MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 12    No. 164  MAYO DEL AÑO 2012    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

El Vigía
Tosferina, enfermedad reemergente
Para muchas personas, la tosferina es sólo un recuerdo de infancia o una historia escuchada de los padres o los abuelos, debido a que hasta hace muy poco tiempo se consideraba una enfermedad de tan baja prevalencia, que ya poco se hablaba de ella en actividades académicas o de vigilancia epidemiológica, como en medios de comunicación y la comunidad en general. Más en los últimos años se reporta en diferentes lugares del mundo su resurgimiento, principalmente en niños de poca edad, pero también en adultos.

La primera epidemia de tosferina fue descrita por Baillou en Paris en 1578 y sólo volvió a tener importancia en 1906, cuando Bordet y Gengou lograron aislar el bacilo. A este descubrimiento sólo se dio valor en 1932, por los experimentos realizados por Rich y colaboradores en chimpancés. Antes de 1940, era la principal causa de morbilidad y mortalidad infantil en todos los países del mundo; después de ese año se empezó a vacunar en Estados Unidos, con disminución dramática de casos en décadas siguientes.

La tosferina es una infección bacteriana producida por Bordetella pertussis, que afecta principalmente el tracto respiratorio superior y se caracteriza por tos persistente de episodios consecutivos. La enfermedad es prevenible con la vacuna triple viral, que viene acompañada de las de difteria y tétanos (DPT), y se debe administrar a los 2, 4 y 6 meses de edad, con refuerzo al año de la última dosis y un segundo refuerzo a los 5 años de vida.
La pregunta obligada es: ¿Qué pasó o qué cambió para que resurja esta enfermedad casi olvidada? Y, ¿qué deben hacer los organismos de salud y qué debe hacer la comunidad?
Después de muchas especulaciones acerca de la posible aparición de una cepa más virulenta o de la ineficacia de la vacuna utilizada, se llegó a las siguientes conclusiones: los pacientes más afectados son los niños muy pequeños que no han recibido vacunación o que no han completado su esquema; y, la vacunación ofrece una inmunidad que no protege para toda la vida y la cual se va perdiendo con el paso del tiempo, lo que hace que los adultos se vuelvan susceptibles y sirvan de fuente de infección para los niños. Sin embargo, en reciente estudio australiano, se habla de la posibilidad de aparición de una nueva variante de la cepa, la cepa P3 vinculada con brotes recientes de tosferina. Esta cepa había sido descrita en 2004 en los Países Bajos y tiene la capacidad de producir más altos niveles de toxina, tiene distribución global y se asocia con el aumento en el número de casos en Finlandia y en los Países Bajos.
Según el Instituto Nacional de Salud,
a la semana epidemiológica No. 11 de 2012
se presentaron 743 casos, pasando de 46 casos
en la semana No. 1, a 150 casos en la semana
No. 10. En 2011 se presentaron 819 casos,
y en 2010 fueron 347 casos.
Es frecuente hoy conocer a través de medios de comunicación o publicaciones científicas, la presencia de brotes de tosferina en diferentes regiones del mundo, y Colombia no es la excepción. Según el Instituto Nacional de Salud, a la semana epidemiológica No. 11 de 2012 se presentaron 743 casos, pasando de 46 casos en la semana No. 1, a 150 casos en la semana No. 10. En 2011 se presentaron 819 casos, y en 2010 fueron 347 casos. Y recientemente, la Secretaría de Salud de Medellín generó una alerta por la presencia de un brote de tosferina en una escuela, con más de 200 niños comprometidos.
A pesar de que las cifras empiezan a ser preocupantes, todo parece indicar que hay un gran sub-registro, en especial de pacientes adultos con sintomatología inespecífica. Un factor que contribuye a esta situación, es la falta de sospecha clínica por parte del personal asistencial y la limitada disponibilidad de métodos diagnósticos.
No hay duda entonces que estamos frente a una enfermedad reemergente, para lo cual debemos emprender varias acciones: Reforzar las campañas de vacunación en población infantil; realizar actividad educativa en la comunidad, acerca de la identificación oportuna de los signos de la enfermedad y beneficios de la vacunación; capacitar los trabajadores de la salud en el reconocimiento de la enfermedad y métodos diagnósticos, así como en su tratamiento, prevención y control; intensificar medidas de vigilancia epidemiológica de acuerdo con directrices gubernamentales; adelantar proyectos de investigación que evalúen las características de la cepa que ahora circula, frente a la vacuna disponible.
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