MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 11    No. 140  MAYO DEL AÑO 2010    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 


¿Por qué se siguen
haciendo trasplantes a
extranjeros en Colombia?

Juan Carlos Giraldo Salinas, MD - Profesor universitario - elpulso@elhospital.org
Para responder al cuestionamiento público de por qué se siguen trasplantando pacientes extranjeros en Colombia, debe considerarse una conjunción de situaciones y antecedentes, entre las cuales vale considerar las siguientes:
El médico tiene el deber ético de atender pacientes, independiente de su nacionalidad, religión, raza, condición socioeconómica, condición jurídica (así el paciente sea un delincuente o no), etc.
Los pacientes que requieren trasplantes en el mundo son una cifra enorme. En el trasplante renal pueden ser mínimo unas 100.000 personas quienes están tratando de buscar esta opción terapéutica, que les permita no seguir “amarrados” a una máquina de diálisis por 3 o 4 horas, tres veces a la semana y con la esperanza de alcanzar mediante el trasplante una vida digna, pues se comprueban resultados exitosos cuando entre el 50% y el 60 % de los pacientes transcurridos 10 años del trasplante, continúan viviendo bien con su nuevo órgano.
Los pacientes en todos los países están desesperados en la búsqueda de un trasplante y viajan por el mundo para ser atendidos en los mejores hospitales; una vez están allí solicitan una cita y el médico éticamente no lo puede rechazar, lo debe atender y formularle el tratamiento que requiere.

En algunos países no se han desarrollado los trasplantes o están en fases incipientes con una mínima oferta, y los pacientes buscan en el mundo sitios con experiencia.
La Constitución Política colombiana otorga iguales beneficios a todas las personas que estén en el territorio nacional, al expresar que “recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica”. De allí y de otras consideraciones jurídicas, los jueces de la república fallan en Derecho, obligando a los hospitales a incluir los pacientes extranjeros en las listas de espera de trasplantes, vía tutela especialmente.
Otros aspectos a considerar
En Colombia, en el año 2009 el 98% de los trasplantes practicados en el país se realizaron a pacientes colombianos, según datos del Informe 2009 de la Red de Donación y Trasplantes del Instituto Nacional de Salud. Sólo se hacen trasplantes a pacientes extranjeros, cuando un juez de la república obliga a un hospital mediante un fallo de tutela, a incluirlo en la lista de espera de trasplantes; adicionalmente, sólo se efectúa el procedimiento previo consentimiento y autorización de la Red de Donación y Trasplante, dirigida por el Instituto Nacional de Salud.
La facturación por trasplantes a pacientes nacionales y extranjeros representa aproximadamente sólo el 5% de la facturación de un hospital, por lo que no se constituye en un porcentaje importante o determinante en la facturación global de dichas instituciones.
La donación de órganos es una condición altruista. Cuando los órganos provienen de un programa de donante cadavérico, esto se hace con el fin humanitario de prolongar el bien preciado de la vida en otro ser humano. Poder hacer el trasplante sólo depende, exclusivamente, de la compatibilidad de tejidos orgánicos del donante y el receptor, independientemente de la condición socioeconómica, la raza, la seguridad social, etc.
Conclusiones
Los pacientes que requieren un trasplante en el mundo, buscan afanosamente un lugar donde se les puede trasplantar y acudirán a mecanismos legales para hacerlo.
Los hospitales colombianos son reconocidos por su calidad mundial en la realización de trasplantes.
Los trasplantes a pacientes extranjeros son el mínimo de los realizados en Colombia (sólo 2%), y se obliga a los hospitales colombianos a efectuarlos mediante un fallo de tutela de un juez y previa autorización de la Red de Donación y Trasplantes dirigida por el Instituto Nacional de Salud. Cada trasplante practicado a un extranjero tiene esa autorización del Instituto: sin ella no puede realizarse.
Considerando todo el contexto anterior, cabe entonces preguntar: ¿Cuál es la alternativa ofrecida para qué médicos y hospitales incumplan su deber ético de atender pacientes, y para que médicos y hospitales incumplan los fallos de tutela sin exponerse a un arresto por desacato ordenado por un juez de la república?
¿Por qué se busca desprestigiar instituciones que hacen trasplantes?
También es necesario preguntarse: ¿Cuál es la real intención de generar polémica con el tema de trasplantes a extranjeros y de intentar desprestigiar los hospitales que cumplen a cabalidad las normas y los fallos judiciales? Se trata de hospitales que desarrollaron programas de clase mundial para el bien primario de todos los colombianos, pero que han sido obligados mediante tutela y autorizados por la Red de Donación y Trasplantes del Instituto Nacional de Salud, a realizar trasplantes a pacientes extranjeros.
Debe advertirse además, que comentarios dañinos y mal intencionados frente al tema de trasplantes a extranjeros, pueden dar al traste con la cultura de donación de órganos en el país, la cual debe fortalecerse para atender la necesidad de brindar un órgano a miles de pacientes que lo necesitan para salvar su vida o mejorar su calidad de vida. En Colombia, más de 1.000 personas en el año 2009 se beneficiaron de un trasplante y actualmente hay más de 800 nacionales a la espera de un órgano vital (según Informe 2009 de la Red de Donación y Trasplantes del Instituto Nacional de Salud).
Es responsabilidad del Estado unificar el criterio de sus ramas Legislativa, Ejecutiva y Judicial, para que al igual que en otros países, no se dé cabida al trasplante a extranjeros. Igualmente, es su deber obligar a las EPS a que permitan a los pacientes colombianos acceder a este invaluable servicio, al cual en la actualidad solo acuden unos afortunados que luchan por su derecho a tener una vida digna, sin tener que someterse a conectarse obligatoriamente a una máquina tres veces por semana para salvar su vida o incluso morir en un sinfín de complicaciones, por la imposibilidad acceder a un trasplante .

 
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