En Antioquia surge la posibilidad de una opción
salvadora para el manejo del régimen subsidiado en
Colombia, al darse los primeros pasos hacia la constitución
de una EPS mixta que enderece el errático camino
seguido hasta ahora, con el plan de beneficios para las
personas más pobres del país. Antioquia ofrece
su capacidad empresarial, su abundante logística
para la prestación de servicios de salud y su bagaje
administrativo.
Son muchos los escollos por sortear en materia jurídica,
política, administrativa, logística y financiera,
pero todos ellos superables, si todos los estamentos que
concurren se revisten de la voluntad política que
exigen las decisiones que afectan el bienestar colectivo.
En caso de prosperar esta EPS mixta, Antioquia aportaría
a Colombia un modelo piloto para recomponer la administración
del régimen subsidiado (una experiencia demostrativa,
como dijo a EL PULSO la ministra Beatriz Londoño),
y además vería el renacimiento de su embolatado
liderazgo social.
Es entonces necesario que cada actor asuma sus responsabilidades
con entereza. Hay que proveer un entorno sano para la EPS
mixta que surge, y lo primero que salta a la vista es un
clima enrarecido por la cuantiosa cartera que soportan hospitales
públicos y privados de Medellín y Antioquia,
buena parte en cabeza de las EPS-S. Estas empresas siempre
argumentan que sus deudas con las IPS en Colombia se deben
a que los entes territoriales tampoco les pagan a ellas.
Habría que examinar y cotejar las cifras nacionales
para ver quién debe más.
Gestarsalud informa que los entes territoriales en Colombia
deben a las EPS-S $350.000 millones, y en Antioquia les
adeudan $19.425 millones; por lo menos en este caso, no
es válida la excusa de las EPS subsidiadas. Veamos
por qué. Según cifras de Aesa, a la red hospitalaria
pública y privada de este departamento se le debe
$1.2 BILLONES; de este monto, $500.000 millones es la cartera
de los hospitales públicos y de esos $500.000 millones,
hay $250.000 millones como deuda en cabeza de las EPS del
subsidiado. Entonces, por lo menos en Antioquia, no es válida
aquella excusa de que debemos porque a nosotros nos
deben, porque los $19.425 millones (cantidad que no
es toda de cartera morosa, pues incluye la que está
en rotación normal, contratos no liquidados) que
le deben los municipios y el Departamento a las EPS-S, es
cifra poco significativa en comparación con los $250.000
millones que ellas adeudan a los prestadores, que amenaza
la estabilidad financiera de nuestras IPS, y lo que es más
grave: amenaza la vida de miles de enfermos que acuden a
los hospitales.
Con estas cifras es fácil entender por qué
casi todas las EPS del subsidiado en Antioquia están
bajo medida cautelar o intervenidas. Aún estando
los entes territoriales de Antioquia a paz y salvo con las
aseguradoras, las deudas de éstas con las IPS superaría
$230.000 millones. También es fácil entender
por qué cuando se propuso un cruce de cuentas entre
las EPS y sus acreedores, fueron las aseguradoras las primeras
en oponerse
Feliz el día en que unos y otros puedan rezar una
nueva versión del Padrenuestro que diga: Paguemos
nuestras deudas así como a nosotros nos pagan nuestros
deudores.
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