MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 12    No. 149  FEBRERO DEL AÑO 2011    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co

Reflexión del mes

"El periodismo es la última pinche barrera que nos impide caer en la barbarie. Sin periodismo, sin circulación de información, todos levantaríamos la mano cuando el 'big brother' lo dijera. Es la voz de los mudos y el oído extra que Dios le dio a los sordos.... Es el equivalente moderno de la piratería ética, el aliento de las rebeliones de los esclavos... Es lo que impide el regreso al simplismo cavernario. Contradictoriamente, es un asunto donde nuevamente hay cosas eternas: la verdad, el mal, la ética, el enemigo. Es la mejor literatura, porque es la más inmediata. Es la clave de la democracia real, porque la gente tiene que saber qué está pasando para decidir cómo se va a jugar la vida. Es el reencuentro entre las mejores tradiciones morales del cristianismo primitivo y las de la izquierda revolucionaria de fines del siglo XIX. Es el alma de un país. Sin periodistas todos seríamos muertos y la mayoría ciegos. Sin circulación de información verídica todos seríamos bobos. Es también el refugio de las ratas, la zona más contaminada, junto con las fuerzas policíacas, de toda nuestra sociedad. Un espacio que se dignifica porque lo compartes con los tipos más abyectos, más serviles, más mandilones, más corruptos. Y por comparación te ofrece las posibilidades de la heroicidad. Es como si metieran el cielo y el infierno en una licuadora y tuvieras que trabajar en movimiento. Es una albañilería del sentido común".
“Sintiendo que el campo de batalla” (fragmento)
Paco Ignacio Taibo II (1949). Escritor mejicano de origen español, optimista pragmático que confía en el triunfo de las causas justas. Afincado en Méjico desde 1958, allí estudió Sociología, Literatura e Historia y ofició como periodista. Entre sus obras destacan: Cosa fácil (1977), Héroes convocados (1980), Revolucionario del pasaje (1986), La misma ciudad, la misma lluvia (1989), La bicicleta de Leonardo (1993), El año en el que no estuvimos en ningún sitio (1994), Con cuatro manos (1995), Retornamos como sombras (2001), Sombra de la sombra (1986) y Sintiendo que el campo de batalla (1989).
 
Mundo del medicamento
¿Cuánto cuesta atender
un paciente con terapias
farmacológicas ineficaces?
Luis Guillermo Restrepo Vélez, QF
Un argumento recurrente al abogar por el uso de medicamentos producidos por los fabricantes pioneros, sin importar cuánto haya que pagar por ellos, consiste en cuestionar la eficacia y seguridad de los competidores, que supuestamente no serían capaces de lograr los mismos resultados terapéuticos del producto de quien hizo todos los estudios.

De acuerdo con este argumento, las abismales diferencias de precio se justifican en aras de tener la plena seguridad de que el medicamento va a funcionar bien, especialmente cuando se trata de patologías que amenazan la vida de las personas. De no hacerlo, estaríamos ante la posible ineficacia que terminaría afectando al paciente y generando más costos que pagar el medicamento más caro.
Se trata de un argumento poco científico, pero altamente convincente, especialmente para el usuario final del medicamento, y muy conveniente para quienes puedan beneficiarse económicamente de este consumo, por lo cual tiene amplia aceptación y respaldo social.
En productos como los medicamentos, ante la imposibilidad de verificar la calidad de cada una de las unidades producidas, se utilizan métodos de control de la calidad que permiten determinar -mediante métodos de muestreo y aplicación de análisis definidos-, la conformidad de los productos con especificaciones que permiten asegurar con la mayor certeza posible, que los productos contienen las sustancias indicadas en las cantidades correctas dentro de un rango de variación aceptable, que no están presentes elementos fisicoquímicos o microbiológicos que puedan constituir un riesgo, que cada unidad del producto (por ejemplo cada tableta) tiene una composición que no varía significativamente dentro de cada lote de producción y en comparación con los demás, y que la formulación hace posible que el principio activo llegue al sitio de su acción una vez administrado.
Fabricar productos de manera correcta es responsabilidad de los productores. Validar y adoptar especificaciones que aseguren que los medicamentos son seguros y eficaces, y definir los procedimientos a seguir para verificar su cumplimiento, es responsabilidad de los gobiernos.
Por supuesto, los medicamentos deben cumplir con las especificaciones de calidad. Si éstas son inadecuadas, por ejemplo por omitir algún aspecto importante para asegurar la eficacia y seguridad del medicamento, pueden presentarse fallas de calidad aún cumpliendo las especificaciones; pero en la práctica se trata de un caso excepcional y los sistemas de farmacovigilancia o vigilancia post-mercadeo deben detectar este tipo de dificultades y entregar información para que se evalúen y realizar los ajustes pertinentes.
Lo importante es resaltar que el concepto de calidad de los medicamentos trasciende el cumplimiento de las especificaciones, y cubre todos los aspectos que individual y colectivamente afectan la aptitud de un producto para satisfacer las necesidades en salud.
Por ejemplo: la presencia en el mercado de medicamentos con ventas multimillonarias, que utilizan amplios grupos de personas para los cuales su uso no tendría justificación -más allá de la comercial-, constituye un serio problema de calidad. En 2010, según informe elaborado por Public Citizen, la industria farmacéutica se convirtió en el mayor defraudador del Gobierno Federal de los Estados Unidos de América bajo la Ley de Falsas Reivindicaciones, superando en el deshonroso lugar a la industria militar, especialmente por la intensa promoción de usos no autorizados de sus productos.
Y en los últimos 20 años, la industria farmacéutica pagó casi 20.000 millones de dólares en multas, de los cuales más del 70% se causaron durante los últimos 5 años. Más del 50% del total de las multas fueron pagadas por 4 compañías: Eli Lilly, GlaxoSmithKline, Pfizer y Schering-Plough.
Lo que debe preguntarse sobre la calidad de los medicamentos es si los productores y los reguladores están haciendo bien su papel para garantizar que disponemos de productos que ayuden a hacer efectivo el derecho a la salud de las personas. La respuesta parece negativa, pero no sólo en Colombia sino en todo el mundo. Definitivamente, el uso de medicamentos ineficaces e inseguros cuesta mucho y todos lo estamos pagando.

 
  Bioética
Descendencia de Caín:
reflexiones antropológicas
Ramón Córdoba Palacio, MD - elpulso@elhospital.org.co
La Sagrada Biblia, libro fundamental en la cultura occidental así muchos pretendan negarlo, relata en el capítulo IV del Génesis el primer homicidio en la historia de la humanidad, cometido con alevosía por Caín contra su hermano menor Abel. Ante el terrible auge de muerte de inocentes a causa del terrorismo y de otras modalidades -especialmente del aborto-, y dejando de lado por mi incompetencia e ignorancia los aspectos teológicos y de exégesis bíblica, considero pertinente mirar aspectos antropológicos al respecto.

Caín mata con alevosía a su hermano menor Abel. Con alevosía se asesinan en cada acto de terrorismo personas inocentes que no han cometido ningún delito, acto que fuera de satisfacer una conciencia criminal y provocar escándalo y dolor no soluciona los graves problemas actuales de la humanidad y en la mayoría de los casos ni siquiera promueve una posible solución a los mismos. Con alevosía se asesinan en el vientre materno niños, seres humanos, cuyo único delito es ser el resultado de un proceso biológico en el cual no intervinieron para nada y el ser engendrado por una madre que descarga sobre él la irresponsabilidad de ella misma o la culpabilidad del delito cometido por otro que casi siempre queda sin castigo, impune.
Caín no sólo fue el primer homicida sino que ostenta el triste mérito de ser el primer fratricida. Y fratricidas son los terroristas, los abortistas, los que eliminan vidas por considerarlas desechables, sin valor. Son herederos legítimos del espíritu criminal de Caín. ¿Fratricidas de seres que aún no han nacido, de seres que no conocemos? No es el nacimiento ni el conocimiento personal “del otro” ni la etapa de desarrollo que vive, lo que concede valor y dignidad absolutos al ser humano, sino el pertenecer al linaje humano. Y ontológicamente todo descendiente de seres humanos es, querámoslo o no, un ser humano, una persona humana, y causarle la muerte voluntariamente es fratricidio. En este juicio carecen de importancia las teorías poli o monogenistas y adquieren valor pleno el de pertenecer al mismo linaje, género o especie.
Los cainitas del siglo XX y del siglo XXI han avivado el “odio o enemistad contra allegados o afines” (DRAE), y consideran que mientras más sangre de hermanos fluya de sus manos, mayores son las prebendas económicas, sociales, políticas, etc., que recibirán por sus homicidios. Y en su odio llegan a exigir con determinaciones legales, que quien no cometa directamente dichos fratricidios tenga que hacerse cómplice de los crímenes indicando quien los lleva a cabo, y niegan así el derecho y el deber intrínseco de todo ser humano de no obrar contra los dictámenes de la propia conciencia. Les ofende profundamente ver manos limpias de sangre de hermanos y aspiran a que toda persona sea como ellos un homicida, un fratricida.
Además, olvidan que el derecho y el deber de la objeción de conciencia no lo otorgan las leyes, sino que es inherente a la dignidad y a la libertad del ser humano.

NOTA: Esta sección es un aporte del Centro Colombiano de Bioética -Cecolbe-.
 

 
 











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