DELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 12    No. 149  FEBRERO DEL AÑO 2011    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

Diccionario de Americanismos:
“libro gordo” del Nuevo Mundo
Hernando Guzmán Paniagua Periodista - elpulso@elhospital.org.co

En el nuevo Diccionario de Americanismos 2010, al menos 400 millones de seres humanos reconocen su propia voz y leen su historia real, la que cuenta cada palabra, así como en una canción se anuncia “un diccionario con las palabras del amor / en el idioma de los dioses / para cantarle al corazón”. Ya en 1911, el escritor Ambrose Bierce en su “Diccionario del Diablo”, reclamaba diccionarios cotidianos al definir 'Diccionario' como “perverso artificio literario que paraliza el crecimiento de una lengua además de quitarle soltura y elasticidad”. Y Don Marco Fidel Suárez, gran lingüista, dijo: “Si la diferencia exterior del hombre no es la risa ni las lágrimas, sino la palabra; si los pueblos no acaban sino cuando su lengua acaba, podemos decir que el pensamiento es el alma, la palabra es el hombre y la lengua es la patria”.
Tras once años de trabajo, la Asociación de Academias de la Lengua Española y Editorial Santillana culminaron las 2.500 páginas, con más de 60.000 entradas y unas 200.000 acepciones, que representan 10% del Idioma. “Esto supera diez veces el volumen de cualquier otro Diccionario en la historia del Castellano en América”, dijo el secretario general de la Asociación y editor de la obra, Humberto López Morales. Contiene índice sinonímico, apéndice con las etnias indígenas vivas de Hispanoamérica, gentilicios y diminutivos, y reúne 150 diccionarios de americanismos publicados entre 1975 y 2005, más algunos inéditos.

En la Introducción se explica que cada letra que completaba el equipo de redacción de Madrid, o parte importante de ella, se enviaba a las 22 academias para revisión y validación. La extensísima “C” se envió en seis secciones. Este "diccionario contrastivo", gestado en Montevideo en 1996 con base en 102 millones de registros de 128 diccionarios aportados por todos los países, se presentó en el V Congreso Internacional de la Lengua Española, en Valparaíso (Chile, marzo/2010), y fue una aportación al Bicentenario de la Independencia de las Repúblicas Iberoamericanas y a sus nuevos diccionarios nacionales.
Un diccionario de “palabrotas”
No hay diccionario que no tenga “palabrotas”, como se dice. La palabra 'ramera', tan antigua como esta profesión, nos lleva a la Edad Media, cuando esas damas ponían ramos de flores en las ventanas para atraer a sus clientes. El criterio para incluir las palabras fue estar vigentes y respaldadas por documentación escrita, la fuente documental fue la novela hispanoamericana de los últimos 25 años. No se escatimaron las más soeces, “no es un diccionario moral" ni “para abadías o conventos, sino para quien está en la calle constantemente", dijo el editor, Humberto López Morales, a una académica que protestó porque el Diccionario “estaba lleno de malas palabras”, y le anotó que era un diccionario de usos y los únicos requisitos para incluir una palabra era que se usara y apareciera en documentación escrita; además, hay sinónimos para cada "mala palabra".
Y muy “malas palabras” pululan en muy buenas obras, como “La mala hora” de Gabriel García Márquez, ganadora del Premio Esso de Novela, con el procaz título inicial de “Este pueblo de mierda” y casualmente auspiciada por la Academia Colombiana de la Lengua, la más antigua después de la española, y presidida por el padre Félix Restrepo. Él pidió a Gabo por conducto del embajador de Colombia en Méjico, Carlos Arango Vélez, cambiar o suprimir dos palabras 'intolerables': “preservativo” y “masturbarse”, tan castizas, sin ser vulgarismos ni americanismos.
Un diccionario como éste es nueva ocasión
para hablarnos los americanos con nuestras
propias palabras, para nombrar, como en
Macondo, cada cosa que descubrimos, así como
Dios -según dicen- llama a cada estrella
por su nombre.
El autor aceptó cambiar una de ellas y dijo: “Elija usted, Embajador”. Para colmo de males, la Esso mandó a imprimir la obra en España y los correctores de la Imprenta Luis Pérez cambiaron los americanismos por voces madrileñas y desfiguraron a más no poder el texto. En carta a El Espectador y en la segunda edición, Gabo protestó: “La primera vez que se publicó 'La Mala Hora', en 1962, un corrector de pruebas se permitió cambiar ciertos términos y almidonar el estilo, en nombre de la pureza del lenguaje. En esta ocasión, a su vez, el autor se ha permitido restituir las incorrecciones idiomáticas y las barbaridades estilísticas, en nombre de su soberana y arbitraria voluntad”.
Narcopalabras e indecencias
En el “Diccionario de Americanismos” abundan palabras de la llamada narco-cultura: levantón, en Méjico, un secuestro no extorsivo; plomear: disparar con arma de fuego; ejecutar: matar o asesinar. El verbo “dar” tiene 14 páginas y por lo menos 300 locuciones propias de América. Dar cráneo, en Puerto Rico y Panamá es "utilizar la inteligencia"; dar chumbimba, en Colombia: tirotear. Dar dentera en Venezuela: "desear vehementemente a una persona al verla", dar diarrea en Chile: ponerse nervioso o excitado, dar el platanazo en Nicaragua: morir, dar candela en Colombia: tirotear; dar de arroz y de masa en Puerto Rico: humillar; darse la papa es drogarse en Argentina; para un chileno, darse un falopazo es inhalar cocaína; y darle sopa de muñeca es propinar una golpiza, en Nicaragua y Costa Rica.
En Cuba, discotemba es la discoteca para mayores de 40 años, y bacán, homosexual u hombre mantenido por una mujer, mientras en Nicaragua, es fiesta bulliciosa. Bacano/a, alguien agradable y simpático para cubanos, dominicanos, colombianos y peruanos; en Argentina y Uruguay, persona adinerada. Estar maluco es estar enfermo o indispuesto en Méjico, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Cuba, República Dominicana, Colombia, Venezuela y Perú, y lo desagradable para el olfato, la vista o el gusto estético. El abogado ilegal o descuidado es cagatinta para bolivianos, hondureños, nicaragüenses, argentinos, uruguayos y colombianos. Catarro para nosotros es una tos severa, en Salvador, dinero o ganancia ilícitos.
Quien no quiera decir “testículo”, puede decir aceitunas, aguacates, alforja, alverja, amigo, berocos, blanquillos, bojote, boliviana, bolsa, coco, compadrón, porongo, timbales, triquitracas y maracas. Entre las más de 250 formas de decir “pene” en Hispanoamérica están: camote, cara de caballo, catorce pulgadas, chuto, la cuello de tortuga, manguera, palo de tombo, virote y pico. “Cortico” es hombre de pene pequeño en Cuba, aventajado es lo contrario en Perú, como cargado en Colombia, chiludo y macanudo en El Salvador, o miembrudo en Puerto Rico. “Coger”, en Ecuador significa embriagarse rápidamente; en República Dominicana, incurrir en falta o delito; en Honduras, suspender a un alumno; en Méjico, invitación directa a tener sexo. Sinónimos de tener relaciones sexuales son: echar a pelear los meones, echarle maíz a la pava, echar un canelo o echar un guarapo.
Para la intoxicación etílica sobran palabras: borrachera, amanecida, barbasco, bebezona, chupadera, en pedo, embolada, esbornia, huasca, mamada, marimonda. Ni que Don Tomás Carrasquilla hubiese leído este Diccionario, cuando dijo en “La Marquesa de Yolombó”: “Sabido es que Dios hizo la lengua castellana para decir indecencias y que los chapetones, de esa época, eran más crudos de boca que de letra las Santas Escrituras”. Un gavetazo, en Guatemala y Honduras, es robo a escondidas. En varios países de Centro y Suramérica, entre ellos Colombia y Bolivia, Gringolandia es Estados Unidos.
El duplicado ilegal de algo es gemeleo en Costa Rica y algo en Colombia. Agarradera, agarrón, berrinche, bochinche, bonche, bululú, burileo, buya, chamusca y cachimbeo, son diez de los 80 sinónimos de “pelea”.
Nuestras colombianadas
Entre otros colombianismos, veamos éstos con algunas de sus acepciones: Achilado: algo que ha perdido su vigor y lozanía o persona desanimada. Berraquera: 1) Excitación sexual. 2) Ira, mal genio. 3) Energía y entusiasmo para realizar una acción. 4) Persona o cosa excelente, admirable, muy buena. Botarate: quien malgasta los bienes de fortuna; igual en Méjico, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Panamá, Cuba, y Venezuela, entre otros. Chochera: Cariño profundo o inclinación especial por alguien, especialmente de los abuelos por los nietos. Descalabrar (se): 1) Estar en bancarrota. 2) Sufrir una caída aparatosa. Guayabo: 1) Tristeza por la ausencia de alguien o de algo. 2) Malestar que padece al despertar quien bebió alcohol en exceso; en Ecuador es farragitis.
En 2.500 páginas, el Diccionario incluye
más de 60.000 entradas y 200.000 acepciones,
que representan 10% del Idioma.
Contiene índice sinonímico, apéndice
con etnias indígenas vivas de Hispanoamérica,
gentilicios y diminutivos, y reúne 150
diccionarios de americanismos publicados
entre 1975 y 2005, más otros inéditos.
¡Juemíchica! es asombro, sorpresa (muy bogotano). Marimbero: 1) Músico que toca la marimba. 2) Alguien que trafica con marimba o marihuana. Marinovio: Novio que convive con su pareja. Mariposo: Hombre afeminado u homosexual. Papayita: Oportunamente, en el momento justo. Perrear: 1) Bailar un hombre y una mujer juntando mucho sus cuerpos y agitando ambos a la vez las caderas. 2) Andar un hombre en amoríos con varias mujeres. Rumbear: Conquistar, seducir a alguien. Tumbis: Engaño con el que se pretende robar dinero a alguien. Hablamierda: Mentiroso. Sancochar: 1) Cocer, especialmente verduras y carnes, con sal en agua hirviendo. 2) Sofreír un alimento. 3) Cocinar mal. 4) Tostar el sol algo o alguien. Tusa: Tristeza o despecho por un fracaso o desengaño amoroso.
Un diccionario como éste es nueva ocasión para hablarnos los americanos con nuestras propias palabras, para nombrar, como en Macondo, cada cosa que descubrimos, así como Dios -según dicen- llama a cada estrella por su nombre. Es la fascinación del significado de las palabras que le contagió a García Márquez su abuelo, o la interminable aventura de los Buendía, descifrando el diccionario secreto de los manuscritos del sabio Melquíades.
 
¿Kómo ce dise?
Dice el diario ABC de Madrid, que la escritora española Lucía Echevarría, ganadora del Premio Planeta, dijo en una entrevista, que murciélago era la única palabra del Castellano que contenía las 5 vocales. El lector José Fernando Blanco Sánchez, envió una carta al director de ese periódico, para refutar tal afirmación. Publicamos apartes:
“Mi estimada señora, piense un poco y controle su euforia. Un arquitecto escuálido, llamado Aurelio o Eulalio, dice que lo más auténtico es tener un abuelito que lleve un traje reticulado y siga el arquetipo de aquel viejo reumático y repudiado, que consiguiera en su tiempo, ser esquilado por un comunicante, que cometió adulterio con una encubridora cerca del estanquillo, sin usar estimulador. No se atragante con esta perturbación, que no va con su milonguera y meticulosa educación”.
 
Ocioso lector
¿Cómo era el invierno hace 500 años?
No hay registro de los mitos de los Zenúes, pero se sabe que contaban la historia de "hydju qun", gran diluvio que inundó todo. Desde ese diluvio, los Zenúes aprovechaban el tiempo seco para cavar canales que drenaran el agua, pues además de las frecuentes lluvias, la tierra de los Zenúes era regada por caudalosos ríos: el río Sinú y su cuenca, así como el Cauca y sus tributarios.
Se sabe que los zenúes construyeron una red secundaria de caminos que bordeaban las montañas y las zonas altas de las planicies, para mantener conectadas las ciudades y el campo durante las sequías y las inundaciones. La cultura Senú se destacaba por su excelente manejo de la ingeniería hidráulica, como lo evidencia la construcción de un sistema eficiente de canales que por casi dos mil años, llegó a cubrir 600.000 hectáreas.
Su extensa red de canales artificiales entre los ríos San Jorge, Sinú, Cauca y Magdalena, permitieron controlar el régimen de inundaciones entre los ríos, conduciendo el excedente de sus aguas a sus salidas naturales, aprovechando el sedimento y tejiendo una gran red de comunicaciones fluviales. Estos grandes canales fueron en su mayoría enterrados por los españoles al colonizar Córdoba a mediados del siglo XVII. Cuando alguien moría era llevado en una chalupa por los canales hasta Finzenú, donde todos los Zenúes eran enterrados. Si era un importante dignatario, la misma cacica de Finzenú presidía en su chalupa. Todos los muertos eran enterrados mirando hacia oriente, para que todos los días vieran la salida del sol.
(Tomado de: Fundación para la Investigación y la Cultura, “Cultura Zenú/Sinú”, extractos).
 



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