responsabilidad con los demás, y evitemos problemas
que pueden costar muchas vidas. Nuestro mal comportamiento
en realidad ha puesto en emergencia a toda la sociedad.
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Un sistema de salud sordo
y ciego
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No hay peor ciego
que el que no quiere ver. El periódico El Pulso desde
su fundación hace casi 11 años, cuando empezaba
a desplegarse toda la estructura creada por la Ley 100 para
el Sistema de Seguridad Social en Salud, ha cumplido con su
responsabilidad social de estar dentro y al pie del sistema,
como relator y analista crítico de su desenvolvimiento.
En todos los frentes, desde el administrativo y financiero,
desde la salud pública y las políticas relacionadas
con la salud, y desde todos los actores del sistema -el gobierno,
aseguradores y prestadores, gremios y asociaciones, instituciones
y usuarios-, desde la academia y centros de investigación,
desde la voz de autoridades nacionales e internacionales,
En la materia, El Pulso ha entregado información valiosa
sobre la marcha del sistema, sus problemáticas y sus
perspectivas.
Ningún otro medio de comunicación en Colombia
ha cumplido tal labor de veeduría pública, de
fiscalización y de aporte al debate en el sistema de
salud, como El Pulso. Y no es caso de pasar cuenta de cobro
por el cumplimiento de esa misión. Pero hoy, a comienzos
de la segunda década del siglo XXI y a 16 años
de creado el sistema, en unas fechas en que se declara emergencia
social para sortear la explosión del sistema de salud,
sí es el momento justo para dejar claro que algunos
responsables clave del sistema de salud, han tenido oídos
sordos a las reiteradas advertencias sobre los aspectos y
situaciones que amenazaban el sistema de salud. Al Pulso se
le ha tildado de agorero por haber alertado de los cantos
de sirena en el sistema; por eso hoy constatamos más
con pesadumbre que con alegría, que El Pulso ha estado
y está muy sustentado en sus análisis, cuando
presagiaba la crisis del sistema.
No es para alegrarse. Pero sí para llamar la atención
sobre como un sistema sordo y ciego a un trabajo informativo
y formativo, crítico y propositivo como el desarrollado
por El Pulso, no fue aprovechado lo suficientemente en todas
sus potencialidades, como insumo valioso a la hora de definir
y redefinir los desarrollos y la marcha del sistema.
Y ahora, en el calificado por un ex ministro de Salud como
el momento más confuso y complicado en la historia
del sistema de salud colombiano, desde El Pulso queremos hacer
un llamado a la sensatez y la cordura, a la cabeza fría
y a la inteligencia, para no caer en el juego de intereses
que llevó el sistema al actual punto de quiebre.
Sólo con el debate riguroso y respetuoso, con la aceptación
de responsabilidades en el desplome del sistema, con el análisis
juicioso de salidas a la crisis, y con el compromiso serio
y decidido de todos los actores del sistema, se podrá
avanzar en la búsqueda de la mejor salida a la actual
encrucijada, la verdadera emergencia en la que está
sumida no solo el sistema de salud sino la sociedad colombiana
toda. Es la hora de echar mano de las mejores herramientas
disponibles, del conocimiento acumulado en más de una
década, y sobre todo de la suficiente decisión
política, para sacar al sistema de salud de la tormenta
perfecta en que cayó, y elegir la mejor ruta:
enderezarlo a cabalidad, o desmontarlo y empezar de cero. |
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