MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 15    No. 187 ABRIL DEL AÑO 2014    ISSN 0124-4388    elpulso@elhospital.org.co

Fundado en Medellín, el 30 de julio de 1998. Director: Julio Ernesto Toro Restrepo. Comite Editorial: Juan Guillermo Maya Salinas, Alba Luz Arroyave, Javier Ignacio Muñoz y Gonzalo Medina. Dirección Comercial: Diana Cecilia Arbeláez. Editora: Olga Lucía Muñoz López. Asesora comercial: María Eugenia Botero. Web master: Santiago Ospina Gómez


Programas presidenciales de salud: palabras, palabras, palabras...

La mayoría de las propuestas de los candidatos a la Presidencia de la República en materia de salud y seguridad social en 2014, no son más que bonitas y bien intencionadas. Todas ellas comparten un catálogo de buenos propósitos y se identifican ciertamente en los principios filosóficos de un sistema garantista de derechos. De ninguno de esos programas se puede decir que no invoque el bienestar común, la salud de la gente, el acceso a la atención con equidad, calidad, seguridad y oportunidad. Todos parten incluso de diagnósticos relativamente acertados y persiguen sus fines utilizando caminos distintos. Pero su común denominador es el caer en una enumeración de acciones y políticas no siempre coherentes ni viables.
El resultado de esos enunciados son programas reformistas más o menos moderados, los cuales al no plantear un remezón radical, un revolcón total que permita construir un ordenamiento de salud nuevo de los pies a la cabeza, propician el mantenimiento del actual, proponiendo ajustes tímidos, parciales, superficiales. Con excepción de una propuesta, la de Clara López, las demás (de Juan Manuel Santos, Oscar Iván Zuluaga, Enrique Peñalosa y Marta Lucía Ramírez), admiten la continuidad del sector privado en el modelo de aseguramiento en salud, si bien reconocen las aberraciones cometidas y la necesidad de afinar la rectoría del Estado para combatir esos males en el futuro.
No obstante, casi ningún candidato presidencial se atreve a poner en serio como baluarte la defensa del mandato constitucional, ni a descalificar radical y valientemente a las aseguradoras particulares, las mal llamadas Empresas Promotoras de Salud -EPS-. ¿Promueven ellas la salud del usuario o la rentabilidad de sus negocios? Parece que a los aspirantes a la jefatura del Estado les diera miedo enfrentar su enorme poder. Línea de conducta explicable en un entorno político electoral, en el cual los grupos económicos que representan esas aseguradoras también financian las campañas.
Es muy fácil hablar de inspección, vigilancia y control, de amarrarse el gobierno los pantalones, de brindar atención con equidad, calidad y oportunidad, de flujo ágil de recursos y de medidas de salvación para los hospitales, en la calenturienta época pre-electoral. En este contexto, las promesas circulan con asombrosa facilidad, incluso en los sectores gobernantes, ex gobernantes o colaboradores con la gestión oficial, que tuvieron tiempo más que suficiente para hacer lo que no hicieron y de nuevo lo prometen de manera irresponsable.
Otros en cambio, se acostumbraron a la prédica de un programa, a decir verdad, coherente, progresivo, justo y orientado al cambio profundo del sistema de salud. Programa que sus promotores saben que no ejecutarán, anquilosados como están en su caparazón ideológica y en su aislamiento social, que les impide construir una política de alianzas inteligente y agresiva, para crecer e incidir en la salvación del país. Así, los unos cosechan los jugosos guarismos electorales que proporciona el poder económico y político; los otros se resignan a obtener los mismos 500.000 voticos, como diría Pacheco. Digamos todos, con el Padre García Herreros: “Dios mío, en tus manos colocamos este mandato que ya pasó y la salud que no llega”.

 



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